Pintor contemporáneo, sobrino del reseñado a continuación. Hijo de don Ignacio Álvarez Sala, oficial de la Secretaría del Instituto de Jovellanos, y doña Ignacia Álvarez Sala, prima suya. Nacido en Gijón el 13 de junio de 1903.
Huérfano de padre a los cinco años, estuvo siempre al amparo de su tío don Ventura, lo que le permitió cursar estudios de bachillerato en el Instituto de Gijón. Desde niño, influido por la actividad artística del tío, sintió una gran vocación por la pintura, y a la vez que estudiaba la segunda enseñanza, recibía de aquél lecciones de dibujo, que supo aprovechar con buenas aptitudes.
La devastadora peste de gripe de 1919 le dejó en el término de una semana del mes de marzo en el mayor desamparo, sin los cuidados de la madre ni la protección del tío, ambos fallecidos víctimas de ese azote. A compensarle de los estragos de esta tragedia, que le dejaba sin concluir los estudios de bachillerato y los de arte, acudió el Ayuntamiento de Gijón, que le concedió una beca para que se marchara a Madrid a terminar su carrera artística. Trasladado a esa capital en noviembre del citado año, se examinó de la única asignatura que le faltaba por aprobar para hacerse bachiller. No le fué tan fácil el encauzamiento de su vocación artística, que ya consideraba fundamento de su porvenir. No obstante su sólida preparación de dibujante, fué suspendido cinco veces en el ingreso a la Academia de Bellas Artes en ejercicios de dibujo con modelos en yeso. No debió presidir un estricto principio de justicia, según su propia opinión, a calificarle así porque, oyente en la clase de Ropajes, a cargo del pintor Romero de Torres, creyéndole éste alumno oficial, le tenía por uno de sus mejores discípulos, hasta que supo, con sorpresa, que había sido suspendido.
En los primeros tiempos de su residencia en Madrid, fué discípulo de Fernando Pallarés en la escuela de Artes y Oficios y asiduo concurrente al Museo de Reproducciones Artísticas, donde practicó el dibujo con aquella abundancia de modelos en escayola. Fué también discípulo en colorido de Álvarez Sotomayor.
No obstante las muestras de sus progresos pictóricos enviadas al Ayuntamiento de Gijón, que le protegía en homenaje a su tío, y el éxito de su concurrencia a la exposición regional celebrada en la Escuela de Comercio en 1923, al año siguiente cae bajo el peso de una medida de carácter general de la Dictadura implantada por el general Primo de Rivera, que consistió en la supresión, de orden del delegado gubernativo, de todas las pensiones oficiales.
Había comenzado a darse a conocer en Madrid como concurrente a los Salones de Otoño: en 1923, con tres cuadros, dos de ellos apuntes del muelle de Gijón, y en 1924, con un retrato y dos paisajes urbanos madrileños. Pero falto de medios económicos para sostenerse en la ruta emprendida, regresó a la villa natal. Una exposición de sus obras celebrada entonces en el Club de Regatas no le resuelve el problema planteado. Se puede decir que vino a resolvérselo la incorporación al ejército, por edad reglamentaria, poco después. Hizo en el mismo Gijón el servicio de las armas, con un intervalo de tres meses que pasó en Marruecos, uno en operaciones y dos enfermo en el Hospital Militar de Ceuta.
Al cumplir la mayoría de edad se emancipa de su hermano, que ejercía la tutoría, y poco después se establece en Gijón con estudio propio (1927), y algo más tarde (1930), con hogar propio, casado con la señorita Dolores Rodríguez.
En el citado año 1927 abre en Oviedo una exposición con algunas obras heredadas de su tío y otras de su producción propia, que obtiene mayor éxito de crítica que crematístico. En el verano del mismo año celebra en el Instituto de Jovellanos otra exposición con treinta cuadros suyos y consigue el buscado éxito económico. Al año siguiente expone en las Galerías Layetanas de Barcelona obras del tío y suyas, y consigue vender todas éstas, más accesibles al comprador modesto. Dos exposiciones más célebres en 1929, en el Ateneo de Santander y en la Biblioteca Popular de Torrelavega, en esa provincia.
Establecido de nuevo en Gijón, su problema económico vuelve a presentarse con los caracteres ya conocidos, y determina acudir a unas oposiciones para auxiliares del Ministerio de Agricultura, y se traslada a Madrid con la esposa y un hijo, sin otros fundamentos para el porvenir que dos billetes del tren y uno de cincuenta pesetas. Actualmente (1934) reside en Madrid en abierta y admirable lucha por la vida.