ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

POSADA HERRERA (José de)

Uno de los políticos españoles más conspicuos de la segunda mitad del siglo XIX. Reunía esclarecido talento,vasta ilustración y probidad inmaculada que nadie le ha discutido nunca. En cuanto a su idealidad estrictamente política,la discusión podría no tener fln. Fué hombre que desconcertaba tanto con la palabra cono con la acción, hombre de arraigados principios liberales ,cono lo demuestran haber sido un adalid del constitucionalismo y el parlamentarismo, tiene en su cuenta asimismo importantes partidas que pudieran acreditarle de sentimientos profundamente conservadores.Y es que Posada Herrera se consagró a cuajar en una firme conciliación a la monarquía y la Religión de una parte con la democracia y la tolerancia de otra, para cuyo difícil propósito empleó no pocas veces, en la imposibilidad de seguir rectos caminos, procedimientos que podrían acreditarle de cazurro y marrullero. Sin embargo, si dentro de su ideología entraba lo del fin justifica los medios, habrá que admitir como apropiado el elogio que le dedicó su paisano Campoamor:

«Fué del grande Posada

tanta la fe,tan sin igual la ciencia,

que nunca entró en sus dudas para nada

la lucha entre el deber y la conciencia»

Acerca de esas volubilidades aparentes o reales escribe Cristóbal de Castro “Posada Herrera es la paciencia y el disimulo,la maña y el sanchopancismo, el aplomo y la tenacidad. Uno de sus biógrafos dice de él que es un filósofo convertido en empleado y esta frase de Rico Amat tiene la afortunada consistencia de una semblanza” .Y sigue razonando Castro de esta forma: “en veintidós años de Cortes su liberalismo es sofístico y su moderadismo es falaz. Las doctrinas políticas de este hombre de equilibrio y balancín no tienen una génesis filosófica como la teoría del justo medio de Martínez de la Rosa,ni una norma de austeridad y de rigidez como el puritanismo de Pacheco, de Pastor Díaz y de Seijas, ni siquiera una calentura dictatorial como la que iniciara en su reforma Bravo Murillo A los moderados opone la frase de que del templo de las leyes huyen los dioses cuando en él penetra la tiranía. Y a los progresistas les interroga como otro Sancho: “¿Qué pedazo de pan dais a los pobres cuando les concedéis algún derecho? …Combatidos sañudamente, implacablemente, tiene por norma el buen callar de Sancho. Ni el apóstrofe ni la insidia logran alterarle; su sonrisa es tan permanente como su cachaza. Oir, ver y callar es su divisa de ministro…Posada Herrera es el hombre que sonríe.Cuando Rivero le desprecie y Aparisi Guijarro le profetiza y Olózaga le ultraja y Sagasta arrima el ascua a un dicterio, él impasible y cachazudo,sonríe eternamente en el banco azul. Los Diarios de Cortes están llenos de alusiones a esta sonrisa porfiada y pérfida, que es la máscara florentina de este político aldeano.Ella le da un prestigio psicológico, le presta una complejidad de espíritu de que carece por completo esta figura electorera y caciquil»

Aunque parezca apasionado e irreverente este razonamiento de Cristóbal de Castro,habrá que admitir como cierto su fondo. Es es juicio que cabe formular, por los efectos exteriores,de quien persigue un propósito por caminos quebrados o se forja un ideal de imposible realización como el abrazado por Posada Herrera. Él mismo se lamentaba al final de su vida de haber sacrificado cuarenta años, y sacrificio indudable fue, al deseo de conciliar y armonizar lo que no admitía conciliación ni armonía.

De todos modos siempre habrá que considerarlo como político liberal bajo la Monarquía. Aunque la opinión de Vega de Armijo, por conservador, avalore poco esa afirmación, es considerable. “Era D.José de Posada Herrera—dice—de ideas políticas avanzadas,y aun cuando,al parecer hubo en su larga carrera variaciones que un espíritu estrecho pudiera apreciar como cambios bruscos de opinión, si se consideran en el fondo las doctrinas por él profesadas, se ve en medio de cierto descreimiento, hijo tal vez de su extraordinaria lectura, una base esencialmente liberal y práctica de ello son buen ejemplo sus doctrinas sobre el Jurado y el derecho de reunión”.

En cuanto a su capacidad, acreditada queda con el hecho de haber alcanzado,con el respeto y la estimación generales, los más altos puestos en la política y la gobernación del Estado.

Brilló también parlamentariamente como orador, si no por la gran elocuencia de su palabra, sí por documentado,certero y convincente y por la agudeza y el aticismo frecuentes con que salpimentaba sus oraciones. “No es elocuente el Sr.Posada Herrera en el sentido estricto de la palabra—dice Aurellano Linares Rlvas— pero su fama de orador notable es justa y merecida.Su palabra,un tanto premiosa y difícil, va recta como un dardo a herir a su adversario en el corazón. Razonador profundo y dialéctico por excelencia.arrolla cuantos obstáculos se le presentan, triturando materialmente a los que no saben desviarse para dejar pasar la avalancha. Demasiado sutil e ingenioso, entretiénese muchas veces en sofismas que le deleitan sobremanera; pero preséntalos con tal naturalidad,que es muy difícil no dejarse seducir”.

De otras condiciones que adornaban la personalidad de Posada Herrera nos da cuenta Protasio González Solís con estas palabras: “Fué de las pocas ilustraciones políticas que con su persona menos ruido ha metido. Poco hacía rodar el coche ministerial,y únicamente para ganar tiempo y en casos precisos, se metía en él. Ministro o no ministro,andaba a pie ordinariamente.Ni banquetes,ni teatros, ni sociedades le deleitaban;su vida era recogidísima en extremo, y, a no mediar algún compromiso,se quedaba en casa por la noche,y media docena de  amigos y parientes le hacían la tertulia hasta las once.Posada Herrera jamás rebasó cierto límite en los gastos,y,evidentemente,se ceñía a sus propios recursos,y a los sueldos que,por los altos cargos que desempeñó le correspondían. Era un hombre honradísimo en toda la extensión de la palabra y un cumplido caballero por sus hábitos y maneras. A nadie,alto o humilde,dejaba de considerar y tratar con una finura admirable”.

Finalmente,por lo que pueda inducir a la mejor comprensión del carácter y la idealidad del biografiado, hemos de anotar una anécdota que refiere Miguel Moya en estos términos: “Siendo Posada Herrera embajador de España en Roma, entró cierta tarde en una de las más renombradas iglesias de la capital del mundo católico. Con tan poco respeto fue mirando capillas, retablos, imágenes y reliquias,que al fin se le acercó un capellán y le dijo:—El rector me encarga que diga a usted que ende por el templo con más devoción.—Diga usted al rector — contestó D.José—que estoy en el secreto”.

José Posada Herrera es hermano de Benito, reseñado anteriormente, y tío carnal de Blas Posada Duque de Estrada, del que se da noticia páginas atrás.

No nació Posada Herrera en 1615,como se afirma en las dos grandes Enciclopedias españolas,sino exactamente el 31 de marzo de 1814, en la villa de Llanes. Fue hijo de don Pedro Blas Alejandro Posada y Castillo,hombre patriota y liberal que fué coronel y gobernador de esa villa cuando la guerra de Independencia y figuró entre los perseguidos por Fernando VII y sus secuaces al quedar restaurado el absolutismo en 1825. Sostenía un hogar distinguido,pero con escasos bienes de fortuna.

Después de abandonar la escuela primaria,si quiso seguir estudios de acuerdo con su vocación,tuvo que acometerlos a costa de privaciones y sacrificios,tal vez por coincidir con la muerte del padre. En 1824 empezó a estudiar Latinidad, Humanidades y Filosofía en el Colegio sostenido en Celorio (lugar inmediato a Llanes) por frailes benedictinos. Al mismo tiempo recibía lecciones de inglés, Economía política y Derecho público de su cuñado el ex-diputado Francisco Fernández de Córdoba.Ya preparado para emprender una carrera universitaria, se trasladó a Oviedo y comenzó en la Facultad de Jurisprudencia la de Leyes. Pero poco después hubo de suspenderla a causa de haber clausurado Fernando VII las Universidades. Entonces entró al servicio en calidad de familiar de su paisano Pedro Inguanzo y Rivero, arzobispo de Toledo,donde continuó sus estudios durante dos cursos. Abiertas nuevamente las Universidades,regresó a Oviedo, y en la de esta ciudad concluyó la carrera en 1832 con la licenciatura en Leyes.

Ya facultado para el ejercicio de la abogacía,de dedicó en Oviedo a esta profesión.Se indica a este respecto la fecha de 1835.Al mismo tiempo desempeñaba la Secretaría de la Sociedad Económica de Amigos del País y regente desde 1836 de la cátedra de Matemáticas que esa en institución sostenía en la Facultad de Filosofía de la Universidad.

Desenvolvía esas y otras actividades dentro de una ideología ampliamente liberal,relacionado con las personalidades asturianas que en Madrid seguían el mismo credo, que era el del Partido Progresista.

Deseoso de alcanzar de ellos alguna ostensible protección,al decir de algunos biógrafos,efectuó un viaje a Madrid,a pie,por carecer de medios para otra clase de transporte,viaje que no realizó en balde, porque,al ser apreciadas las dotes intelectuales y morales que le distinguían,regresó a Asturias con firmes promesas de que sería incorporado a la política bien cimentadamente. Acaso fue verdad lo del viaje,que se dice realizado en 1837, pero convendrá considerar como fábula lo de haberlo hecho a pie.

Merced a esa solicitada ayuda o a espontánea elección conquista da exclusivamente por sus merecimientos,en 1839 salió triunfante como diputado a Cortes suplente por Asturias,con lo que se trasladó a Madrid,teatro desde entonces de sus triunfos. Protaslo González Solís, uno de sus discípulos en la cátedra de Matemáticas de la Universidad,recuerda que al partir Posada Herrena para Madrid a cumplir su misión de diputado les habló así: ”Montado en un mulo marcho y del mismo modo pienso volver a mi país” ,Y, efectivamente,por mucho que se le discuta como político,nadie podrá decir que haya hecho granjería de sus representaciones y destinos.

Al año siguiente(1840) alcanzó el acta de diputado a Cortes en propiedad y desde entonces quedó su vida consagrada a la política, en el Congreso,en el Senado y en el Gobierno.

Desde el primer momento de sus actividades parlamentarias despertó expectación y respeto con la autoridad de sus intervenciones en los debates, Pero los cimientos de su reputación los puso en 1841 con un notable discurso en favor de una Regencia trina durante la minoría de edad de Isabel II. Sus revelaciones de hombre de gobierno le dieron consideración de ministrable .Poco después, en 1843, con ocasión del debate suscitado en torno al hecho que de el presidente del Gobierno, Salustiano Olózaga obtuviera de la reina violentamente el decreto de disolución de las Cortes, pronunció un inesperado discurso de ataque al ya destituido Olózaga,todo él vibrante y a ratos violento.que tuvo el doble efecto de servirle como declaración de principios para separarse del Partido Progresista y de consagrarle como un gran parlamentario y temible enemigo. Se incorporó entonces al Partido Moderado y fue secretario del Congreso de los Diputados(1843-44) bajo la presidencia de Pedro José Pidal y Carniado.

Sin embargo, a parte de sus lúcidas intervenciones parlamentarias al discutirse la Constitución de 1845, se puede decir que permaneció por espacio de unos diez años sin dar señales de gran actividad política.

Desde que en 1846 se empezaron a efectuar las elecciones de diputados a Cortes por pequeños distritos,Posada Herrera dejó de tener representación parlamentaria por Asturias y en ese mismo año se quedó sin acta, se la dió el distrito de Astorga (León) en las primeras elecciones siguientes(1850) reeligiéndole dos veces veces seguidas, Posteriormente, a excepción de otras dos ocasiones en que tampoco tuvo representación parlamentaria (del 66 al 68 y del 71 al 76) representó sucesivamente a los distritos de Torrelavega (Santander) y Lorca( Murcia) Fué preciso que transcurrieran treinta años—cuando él no necesitaba de los votos da sus paisanos,sino éstos del prestigio y el predicamento políticos de él— para que volviera a representar intereses asturianos en el congreso elegido por el distrito de nacimiento, Llanes por el que siguió siendo diputado hasta que pasó al Senado por derecho propio ya en las postrimerías de su vida, el 28 de mayo de 1884.

En los primeros años de su establecimiento en Madrid,tuvo a su cargo la cátedra de Economía política del instituto de segunda enseñanza de San Isidro,que fué otra plataforma para exaltación de su personalidad,acreditándose en ella como un gran tratadista de Derecho, particularmente con la publicación de la obra Lecciones de Administración (número I), recogidas por tres de sus discípulos).

Con esa función docente simultaneó la de secretario del Consejo de Estado, por nombramiento de 1846, organismo del que pasó después a un cargo de oficial.

Como por ese tiempo no tuvo representación en el Congreso de los Diputados,y esto le tuvo al margen de la política,vivió dedicado a sus estudios de Economía y Derecho, ya en su casa de Madrid y en la que tenía en Miengo (Llanes) ya casado con doña María de los Dolores Posada.

Volvió a la política activa como diputado por Astorga en 1850. Durante la breve legislatura de noviembre a diciembre de 1853 fue vicepresidente del Congreso. Cooperó al éxito del movimiento revolucionario de julio del año siguiente. En 1856 cooperó con el general O’Donell a la fundación del partido Unión Liberal bajo la dirección de éste.En ese mismo año y bajo el Gobierno presidido por O’Donnell,desempeñó la Dirección general de Instrucción Pública, siendo Mayans ministro de Fomento,a lo que correspondía entonces aquella Dirección General. Dos años después,a comienzos de 1858, era elevado al cargo de fiscal del Consejo de Estado.

Al constituirse el 14 de mayo de ese mismo año (1858) el Gobierno presidido por Istúriz, le fué confiado el Ministerio de la Gobernación. Este Gobierno fué de corta duración,derrotado en el Congreso precisamente a causa de unos proyectos presentados por Posada Herrera.Le sucedió el presidido por O’Donnell, continuando él,ante la sorpresa y el estupor de todos,como ministro de la Gobernación, por lo que se llegó a pensar si la crisis habría sido provocada ex profesamente por Posada Herrera para dar paso al Poder a su flamante Unión Liberal acaudillada por O’Donell.

Cinco años estuvo al frente de ese Ministerio,hasta el 16 de enero de 1863,en cuyo tiempo desempeñó a la vez interinamente el Ministerio de Gracia y Justicia,durante unos días de agosto de 1859 y posteriormente algo menos de un mes,de noviembre a diciembre del 61.

En ese quinquenio llevó en Ias Cortes la voz cantante del Gobierno en valiente defensa frente a las oposiciones,acreditándose a la vez de hombre de Estado para el que la Economía y la Administración no tenían secretos y hambre de energía y flexibilidad que saben hermanar el derecho a la libertad con el respeto a la ley. Pero se acreditó también de ser un magistral corruptor de la voluntad popular manifestada en las urnas electorales,corrupción que se hizo sistemática desde entonces.No había otros triunfos electorales mas que los previamente dispuestos por él desde el Ministerio de la Gobernación,al habla y mediante acuerdo con los gobernadores civiles y otras autorizados provinciales, por lo que se le denominaba El Gran Elector.

Pero lo que ha quedado como recuerdo más perdurable de sus actuaciones de gobernante entonces fué su labor parlamentaria. Provisto de una impasibilidad a toda prueba,todos los ataques de las oposiciones se estrellaban con ella infaliblemente,Y en esas oposiciones brillaban parlamentarios del fuste de Ruiz Zorrilla. Calvo Asensio, Sagasta, Nicolás María Rivero, Figueras, Figuerola y otros más de pareja altura. Pero a todos desconcertaba ya con el silencio o con agudezas sofísticas que vestían una ironía o un sarcasmo,si no es que la razón estaba de su parte,porque,estándolo,molía verdaderamente al adversario con la fuerza de su dialéctica.

La astucia era de las armas que más diestramente manejaba. En situaciones agobiadoras ella le sacaba del tranca.En una ocasión, por ausencia de casi todos los ministros y gran parte de los diputados gubernamentales, las minorías se encontraban en situación de superioridad y aprovecharon el momento para plantear problemas que pusieran en grave trance al Gobierno.Hubiera sobrevenido probablemente la caída de él, de no estar Posada Herrera allí. Este, ante la gravedad de la situación, echó mano de uno de sus extraordinarios recursos: el engaño se dirigió a la Cámara para decir que el Gobierno se veía obligado a desatender’ las tareas parlamentarias por haber recibido del Capitán general de Galicia un telegrama dándole cuenta de unos graves disturbios producidos en esa región. Llevó la patraña a afirmar que el telegrama lo poseía el ministro de Estado, que era el único que le acompañaba en ese momento en el escaño ministerial, y éste se vió apuradísimo para eludir el compromiso de presentarlo y liarlo a las Cortes a petición de algunos diputados,acabando por asegurar que lo había traspapelado.El caso fuá Que todos los diputados presentes,tocados en la fibra patriótica,se apresuraron a presentar su solidaridad al Gobierno para que éste reprimiera las alteraciones de la vía pública.Y allí mismo acabaron los serios amagos de tempestad.Cuando posteriormente las oposiciones supieron que habían sido objeto de un engaño de Posada Herrera, decidieran no presentar ninguna reclamación,por si les llevaba a caer en otro.

Sustituido a comienzos de 1863 el Gobierno de O’Donnell con la subida el Poder del Partido Moderado. Posada Herrera fue el jefe de la minoría parlamentaria de la unión Liberal y combatió brillante y enérgicamente a los sucesores en la gobernación del Estado.

Vuelto a la jefatura del Gobierno O’Donnell el 21 de julio de 1865,Posada Herrera se hizo cargo nuevamente del Ministerio de la Gobernación,Esta vez le tocaron malos tiempos.31 ministro que anteriormente se había acreditado do hombre transigente,ahora las circunstancias le llevaron a parecer excesivamente severo. Sus buenos propósitos de dotar al Estado do algunas acertadas leyes,entre ellas de una que estableciera el sufragio universal por grandes jurisdicciones a fin de depurarlo de las corruptelas a que él mismo contribuyó a llevarlo,quedaron interrumpidos por las revueltas que se produjeron en el país. El 3 de enero del 66 estallaba la rebelión capitaneada por el general Prim en las cercanías de Villarejo v el 22 de junio otro movimiento subversivo estallaba en las propias calles de Madrid.Las represiones y los encarcelemientos abundaron,tal vez con exceso. La última de esas insurrecciones concluyó con numerosos fusilamientos.Poco después de esa algarada madrileña,el 10 de julio,dejaba O’Donell la presidencia del Consejo de Ministros y Posada Herrera era sustituido en el Ministerio de la Gobernación.

Posada Herrera se retiró entonces a su posesión de Miengo, tan dispuesto a permanecer apartado de la política.que ni se movió del retiro a la muerte de su jefe político,O’Donell,en 1867, lo que equivalía a renunciar a la jefatura,de la que era el más indicado heredero, ni alteró su vida en nada al producirse la revolución de setiembre de 1868 con el derrocamiento de Isabel II.

Sin embargo,este profundo cambio de cosas le decidió a volver a la política activa. Le atrae de nuevo a la vida pública el ministro de Estado del Gobierno Provisional, su paisano Juan Alvarez de Lorenzana del que acepta la designación de embajador de España ante el Vaticano, que era un “inmenso sacrificio a la amistad” como dice Vega de Armijo, dadas las enormes dificultades para restaurar entonces la armonía de relaciones entre la Iglesia y el Estado. Sin embargo,como prueba de sus grandes recursos,consiguió que fuera aceptada por la Santa Sede la situación política de España.

En mayo de ese año (1869) renunció a su cargo de embajador para ocupar en el Congreso de los Diputados su puesto como representante por Lorca. Eran Cortes Constituyentes y en ellas fuá de los comisionados para redactar el proyecto de Constitución que fue aprobada entonces. Se distinguió como decidido partidario de la Monarquía hereditaria, a la que pretendía asociar o fundir principios democráticos.

Disueltas esas Cortes, regresa a su retiro llanisco, nuevamente decidido a quedar al margen de la política. El reinado de Amadeo I y la República se desenvuelven en medio de enormes dificultades y conflictos que parecen no afectarle o,si le afectan, no consiguen sacarle de su mutismo. Habría de venir la restauración de la dinastía borbónica con Alfonso XII en 1675 para que se decidiera a incorporarse de nuevo a la vida pública.

En ese largo período de más de treinta años que venimos examinando de la vida de Posada Herrera, éste había adquirido, al par que su descollante personalidad política,un gran prestigio como hambre de extraordinarios méritos en círculos científicos y literarios acreditado en conferencias y algunos trabajos de escritor. Al constituirse la Academia de Ciencias Morales y Políticas el 28 de noviembre de 1857, fue designado entre los académicos fundadores. La Academia de Legislación y Jurisprudencia le exaltó en 1864 al cargo de presidente.Y, en fin, su sabor y su talento le dieren ingreso como académico correspondiente en la Academia de la Lengua y la elevación a la Presidente del Ateneo Científico, Literario y Artístico.

Apenes es proclamado rey de España Alfonso XII a fines de 1874, Posada Herrera es de los primores políticos que se aprestan a acatar con entusiasmo su soberanía y decidió abandonar el retiro. Triunfante como diputado a las Cortes Constituyentes de 1876 por el distrito de Llanes, en ellas desempeña la Presidencia del Congreso ,cargo que desempeñó hasta 1879 y que dejó para retirarse nuevamente de la política a su rincón de Llanes a causa de haber fracasado en sus gestiones para formar Gobierno.

Afiliado por entonces al partido Liberal presidido por Práxedes Mateo Sagasta, fué designado para desempeñar el elevado cargo de presidente del Consejo de Estado. Volvió a presidir el Congreso de los Diputados durante las tres primeras legislaturas del período parlamentario de 188-83,gestión esta vez que, por su imparcialidad y rectitud le granjeó el afecto de toda la Cámara.

Dejó esa Presidencia para ocupar la del Consejo de Ministros en un Gobierno efímero, que sólo duro 95 días,desde el 13 de octubre de 1883 al 18 de enero del 84, tiempo insuficiente para que pudiera desarrollar su plan de reformas administrativas y sociales.Había alcanzado la más alta aspiración para un político, la de ser el jefe del Gobierno, pero las circunstancias le impidieron dejar de la gestión un recuerdo perdurable.

Poco después,el 28 de mayo del 84, alcanzaba otro preciadísimo galardón: que se le proclamara sonador por derecho propio. Al año siguiente,el rey le concedía la condecoración de más alto rango en la España monárquica: el Collar del Toisón de Oro. En ese mismo año recibía de sus paisanos residentes en Madrid una gran demostración de admiración y cariño: la exaltación a la Presidencia del Centro de Asturianos, fundado entonces. Pero todo esto le llegaba a endulzar los pocos días que le quedaban de vida solamente, porque el 7 de setiembre de ese mismo año 1885 dejaba de existir en su amado retiro de Llanes, Esta villa ha contribuido a mantener latente el recuerdo del insigne político con la erección de una estatua por suscripción pública, monumento que fue iniciado en setiembre de 1893 y descubierto en abril del 94, debido al escultor asturiano Cipriano Folgueras. El Ayuntamiento Ovetense, algunos años antes (1887) le tributó el homenaje de poner su nombre a una de las calles de la ciudad.

 

Obras publicadas en volumen:

I—Lecciones de Administración. (Madrid, 1843; recogidas por sus discípulos, en apuntes de clase, Juan Antonio de Rascon, Francisee de Paula Madrazo y Juan Pérez Calvo: cuatro tomos en cuario)

Il.—Estudios sobre la Beneficencia pública, (Madrid, 1845; publicado como tomo IV de las Lecciones de Administración), ,

IIl.—Relaciones de la Legislación con la Política. (Madrid. 1864: discurso de apertura de curso en la Academia de Legislación y Jurisprudencia)

 

Trabajos sin formar volumen:

1.—Prólogo a la obra Colección Bibliográfica de lo Contencioso Administrativo, de José Gallostra Fau. (Madrid, 1881).

 

Referencias biográficas:

Anónimo.—Una necrología. (En El Carbayón, Oviedo, 10 de 8® tiembre de 1885).

Idem.—Una semblanza. (En idem, 3 de setiembre de 1891).

Idem.—Una biografía. (En idem, 16 de septiembre de 1893)

Idem.—Un elogio. (En El Nalón, Muros del Nalón, diciembre de 1898),

Idem.—Un boceto biográfico, (En la Crónica de Santander, ciembre de 1898)

Balbin de Unquera (Antonio).—Don José de Posada Herrera (En la Ilustración Gallega y Asturiana, Madrid, 18 de octubre de 1880)

Castro (Cristóbal de).—Una semblanza. (En el libro Antología de las Cortes de 1859 1863, Madrid, 1911).

Cossio y Gomez Acebo (Manuel de).—José Poxica Herrera, (En mo II de la obra Jurisconsultos españoles, Madrid, 1911).

Linares Rivas (Aureliano).—Las primeras Cámaras de la Restauración: Retratos y semblanzas, Don José Posada Herrera. (En la Revista de España, Madrid, 28 de octubre de 1877, tomo LVIII).

Pruneda (Pedro) y otros autores—Un estudio biográfico. (En El tomo I de Biografías y. retratos de los personajes más notables en las partes del mundo, Madrid, 1867).

Ruiz Gomez (Servando).—Alusiones. En su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1886).

Segovia (Angel Maria).—Una semblanza. (En la obra Figuras y figurones, Madrid, 1880).

Suárez Inclan (Estanislao)—El gobierno del Ministerio presidido por el señor Posada Herrera, con respecto a la administración de Provincias de Ultramar. (Madrid, 1884).

Varios autores.—Panegiricos Y comentarios. (En el número especial del Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, octubre 1 de 1885).

Idem.—Monumento a Posada Herrera. (En ídem, diciembre de 2 y febrero de 1886 y siguientes números).

Vega de Armijo (Marqués de la).—Necrología del Excmo. Sr. D… (Madrid, 1886; leída en la sesión del 16 de marzo de ese año en la Academia de Ciencias Morales y Políticas).