“Sobresaliente escultor y tallista, joven de grandes esperanzas, atendidas sus relevantes dotes artísticas. Es natural de Villanueva, concejo de Boal”, escribió el religioso agustino Fr. Fabián Rodríguez García en 1891.
Nació, efectivamente en Villanueva. el 4 de junio de 1863. Fueron sus padres don Francisco García Gómez y doña Dolores Alvarez Prelo, labradores acomodados.
Después de adquirida la instrucción elemental desde los nueve a los catorce o quince años, pasó a ayudar a sus padres en las tareas agrícolas. Cumplía su parte en las jornadas campesinas, pero su espíritu estaba animado de otros deseos, y así dedicaba todos los momentos de descanso a construir diferentes objetos, entre los que figuraban predominantemente instrumentos musicales.
Consiguió de su padre que le permitiera practicar con un ebanista el oficio. En tal práctica se construyó un buen banco de carpintería y adquirió rico instrumental, con lo que instaló un taller en el desván de su casa. En él construyó muebles e hizo algunos trabajos artísticos. Con una pequeña navaja y diminutas gubias y formones hechos por él mismo de agujas de coser, comenzó a grabar en boj, sellos especialmente. Hizo uno para uso del notario de Boal, y este señor, advertido de las aptitudes que el trabajo revelaba en su autor, aconsejó al padre que le enviara a estudiar a la Academia de Bellas Artes de Oviedo.
Permaneció en Oviedo, discípulo de la Academia, desde 1887 hasta 1889, con progresos acusados por las notables calificaciones y los premios conseguidos. Al mismo tiempo continuó sus ya comenzados ensayos de grabador, y entonces le fué muy celebrado por la prensa ovetense un sello que hizo (1888) con la divisa del protomártir asturiano Fr. Melchor García Sampedro.
Por estimar que la condición nocturna de las clases de la Academia ovetense no le permitía progresar lo que deseaba en sus estudios, el padre le prestó la ayuda necesaria para que completara el aprendizaje en Madrid como alumno de la Academia Superior de Bellas Artes, a la que concurrió por espacio de cuatro años, hasta 1893, consiguiendo en todas las asignaturas la calificación de sobresaliente y además tres diplomas de accésit.
En ese tiempo fué cuando encontraron desarrollo sus aptitudes para el dibujo y la pintura, demostradas en un cuadro que ejecutó con destino a la Exposición Internacional de 1892, año del Centenario del descubrimiento de América.
Por entonces y posteriormente pintó otras varias obras, especialmente retratos, que conservan algunos parientes y amigos, y que no llegaron a conocimiento del público. Lo único que ha llegado a éste han sido las ilustraciones que hizo para la obra Anatomía artística, de José Paradín Santín.
Un grave motivo ha venido a malograr a este artista de indudables aptitudes, y fué el haber sido atacado por una neurosis profunda, que le obligó a regresar a su pueblo y dedicarse, cuando la salud se lo permite, a faenas de hortelano.