Famoso abogado y político que floreció en Oviedo en el primer cuarto del siglo XIX. Nos dice don Rafael Sarandeses que “procede de familia de abolengo en Castropol, donde se conserva la casa palacio de los Borbolla”. Sus otros apellidos son los de García de Ganar. Nacido en Méjico el 13 de agosto de 1818, según se consigna al pie de su retrato en la obra anónima Cortes Constituyentes: Galería de los representantes del pueblo. (Madrid, 1854.)
Es una de tantas personalidades de cuya vida sólo quedan desperdigados y vagos recuerdos. Nada se sabe de él, fuera de que estudió en la Universidad ovetense la carrera de Leyes, hasta que se incorpora al Colegio de Abogados de Oviedo, suceso que se anota en el año 1834, fecha en palmaria contradicción con la de nacimiento, si no es que se trata de una alteración en las dos últimas cifras. Desde entonces ejerce la abogacía con renombre y prestigio crecientes que le colocan entre los juristas de primera fila, sobre todo, como civilista, y desempeña los cargos de promotor fiscal y decano del Colegio de Abogados.
Hombre de ideas liberales y democráticas, consagra también actividades a la política, y en este terreno ofrece otro punto de referencia, de toda certeza, cual el haber sido diputado provincial por el distrito de Avilés desde 1850 al 54.
Este año de 1854 se nos presenta en su vida como un vórtice de sus actividades. Forma parte como vocal de la junta revolucionaria constituida en Oviedo bajo la presidencia de don José María Bernardo de Quirós, marqués de Camposagrado, y es elevado a jefe en la provincia del partido progresista, fundado como consecuencia de ese movimiento revolucionario. A esas actividades organizadoras y directivas une sus campañas sobre temas políticos desde El Centinela de Asturias. Como resultado de todo esto es elegido diputado a las Cortes Constituyentes (1854-56).
También en 1854 le encontramos dedicado a ejercicios más intelectuales que los del foro y la política. Entonces contribuye, unido a una pléyade de jóvenes universitarios y profesionales incipientes que dieron muchos nombres ilustres a las letras asturianas, a la fundación de una Academia Científico Literaria, mal llamada generalmente Ateneo, aunque lo haya sido en realidad. En esa Academia de no larga vida, pero sí de grato recuerdo, figuró como uno de los conferenciantes y controversistas más documentados y prestigiosos. Con motivo de una famosa polémica suscitada en ella por José Indalecio de Caso y Manuel Pedregal y Cañedo sobre el origen de la soberanía política, publicó al año siguiente (número I) un folleto, acogido con cálidas ponderaciones, en el que sostenía que la soberanía era de origen popular. A este folleto, lo único que se conoce de él publicado en volumen, contestó con otro el primero de los citados contrincantes.
Transcurre luego un veintenio en que la vida de Álvarez Borbolla, vista tres cuartos de siglo después, se sumerge nuevamente en una oscura penumbra. Siguen sus éxitos en el foro ovetense con alegatos e informes que se reputan modelos y sus colaboraciones acerca de temas políticos en los periódicos democráticos, La Joven entre ellos. En 1866 le encontramos nuevamente investido de diputado provincial, esta al que poco más tarde (1868) figura entre los vocales de la Junta provincial revolucionaria presidida por don Victoriano Argüelles Coder, de cooperación y enlace al movimiento que habría de derribar del Trono a Isabel II. Entonces sale electo diputado a las Cortes Constituyentes de 1869 por la gran jurisdicción de Oviedo. Y en este acaba la información que podemos ofrecer de tan interesante personalidad.
Obras publicadas en volumen:
I.—Examen de! dogma de la soberanía del pueblo. (Oviedo, 1855; folleto.)