ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

HEVIA CAMPOMANES (Fr. José).

Religioso dominico que alcanzó la dignidad de obispo y gozó solida fama por sus virtudes y talento, sobre todo en Filipinas.

Nació Hevia Campomanes en Pola de Lena el 24 de marzo de 1841. Después de cursados los estudios primarios hizo los de Latinidad y Humanidades, con el propósito de consagrarse al sacerdocio. Determinado a seguirlo dentro de una orden religiosa se trasladó a Ocaña (Toledo), donde tomó el hábito de Santo Domingo y profesó el 17 de septiembre 1857. En el colegio-convento de Ocaña comenzó la carrera eclesiástica y con las órdenes de subdiácono se le trasladó en 1863 a las misiones establecidas en Filipinas. En la Universidad de Manila concluyó de estudiar Teología, siendo discípulo del sabio Pr. Ceferino González, ordenándosele de diácono en ese año 1863 y de presbítero en el siguiente.

Antes de que concluyera la carrera se le destinó como lector de Humanidades al colegio de Santo Tomás, y después de concluida, en julio del 64, se le confirió la parroquia de Balanaga, en la provincia de Bataán. Pero pocos meses después, en el de noviembre, se le trasladó como vicario a Llana-Hermosa, del mismo distrito. Permaneció aquí hasta agosto de 1867, fecha en que se le nombró cura párroco de Santa Rosa, de Biñang, para hacerse cargo poco después de la parroquia de Binondo, arrabal de Manila.

Su acción evangelizadora en estos pueblos encontró serios obstáculos, padeciendo persecuciones por parte de los indígenas. Según unos en Santa Rosa y al decir de Fr. Fabián Rodríguez García en Llana-Hermosa, sufrió un secuestro de los tulisanes y fué arrastrado entre los mangles y lodazales”.

A la vez que a su labor civilizadora se e dedicó a estudio de la lengua tagala, en lo que llegó a tener una autoridad reconocida por todos. También como orador y escritor en su propia lengua gozó de extenso crédito.

En 1871 dejó la parroquia de Binondo por haber sido elevado al cargo de procurador general de la Provincia a que pertenecía dentro de la Orden, puesto en el que se le reeligió por otros tres años, para volver en 1878 al desempeño del ministerio parroquial en la citada localidad.

En Binondo fué querido de todos por sus desvelos para el logro del bienestar general. Este afecto de sus feligreses se robusteció grandemente con motivo del cólera morbo de 1881, ocasión en que sus virtudes rayaron en santidad, pendiente con desprecio de su propia vida de aliviar a los afligidos y menesterosos.

Quebrantos de salud le obligaron a dejar temporalmente la parroquia en 1883 y se trasladó a España, donde permaneció un año reparando sus fuerzas. Su regreso a Binondo sirvió de gran contento a los feligreses, que únicamente admitían la ausencia de su pastor por enfermedad. Y de esto dieron prueba cuando al ser elevado Hevia Campomanes en 1886 al cargo de procurador general de la Orden en Madrid, la población se opuso tan resueltamente al traslado que fué preciso se revocara en Roma tal designación.

En octubre de ese mismo año y por causas que no hemos podido averiguar, el gobernador general de Filipinas, señor Terrero, fulminó contra él una orden de destierro, pena que le fué levantada en abril del años siguiente por el gobernador interino señor Moltó.

Se le concedió después el obispado de Nueva Segovia, en el distrito de Ilocos del Sur, de la isla de Luzón. En junio de 1889 partió para España al objeto de ser consagrado, viaje que hizo en compañía de Fr. Bernardino de Nozaleda, preconizado arzobispo de Manila. La ceremonia de consagración de ambos fué presidida por Fr. Ceferino González y tuvo efecto en la Catedral de Oviedo en abril del ano siguiente. Hevia Campomanes hizo su entrada solemne en Vigán, capital del obispado el 19 de julio de 1891. Continuaba al frente de la diócesis de Nueva Segovia cuando estalló la insurrección contra la soberanía de España en el archipiélago. Perseguido por los insurrectos, cayó prisionero de ellos y estuvo en cautiverio hasta la emancipación ultramarina en 1899.

Regresó Hevia Campomanes a España y fijó su residencia en la villa natal, de donde le sacó la designación en 1903 de obispo me Badajoz. Pero su salud estaba ya seriamente amenazada y desempeñó esta nueva función episcopal poco tiempo, un año aproximadamente. Dejó de existir en mayo de 1904.

 

Obras publicadas en volumen:

I—Lecciones de Gramática hispano-tagala. (Manila, 1872; segunda edición en 1877; varias ediciones posteriores).

II.—Cartas pastorales.

Referencias biográficas:

de Alvarez (Fr. Paulino).—Un panegírico. (En el tomo tercero de la obra Santos, bienaventurados, venerables de la Orden de Predicadores. Vergara, 1922).

Anónimo.—Una semblanza. (En El Carbayón, Oviedo, abril de 1890).

Idem.—Los asturianos de hoy: El P. Hevia. (En ídem, 1 marzo de 1903).