ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ CELLERUELO (Pedro)

Catedrático y magistrado nacido en La Carrera (Siero) en el año 1782. Estudió Leyes en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Oviedo, obteniendo los grados académicos por este orden: bachiller en Derecho Civil y Canónico, en 1801; bachiller en Cánones, en 1804; licenciado y doctor en esta última disciplina, en julio y octubre de 1805, respectivamente.

Formó luego parte del claustro de profesores de la misma Universidad desde 1806, con la cátedra de Regencia de Leyes a su cargo, hasta que fué cerrada esa escuela a consecuencia de la invasión francesa de 1808.

Al constituirse en este año la Junta General del Principado con carácter de Suprema y Soberana, para sostener el alzamiento general contra las huestes napoleónicas, don Pedro Álvarez Celleruelo y Orviz figuró como miembro de ella, y de ella recibió la comisión especial de pasar a León y gestionar y provocar en ese reino el alzamiento contra Napoleón, a imitación de Asturias.

Enardecido por la patriótica belicosidad predominante, se alistó en el Ejército. Fué admitido con el grado de capitán y destinado al regimiento de granaderos de Fernando VII en julio de 1808, y en agosto del año siguiente era ascendido a coronel. Según su expediente personal de opositor a cátedras de la Universidad ovetense, estuvo “en veintidós acciones de guerra, y, tanto en ellas como en las avanzadas, guardias y demás servicios arriesgados, manifestó siempre su grande espíritu, su valor y disposición para el mando”. En la retirada de Colloto, en febrero de 1810, resultó herido y cayó prisionero de los franceses. Volvió a caer prisionero en Orado en el mes de septiembre. En ambas ocasiones consiguió fugarse y regresar junto a los suyos. “Con ciento treinta hombres—se anota en el citado expediente—batió y desalojó de Avilés a la guarnición francesa, que constaba de cien hombres, apresando en su ría, a beneficio de la Real Hacienda, cuatro barcos cargados de cacao, azúcar y cobre, por valor de dos millones y medio de reales, dirigiéndolos a puerto seguro con la correspondiente escolta”.

En 1811 pasó a Andalucía como capitán de granaderos del regimiento de Ciudad Real, en el que permaneció hasta agosto de 1813. Quebrantada entonces su salud, obtuvo el retiro del servicio de las armas.

Algún tiempo después de concluida la guerra de independencia contra los franceses y de instaurado nuevamente el régimen absolutista por Fernando VIl, volvió (1816) al Claustro universitario como profesor de la cátedra vacante de Vísperas de Leyes. También entonces fué recibido de abogado por el colegio ovetense. Desempeñaba además el cargo de regidor perpetuo de Siero y su concejo.

En la Junta General del Principado, reunida en 1818, tuvo representación como sustituto de don Tomás González Pola por el concejo de Carreño, y resultó electo diputado para el trienio de 1818-20 por el distrito de Avilés.

Hombre de ideas liberales, con la aclimatación del liberalismo de entonces, figuraba entre los descontentos del duro absolutismo impuesto por Fernando VII iniciado el movimiento revolucionario constitucionalista por el general Riego en Las Cabezas de San Juan, enero de 1820, figuró en Oviedo entre los simpatizantes y cooperadores de esa insurrección. Al instituirse la Junta Revolucionaria, en febrero de ese año, para secundarla, fue nombrado vocal. Seguidamente, al crearse el famoso Batallón de Literarios, reclutado entre la población universitaria para cooperar al triunfo de ese movimiento, se le nombró coronel de dichas fuerzas.

Triunfante de nuevo la reacción borbónica, fué perseguido en proceso abierto por la Audiencia de Oviedo contra profesores y estudiantes, miembros de ese cuerpo armado, y condenado él a pena de muerte. Como ésta no ha sido ejecutada, suponemos que haya permanecido en rebeldía y culto hasta el indulto promulgado en 1828.

Del resto de su vida, pocas noticias hemos podido acopiar en nuestras tareas de investigación. Fué ministro decano de la Audiencia de Oviedo, y al crearse en dicha ciudad la Academia Científica y Literaria, más conocida por Ateneo, en 1854, fué electo presidente de ella, a pesar de estar constituida en su mayor y mejor parte por jóvenes que comenzaban a brillar en las letras y las profesiones liberales, lo que prueba seje tema en gran consideración intelectual por ellos, no obstante sus setenta y tantos años de edad.

De sus actividades de escritor, sólo tenemos noticias de la obra anotada más abajo.

Obras publicadas en volumen:

—Discurso de apertura de la Audiencia. (Oviedo, 1844.)