Religioso Agustíno del siglo XIX. Nacido en Santullano, arrabal de Oviedo, el 2 de junio de 1830.
Después de cursar los estudios de Latinidad en la ciudad de nacimiento determinó consagrarse a la vida religiosa e ingresó en la Orden de San Agustín en el Colegio de Valladolid el 20 de septiembre de 1847, y profesó en igual fecha del año siguiente. En ese colegio comenzó a estudiar la carrera eclesiástica, y a punto de terminarla se le destinó en 1853 a las misiones de Filipinas. Concluyó en Manila la carrera, y luego se le confió interinamente el gobierno de la parroquia de Malate, inmediata: a la capital.
Sólo permaneció entonces en el archipiélago filipino unos dos años. En 1855 se le asignaba una Cátedra de Teología en el Colegio de Valladolid, del que también desempeñó el cargo de vicerrector, Cuatro años después (1859) regresó a Filipinas. Entonces ejerció de sacerdote en Malabón por espacio de dos años, durante los cuales robusteció grandemente su variada reputación de “predicador de arrebatadora elocuencia”, como dice Fr. Elviro J. Pérez. Entonces se le confió el cargo de predicador general del convento de Manila, que desempeñó durante algunos años desde 1861.
“Dotado de eminentes cualidades de orador sagrado—dice fray Gregorio Santiago Vela—, pronto se conquistó una fama a la que bien pocos han llegado en aquella colonia… No obstante la altura a que rayó nuestro biografíado y el prestigio inmenso que le rodeaba, tan sin méritos se creyó siempre y tan bajo concepto tenía de sí mismo, que ni las instancias de sus amigos ni las peticiones del público pudieron arrancarle alguna de sus elocuentísimas Oraciones sagradas para darla a la prensa. Dejó mucho escrito en esta materia, pero nada impreso.”
Después de jubilado como orador general ocupó diversos destinos, entre ellos el de examinador sinodal. que le confirió el arzobispo de Manila. además del que le había otorgado anteriormente de director del Beaterio de Santa Rosa, centro de enseñanza que regentó por espacio de unos veinte años. También tuvo a su Cargo algunas parroquias, hasta que en 1877 fué elevado a la alta categoría de prior provincial de la Orden en Filipinas.
Desde este alto puesto desplegó inteligentes y múltiples esfuerzos por la prosperidad de su congregación y de la sociedad en general. A él se debe en buena parte la realización del plan de abastecimiento de agua a Manila. Por la cultura: no desarrolló menos actividades. Entre los méritos conquistados en este sentido desde el puesto de provincial está su entusiasmo para la publicación de la importante obra Flora filipina y la fundación en 1881 de la Revista Agustiniana. Y todo esto se adornaba en él de una inquebrantable modestia, como lo justifica su resistencia invencible a ocupar en 1879 el obispado de Nueva Cáceres.
Al cesar reglamentariamente en el cargo de provincial pasó a ejercer el de prior en el convento de Guadalupe, a once kilómetros de Manila, inmediato al famoso santuario de ese mismo nombre.
El edificio del convento estaba medio ruinoso a consecuencia del terremoto de 1880, y el P. Corugedo consiguió con su esfuerzo y entusiasmo atraer a los habitantes del lugar a la necesidad de restaurarlo, cosa que vió realizada al fin en 1885.
Últimamente regentó la parroquia de Tambobong, de la provincia de Manila, donde falleció, con gran duelo de sus feligreses, el 22 de abril de 1889.
De sus actividades de escritor sólo ha dejado impreso un devocionario en lengua tagala, que se reseña a continuación.
Obras publicadas en volumen:
1—Catipunan nang mapapalad na anac ni María… (Manila, 1873; su título completo, traducido al castellano, es: Congregación de los dichosos hijos de María, Madre del Consuelo en este valle de lágrimas, a la que va unida la Semana de Nuestra Señora de la Consolación y Correa.)
Referencias biográficas:
Monasterio (Fr. Ignacio).—Los asturianos de ayer: El P. Corugedo. (En El Carbayón, Oviedo, 17 y 18 de agosto de 1889; reproducido de La Ciudad de Dios.)