Escritor contemporáneo, nacido en Gijón el 3 de julio de 1910, hijo de don Angel de la Viña Corral, también escritor, reseñado más atrás, y doña María del Olvido García.
Cursó los estudios elementales en la Academia Naval, fundada y dirigida por el padre. Su trato con la gente de mar que acudía a la Academia (capitanes, maquinistas, pilotos, patrones) inclinó su primera vocación a seguir los estudios de Náutica. Pero de esta inclinación le apartaron luego los estudios del bachillerato, que cursó en el Instituto de Jovellanos, y de los que alcanzó el grado correspondiente en mayo de 1927. Al estudiar Preceptiva y Composición, asignatura correspondiente al cuarto año, otra más honda vocación surgió en él: la literaria, a la que ha venido consagrando desde entonces sus mejores entusiasmos.
Sin embargo, durante algunos años se mostró muy parco en la producción, limitada algunas colaboraciones esporádicas en periódicos gijoneses de índole democrática, ideología a la que, continuador de la tradición familiar, ha venido rindiendo el homenaje de sus afanes de publicista.
Encontrándose en Pamplona en el cumplimiento del servicio militar, en 1931, alcanzó el Premio Zozaya establecido por el diario madrileño La Libertad para la mejor crónica. La adjudicación de este premio entre 589 concursantes dió a Mario Eduardo de la Viña un renombre nacional, que fué confirmado luego al aparecer en ese diario la crónica, en el mes de noviembre, bajo el título de Cárceles. El periódico, al saludar al que en lo sucesivo pasó a ser su colaborador, decía que se trataba de un “soldado de la República Española y general de la República de las letras”. Y días después le dedicaba estas palabras: “Los jurados adjudicadores del Premio Zozaya han presentado este año al gran público a Mario Eduardo de la Viña, que a los veintiún años ha logrado un triunfo resonante con su crónica Cárceles, magnífica pieza literaria, unánimemente celebrada, que acusa en su autor un gran temperamento de escritor, y es la espléndida aurora de una vida literaria de primera categoría”.
Antes de ese éxito había comenzado a escribir para el público con alguna regularidad desde las columnas del periódico gijonés Solidaridad Obrera, órgano del sindicalismo local en cuyas filas militaba.
Después, sus colaboraciones, aparte las más abundantes destinadas a La Libertad, se esparcieron por otros periódicos de aquella ideología, como los diarios Solidaridad Obrera, de Barcelona, y C. N. T. de Madrid, y algunas publicaciones ilustradas, entre las que figuran la asturiana Norte, de Madrid. Muchas de sus crónicas han sido reproducidas en diversos periódicos españoles y americanos.
Ha probado fuerzas en el teatro con una comedia lírica en colaboración con José Manuel Vega Pico y música de Pedro Braña, con el título de La codiciada, y una farsa satírico-dramática titulada ¡Se han fugado diez personajes!
En 1935 le llegó un nuevo importante galardón: el Premio Moya del diario madrileño El Liberal, por su crónica Tierra.
Trabajos sin formar volumen:
1.—Cárceles. (En La Libertad, Madrid, 8 de noviembre de 1931; crónica que alcanzó el anual Premio Zozaya a ese diario).
2.—Tierra. (En idem, crónica premiada con el Premio Moya del diario El Liberal).
Referencias biográficas:
Garcipulgar.—Nuevos prosistas españoles: Mario de la Viña. (En La Voz de Asturias, Buenos Aires, 13 de abril de 1935).
Zozaya (Antonio).—Un estudio. (En La Libertad, Madrid, 27 de noviembre de 1931).