Fraile dominico, orador y escritor contemporáneo, nacido en Viella (Siero) el 17 de mayo de 1875, hijo de modestos labradores y comerciantes, don José de ese apellido y doña Josefa Fernández, bautizado con el nombre de Manuel.
Estudió la enseñanza elemental en la aldea de nacimiento y, despertada su vocación entonces por la carrera eclesiástica, se preparó para ella con el estudio del latín en el pueblo inmediato de Boves. Cada vez más acendrada la vocación religiosa, tomó el hábito de la Orden de Santo Domingo en el noviciado de Padrón (La Coruña) el 20 de septiembre de 1890. Hizo su profesión de votos el día 21 de este mismo mes del año siguiente y estudió la carrera eclesiástica en el convento-colegio de San Juan Bautista, establecido por la Orden en Corias (Cangas del Narcea) y en el de San Esteban de Salamanca donde fué ordenado de presbítero el 24 de septiembre de 1898.
Dos años después se le destinaba a la enseñanza en el Colegio de Vergara (Guipúzcoa), donde ejerció de profesor por espacio de otros dos. En noviembre de 1902 salió para Méjico a fundar con otros miembros de la Orden las primeras misiones constituidas en América después de restablecida 14 Provincia de España dominica, a la que él viene perteneciendo desde su ingreso en la congregación.
Residió el P. Fernández en Méjico algo más de veintiún años, alternando las funciones eclesiásticas y las prácticas de misionero con actividades de orador y escritor, esto último como colaborador de algunas publicaciones religiosas con trabajos piadosos y como autor de varios estudios en volumen. Fundador, además, en 1923—últimos tiempos de su permanencia en ese país— de la revista Apostolado Dominicano. Fué presidente de las residencias de San Luis Potosí y de Méjico, capital, Fué por último vicario provincial por espacio de diez años. Desde esos puestos directivos prestó grandes servicios a la prosperidad y el enaltecimiento de la orden en ese país. Entre sus principales iniciativas figura la construcción en la capital de las iglesias del Rosario y San Vicente Ferrer y la restauración de la antigua iglesia de Santo Domingo. En 1917 fundó la misión de Chihuahua y en 1923, la de Tampico. Toda esta labor encontró en su desarrollo algunos inconvenientes, que en ocasiones derivaron al sostenimiento de verdadera lucha contra ellos y que proporcionaron algunas desazones al P. Fernández, como la de haber estado sujeto a prisión en septiembre de 1914. También obtuvo recompensas por sus merecimientos, como los títulos de Misionero apostólico (agosto de 1917) y de pedicador general (noviembre de 1924.)
Antes de esta última recompensa, en dentro de ese mismo año, fué elegido prior del convento de San Esteban, de Salamanca, con lo que regresó a España. Poco después fué nombrado visitador, comisario y vicario general de las Provincias dominicanas de Perú (1925), Argentina (1929) y Chile (1927), cargos que le tuvieron cuatro años más en tierras de América y Con cuyo motivo publicó cinco circulares para el mejor gobierno de la Orden en esos países.
Vuelto nuevamente a España, ocupó primeramente el cargo de prior del convento de Valladolid (1929) y posteriormente el de director espiritual de las dominicas y adoratrices de San Sebastián que continúa desempeñando actualmente (1935).
Obras publicadas en volumen:
I.—Recuerdo y obsequio a los guardias de honor del Rosario. (Méjico, 1906.)
II.—Reglamento de los devotos de la Divina Providencia. (Méjico, 1912.)
III.—Directorio del templo de Santo Domingo. (Méjico, 1913.)
IV.—Visita a nuestro P. Santo Domingo de Guzmán. (Méjico, 1918.)
V.—Leyenda del siglo XII o vida de nuestro P. Santo Domingo. (Méjico, 1921.)
Trabajos sin formar volumen:
1 al 5 —Circulares. (1925-29; publicadas en virtud de su cargo de visitador de Perú, Argentina Y Chile.)
