ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ (Fermín)

Escritor contemporáneo residente en la Argentina. Nacido en La Carrera (Siero) el 16 de octubre de 1883, hijo de don Francisco Alvarez Roces y doña Ramona García Barredo.

Transcurrió su infancia en el pueblecillo El Berrón y localidades próximas, compartiendo con la asistencia a las escuelas públicas algunas ocupaciones callejeras. Entre éstas, al comienzo de la guerra sostenida en Cuba (1895), la introducción en esa comarca del diario ovetense El Carbayón, poco leído antes, que traía abundantes noticias acerca del desarrollo de aquella campaña. Orgulloso del éxito alcanzado, se marchó a pie a Oviedo, llevado por el deseo de que se le conociera por las personas que hacían el periódico. Le recibieron con amabilidad y le enseñaron los talleres, que fueron para él algo tan sorprendente que ni habría podido soñarlo. De regreso en el pueblo, puso con tiza en la puerta de su casa este rótulo: “Fermín Álvarez, periodista de El Carbayón».  Treinta y cinco años después, esta infantil presunción pudo haberse considerado una profecía, porque el propio periódico le nombraba su colaborador.

“En 1899—nos ha dicho él mismo—, y después de algunos ensayos, no sin cierto éxito, como dependiente de comercio en la ciudad de Vetusta (Oviedo), y algunos meses empleado en actividades semi-domésticas en casa de unos hidalgos de Pola de Siero, me incorporó a la falange proletaria subterránea en la mina María Luisa, de Riaño-Santa Ana, perteneciente entonces a la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias. Esto, como es natural, cuadraba mejor con mi temperamento revolucionario, y el mismo año pagaba una peseta mensual como afiliado a la Agrupación Socialista de Sama de Langreo. También acudía los domingos y fiestas de guardar a los mítines que se celebraban en el valle, para alentar con mi presencia y mis aplausos conscientes a los insignes propugnadores de la emancipación social. “

Algo después dejaba el penoso trabajo de las diez o doce horas de la mina para ocupar el empleo de guardafrenos y más tarde de fogonero en las pequeñas locomotoras destinadas al arrastre del carbón desde los lavaderos a los muelles del ferrocarril. La ausencia de un maquinista sirvió para que se le confiara la dirección de una de esas locomotoras en 1902, con sólo diecinueve años de edad, y esto fué para él un gran motivo de orgullo. Pero este orgullo lo esfumó una imprevisión que dió lugar al vuelco de todo un tren de once vagonetas cargadas de carbón. Entonces, por propia iniciativa, temeroso de una más que probable postergación, permutó ese empleo por el de ayudante de ajustador en los talleres de La Felguera.

Aquí participó activamente en la propaganda socialista y fué contador de la Junta directiva del Sindicato local. Pero en el fondo de su espíritu existía un deseo de mejorar la posición social sin confiarlo todo a los triunfos societarios, y, mientras los más de los obreros leían periódicos de lucha proletaria, él destinaba ese tiempo a la Aritmética, la Geometría y otros libros de estudio. Sin embargo, cuando la huelga general de 1903, figuró entre los obreros seleccionados o eliminados y tuvo que aceptar trabajo en la fábrica de Aboño, inmediaciones de Gijón, en deprimentes condiciones. Le acompañó en esta pequeña odisea su novia entonces, Regina Moriera, con la que contrajo matrimonio en Carrió (Carreño) en febrero de 1905.

Aunque mecánico apreciado de los jefes por su pericia y conducta y asegurada la vida del hogar sin grandes apreturas económicas, la decepción por no haber obtenido una de las cincuenta becas para artesanos establecidas por el Gobierno para perfeccionar los oficios en Francia y Bélgica, le determinó a emigrar, y en enero de 1908 embarcó con esposa e hijos para la Argentina.

Establecido en Buenos Aires, mientras trabajaba como mecánico seguía estudios para perfeccionarse en el oficio, y en la Escuela Industrial nacional obtuvo un diploma de idóneo. Por ese tiempo (1909) se inició como escritor, que era una aspiración de toda su vida, y publicó numerosos artículos en la revista quincenal bonaerense Asturias.

“Siempre afanoso—nos ha dicho él mismo—por abrirme paso en mi oficio, en octubre de 1911 pasó a ocupar un puesto de responsabilidad en unos importantes talleres de esta ciudad. Y ambicionando cada vez saber más, me matriculó y seguí los estudios de ingeniero mecánico en una escuela española por correspondencia, que alternaba con la ímproba dedicación que demandaba mi cargo de jefe de taller.

“En 1915, debido a una escisión producida en el Centro Asturiano de Buenos Aires, se fundó el Centro Asturiano de Cultura. Unos cuantos amigos me llevaron con ellos a la nueva sociedad. Y mientras de día, durante más de diez horas, dirigía un establecimiento de importancia, de noche daba enseñanza de Aritmética, dos veces por semana; desempeñaba el cargo de tesorero, y formaba parte de la Comisión de redacción de la revista Pelayo, órgano de la entidad.”

Posteriormente continuó dedicando parte del descanso de sus tareas prácticas a las románticas de escritor, principalmente en el Heraldo de Asturias, de Buenos Aires. En 1929 efectuó un viaje a España con excursiones a varias ciudades españolas, desde las que envió crónicas a ese citado periódico, que luego recogió en el volumen anotado más abajo. Desde su regreso entonces a la Argentina, ha colaborado también en El Carbayón, de Oviedo. En 1932 el Centro Asturiano de Rosario de Santa Fe le concedió un segundo premio en el certamen literario celebrado bajo sus auspicios por el “esquema dramático en tres etapas y un epílogo” intitulado El llocu de La Peral.

Obras publicadas en volumen:

I.— Diario de un viaje a España. (Buenos Aires, 1930; crónicas de viaje.)