Abogado, político y escritor contemporáneo, hijo de don Ramón de esos apellidos y doña Concepción Troncoso Suárez. Nacido en Avilés el 29 de noviembre de 1870.
De niño se trasladó a Oviedo con su familia. En esta ciudad ha residido la mayor parte del tiempo y en ella estudió la carrera de leyes hasta licenciarse en Derecho con nota de sobresaliente en octubre de 1891.
Hechas las prácticas de abogado para ejercer esta profesión, abrió bufete en Oviedo en 1895; bufete que sostuvo con renombre creciente por espacio de unos ocho años.
De esta última década del siglo XIX datan sus ejercicios de escritor en la prensa local, con pluma más combativa que literaria, respondiendo a su temperamento de luchador. También por entonces, y como consecuencia de eso, comenzó a militar en política en el campo liberal. Del escritor merecen recuerdo sus artículos de El Liberal Asturiano con el seudónimo de Trenzadillo, y del político actuante, sus campañas y propagandas oratorias, en las que sabia convencer con el gracejo y la simpatía cuando no podía lograrlo con la firmeza de los argumentos.
Durante esta primera época de su ejercicio de abogado en Oviedo desempeño aquí diversos cargos, entre ellos el de secretario letrado del Banco Asturiano de Industria y Comercio en 1900. En este mismo año, mes de abril, contrajo matrimonio con doña Belén Montes Secades.
Tres años más tarde (1903) trasladó a Madrid su residencia, deseoso de más amplio campo para el desarrollo de sus aspiraciones. Las resonancias de su fama de abogado en Asturias le dieron en Madrid facilidades para acreditar aquí su bufete, crédito que supo robustecer con el acierto en la Intervención de algunos asuntos. En Madrid, como en Asturias, la política atraía acaso lo mejor de su vocación, con la pluma en periódicos asturianos y madrileños y la palabra en campañas de propaganda, labor coronada con la elección de diputado a Cortes en 1906 Por Ocaña (Toledo), aunque, debido al cambio de Gobierno y nueva convocatoria a elecciones, no llegó a posesionarse del acta de diputado.
Por entonces abandona el campo liberal, donde militaba, para enrolarse a las fuerzas conservadoras, por estimar esta política más acorde con sus ideas y aspiraciones. Como conservador, fue electo diputado por el distrito asturiano de Belmonte, al que representó en el Parlamento desde 1907 a 1910. Desde este último año, a excepción de dos elecciones en que, derrotado la primera, fué senador por Asturias, tuvo representación en el Congreso de los Diputados por los distritos de Oviedo y Villaviciosa seguidamente, hasta el advenimiento de la Dictadura establecida por el general Primo de Rivera en 1923.
Desde 1914, a la vez que ocupaba el cargo representativo de diputado o senador, desempeñó altos destinos oficiales. Fué director general de Comercio, Industria y Trabajo: de lo Contencioso del Estado (1915); miembro de la Junta Central de Subsistencias (diciembre de 1916); comisario regio de Pósitos (junio de 1917) director general de Comunicaciones (1919), cargo que dimitió a los seis meses de nombrado para volver a ocuparlo al año siguiente, y subsecretario de Fomento (1921), si bien no Ilegó a tomar posesión de este cargo.
En el Parlamento tuvo brillantes actuaciones, distinguiéndose como orador y técnico sobre cuestiones político-económicas, particularmente en las que afectaban a los intereses asturianos. Y en el desempeño de los cargos antes aludidos le fueron señalados algunos aciertos dentro de la política conservadora por él seguida. Acaso descuella en esa labor tan varia su actuación de presidente (1915) de la comisión española que intervino en la discusión del Tratado de Comercio con Italia, que le valió la Gran Cruz de la Corona de ese país concedida por el rey Víctor Manuel III.
De su asturianismo en Madrid, ya indicado como político, vale también como testimonio que haya sido en 1914 vicepresidente del Centro Asturiano.
Sus campañas políticas en Asturias, sobre todo a partir de su cambio de terreno en esta lucha, le valieron no menos adversarios que adeptos, por lo que ha sido uno de los políticos regionales más discutidos, particularmente por las fuerzas liberales, republicanas y socialistas, por él combatidas con denuedo por escrito y de palabra.
Desde luego, lo que no puede negársele a Alas Pumariño es que haya estado siempre al servicio y defensa de los intereses asturianos, aunque se le tache de excesiva parcialidad política, cosa que entre políticos suele ser lo corriente, tengan el matiz que tuvieren. De esa actuación asturianista vale como prueba afirmativa la campaña que sostuvo en torno al regionalismo asturiano, recogida luego por él en el único volumen que ha publicado.
Durante los años de la Dictadura (1923-30), ya trasladados nuevamente a Oviedo domicilio y bufete, pudo proseguir sus actividades políticas, por su carácter de conservador, y fué miembro de la Asamblea Nacional con que el general Primo de Rivera sustituyó al Congreso de los Diputados. Pero su labor entonces más importante (1927 y 28) corresponde al cargo de presidente de la Diputación provincial, desde el que atendió preferentemente a los problemas ganaderos y forestales y las obras públicas. Fué también promotor en Oviedo del Hospital-Manicomio y la Casa de Caridad.
La mayor parte de su labor periodística de esta época la recogió el diario ovetense La Voz de Asturias, del que uno de sus principales gestores, y en el que ha solido firmar con el seudónimo de Ali-Bey.
La instauración del régimen republicano (1931) en la vida política española ha venido a desplazar a Alas Pumariño de ella. Ha de anotarse como su principal actividad posteriormente la presentación de su candidatura por los elementos conservadores regionales en coalición, como vocal para el Tribunal de Garantías Constitucionales (1933), y de cuya elección salió derrotado.
En los últimos años tuvo a su cargo la Gerencia del Banco Asturiano de Industria y Comercio, con domicilio en uno de los pisos del edificio ocupado por esa institución. Al ser asaltado ésta por los insurgentes cuando la revolución de octubre de 1934, e incendiado el edificio, Alas Pumariño perdió en el incendio cuanto poseía en su hogar, numerosas obras de arte y una rica biblioteca, entre otras cosas.
Además, fué hecho prisionero de los revolucionarios y permaneció en esa situación durante varios días, maltratado y bajo amenaza constante de ser pasado por las armas.
Como consecuencia de las grandes amarguras sufridas entonces, quedó gravemente resentida su salud y dejó de existir el 4 de julio de 1935.
Viudo desde 1922, contrajo matrimonio en 1931 con la señorita avilesina, residente en Oviedo, Amparo G. Duarte, hija del famoso fotógrafo de este apellido.
Obras publicadas en volumen:
I.—Verdadero regionalismo asturiano. (Oviedo, 1918.)
Referencias biográficas:
Anónimo—Don Nicanor de las Alas Pumariño. (En El Carbayón, Oviedo, 5 de julio de 1935; necrológica }