Periodista contemporáneo residente en América desde hace muchos años. Nació en Arenas (Siero) el 22 de junio de 1868, hijo de don José Fernández y doña Josefa Argüelles, que poseían un establecimiento de comestibles y eran dueños con otros miembros de la familia desde la mina de carbón La Severa, enclavada en Rosellón, del mismo concejo de Siero, sin que con todo esto se gozara en el hogar de una posición económica muy desahogada.
Después de recibida la instrucción elemental, ingresó, a la edad de nueve años, en el Seminario conciliar de Oviedo, donde cursó los estudios de Latín y el primer año de Filosofía, abandonándolos por falta de vocación para seguir la carrera eclesiástica y aun para toda clase de estudios. Entonces determinó aprender el oficio de mecánico y entró como aprendiz, sin retribución, En un taller de La Felguera (Langreo), donde, víctima de los golpes del martillo y de quemaduras, volvió sobre su determinación y acabó de estudiar el bachillerato. Una vez graduado de bachiller, ingresó en la Academia Militar establecida entonces (188791) en Zamora, siguió la carrera de las armas hasta alcanzar el grado de Primer teniente de Artillería, pero sus ideas políticas se fueron desarrollando en una dirección republicana, incompatible con el uniforme militar bajo la Monarquía, y Abandonó la vida castrense para integrarse a la civil.
Fué entonces propósito suyo reanudar el trabajo en la mina La Severa, de la familia, paralizada en su explotación por falta de numerario. Fracasado el empeño, se trasladó a Gijón como empleado en las oficinas del Ferrocarril de Langreo. Por entonces (1891), sus ideas políticas cobraron actividad como socio del Casino Federal, de Gijón, en defensa del programa de Pi y Margall, no sin que la acritud de las luchas locales le proporcionara algunas desazones. Más tarde pasó a desempeñar el puesto de cajero en la casa comercial de Masaveu y Compañía y a medida que se afianzaba su prosperidad económica crecía con su personalidad política la dificultad de esquivar contrariedades y disgustos como fruto de sus luchas y campañas de prensa, sostenidas principalmente como corresponsal redactor del diario madrileño El País desde 1900.
Al fin, su actuación política, que no permitía concebir firmes esperanzas frente a una Monarquía que parecía de cimientos inconmovibles, le colocó en posición ingrata: El ideal republicano llegó a hacerle en una ocasión huésped de la cárcel y frecuentemente le costaba sinsabores y sobresaltos, por lo que decidió emigrar, y en 1906 se trasladó a Méjico.
Su primer destino en esta República lo desempeñó en la capital en las oficinas de un Banco denominado Descuento Español, del que era gerente un asturiano, don Francisco Sordo Pedregal, que le dispensó acogida y protección familiares. Ambicioso de mayor porvenir, aceptó un cargo en una fábrica de hilados y tejidos establecida en el Estado mejicano de Tlaxcala, cerca de Apizaco, que abandonó algún tiempo después a causa del aspecto peligroso que tomaban allí las luchas sociales sostenidas por los Obreros. Pasó entonces a la administración de la finca Von Roeder, del Estado de Chihuahua, donde, a consecuencia de la revolución desatada en el país por los hermanos Madero, perdió poco después cuantas economías guardaba y hasta las facilidades para seguir viviendo de su trabajo. La toma de Ciudad Juárez por las huestes del jefe revolucionario Pancho Villa le obligó a traspasar la frontera (1913) de Méjico y a fijar su residencia en los Estados Unidos, donde vive desde entonces.
Después de repetidos y fracasados intentos para organizar el desenvolvimiento de su existencia en los Estados Unidos, se decidió a fundar en Nueva York (1923) la revista España Nueva, publicación mensual que viene sosteniendo casi heroicamente, no obstante tratarse de la única revista española editada en ese país.