Un gran escritor malogrado por el derroche sin brillo que ha hecho de su talento; recuerda un tanto el caso de Tomas Tuero. Ambos poseyeron esclarecida inteligencia, ingenio lozano, cultura amplísima y pluma maestra, condiciones que les habrían permitido conquistar en las letras españolas las más altas cimas en la consideración de la posteridad y que solo han alcanzado la admiración de aquellos coetáneos que les conocieron íntimamente. Pérez Bances prodigó su talento en una labor ingrata de periodista, como prodigó su vida a lo bohemio. Alcanzó su consideración en los círculos intelectuales madrileños, pero el gran público español desconoce hasta su nombre.
“No firmaba nunca sus escritos —dice Pepe Quintana refiriéndose a la labor en el diario Ahora—. Regularmente, los editoriales de alguna enjundia, las crónicas de algún gracejo, los comentarios de algún estilo literario, eran de Pérez Bances. Suelto en su prosa, certero en la apreciación, limpio en la palabra, seguro en sus juicios. Conocía a fondo su generación, intelectual, moral y política. Esto, unido a su cultura y su talento, hacían de él un escritor completo. Pero su labor quedó anónima por los periódicos. La vacuidad de algunos directores de prensa se ocultaba bajo el manto de modestia de este hombre que hacía periódicos para los demás”. Emilio Carrere recuerda las condiciones personales de Pérez Bances con estas palabras: “Tenía la superioridad de ser un alma reconcentrada y desdeñosa de todo histrionismo, de toda chatarra externa. Se podía confiar en que no hubiera sido nunca embajador, ni batallador diputado, ni charlista literario. Como hombre tímido que era, le asustaba lo torrencial; su talento prefería ser fuente escondida”. Pérez Bances nació en Oviedo hacia 1880. En la ciudad de nacimiento cursó todos sus estudios hasta licenciarse en Derecho en la Facultad correspondiente de la Universidad. Después pasó a Madrid a estudiar el doctorado, lo que le dió ocasión para ser discípulo de Giner de los Ríos y penetrarse del espíritu que animaba al grupo de mentalidades que se reunía en la Institución Libre de Enseñanza.
De sus últimos años universitarios data la iniciación de Pérez Bances como publicista. Entre las publicaciones ovetenses que recogieron los primeros frutos de su pluma figuran los Anales de la Universidad (1903).
Desde su traslado a Madrid como alumno de la Universidad Central residió habitualmente en la capital. De esa Universidad, después de doctorado, fué profesor auxiliar muchos años en la cátedra de Economía Política regentada por Flores de Lemus.
En mayo de 1911 alcanzó de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas una pensión para completar sus conocimientos de Derecho civil en Alemania; pasó un año entre Múnich y Berlín. En la primera de esas ciudades asistió a los cursos universitarios de Historia y Derecho alemanes del profesor Amira: de Derecho de obligaciones en Derecho civil, de Hellmann: de Prolegómenos, de García: de Derecho romano, de Wenger. y de Economía política, de Brentano. En Berlín estudió con Gierke y Kohler. Como resultado de sus estudios presentó a dicha Junta la memoria reglamentaria sobre Historia del concepto de Ia personalidad jurídica.
Pudo ser Pérez Bances catedrático de Universidad y tratadista en asignaturas de Derecho y Economía, como pudo ser autor de bellas obras pero una modestia enfermiza, asociada a una apatía indomable le encerraron en sí mismo. En posesión de varios idiomas europeos y de una pluma maestra fué traductor fecundo de obras para casas editoriales españolas, con crédito de uno de los mejores traductores contemporáneos, y fué también periodista.
Escribió para numerosas publicaciones madrileñas, entre las más prestigiosas: España, en sus primeros tiempos y la Revista de Occidente, en época mas próxima. Formó parte de la redacción del Heraldo de Madrid, diario del que era redactor-jefe cuando se fundó Ahora (1930) y en el que seguía a su fallecimiento; en este diario redacta editoriales y fué el fundador y primer redactor de la sección denominada Croniquilla, formada de graciosos comentarios a la actualidad.
Dejó de existir Pérez Bances el 27 de marzo de 1933. Toda la prensa madrileña y asturiana señaló su muerte como una gran pérdida en la familia periodística.
Referencias biográficas:
Carrera (Emilio).— Bances y la hondonada de la verdad, (En el diario Ahora, Madrid, 29 de marzo de 1933).
Quintana (Pepe).— Pérez Bances. (En la revista Norte, Madrid, febrero de 1933: número publicado con retraso).