Prestigioso general del Ejército español, que vivió en las últimas decadas del siglo XVII y primeras del XIX. Nos parece oportuno repetir las palabras que le dedicó Manuel Somoza en 1887: “No parece oportuno colocar la figura del general Cienfuegos —dice— al lado de los hombres de guerra que, por sus conocimientos en tan difícil y complicado arte, su genio, valor o fortuna, han llevado a cabo empresas memorables, o dejado en libros valiosos frutos de su inteligencia; pero en esfera más modesta, bien merecen sus notables servicios a la patria y la prosperidad que supo llevar a lejanas tierras, así como los importantes cargos que obtuvo, el que su nombre no pase completamente desapercibido para los que, como él, vieron la luz en nuestra querida región asturiana”.
Nació en Oviedo el 1 de febrero de 1763 y no en Gijón ni en el año 1768, como se asegura en el Diccionario Enciclopédico Hispano-americano y en la Enciclopedia Espasa. Corregido este error quedan aclarados los disparates de que haya ingresado en el Ejército a lose nueve años y ascendido a subteniente a los doce, aparte de de donde ingresó el año 1777 no fué en el Ejército, sino en la Academia de Artillería, en el mes de setiembre; tenía entonces catorce años.
De la Academia de Artillería de Segovia salió promovido a subteniente en setiembre de 1780. Su primer hecho de armas tuvo lugar en el verano del año siguiente, en el sitio puesto al fuerte de Sant Felipet, de Mahón (Menorca), que había caído en poder de los ingleses. Después, en el otoño de 1782, tomó parte en el cerco establecido por las armas españolas a la plaza de Gibraltar; al ser firmada la paz entre las dos naciones, en 1783, se le ascendió al grado de teniente, del que se le confirió el empleo efectivo en el 87.
Al romper España las hostilidades contra Francia en la primavera de 1793, figuró en el ejército que a las órdenes del general Ricardos invadió el Rosellón y tomó parte en varios hechos de armas, entre ellos los combates de Torrecillas, Masdeu y Bellegarde, ascendiendo entonces por méritos de guerra a capitán. Al finalizar esa campana con la retirada de nuestras tropas, cayó prisionero y en esta situación permaneció hasta agosto de 1795. Entonces, en premio a sus trabajos y sufrimientos, se le concedió el grado de teniente coronel.
Prestó luego servicios en Andalucía y en los presidios menores de Africa. Encontrándose casualmente a bordo del navío Conde de Regla en la bahía de Cádiz, en 1797, sufrió sin consecuencias un ataque de la escuadra inglesa mandada por Nelson.
En diciembre de ese mismo año pasó destinado a la Academia de Artillería de Segovia, como primer teniente de la compañía de cadetes, empleo que desempeñó hasta 1804, en que fué ascendido a teniente coronel efectivo con el cargo de capitán de la misma compañía, hasta 1806.
En mayo de ese año se le destinó a Asturias como jefe de las dos fábricas de armas; la de armas cortas de Oviedo y la de cañones de Trubia. Días después de ocupado este destino contrajo matrimonio con una hija de su hermana doña Escolástica, llamada doña María del Carmen Arguelles Quiñones Y González Cienfuegos, también de ilustre abolengo por parte del padre.
Continuaba en Oviedo cuando se inició el movimiento de defensa nacional contra la invasión francesa en mayo de 1808. Se puso inmediatamente al servicio de esta causa Y la Junta General del Principado le elevó a la categoría de teniente general del ejército asturiano y a comandante general de Artillería. No obstante sus inteligentes esfuerzos en la organización de las fuerzas contra el invasor y de la rectitud con que cumplió todos sus deberes de militar y ciudadano, el desorden producido por el trastorno nacional y la escasez de medios materiales dieron a su comisión menos lucimiento del que se esperaba de su capacidad y aptitudes.
Cuando el general marqués de la Romana llegó a Asturias en 1809, comisionado por la Junta Superior Nacional para reorganiza los trabajos de defensa planeados por la Junta asturiana, y se extralimitó en sus funciones llegando al anulamiento de todo lo hecho por ésta, el teniente coronel González Cienfuegos se vió obligado a pedir una licencia de tres meses, que le fué concedida, como mejor medida para evitarse discrepancias y contratiempos con dicho general.
Rehecha en 1810 la Junta General asturiana, ésta le nombró capitán general, pero la Regencia no aceptó este nombramiento y designo en su lugar al general Mahy.
Este momento de la vida militar de González Cienfuegos la juzga el citado Somoza como la parte “menos brillante” y “de mas mérito”. Y razona esto de la siguiente manera: “Mandar cuando obedece todo el que debe hacerlo, cuando abundan los recursos… es fácil y llevadero. Pero sufrir en lo material el frío, el hambre y la miseria; ver en lo moral desconocida y ultrajada la propia autoridad: y arrostrar sin embargo, uno y otro día la derrota y el descrédito, alentado sólo por la sublime idea del deber, ¡ése es el verdadero sacrificio!”
En 1811 fué nombrado comandante general de Artillería de Galicia; en mayo de 1812 se le destinó al ejército de Extremadura, también con el puesto de comandante general de Artillería, y con el mismo empleo pasó al finalizar ese año al ejército de operaciones destinado a Cádiz, con el que siguió las vicisitudes de la expedición hasta Navarra. Una vez finalizada la guerra de Independencia se le nombró miembro del Consejo Supremo de Guerra, puesto que dejó en marzo de 1815 por haber sido destinado a la isla de Cuba como capitán general y gobernador de la Habana. Tomó posesión de este destino en el mes de julio del año siguiente, y permaneció al frente de él unos tres años y medio.
Su gobierno en Cuba se señala como acertado por las excelentes medidas tomadas tanto en el orden militar como en el civil, y fué comienzo de un resurgimiento del país, al que contribuyeron también algunas resoluciones del Gobierno español, como el convenio con Inglaterra sobre la trata de negros (setiembre de 1817) y la apertura de los puertos cubanos al comercio extranjero (febrero de 1818).
Durante su gobierno se formó un nuevo censo de la isla y se concedió a la ciudad de la Habana el título de siempre fiel. Remate memorable de su mando en Cuba fué la fundación en 1819 de la villa de Cienfuegos (que llegó a ser una de las principales de la isla), en las proximidades del fuerte de Nuestra Señora de los Angeles, población a la que el fundador puso el nombre de Fernandina en honor de Fernando VII. y que años adelante tomó el nombre del fundador.
Pero el cargo estaba muy lejos de proporcionar satisfacciones a González Cienfuegos. El choque constante entre su entusiasmo y probidad y las trabas y corruptelas burocráticas le ocasionaba contrariedades y disgustos. Esto le determinó a pedir insistentemente su relevo, que consiguió al fin a últimos de 1819.
Llegó a España en el otoño de 1820, en pleno triunfo de la revolución que implantó el régimen constitucional, causa contraria a sus sentimientos de adhesión al rey y al sistema absolutista, por lo cual se encontró postergado y sin cobrar su paga or espacio de más de un año. Con el deseo de evitarse tan enojosa situación y en espera de otra más favorable determinó emigrar a Francia, donde residió la mayor parte del año 1821, hasta que en el mes de octubre consiguió Un destino en la Junta del Montepío Militar. Después desempeñó el cargo de secretario del Despacho de Guerra.
Al triunfar en 1823 la reacción absolutista Se le reintegró a su antiguo destino de miembro del Consejo Supremo de Guerra, cuyos derechos no había perdido. Luego se le nombró director general de Artillería, puesto en el que se mantuvo hasta que sus achaques y padecimientos le impidieron en absoluto desempeñarlo, al punto de no poder ni estampar su firma. Pocos días después de relevado de esos deberes dejaba de existir: el 29 de abril de 1825.
De las actividades de escritor desarrolladas en el desempeño de sus cargos, sólo se conoce el manuscrito anotado a continuación.
Obras inéditas:
– —Operaciones del ejército asturiano (con planos) escritas por general D…(MS.).
Referencias biográficas:
Somoza (Manuel). —Él general Cienfuegos- (Madrid, 1887; Opúsculo).