Militar y escritor, séptimo marqués de Santa Cruz de Marcenado, nacido en Castropol probablemente en 1749.
Declarado cadete en 1767, prestó sus primeros servicios en el regimiento de fusileros de Guardias Españoles, en el que ascendió hasta primer teniente. De sus hechos de armas en esa primera época de su carrera militar, figura en primer término la participación tomada como oficial del regimiento de Granaderos en el bloqueo y sitio de Gibraltar, donde alcanzó el grado de coronel.
En posesión por herencia del título nobiliario indicado y de rico patrimonio, se retiró del servicio militar y fijó la residencia en Barcelona, dedicado a estudios y algunas actividades como escritor, compartidas éstas con otras de carácter político-administrativo, por lo que llegó a desempeñar el cargo de alcalde de esa ciudad y otros puestos representativos.
Cuando la guerra surgida entre España y Francia a consecuencia de la Revolución francesa, Navia-Osorio se incorporó nuevamente al Ejército, y sirvió en 1794 a las órdenes del general Ricardos en la campaña del Rosellón. Conquistó algunos méritos en acciones como la batalla de Truillas y el sitio de Collioure, aunque la campaña haya concluido en uno de tantos desastres españoles.
Concluidas esas luchas con la paz de Basilea en 1795, Navia-Osorio volvió de nuevo a la vida civil, retirado, se puede decir que despojado de tal empleo por Carlos IV.
Fijó entonces su residencia en Asturias, compartida entre sus casas de Oviedo. Siero, Navia y Castropol gozando en todas estas poblaciones de gran prestigio por su saber y autoridad moral, que le valieron los cargos de alférez mayor de Laviana, Sariego y otros concejos, así como figurar entre los miembros más respetables de la Junta General del Principado.
Cuando la invasión francesa de mayo de 1808, fue de los primeros en disponerse a declarar la guerra a Napoleón y a producir el levantamiento nacional en armas. Entonces se le proclamó capitán general del ejército asturiano, con amplios poderes para su organización, al mismo tiempo que resultaba electo presidente de la Junta General.
Su conducta, aunque noble en las intenciones, no parece que haya estado a la altura del cargo. “Las auras populares – dice Canella y Secades – desvanecieron un tanto al marqués de Santa Cruz de Marcenado, mermándole energías en revueltas y en intrigas, que enturbiaron a veces el diáfano color del alzamiento. La altura del poder produce vértigos que arrastran a la caída”.
Tales reproches están motivados en haber sido blando y pasivo en el cumplimiento de la ley con respecto a desórdenes callejeros que perturbaban el buen desenvolvimiento de la Junta General y que pusieron en trance de ser inocentemente sacrificados en el Campo de San Francisco, por afrancesados, el magistrado José Antonio Mon y Velarde y el poeta Juan Meléndez Valdés y otros personajes.
Pedida la separación de su cargo de la Junta General por el vocal posada Castillo, Navia-Osorio se apresuró a presentar la renuncia de él. Pero, no obstante su reconocida incompetencia, continuó prestando servicios, ya en la Comisión de Seguridad y Vigilancia pública, ya en el Ministerio de la Guerra, bien como juez del Tribunal trienal de la Audiencia, y otros, rehabilitándose con gestiones acertadas de su descalcificación.
Cuando el general marqués de la Romana, tomándose atribuciones excesivas de reformador de la Junta, disolvió ésta, Navia-Osorio fue de los que más enérgicamente se opusieron al autoritario militar y pasó a Sevilla a protestar del atropello ante la Junta Superior.
También contribuye a vindicar su conducta pasada que dispusiese largamente de su patrimonio para atenciones de la causa nacional contra la invasión francesa.
A pesar de sus continuos sacrificios, estuvo desatendido por el Gobierno provisional y las Cortes, lo que seguramente le favoreció para que Fernando VII, al restablecer su despotismo en 1814, le confirmase en su jerarquía militar.
Pero ya disfrutó poco de esas preeminencias, pues dos años después, en 1816, fallecía en Madrid.
Obras publicadas en volumen:
I.- Representaciones del capitán general… a la Junta Suprema Central al Consejo de Regencia y a las Cortes Extraordinarias de España. (La Coruña, 1811; folleto).
Referencias biográficas:
Canella y Secades (F.) – Unos apuntes biográficos. (En la obra Memorias asturianas del año ocho, Oviedo 1908).