Famoso magistrado en Chile y Perú durante los últimos años del siglo XVIl y primeros lustros del XVI, según el canónigo Gonzalez de Posada, Comenzó muy joven a cultivar la poesía, y asegura haber visto él mismo algunas composiciones impresas; pero la única ejecutoria que tenemos de sus ocupaciónes de escritor es el prólogo a la obra de su padre Solar de la casa de Olloniego, la que tenía por arrogante lema de su escudo “Después de Dios, la casa de Quirós”.
Don Senén Alvarez de la Rivera supone con gran número de probabilidades que esa obra genealógica fué editada en 1689, al reimprimirla él en el segundo tomo de su Biblioteca histórico-genealógica asturiana, de donde tomamos lo más importante para esta información.
Nació don Álvaro entre 1640 y 1650 en Olloniego (concejo de Oviedo), hijo de don Felipe Bernardo de Quirós y doña Catalina Bernardo de Miranda. Después de preparado para una carrera literaria, comenzó la de Leyes en la Universidad de Oviedo, que continuó en el Colegio Mayor de San Ildefonso, de Alcalá de Henares donde fué investido de licenciado. .
Nada volvemos a saber de él hasta años después de facultado para ejercer la carrera. El 16 de marzo de 1688 obtuvo un real nombramiento para el cargo de oidor en la Audiencia de Santiago de Chile. Desconocidas dificultades le obligaron a demorar el viaje a América (a Indias, como se decía entonces) por espacio de unos dos años, que pasó en Madrid pendiente del asunto que le retenía. Se supone fundadamente que entonces escribió el Discurso laudatorio para prólogo de la obra escrita por su padre, y que did ésta a imprimir bajo su vigilancia, concluyendo la impresión antes de febrero del año siguiente (1689).
Durante ese tiempo de su permanencia en Madrid contrajo matrimonio con doña Josefa Arias Ferrer de Saavedra y nació su primer hijo, una niña bautizada con el nombre de la madre. De dicho matrimonio tuvo luego dos descendientes más.
Por fin, el 14 de marzo de 1690 embarcó en Cádiz con rumbo a Chile, y tomó posesión de su cargo de oidor de la Audiencia de Santiago, la capital, en ese mismo día del año 1692. A la vez desempeñó también el puesto de alcalde de Corte hasta 1707, dejando de su proceder en ambos destinos recuerdo contradictorio de alabanzas y censuras. En esa última fecha citada paso a la ciudad de concepción a ocupar los cargos de corregidor y justicia mayor, de los que tomó posesión el día 13 de abril. según testimonio de don José Flórez Valdés, arcediano de la catedral de la Concepción, citado por don Senén Alvarez de la Rivera en la obra aludida mas arriba, Bernardo de Quiros promovió con sus acertadas disposiciones de gobernante obras que aceleraron el progreso y embellecimiento de esa urbe, tales como la pavimentación de las calles, canalización del río, edificación obligada de los lugares yermos, fortificación de la ciudad, etc.
Algunos años después se le confirieron los cargos de oidor de la Audiencia y alcalde del crimen en Lima; pero la Audiencia de Santiago de Chile le impidió el traslado a la capital peruana, fundada en reclamaciones constitutivas de un proceso. Fué necesario que el rey ordenara terminantemente su trasladó con fecha 22 de enero de 1713; pero ya poco antes se le había permitido salir de concepción para Lima en virtud de demanda del virrey del Perú, si bien quedando sujeto a un juicio de residencia con la fianza del maestre de campo don Pedro de Covarrubias.
Este proceso estaba fundado en ciertas denuncias por irregularidades cometidas en el desempeño de sus destinos. A fin de esclarecer los hechos denunciados se abrió una información secreta, en la que depusieron sus declaraciones importantes personajes, que lo hicieron en favor del residenciado, por lo que Bernardo de Quirós quedó libre de inculpaciones. Su inocencia estuvo avalorada por el celo y el acierto con que desempeñó en Lima sus cargos, durante la tramitación de esa causa y posteriormente, asistido de general aplauso, hasta su jubilación el 13 de mayo de 1720.
Después de jubilado continuó viviendo en la bella ciudad de Lima, donde, viudo de su primera esposa, contrajo segundas nupcias en 1727, ya septuagenario, con doña Isabel Cayetana de las Infantas y Villegas. falleció en esa ciudad el 9 de octubre de 1734.
Trabajos sin formar volumen:
1.—Discurso laudatorio al papel genealógico de la nobilísima casa de Olloniego. (prólogo al libro Solar de la casa de Olloniego, de don Felipe Bernardo de Quiros y Benavides, Madrid, 1689)