ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ AMANDI (Justo).

Uno de los escritores de más respetable memoria entre los que brillaron en la segunda mitad del siglo XIX. De varia y sólida cultura, especialmente en materias de historia, arqueología y arte, su pluma galana ilustraba siempre los temas que desenvolvía, dentro de sus arraigadas convicciones religiosas. Su condiscípulo, amigo y compañero en el periodismo, don Ramón Pérez Santa Marina. Nos dice de él: “Como ferviente católico, escribió siempre aprovechando la oportunidad para difundir las buenas doctrinas cristianas; y en su vida, así pública como privada, fue espejo y ejemplo de ciudadanos.”

Nació Justo Álvarez Amandi en Oviedo, e! 28 de mayo de 1839, hijo de don Nicasio Álvarez Corzo, oficial primero en la secretaría de la universidad, y doña Josefa Amandi de la Huelga. De esa universidad fué Álvarez Amandi uno de los discípulos más aventajados de su tiempo. Comenzó a estudiar en ella el bachillerato (1849) y, aprobado los dos primeros cursos, se trasladó al seminario para incorporarse nuevamente en 1854 a la universidad, donde fue graduado de bachiller en artes al año siguiente, el 5 de noviembre. Siguió luego la carrera de Leyes, siempre con aplicación y calificaciones elevadas, hasta graduarse de licenciado en Derecho Civil y Canónico, con nota de sobresaliente, el 23 de junio de 1861. Años más tarde, ya profesor en Tapia, obtuvo el grado de doctor el 26 de junio de 1872.

Al mismo tiempo cursó las asignaturas de la Facultad de Filosofía y Letras hasta doctorarse. En esta facultad y todavía estudiante, comenzó a ejercer de profesor en noviembre de 1858, por designación del rector de la universidad, de las cátedras de Literatura Latina y Literatura Castellana, por una breve temporada, hasta que fueron cubiertas con sus respectivos profesores titulares. También explicó interinamente en marzo de 1859, la cátedra de Lengua Griega, y desde octubre de ese año y por espacio de un curso, las de Historia Universal y Geografía, Desempeñó luego en esa misma Facultad desde 1861 el cargo de vicesecretario y de secretario desde el 63. En diciembre de este mismo año fue nombrado profesor auxiliar de la susodicha facultad.

Desde los tiempos estudiantiles, también datan sus ejercicios de escritor, vocación que, como la de pedagogo, le acompañó ya toda la vida. Sus primeras producciones literarias aparecieron en el periódico de juventud Revista de Asturias, primera época (1858-59), y desde entonces ya no dejó de escribir para el público en la prensa ovetense afín a su ideología conservadora. En los primeros años de escritor predominaba en él mayor inclinación por los estudios jurídicos que los históricos, que luego fueron evolucionando hasta un cambio bastante radical. También en esos primeros años produjo algunas composiciones poéticas en castellano y en bable, y traducciones del latín a las dos hablas. Merece especial mención la oda de Horacio Beatus Ule al bable, recogida por Menéndez Pelayo en el apéndice del tomo I de su obra Horacio en España.

Al abrirse a la enseñanza en Tapia el Instituto fundado por don Fernando Casariego, Álvarez Armandi obtuvo por oposición la cátedra de Retórica y Poética, que explicó por espacio de unos diez años. Además de profesor, fue secretario de ese centro docente desde 1871 a 1875, y como tal, redactor de las cuatro memorias que se anotan más abajo. También en Tapia cambió su estado civil, al contraer nupcias en el año 1869 con la señorita Josefa Rodríguez Taborcias, de la que quedó viudo treinta años después, en 1899.

El 5 de junio de 1876 se le designó, mediante concurso, catedrático de Literatura Latina de la Universidad ovetense en la que se desarrollaron hasta su fallecimiento sus actividades docentes. Fue luego durante varios años, catedrático de metafísica y por último de Lógica Fundamental 1897 resultó electo decano de la facultad de Filosofía y Letras.

A esta última época de su vida corresponde la mayor y mejor parte de su producción de escritor, casi toda olvidada en las páginas de diarios y revistas, ya que lo publicado por él en volúmenes es porción insignificante al lado de lo escrito con pluma de periodista. Como tal, trató y desarrolló temas y asuntos merecedores de que no quedaran condenados a la vida efímera de los periódicos.

Ejercer funciones de periodista era una necesidad de su espíritu, cada día, como la de preparar las lecciones de la cátedra. Sus temas favoritos eran los relacionados con asuntos históricos y artísticos, particularmente, si envolvían a la vez esclarecimiento de cuestiones religiosas (números X y XII) y aun las de fundamento netamente religioso (números XI y 5). Colaboró en numerosas publicaciones, algunas impresas en Madrid, como la Ilustración Gallega y Asturiana (1879-82) y la revista Asturias, órgano del Centro Asturiano, y con mayor asiduidad en las ovetenses. De éstas figura principalísimamente en primer término El Carbayón, donde escribió diariamente por espacio de muchos años.

“En cuanto a periodista—nos dice el citado Ramón P. Santa Marina— lo fué con verdadera autoridad y a diario hasta que sus años y la casi ceguera que le afligía le impidieron llegar cotidianamente a El Carbayón, en cuyo periódico y sin firma o firmando con algún seudónimo, escribió de ciencias, literatura, bellas artes, sucesos, de todo, en fin, y con notorio acierto, porque su vasta y sólida cultura general permitíale tratar los más diversos temas con perfecto conocimiento de causa. Esta su gran afición al periodismo satisfacíala en el citado diario a su sabor y gusto con verdadera maestría, lenguaje literario, claridad de conceptos y amenidad atractiva, de tal modo que todo lo suyo era leído con atención y provecho por el público.”

Muchos de sus trabajos periodísticos han aparecido sin firma y no menos firmados con diversos seudónimos, tal vez algunos de ellos de difícil o imposible identificación. Los que nosotros podemos anotar como suyos son los siguientes: Syla, Germán Álvarez, Damián Álvarez (formado el nombre Damián como anagrama del apellido Amandi de Urgel y Juan Valmaseda y Ortiz (anagrama de su nombre y apellidos).

Como galardones literarios que haya obtenido sólo hemos podido llegar al conocimiento de un premio en el Certamen nacional celebrado en El Escorial (1887) para conmemorar el XV centenario de San Agustín.

Fallecido en Oviedo el 19 de febrero de 1919, poco después de jubilado como catedrático.

Obras publicadas en volumen:

I al IV.—Memorias del Instituto de Tapia. (Oviedo, 1872 a 1875; cuatro folletos.)

V.—El martirio de Santa Eulalia de Mérida. (Oviedo, 1877; traducción en verso castellano de la obra latina de Aurelio Prudencio Clemente.)

VI.—La elocuencia forense en Roma. (Oviedo, 1878; discurso de apertura del curso universitario 1878-79).

VII. —Lecciones de Literatura Latina. (Oviedo, 1879.)

VIII.—Apuntes histórico-literarios sobre la antigua Grecia. (Madrid, 1880; folleto.)

IX.—El doctor don  José Puente Villanúa. (Madrid, 1881; biografía.)

X.—La Catedral de Oviedo: Perfiles histórico-arqueológicos. (Oviedo, 1882; trabajo reeditado en 1929; estudio publicado también el año 82 en El Carbayón, de Oviedo. con la firma de J. de Urgel.)

XI.—Días festivos de la Iglesia católica: Breve explicación de los misterios que en ellos se celebran y motivos de su mayor solemnidad. (Oviedo, 1893.)

XII. —Monumentos religiosos de Oviedo. (Oviedo, s. a.; monografía publicada también en el tomo 1 de la obra Asturias, Gijón, 1894, dirigida por Octavio Bellmunt y Fermín Canella y Secades.)

XIII.—Programa de Lógica fundamental. (Oviedo, 1910.)

Trabajos sin formar volumen:

  1. —Necrología del fundador (del Instituto de Tapia), marqués de Casariego. (Incluida en la Memoria de dicho Instituto, correspondiente al curso de 1873-74, Oviedo, 1874.)
  2. —Beatus Ule. (Traducción en bable de esta oda de Horacio, incluida en el apéndice del tomo I de la obra Horacio en España, de Menéndez y Pelayo, Madrid, 1877.)
  3. —El siglo de Calderón. (En Revista de Asturias, Oviedo, 25 de mayo de 1881; número extraordinario dedicado al Centenario de don Pedro Calderón de la Barca.)
  4. —Los asturianos de ayer: El ilustrisimo señor don  José Francisco Uría. (En El Carbayón, Oviedo, febrero 26 y 27 de 1886, con la firma de Germán Álvarez.)
  5. —Jesús y los Evangelios. (En El Carbayón, Oviedo, marzo de 1899; varios números con el anagrama de Juan Valmaseda y Ortiz.)
  6. —Los asturianos de ayer: El presbítero don Domingo Hevia, benedictino exclaustrado. (Ídem, julio 9 al 14 de 1890.)
  7. —Tapia. (Monografía en el tomo III de la obra Asturias, Gijón, 1900. dirigida por Octavio Bellmunt y Fermín Canella.)