ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALONSO (Fr. Enrique)

Religioso de la Orden de Predicadores, contemporáneo, profesor y publicista. Hijo de modestos labradores, don Fernando de ese apellido y doña María Valle, nació en Santa Eulalia de Manzaneda (Oviedo) el 10 de octubre de 1882.

Despertada en él una gran inclinación al estudio durante los años de escolar, estudió después latinidad con el famoso preceptor y cura de Manzaneda don Gregorio Rodríguez con mucho aprovechamiento. Al lado de este sacerdote se fortaleció su vocación por la vida religiosa, y fue admitido en el noviciado de la Orden de Santo Domingo, establecido en Corias (Cangas del Narcea). Transcurridas las pruebas reglamentarias y hecha la profesión de votos, comenzó (1900) en ese convento-colegio de San Juan Bautista los estudios eclesiásticos, hasta concluir los denominados Filosofía en 1904. Pasó luego al Convento de San Esteban, de Salamanca, donde cursó (1904-1909) los de Teología y recibió las órdenes sacerdotales.

A esta época corresponde su iniciación como escritor en la revista Ideales, dedicada especialmente a ejercicios literarios de los jóvenes dominicos.

No conformándole los estudios oficiales en su apetencia de saber, atendió a su formación intelectual con el más variado conocimiento científico hasta poseer una cultura enciclopédica, a la vez que la perfeccionaba con la lectura de los mejores literatos, clásicos y modernos.

Desde concluida la carrera, ha venido dedicado lo más del tiempo a profesor en los Colegios de la Orden. Comenzó siéndolo en el Colegio-Seminario de Vergara (1909-1914), donde, a la vez, fué desde 1910 uno de los más asiduos colaboradores de la revista El Santísimo Rosario. también en Oviedo (1916-20) estuvo dedicado a la enseñanza en el convento de Santo Domingo, y fué allí uno de los redactores (1918-19) del semanario satírico …Y Vamos Tirando, en el que ha empleado el seudónimo de El Secretario del Diablo Cojuelo.

Destinado en 1920 por sus superiores a las Misiones de Méjico, aquí culminaron sus actividades de propaganda religiosa y social. Su residencia habitual estuvo en Chihuahua, dedicado a la enseñanza y a las prácticas religiosas, y allí desempeñó, durante los dos últimos años de su permanencia en Méjico (1924-26), el cargo de superior de la Orden. Tal vez el mayor esfuerzo intelectual lo dedicó a trabajos de propaganda y organización frente a un medio poco favorable al catolicismo. Sus artículos periodísticos y conferencias en teatros y otros locales se sucedieron ininterrumpidamente. En septiembre de 1921 fundó en Chihuahua, con dos amigos, el semanario titulado El Defensor del Obrero, que tuvo un año de vida, y al que sucedió El Combate, del que sólo fue colaborador. Algo más tarde, el centro local de los Caballeros de Colón fundó otra revista, Pro Patria, en la cual continuó el P. Alonso sus campañas con gran intensidad.

Principal fruto de esas campañas fué que se constituyeran numerosas organizaciones obreras, que llegaron a formar la Federación de Sindicatos Libres del Norte, con ramificaciones a otros estados limítrofes al de Chihuahua.

Por efecto del renombre y prestigio alcanzados por Fr. Enrique, mereció consideraciones extraordinarias de los gobernantes del país, tales como el haber sido designado uno de los seis socios fundadores de la Sociedad de Estudios Históricos creada en Chihuahua (1923) por iniciativa del ministro de Instrucción pública, y que al celebrarse el centenario de Chihuahua como estado autónomo (1924) se le encomendara uno de los dos discursos de la gran velada que figuró entre los festejos, discurso que le valió grandes y muy significadas felicitaciones de los elementos oficiales, del Cuerpo Consular y de toda la prensa de la República.

Como consecuencia de haber sido puesto en vigor un precepto constitucional que limitaba y nacionalizaba el culto católico (1926), los sacerdotes y frailes se encontraron en una delicada situación de perseguidos, y el P. Alonso tuvo que cesar en sus actividades de propagandista. Entonces, durante los pocos meses que le restaron de permanencia en Méjico, se dedicó especialmente a estudiar en todos sus aspectos el desarrollo de ese movimiento antirreligioso. Fruto de tal estudio fué un documentado volumen, que dejó inédito a su regreso a España, en septiembre de 1926, y que publicó un editor amigo (número I) bajo el nombre de Alfonso Enríquez Vallace, arreglo del nombre y los dos apellidos de Fr. Enrique Alonso Valle. Dicha obra fué muy comentada con elogio, por considerársela de valor histórico sobre el aspecto religioso de la población mejicana.

Repatriado, volvió a desempeñar el cargo de profesor del Colegio-Seminario de Vergara hasta 1931, ocupando a la vez los de rector hasta el año 29 y de director de la revista El Santísimo Rosario después. En esta publicación, entonces, insertó numerosos trabajos sin firma o firmados con diversas combinaciones de sus iniciales. Además de los seudónimos indicados, ha empleado otros muchos, casi todos eventuales y con mayor continuidad los de A. V. Rodríguez y Molinar.

Su residencia actual (1934) la tiene en el convento de Santo Domingo, de Oviedo.

Obras publicadas en volumen:

I.—El conflicto religioso en México: Sus factores y su desarrollo. (San Antonio, Texas, 1928.)