Personalidad descollante en la política conservadora de la segunda mitad del siglo XIX. Fecundo publicista, además, de reconocida autoridad en asuntos de economía y administración. Fué uno de los elementos más conspicuos, de la Academia de Ciencias Morales y y Políticas. Brilló también en otras Corporaciones, y en la Administración, el Parlamento y el Gobierno desarrolló actividades que merecieron el aplauso general por el acierto y la austeridad que las presidían. Poseía asimismo notables dotes de orador.
Aunque nacido en Madrid, como su hermano Manuel, marqués de Barzanallana, siempre fué considerado y se consideraba él mismo asturiano, porque las de devociones de su espíritu lo determinaban así. Hijo del también José García Barzanallana prestigioso funcionario y escritor, don Juan, de esos apellidos, y de doña María de la Soledad García de Frías, de Madrid, nació en esta villa el 24 de julio de 1819.
Debido a las mudanzas de residencia del padre, determinadas por el ejercicio de sus cargos, José García Barzanallana siguió todos sus estudios de una forma que pudiéramos decir ambulante. Hizo los elementales y los de segunda enseñanza en las Escuelas Pías de San Antonio Abad, de Madrid, concluyendo estos últimos en el Instituto de Salamanca, en el que obtuvo el grado de bachiller en Filosofía. Siguió luego los de la carrera de Leyes en la Universidad de esa misma población y en las de Zaragoza, Madrid, Valencia y Barcelona, por este orden, graduándose de licenciado en Jurisprudencia en la últimamente citada, el año 1839.
Concluida la carrera abrió bufete de abogado en Madrid, profesión que abandonó dos años después, por inclinarle su vocación preferentemente a los estudios económicos y administrativos. Entonces entró a prestar servicio en la Administración pública, iniciándose en ella con el cargo de secretario de la Inspección general de Aduanas del Mediterráneo. Algún tiempo después (setiembre de 1847) pasó con ese mismo cargo a la Junta revisora de Aranceles de Aduanas, que desempeñó hasta marzo de 1850. Al mismo tiempo fué secretario de la Junta que redactó el Arancel aduanero de 1849, trabajo que se debió a su pluma.
Fué secretario de la Sección de Derecho Penal de la Academia de Legislación y Jurisprudencia y secretario también del Ateneo Científico, Literario y Artístico, de cuyo cometido dejó constancia en la Memoria señalada con el número I de sus obras. Entre esas primeras muestras de escritor figura también la serie de lecciones (número II) desarrolladas en la Dirección general de Aduanas sobre la legislación de ese ramo administrativo. Estas lecciones las publicó para servir de texto en una cátedra creada expresamente para que él divulgara sus conocimientos sobre legislación aduanera (1850-52), actuación que se estima como el origen del Cuerpo pericial del ramo.
En reconocimiento del saber y de los méritos contraídos con el Estado se le concedió la categoría de intendente. Desde este momento su concurso se tuvo poco menos que por imprescindible en cuantas Juntas y Comisiones se formaron para estudiar y regularizar la economía nacional en sus relaciones con los movimientos de importación y exportación comerciales.
En 1853 se le asignó un puesto de oficial en la Secretaría del Ministerio de Hacienda y más tarde desempeñó en ese mismo ministerio, sucesivamente, los cargos de subdirector de Aduanas, de Rentas Estancadas y del Tesoro. Con motivo de los proyectos del Gobierno sobre reorganización del servicio de Aduanas en 1856 se le incorporó a la Comisión parlamentaria que intervino en el dictamen.
Militante políticamente en el partido conservador o moderado, salió electo diputado en 1857 por el distrito de Alcañiz (Teruel), y desempeñó en el Congreso el cargo de secretario primero. Esta representación parlamentaria, que volvió a tener en posteriores ocasiones, acrecentó su prestigio con su colaboración en las Comisiones y sus intervenciones en los debates, y a partir de entonces García Barzanallana estuvo constantemente solicitado para desempeñar destinos de la mayor responsabilidad administrativa. En 1858 se le confirió la Dirección General de Aduanas, que tuvo a su cargo por espacio de tres años.
También contribuyó a robustecer su ya sólido crédito de hacendista el premio alcanzado en 1862 con su estudio La liga aduanera ibérica (número IV) en la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Nuevamente electo diputado por los distritos de Alcañiz y Vivero (Lugo), representó a este último durante las tareas legislativas del Congreso en 1864-65. En las elecciones de 1866 salió triunfante por los distritos de Alcoy (Alicante), Cuenca y Guadalajara, optando por esta última representación, que desempeñó hasta la revolución de setiembre del 68.
Sus actividades de escritor por esta época derivaron hacia los periódicos, poco favorecidos antes por su pluma, si exceptuamos la colaboración en El Siglo (1854). Ahora, en el intervalo de cinco a seis años en que no aparece nada publicado por él en volumen, colabora con bastante asiduidad en El Reino, la revista La Concordia y otras publicaciones. Poco antes había publicado diversos trabajos en El Parlamento (1857-59).
En cuanto a cargos públicos desempeñados en ese período inmediato a la revolución del 68, figuran entre otros los de: director general de la Deuda; nuevamente el de director general de Aduanas (1863); ministro togado del Tribunal de Cuentas (1865); director general de Impuestos Indirectos, de nueva creación, servicio que él organizó; y miembro de la Sección de Hacienda del Consejo de Estado.
Desempeñando el citado cargo del Consejo de Estado, sobrevino la revolución de setiembre de 1868. Contrario a sus ideas el curso que tomaba la política española, presentó reiteradamente la renuncia de ese destino hasta que le fué aceptada. “Monárquico de convicciones arraigadas —dice Ruidíaz y Caravia— consideró que no podía continuar desempeñando un cargo cuyo nombramiento había firmado la reina, cuando la reina cayó; Y Por eso, pocos días después del triunfo de la revolución de setiembre, renunció al que a la sazón desempeñaba”. Al producirse esa mutación política ocupaba en el Congreso de los Diputados la vicepresidencia de la Cámara y la presidencia de la Comisión de Presupuestos.
En el transcurso de ese período revolucionario. prestó su apoyo a la reacción conservadora en favor de la restauración de la dinastía borbónica en el Trono. Puso al servicio de esta causa su pluma como colaborador de algunas publicaciones monárquicas y fundó en 1870 con el entonces conde de Toreno (Francisco de Borja Queipo de Llano y Gayoso) el periódico El Tiempo. Pero no estuvo completamente alejado de los intereses del Estado. y entre otros servicios le prestó entonces el de estudiar en Portugal una fórmula que armonizara los intereses de los dos países peninsulares en un tratado de comercio, lo cual dió como fruto el estudio número V. El Gobierno portugués tuvo para él atenciones, tiempo después, como las de condecorarle como Comendador de la Orden de Cristo y con la Gran Cruz de Villaviciosa.
Su pluma produjo por entonces, además de ese volumen. otros tres acerca de lemas económicos (números VI. VII y VIT). muy bien acogidos por la opinión docta. el último de los cuales le valió otro galardón de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Esta Corporación, atenta a los servicios que esperaba recibir de hombre tan estudioso y autorizado como García Barzanallana, le designó tres años después (20 de enero de 1874) para ocupar una vacante de académico de número, y como tal ingresó el 30 de mayo de 1875.
A las tareas de esta Academia habría de entregar más tarde acaso lo mejor de su saber y de sus entusiasmos.
Al instaurarse de nuevo la Monarquía con Alfonso XII, volvió a las actividades políticas, y alcanzó entonces el puesto de ministro. En julio de 1876, bajo la presidencia de Cánovas del Castillo. sucedió en el Ministerio de Hacienda a don Pedro Salaverría, y permaneció al frente de él hasta la caída del Gobierno, un año después, en julio del 77. Desempeñó en esta época otros altos cargos, como el de presidente del Tribunal de lo Contencioso-administrativo.
Pero durante algunos años volvió a permanecer apartado de cargos públicos, consagrado a la representación senatorial que ostentó primeramente por la provincia de Lugo. desde 1876, y con el carácter de vitalicio por designación de fecha 1 de mayo del año siguiente. Con esta representación parlamentaria, en la que renovó sus viejos lauros de controversista, alternó sus nunca descuidados estudios favoritos especialmente dedicados como colaboración en las tareas de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Prueba del alto aprecio en que se tuvieron sus trabajos en esta Corporación fué que, habiendo sido electo secretario por un trienio como disponía el Reglamento, se le nombrara secretario perpetuo el 8 de enero de 1884.
Al volver al poder en este año el partido liberal-conservador que dirigía Cánovas del Castillo, se le designó presidente del Tribunal de Cuentas. al frente del cual permaneció unos cinco años. Posteriormente. y en comisión, volvió a desempeñar el puesto de presidente de la Sección de Hacienda y también el de la Sección de Ultramar en el Consejo de Estado. Tomó parte en diversas comisiones parlamentarias y presidió en el Senado (1894) la de Tratados de Comercio. También desempeñó el cargo de director de la Compañía Arrendataria de Tabacos y el de gobernador del Banco de España (1896-97).
El último lustro de su vida permaneció bastante apartado de toda actividad política. Dejó de existir en Madrid el 21 de febrero de 1903.
Pertenecía también Carcía Barzanallana a otras corporaciones científicas y literarias, como la Academia de la Historia, de Madrid, y la de Buenas Letras, de Sevilla. Además de las condecoraciones anteriormente citadas, poseía la Gran Cruz de Carlos TI, que le fué concedida en enero de 1877 y era Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Obras publicadas en volumen:
I.—Memoria leída en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid en la Junta general del 31 de diciembre de 1847. (Madrid. 1849).
II.—Lecciones de legislación de Aduanas de España, pronunciadas en la Dirección general de este ramo. (Madrid, 1850: un t. en 4.9),
III. —Breves reflexiones sobre el comercio español y la renta de Aduanas. (Madrid. 1854: folleto).
IV.—La Liga Aduanera ibérica. (Madrid, 1862: memoria premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas; segunda edición. en 1878).
V. —Estudios económicos y administrativos sobre Portugal. (Madrid. 1868).
VI.—La admisión de cereales extranjeros. (Madrid, 1870; folleto).
VII.—Los intereses materiales de España. (Madrid, 1870; memoria).
VIII.—La población de España. (Madrid, 1872; memoria premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas el año anterior; tomo en 4.9),
IX.—La armonía de relaciones entre los sistemas económicos, morales y políticos. (Madrid, 1875; discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, leído el 30 de mayo de ese año).
X.—La Cámara de los Comunes en Inglaterra. (Madrid, 1878).
XI.—El derecho diferencial de bandera en la isla de Cuba. (Madrid, 1878; folleto).
XII.—Política comercial de España. (Madrid, 1878; folleto; estudio publicado también en las Memorias de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, tomo IV, leído en las sesiones de junio del 78 y mayo del 79).
XIII.—La Pairía hereditaria y la vitalicia: La Cámara de los Lores en el Reino Unido. (Madrid, 1879; estudio publicado antes en la Revista Europea).
XIV.—El Parlamento en Inglaterra. (Madrid, 1883; estudio publicado también en el tomo IV de las Memorias de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, leído en las sesiones de marzo del 78 y abril y mayo del 79).
XV.—La contribución territorial en España. (Madrid, 1883; estudio publicado también en el tomo de ese año de las Memorias de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, leído en la sesión de diciembre de 1883).
XVL—El establecimiento penal en la Nueva Caledonia. (Madrid, 1884; publicado también en ídem y leído en la sesión de mayo del 76).
XVII al XX.—Resúmenes de las actas de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de los años 1884, 85, 90 y 96. (Madrid, 1884, 85, 90 y 96; cuatro memorias).
XXI—La organización municipal de Londres. (Madrid, 1884; estudio publicado también en las Memorias de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, leido en la sesión de abril del 76).
XXII—La de a Hacienda pública en Portugal en sus relaciones con paña. (Madrid, 1889; estudio publicado también en idem, tomo VI, y leido en las sesiones de octubre y noviembre de 1885; publicado también en la Revista Contemporánea, Madrid, diciembre 15 y 30 de 1885 y enero 15 y 30 del 86).
XXIII.—Necrología del Excmo. Sr. D. Fernando Calderón y Collantes, marqués de Reinosa. (Madrid, 1890; leída en la Academia de Ciencias Morales y Políticas).
XXIV.—Necrología del Excmo. Sr. D. Manuel García Barzanallana, marqués de Barzanallana. (Madrid, 1892; leída en la Academia de Ciencias Morales y Políticas).
XXV.—La Sal, como materia imponible en España. (Madrid, 1896; estudio publicado también en las Memorias de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, tomo VI; capítulo de una obra en preparación sobre los impuestos).
XXVI.—Guía del Banco de España para 1897. (Madrid, 1896).
XXVII.—La Hacienda pública japonesa. (Madrid, 1898; publicado también en idem).
Trabajos sin formar volumen:
1.-Contestación al Discurso de ingreso de don Juan de la Concha Castañada en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. (Madrid, 1880; en el mismo volumen que el discurso).
2.—Contestación al Discurso de ingreso del Excmo. Sr. Conde e Toreno en ídem. (Madrid, 1881; en el mismo volumen que el discurso).
3.—Armonías librecambistas Y proteccionistas. (En la Revista Contemporánea, Madrid, 30 de marzo de 1881). |
4.—El impuesto sobre los sueldos y asignaciones del Tesoro de España durante el siglo XIX. (En dem, 30 de enero de 1882).
5. Teorías sobre sistema de tributación y de déficit. (En idem, setiembre 30 de 1883).
6.—Estudios administrativos. (En ídem, 30 de octubre de 1884).
7.—Contestación al Discurso de ingreso del conde de Torreánaz en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. (Madrid, 1886; en el Mismo volumen que el discurso).
Referencias biográficas:
Campo Grande (Vizconde de).—Necrología del Excmo. Sr. D. José García Barzanallana y García Frías. (Madrid, 1903; leída en la sesión de 7 de abril de ese año, en la Academia de Ciencias Morales y Políticas).
Carramolino (Juan Martín).—Contestación al Discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. (Madrid, 1875: en el mismo volumen que el discurso de García Barzanallana).
Ruidíaz y Caravia (Eugenio).—Los asturianos de hoy: Don José García Barzanallana. (En la revista Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, junio de 1891; trabajo reproducido por El Carbayón, Oviedo. 8 y 9 de junio de 1891).