Hermano del anterior. Médico y publicista que gozó de merecida fama, sobre todo por sus campañas y actividades de higiene popular. Fue un gran benefactor de Oviedo en este aspecto, continuando así con visos a una tradición familiar el recuerdo que en tal sentido había dejado su padre, médico también de esa ciudad. Ejemplo de honradez profesional, asociada a una conducta auténticamente democrática y un espíritu profundamente humano.
Arturo Álvarez Buylla nació en Oviedo el 2 de junio de 1852. Estudió con aplicación la segunda enseñanza en la ciudad natal, y pasó luego a cursar la carrera de Medicina a Madrid. Fue en la Facultad de San Carlos estudiante distinguido entre los de su promoción. Recibió la investidura de licenciado en Medicina y Cirugía en diciembre de 1873, y la de doctor, al año siguiente.
Ya facultado para el ejercicio de la carrera, pasó a Oviedo, donde fué auxiliar del médico decano del Hospital Provincial. Al mismo tiempo, siguió los estudios de Leyes en la correspondiente Facultad de la Universidad ovetense, hasta obtener la licenciatura en Derecho Civil y Canónico.
En el año 1877 ingresó en el cuerpo, al servicio del Estado, de médicos directores de Baños, y en mayo fué destinado a los de San Vicens (Lérida), de donde pasó por traslado, a los de Salinas de Rosío (Burgos). En octubre del año siguiente se le destinó a dirigir los de Torres (partido judicial de Alcalá de Henares), que regentó por espacio de más de cuatro años, si bien sirvió en comisión durante la primera temporada de aguas (1879) los de Arechavaleta (Guipúzcoa).
El desempeño de estos destinos no le desvinculó de la ciudad natal, por la que sentía una viva nostalgia y a la que regresaba cuantas veces se lo consentían sus ocupaciones. Pasaba también largas temporadas en Madrid, donde mantenía vínculos profesionales y afectivos. En Madrid contrajo matrimonio, en junio de 1880, con la señorita María de la Concepción Godino, de la que habría de quedar viudo un cuarto de siglo después (1905). Y en Madrid desarrollaba actividades intelectuales relacionadas con su profesión, como miembro distinguido que era de la Sociedad Española de Higiene, la Sociedad Española de Hidrología Médica y otras entidades, y como colaborador de algunas publicaciones profesionales. Pero también tomaba participación, simultáneamente, en toda iniciativa de carácter cultural o benéfico que se desarrollara en Oviedo. Colaboraba en los periódicos locales, entre ellos, la Revista de Asturias, segunda época (1878-83), y El Carbayón, en sus primeros años de carácter literario, sobre temas de vulgarización sanitaria, que solía firmar con el seudónimo de Doctor Serio. también acudió a la modalidad de conferenciante sobre estas materias, mereciendo especial recuerdo su cursillo sobre medicina legal, el año 1881, en la Academia de Jurisprudencia, organismo patrocinado por la Universidad.
De los Baños de Torres pasó, también como médico director, a los de La Hermida (Santander), el 24 de febrero de 1883. Estuvo al frente de estas termas por espacio de ocho años, contento de su proximidad a Asturias.
Los Baños de La Hermida ganaron, bajo su acertada dirección, un gran renombre, al que contribuyó con algunos progresos introducidos en ellos y con la divulgación de las virtudes curativas de las aguas, como publicista, en periódicos, congresos y las memorias anuales reglamentarias, una de las cuales (número I) alcanzó la publicidad, quedando otras varias inéditas, como puede verse en el lugar correspondiente del presente estudio. De su paso por La Hermida ha dejado uno de sus recuerdos más perdurables.
En febrero de 1891 fué destinado a la dirección del balneario de Gaviria (Guipúzcoa); en marzo del 93, a la de El Molar (Madrid); en febrero del 95, a la de Ormaiztegui (Guipúzcoa), que permutó por la de Beyures de Nava (Asturias), al frente de cuya dirección estuvo varios años.
De su competencia como médico director de baños, baste decir que sus memorias anuales han merecido premios del Consejo de Sanidad. En cuanto a la conducta, no se limitó nunca a ser el funcionario cumplidor de su deber, sino que la realzaba al plano de una condescendencia y generosidad con los enfermos, propias del médico que sabe hacer sacerdocio de la profesión.
Todo el tiempo que le consentían las temporadas de baños tenía su residencia en Oviedo, centro de sus entusiastas actividades en favor del progreso social. Ejercía la medicina con crédito y fama que se extendían a toda la región y aún trasponían sus demarcaciones, a la vez que contaba con grandes consideraciones por su saber en los círculos científicos nacionales. Lo mejor de su espíritu estaba siempre de parte de los enfermos humildes y desamparados, con los que el deber profesional adquiría caracteres de verdadero apostolado, por su generosidad y desprendimiento. En la cárcel y en el Hospital Provincial, de los que fué médico titular, fué médico y protector de los que, además de enfermos, se encontraban en situación desgraciada y calamitosa.
El mejoramiento de las condiciones de vida del obrero fué una de sus más constantes y hermosas preocupaciones. Toda iniciativa en este sentido, cuando no era propia, tenía en él férvida acogida. Con la pluma y la palabra sostuvo larga y fructífera campaña de higiene popular, especialmente para combatir el alcoholismo y la tuberculosis. Además de sus copiosas colaboraciones en la prensa local, quedan de estas actividades dos bellos ejemplos en un discurso de reparto de premios en la Escuela de Artes y Oficios (número III) y en el folleto que lleva el número IV de orden en su producción bibliográfica. Se cita otro con el título de El alcoholismo en Asturias, que no hemos llegado a conocer. Pero no quedaron en pura teoría esas campañas, sino que, a la divulgación de los males y remedios, acompañó la acción en cuanto sus medios y ascendiente social se lo consentía. Fundó la Tienda Asilo con reparto anual de unas cuatro mil raciones de comida, cooperó con el más decidido entusiasmo a la fundación y sostenimiento de la Asociación Ovetense de Caridad, y, sobre todo, culminó este esfuerzo de amor a prójimo en la fundación y dirección, desde 1906, del Dispensario Antituberculoso, el primer establecimiento de esta índole fundado en España.
Su labor intelectual casi ha respondido íntegramente a esta idea en el sentimiento de propulsar el adelanto de las condiciones de vida en las clases humildes y atraer hacia ellas la protección de los que por su ilustración y riqueza podían hacerlo. Cuenta entre las excepciones de esas actividades intelectuales la obra Elementos de Hidrología médica (número II), que tuvo muchos años de texto en la Facultad de Medicina de Madrid. Casi todo lo demás responde a aquel fin: sus ejercicios de profesor en la Universidad con una cátedra particular de Medicina Legal y Antropología; sus actuaciones de conferenciante en los Centros culturales y benéficos de Oviedo, entre las que merecen especial mención una muy elogiada conferencia en la Universidad sobre el tema Técnica de la Medicina legal y la valiosa cooperación a las campañas de cultura popular de la Extensión Universitaria; sus aportaciones a los Congresos Antituberculosos celebrados en Zaragoza y Barcelona, en los cuales presidió la Sección de Higiene Social, y la fundación (1906) y dirección de la Revista Popular de Higiene, de reparto gratuito, dedicada a la vulgarización de conocimientos de higiene y sanidad.
La colectividad profesional de la región también tuvo en él un elemento entusiasta. Desempeñó con acierto los cargos de presidente del Colegio Médico Asturiano y de vicepresidente de la Asociación Médico-Farmacéutica Asturiana, de cuyo Boletín fue director. Y aun prestó aportaciones a entidades ajenas a la profesión, requerido tanto por su saber y honorabilidad como por las condiciones de su carácter comunicativo y bondadoso. En los años últimos de su vida fue presidente de la Cámara de la Propiedad y secretario de la Sociedad Económica de Amigos del País.
También, aunque sin apetencia de medro ni de mando, consagró a la política algún tiempo, como republicano, credo tradicional en la familia Álvarez Buylla. Fue concejal del Ayuntamiento y últimamente diputado provincial por Oviedo, desde 1909, en dos elecciones consecutivas hasta su fallecimiento.
Además de diputado provincial desempeñaba otros de los mencionados cargos y el de médico director de las aguas de Solares (Santander) cuando rindió su tributo de mortales en la ciudad natal el 11 de diciembre de 1912.
Como labor suya de escritor se le atribuyen varios tomos de un Diccionario de Medicina Legal, que estimamos atribución equivocada, si bien parece que tuvo el propósito de acometer esa obra en colaboración con otros médicos.
Aunque modestamente, Oviedo ha rendido a don Arturo Álvarez Buylla un homenaje: la rotulación con su nombre de una calle. Recientemente, en el otoño de 1933, al celebrarse el XX aniversario de la fundación de La Gota de Leche, se aprovechó el motivo para rendirle un cariñoso recuerdo como instaurador en Oviedo del primer dispensario antituberculoso de España.
Obras publicadas en volumen:
- —Ensayo monográfico de las aguas cloruro-sódicas de las termas de La Hermida, provincia de Santander. (Madrid, 1884; folleto.)
- —Elementos de Hidrología médica, escritos con arreglo a las investigaciones más recientes, para que puedan servir de texto en las Facultades de Medicina y para uso de los prácticos. (Oviedo, 1887; en colaboración con don Enrique Doz y Gómez; obra premiada con medalla de plata en la Exposición Universal de Barcelona de 1888; de texto muchos años en la Facultad de Medicina de Madrid.)
- —Higiene del obrero. (Oviedo, 1888; discurso en la sesión de reparto de premios de de Artes y Oficios de ese año.)
- —El alcoholismo y la tuberculosis. (Oviedo, 1901; folleto.)
Trabajos sin formar volumen:
- —El corazón y las aguas minerales. (En Anales de la Sociedad Española de Hidrología Médica. Madrid, abril 15 de 1882.)
- —Teoría de las circunstancias atenuantes y eximentes de responsabilidad criminal según el Código español: ¿Cabe alguna importante modificación en vista de los nuevos estudios frenopáticos? (En la Revista General de Legislación y jurisprudencia, Madrid, 1885, tomo LXVII; Memoria escrita para el certamen de la Academia de Jurisprudencia de Oviedo, que no pudo celebrarse por haber sido disuelto ese organismo.)
- —Notas para la historia clínica de nuestras termas: Las artritis-fungosas y las aguas de La Hermida. (Memoria incluida en las Actas del Congreso Hidrológico Nacional.)
- —Enfermedad cerebral de Don Quijote. (En la revista Nuestro Tiempo, Madrid, julio de 1905.)
- —Cuestiones de higiene social. (En el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, Madrid, 1906, números 558 y 559; conferencia de colaboración en la Extensión Universitaria de Oviedo.)
- —Prólogo de Neurosis, psiconeurosis y neurastenia, de F. Raymond, traducción de Gerardo Aza (1908).
Obras inéditas:
—Memoria anual de las aguas minero-medicinales de Argentona. (MS. fechado en 1877, de dos hojas; en el Archivo del Ministerio de la Gobernación.)
—Memoria de Arechavaleta. (MS. de 15 hojas, fechado en 1879; en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de Madrid.)
—Memoria anual de los baños y aguas minero-medicinales de La Hermida. (MS. de 16 hojas, fechado en Oviedo a 1 de diciembre de 1883; en la Facultad de Medicina de Madrid,)
—Memoria anual: Aguas cloruro-sódicas de las termas de La Hermida. (MS. de 21 hojas, fechado en diciembre 28 de 1886; en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de Madrid.)
—Termas de La Hermida, provincia de Santander: Memoria anual de 1890. (MS. de 14 hojas, fechado en Oviedo a 25 de noviembre de 1890.)