ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ (Celestino)

Escritor contemporáneo, residente desde la adolescencia en Cuba, actualmente director en la Habana de la revista El Progreso de Asturias. Nacido en Villanueva (Boal) el 11 de agosto de 1881. Su padre, don Francisco Álvarez Pérez, era cochero particular en Madrid, y aquí se casó con doña Manuela González Pardo, gallega de origen y viuda, que trabajaba en la misma casa que él; trasladado el matrimonio a la citada localidad, que era el lugar del nacimiento de don Francisco, en ella nació Celestino a los pocos meses.

Hizo los estudios de la instrucción elemental con tanto aprovechamiento que a los siete años servía de secretario a los vecinos analfabetos para escribir las cartas a familiares ausentes.

“Mi vocación en los años de colegial – nos ha dicho él mismo – de poder llevarla a cabo, hubiera sido la eclesiástica. Todos le daban lo mejor de sus frutales al cura; obsequios de jamón, chorizos, etcétera, y el chocolate con que sabía que se desayunaba a diario eran alicientes propiciadores, que se reafirmaban cuando alguna vez el ama del cura me obsequiaba en días de gran solemnidad con el consabido chocolate. ¡qué diferencia entre éste, con pan de trigo, y el caldo de berzas y la borona de mi desayuno cotidiano!”

Pero al dejar la escuela, que alternaba con trabajos campesinos, se puso a aprender el oficio de carpintero. Poco después, en noviembre de 1894, emigraba a Cuba, acompañando al que era su maestro de carpintería, con ánimo de proseguir en esta entonces provincia española el aprendizaje y probar fortuna en el oficio. Tales aspiraciones estaban embellecidas y exaltadas por la fantasía de la jauja americana, derrumbada al contacto de la realidad. “Sólo tuve por maestro—ha dicho en conversación con Cándido Posada—los zarpazos que la realidad propina a todo emigrante que, huérfano de conocimientos y de casi todo lo demás, abandona el rincón natal para lanzarse a los senderos trituradores del mundo.”

La isla de Cuba comenzaba a correr entonces las vicisitudes de su guerra de Independencia, y el azar y la incertidumbre fueron los guías de sus primeros pasos en ese país. Sorteando abundantes calamidades, se vió obligado a dejar el oficio de carpintero para acogerse a cuanto pudiera proporcionarle los medios de vida, y fue aprendiz de dependiente en un comercio de víveres (la clásica bodega cubana) y después listero en un ingenio, repartidor de leche y criado en la casa de los dueños del ingenio Carbó, en la zona de Yaguajay. Con esta familia encontró un remanso a sus cuitas, por las consideraciones que le dispensó. Le atendieron en su salud, que sufrió entonces una crisis, y en su apetencia de estudio, permitiéndole hacer uso de los libros de la biblioteca particular, cuyas copiosas lecturas fueron el fundamento de su cultura.

Había despertado en él un deseo de probar fortuna en nuevo ambiente, y en septiembre de 1897 decidió trasladarse a la Habana, no sin causarle dolor dejar aquella casa donde actuaba como criado sin darse cuenta de que lo era. Pero el optimismo quedó destrozado bien pronto en la capital, porque los patronos españoles que encontró, por contraste con el cubano que había dejado, eran unos hombres rudos y déspotas aborrecibles. Fue en la Habana dependiente de víveres y luego panadero. Decidido a cobrar libertad en un medio que le asfixiaba, aceptó de un paisano y amigo el ofrecimiento de enseñarle el oficio de torcedor de cigarros puros por la noche, mientras por el día se dedicaría a vender el tabaco elaborado. Así transcurrió una buena temporada, llena de escaseces y penurias por la falta de clientela, hasta que consiguió entrar de operario en una fábrica de tabacos.

Ya encauzado como tabaquero, sintió la aspiración de ser uno de los lectores que con lecturas en alta voz distraen a los operarios que desarrollan su monótona labor. No obstante su gran vocación para la lectura, los ensayos de lector fueron deplorables. Como tenía buena voz, las otras condiciones creyó que podría adquirirlas con el estudio, y se puso a estudiar Gramática y Retórica. Pocos meses después se dejaba admirar por sus lecturas en voz alta de los mismos compañeros que se habían burlado de él apodándole Sonsonete

Desde 1902 ha venido dedicándose como lector de fábricas de tabaco sin interrupción, con crédito muy extraordinario en el oficio.

Como consecuencia de la ilustración acumulada en incesantes lecturas, ya en voz alta, bien en privado, surgió en él la vocación al cultivo de las letras y comenzó a escribir en el periódico político Regeneración. Poco después (1913) al fundarse en la Habana El Noticiero, que alcanzó corta vida, fue incorporado a su redacción, quedando a su cargo lo concerniente a informaciones sobre el movimiento obrero, aspecto de la vida poco tenido antes en consideración. En ese mismo año, al decidir el Diario de la Marina cambiar su régimen de venta exclusivamente de suscripción por el mixto de suscripción y venta en la calle, fué solicitado el concurso de Celestino Álvarez para que tuviera a su cargo una sección informativa concerniente al trabajo, que él tituló Vida Obrera, mantenida durante muchos años con creciente interés, no obstante haberla iniciado bajo la desconfianza de los patronos y también de los obreros, dada para éstos la ideología del periódico.

Desde entonces, las ocupaciones de lector a tabaqueros, de redactor del Diario de la Marina y las atenciones de su hogar, casado con doña Evarista Sieres Granda, han venido siendo siempre los tres puntales de su vida.

El gran cariño que siente por el país donde se ha formado y constituido su familia, ha convivido siempre en él con su gran devoción a la tierra de nacimiento. Esto y sus condiciones naturales de hombre bondadoso y sociable le han llevado a desplegar generosas actividades en pro del florecimiento de las sociedades asturianas establecidas en Cuba, el Centro Asturiano entre ellas. De la Sociedad Naturales del Concejo de Boal es fundador y ocupó los cargos de secretario por espacio de ocho años y de presidente durante otros dos. Entre los servicios prestados a esta Sociedad está la publicación del trabajo único en volumen Los boalenses, en enaltecimiento de los conterráneos. Sus merecimientos le han llevado a ser socio de honor de esta entidad, del Centro Asturiano y de otras sociedades asturianas.

Dirigía un Boletín quincenal como órgano de la Sociedad Naturales del Concejo de Boal, cuando en 1919 se decidió a transformarlo en una revista ilustrada asturiana, y así fue como nació El Progreso de Asturias, que continúa siendo (1934), gracias al entusiasmo y generoso esfuerzo de Celestino Álvarez, el órgano de la colonia asturiana en Cuba y un gran baluarte aquí en la defensa de los intereses morales y materiales de la región.

Obras publicadas en volumen:

I.—Los boalenses: Esbozos de su obra cultural, desde Cuba. (Habana, 1919; con prólogo de Eva Canel.)

Referencias biográficas:

Posada (Cándido). — Valores asturianos de Cuba: Don Celestino Álvarez González. (En el folleto Asturias en Cuba: Entrevistas, Habana, 1931.)