Catedrático, político y escritor, que gozó extensa y sólida fama de hombre probo. Fué muchos años secretario de la Universidad de Oviedo, que él consideraba como una extensión del hogar propio. Hijo de don Alonso Canella y Gutiérrez y padre de los Canella y Secades incluidos en este Indice, Nacido en Soto, de la parroquia de Santa María de Oviñana, concejo de Sobrescobio, en el año 1809, que es lo más probable, aunque Aramburu le acredita de natural de Oviedo.
En la Universidad ovetense cursó la carrera de Derecho con notables facultades de inteligencia y capacidad de trabajo, que continuó acreditando en el transcurso de su larga vida.
Desde concluida la carrera se estableció como abogado en Oviedo, compartiendo esta profesión con el ejercicio de la enseñanza en la Universidad, disciplina que también desempeñó extra universitariamente en la Sociedad Económica de Amigos del País, de la que le fué conferido además el cargo de censor.
Al mismo tiempo que la abogacía y el profesorado desempeñó destinos de diversa índole, pero entre ellos, como principal, el de secretario de la Universidad desde 1836 hasta 1861.
La Universidad le debe sus mejores entusiasmos. Además del buen orden administrativo establecido por él en ella, contribuyó con extraordinario esfuerzo a la ordenación de la Biblioteca y al establecimiento del Gabinete de Historia Natural, incluso con importantes donativos personales, todo ello desaparecido entre las llamas que dejaron la Universidad en ruinas durante la revolución societaria de octubre de 1934.
Su condición de abogado le llevó a desempeñar numerosos cargos, como los de promotor fiscal sustituto y magistrado suplente de la Audiencia. También desarrolló actividades políticas como liberal que seguía a Posada Herrera, quien le tenía en gran consideración.
Esa ideología, asociada a su patriotismo, le movió a figurar en varias ocasiones en la Milicia Nacional, a la que prestó valiosos servicios, distinguiéndose extraordinariamente cuando el pronunciamiento de 1840, y en la que llegó a la categoría de comandante en 1843. Como político desempeñó los puestos de concejal síndico y teniente alcalde del Ayuntamiento de Oviedo. Ocupó también los cargos de vocal de la Junta Provisional de Gobierno, bajo la presidencia de Álvaro Flórez Estrada, en 1843; más tarde, de diputado provincial, presidente del Consejo de la Diputación y miembro de las Juntas provinciales del “Censo, de Sanidad, de Instrucción Pública y Otras.
Al mismo tiempo se distinguía como un afortunado cultivador de las letras en prosa y verso, en Castellano y bable. Se dió a conocer en este aspecto en noviembre de 1840 en Oviedo con el estreno del drama en prosa y verso El parcial de Trastámara, escenificación de las luchas entre Pedro I, llamado el Cruel, y su hermano Enrique, con la que conquistó aplausos y admiraciones. Después colaboró en la mayor parte de los periódicos ovetenses de su tiempo, entre ellos El Sin Nombre (1845), Revista de Asturias, primera época (1858-59), donde publicó algunas fábulas muy celebradas; El Faro Asturiano y El Porvenir de Asturias (1859).
Su vida, que parecía vinculada ya para siempre a Oviedo, donde tenía su hogar, formado en matrimonio con doña Carlota Secades y Fernández, experimentó un cambio radical en 1861. Entonces, Posada Herrera, su jefe político, le arrancó de cuajo de sus actividades diversas para entregarlo de lleno a la administración y la política. Le dió la categoría de gobernador civil.
Al dejar su cargo de secretario de la Universidad publicó una Memoria (número I) que es el más antiguo escrito de carácter histórico sobre: la enseñanza desarrollada en ese centro docente.
En la ya citada fecha (1861) tuvo a su cargo el Gobierno civil de Baleares, de donde pasó al de Guipúzcoa, que desempeñó por más tiempo, y luego, y por último, al de Santander, en 1864.
Sobre su capacidad, acierto y conducta como gobernador recoge Aramburu testimonios muy enaltecedores, particularmente en torno a su gestión en Guipúzcoa, dirigidos al interesado por corporaciones oficiales. Una de sus empresas más importantes y memorables allí fué su decisiva mediación cerca de los Poderes públicos para que fueran derribadas las antiguas murallas de San Sebastián, que interrumpían el progreso urbanizador de la ciudad, alcanzado después. Los organismos locales, al enviarle mensajes de sentimiento por su trasladó a Santander, le recordaban especialmente ese beneficio hecho a la ciudad y le honraban con las más cálidas consideraciones. El Ayuntamiento de San Sebastián certificaba que su memoria “nunca se borrará entre sus habitantes”. El Ayuntamiento de Placencia de las Armas le enaltecía como “padre de la provincia”. La Diputación provincial reconocía que el país había estado con él “paternalmente administrado”.
De nuevo en Oviedo, continuó aquí, si bien con actividad decreciente, prestando su concurso y entusiasmos al desenvolvimiento de la vida político-administrativa local. Desde octubre de 1865 a julio del 66 desempeñó la Vicepresidencia de la Comisión Provincial, especie de Tribunal de lo Contencioso antes de que esta jurisprudencia pasara a ser función de las Audiencias territoriales. Otro cargo que desempeñó por esta época fué el de diputado provincial por Cangas de Onís en elección efectuada a raíz del triunfo de la revolución de 1868. En 1875 se le confirió la categoría de jefe superior honorario de administración civil, y al año siguiente obtuvo la jubilación en la carrera político-administrativa.
Su ancianidad, rodeada de todos los respetos y todas las consideraciones de los ovetenses por su hombría de bien y trato afable, estuvo entristecida por el dolor de una afección a la vista que concluyó por dejarle casi ciego.
Como aún continuaba colaborando en algunos periódicos como poeta y prosista, se veía precisado a dictar sus producciones. Muchas de ellas vieron la luz en El Carbayón, de Oviedo, y la Ilustración Gallega y Asturiana, de Madrid, en los que empleó entonces el seudónimo de El Ciegu de Sobrescobio. Con esta firma aparecieron algunas de sus mejores composiciones poéticas en bable y en castellano.
Falleció Canella y Meana en los primeros días de diciembre de 1882.
Obras publicadas en volumen:
I—Memoria acerca del estado de la enseñanza en la Universidad de Oviedo y de los establecimientos en el distrito de la misma en los cursos de 1858 a 59 y 59 a 60, y anuario de 1860 a 1861, precedidos de reseñas históricas. (Oviedo, 1861.)
Il.—La capilla de San Antonio, o El cura y los feligreses. (Oviedo, 1876; fábula dedicada a los Poderes constituyentes.)
Obras inéditas:
—El parcial de Trastámara. (Manuscrito, drama en prosa y verso, estrenado en Oviedo en 1840; en el archivo que fué de su hijo don Fermín Canella y Secades.)
—Recuerdos del Oviedo antiguo. (MS. en poder de su hijo.)
—Notas curiosas y observaciones sobre la historia de Asturias. (Manuscrito ídem ídem.)
—Cantares y romances, faules y otres coples al estilu que falen los del conceyu d’Uvieu y otrus de la reonda. (MS. ídem ídem.)
—Colección de fábulas morales y políticas. (MS. ídem ídem.)
Referencias biográficas:
Aramburu (Félix de).—Necrología. (En la Revista de Asturias, Oviedo, 1882.)