Eclesiástico que floreció como hombre de gran saber en la primera mitad del siglo XVI. Nació en Taja (Teverga) hacia 1580, hijo de don Pedro de esos mismos apellidos y doña María Menéndez.

Desconocemos dónde ha comenzado sus estudios, que no habrá sido en Oviedo, puesto que aún no existía la Universidad, y sólo sabemos que los prosiguió en el Colegio de San Pelayo, de Salamanca, en el que tuvo ingreso el 8 de octubre de 1598 y donde permaneció muy cerca de ocho años. El 27 de septiembre de 1606 pasó al Colegio de Santa Cruz, de Valladolid, que dejó en 1609, al obtener por oposición (fué opositor único) la cátedra de Clementinas de la Universidad vallisoletana, que regentó desde el 16 de octubre de ese año hasta 1612.

Un quinquenio después (1617) el rey premió su saber y méritos confiriéndole el cargo de juez mayor de Vizcaya. Pero sus preferencias por la carrera eclesiástica le llevaron a abandonar ese puesto. En 1620 se le nombró inquisidor de Mallorca y lo fué seguidamente de Barcelona.

“Poco después—se anota en el Libro de recepciones del Colegio de San Pelayo—le mejoraron con plaza de Inquisidor en el Santo Tribunal de Toledo, en cuyo empleo manifestó tanto su buen celo y gran literatura, que le consultaron en diversos obispados, siendo uno de ellos el de Oviedo (1632), pero su modestia y justo temor a tan alto ministerio no le permitió la aceptación de alguno de ellos, contentándose con una canonjía en la Santa Iglesia de Santiago, para poder más bien mantener la decencia que pedía su honroso ejercicio de inquisidor de Toledo, en el cual murió siendo el más antiguo de los del gremio (1642), y más reputado y aplaudido por sus admirables prendas.”

No hemos podido llegar al conocimiento de sus trabajos como escritor.