Periodista contemporáneo, formado en Cuba, donde residió unos treinta y dos años. Nacido no después de 1890 en Arroes (Villaviciosa), hijo de don Rafael y doña Juliana de esos respectivos apellidos, dedicados a faenas campesinas.
Hechos los estudios de primera enseñanza con aplicación, y en la imposibilidad de aprovechar su inteligencia en otros superiores, buscó a los catorce años más amplios horizontes a su porvenir en la emigración. Pasó a Cuba al amparo de un familiar, que le llevó al establecimiento de tejidos que tenía en la ciudad de Santa Clara. Pero su espíritu no estaba hecho para las sujeciones del comercio, y menos para las seguidas con una estrecha rigidez en aquella época, por lo que a los dos años abandonó el comercio del pariente y se marchó, un tanto a la aventura, a La Habana.
La vocación que más le dominaba era la de las letras, todavía no ensayada. Atento a ilustrarse por medio de la lectura, y decidido a no seguir otra línea que la de su instinto, pasó en La Habana momentos de penuria; pero al fin consiguió encauzarse en el periodismo. Empezó colaborando en algunas publicaciones de relativa importancia, entre ellas La Vida, firmando frecuentemente con el seudónimo de Labual, anagrama formado con las seis primeras letras de nombre y apellidos.
Algún tiempo después fundó y dirigió un semanario festivo, asturiano, con el título de La Llonganiza, que alcanzó corta vida, y más tarde otro intitulado La Panera, que vivió más tiempo y sirvió para que luego se conociese popularmente a su director por el sobrenombre de Panera.
Perteneció luego a la Redacción del diario Excélsior, y al fundirse éste con El País, permaneció como redactor de este último hasta su regreso a España.
Llegó a Madrid como representante del diario El Mundo, de la Habana, y más tarde ingresó como redactor de El Sol. Poco tiempo después de comenzar la publicación del Diario de Madrid (1934) pasó al cuerpo de redactores de este periódico, en el cual continuó trabajando hasta su desaparición en enero de 1936.