ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ ROBLES (Joaquín). 

Poeta y prosista contemporáneo, fallecido, que habría alcanzado fama extensa y perdurable por su agudeza de ingenio y fantasía, principalmente como poeta, de no haber reducido sus modestas ambiciones al medio local.

 Nació Álvarez Robles en Mieres el 29 de julio de 1868, hijo de don Cándido de esos apellidos, propietario y dedicado a explotar una mina de carbón, y doña Vicenta González Carvajal. 

Cursó la segunda enseñanza en el Seminario de Oviedo y en el Colegio de Valdediós, hasta graduarse de bachiller en el Instituto de aquella ciudad. Seguidamente ingresó en la Escuela de Capataces de Minas, de Mieres, en la que obtuvo el título de facultativo de Minas, Hornos y Máquinas.

Poco tiempo después, por mediación del director de dicha escuela, don Jerónimo Ibrán, obtuvo el cargo de director de unas minas en Cebú (Filipinas), al frente de los cuales permaneció unos dos años.

Sus aficiones literarias, como poeta y prosista, ya ensayadas con acierto en periódicos mierenses, culminaron entonces en la publicación de un folleto (número I) sobre cuestiones de su especialidad profesional.

De paso en Madrid, a su regreso de Filipinas, le sucedió un pequeño episodio que merece recuerdo. Entró Álvarez Robles en la antigua librería de Fernando Fe, y estaba adquiriendo algunos libros de poesía clásica y moderna, cuando vió a un señor en los albores de la ancianidad, a quien aquél tomó por dueño del establecimiento por encontrarle sentado a la parte de allá del mostrador. Al interesarse éste por los gustos literarios del parroquiano y saber que escribía versos, entró en deseos de conocer alguna muestra, por lo que Álvarez Robles le entregó un ejemplar de La Voz del Pueblo, de Mieres, que publicaba una poesía suya. Una vez leída, el interpelante tomó uno de los libros adquiridos por el cliente, que era El Vértigo, de Gaspar Núñez de Arce, y escribió en la anteportada. “Al joven Joaquín Álvarez Robles dedica esta obra el autor.” La impresión recibida por Robles fue anonadante. Advertido de ello aquel famoso poeta, le trató amablemen­te, prodigándole frases alentadoras.

Nuevamente en la villa natal Álvarez Robles, ya permaneció en ella el resto de su vida, dedicado a negocios y alternando estas ocupaciones con el cultivo de las letras en periódicos locales, como el ya citado, El Cañonazo y otros, y algunos provinciales. Era firma principalísima en los álbumes literario-anunciadores de los festejos veraniegos, uno de los cuales, el correspondiente a 1925, contiene una composición poética suya intitulada Olimpíada de la fruta, especie de apólogo, bellísimo de forma y de pensamiento, en el que cada fruta está personificada con sus peculiares cualidades.

Cultivó también la prosa amena, de lo que dejó una muestra admirable en la novela reseñada con el número II.

Fallecido en la villa natal el I de enero de 1931. 

Obras publicadas en volumen: 

  1. —Estudio geológico y Topografía de la isla de Cebú. (Manila, s. a. Folleto.) 
  2. —Episodios mineros o La odisea de un capataz. (Madrid, 1918; novela, con ilustraciones de Francisco Fernández Montes.)