Hermano de los artistas ya reseñados Antonio y José. Telesforo Fernández Cuevas, más conocido Por el nombre y el segundo apellido, con supresión del Fernández, fué uno de los más notables pintores asturianos, insuperable en la interpretación del paisaje regional, de la que han huido, por sumamente dificultosa a causa de la Constante niebla y variación de luz, hasta pintores reconocidos como geniales de fuera de Asturias.
En lo que fracasaban los más y pocos llegaron a producir obras aceptables, Telesforo Cuevas dejó numerosos lienzos que pueden considerarse como Obras maestras.
De la vida de Telesforo F. Cuevas poco tiene que decir el biógrafo, como no escribiera un anecdotario. Quién podría escribir largamente sería un crítico o intérprete de su copiosa producción. La biografía se puede resumir en pocas líneas. Nació en Oviedo en el año 1850, no cursó otros estudios que los de ¡primera enseñanza, y, sin asistir a escuelas ni academias de arte ni recibir lecciones de nadie para trazar una línea o hacer una mancha de color, hacialos veinte años comenzó a darse a conocer como dibujante y pintor que revelaba un gran temperamento de artista. Maestro de si mismo, raspaba casi tanto como pintaba, lleno de deseo por superarse. En estas condiciones le conoció el gran paisajista belga Carlos Haces, que, Sorprendido ante aquel formidable autodidacta, le quiso llevar consigo a Madrid para que le fuera más fácil y seguro alcanzar la maestría en la técnica pictórica en Academias y Museos. De nada valieron las reiteradas insistencias y promesas de Haces, ante la resistencia de los padres del pintor y del pintor mismo, al que empavoreció siempre dejar de vivir un instante en tierra asturiana y hasta alejarse mucho de la torre de la Catedral Ovetense. Todos los adelantos conseguidos después por Telesforo Cuevas, hasta alcanzar la maestría, se los debe, como sus comienzos, a sí mismo. En Asturias, y casi Podríamos decir en Oviedo y sus alrededores, vivió siempre.
Fué su vida una vida de bohemio empedernido, soltero, solo, sin hogar ni otro placer que plasmar en lienzos y cartones naturalezas muertas y paisajes asturianos, que había que malvender para poder ubsistir,pintando Para él, pintaba para quien tenía unas pesetejas que le faltaban cotidianamente. y así muchos años, cincuenta o sesenta. Algunas veces ejecutaba por encargo un bodegón o un determinado paisaje, al óleo o a la acuarela, que también fue un diestro acuarelista, y entonces aseguraba su consumo de tabaco para unos cuantos días. No pintó jamás para una Exposición ni solicitó el favor oficial, que Suele derramarse con los ineptos en premios y pensiones.
De su vida bohemia se podría escribir un interesantísimo anecdotario, El escritor A dice que “un albañil apodado Corbatín fué el primitivo hostelero de Telesforo, y por cuestión de ochavos el pintor emigró a los castañedos de la Manjoya, entre cuya manigua se sustrajo a la busca de Corbatín, que llevaba intenciones homicidas contra el pupilo. En aquellos días, Cuevas pintaba lleno de inquietudes, comía un pedazo de pan al lado de un regato, bebía por una copa de helechos y se cambiaba de ropa interior en el retiro de un castañedo—ropa que abandonaba por inservible—y dormía a la luz de las estrellas”.
Según dicho escritor, “se cortaba cuellos de camisa, impecables, de ricas cartulinas que solicitaba en los almacenes de tejidos con pretextos artísticos”. Se cuenta también de él, entre numerosas anécdotas, que habiéndole encargado un ricachón ovetense para decorar el comedor una naturaleza muerta de amplias proporciones, tuvo que facilitar al artista los modelos, de cuya existencia sólo sabía él en sueños, consistentes en un espléndido jamón, aves, quesos, manteca, variadas frutas, botellas de diversos contenidos y otras materias comestibles y bebestibles. Lo ¡primero que hizo Cuevas fué nutrirse con tan ricas provisiones, y después, con huesos, plumas, mondas de las frutas, botellas vacías y platos sucios, pintó un bodegón que han acreditado de obra genial los contempladores, Así, pintando para malvivir hasta muy próximo a los ochenta años, transcurrió la vida triste de Telesforo Cuevas, sin otro refugio a la tristeza y al desamparo que su propio y asturianisimo humorismo. Mientras los cuadros vendidos o hechos de encargo por miserables cantidades de dinero subían de valor en manos de los no sedores hasta alcanzar cotizaciones considerables, su existencia marchaba hacia un ocaso de indigencia desoladora. El roble hecho a todos los vendavales, a punto a ser derribado en la ancianidad, sólo encontró amparo en el Asilo de Ancianos, de Oviedo, donde recuperó alguna savia durante varios meses. Por fin, y definitivamente, la Beneficencia provincial tuvo que acudir en su socorro, y pasó enfermo, próximo a cumplir los ochenta años, al Hospital, donde vivió olvidado y con privación de todo gote, en muchas ocasiones hasta el de fumar, y dejó de existir el 6 de diciembre de 1934.
Aunque escasa, Telesforo Cuevas ha dejado alguna producción como ilustrador de publicaciones periodísticas. En la Ilustración Gallega y Asturiana, de Madrid (1879-81), figuran algunas estampas suyas de motivos asturianos.
Referencias biográficas:
— Un estudio. (En la revista anual La Valesquida, Oviedo, 1927.)
Elepe.—Nuestras informaciones: Telesforo F. Cuevas o los ochenta años optimistas, (En El Carbayón, Oviedo, 7 de noviembre de 1920.)