ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ (Fr. Paulino).

Una de las figuras contemporáneas más ilustres y prestigiosas de la Orden de Santo Domingo. Escritor autorizado y fecundo en materias de devoción religiosa y sobre temas de historia relacionados con su congregación. Orador de persuasión y elocuencia, cuya fama traspasó las fronteras nacionales durante las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX, época de su mayor actividad como orador sagrado.

Fr. Paulino Álvarez-Robles y Suárez nació en la villa de Mieres el 14 de septiembre de 1850. Hizo sus primeros estudios en el seminario conciliar de Oviedo, dispuesto a seguir la carrera eclesiástica.

Decidido luego a ingresar en una Orden religiosa, eligió la de Santo Domingo, y tomó el hábito de ella en el convento de San Juan Bautista, de Corias (Cangas del Narcea), donde profesó el 9 de octubre de 1868 y cursó hasta la conclusión los estudios eclesiásticos.

Ya ordenado de sacerdote, el primer servicio notable que le confiaron los superiores fué el de la fundación en Padrón (La Coruña) del convento de San José en 1876. Permaneció allí unos tres años ocupado en las tareas de organización hasta que se le destinó como profesor al Seminario de Belchite (Zaragoza, 1879), donde sólo desempeñó este cargo por espacio de un año.

Apreciadas ya sus relevantes cualidades de orador sagrado, en el año 1880 se le destinó a la predicación y fundación de nuevos conventos de la Orden en Montes Claros (Santander), Salamanca, Palencia, Barcelona, Cádiz… En todas estas ciudades y otras poblaciones de las respectivas provincias y de Valencia, Zamora y Asturias fué su principal actividad la predicación misionera o con motivo de solemnidades religiosas, hasta conquistar una de las más sólidas famas de orador sagrado.

A la vez dedicaba parte del tiempo a ejercicios de escritor con obras de propaganda religiosa o de vulgarización histórica. En Palencia, de cuyo convento fué prior, alcanzó de la Diputación provincial un premio con una monografía titulada Un palentino ilustre, y fundó la revista dominicana El Santísimo Rosario, en 1886, que estuvo encomendada a su dirección hasta que fué trasladada a Vergara, donde continúa publicándose (1934). También colaboró con asiduidad por entonces en otras publicaciones religiosas, como El Rosario, de Barcelona, y Propaganda Católica y Voz Dominicana, de Madrid. Pero el orador oscurecía con su prestigio y fama crecientes al publicista. Ya en 1893, Fr. Fabián Rodríguez García, agustino, escribía a este respecto: “La bien sentada fama de que goza hoy el P. Paulino hace concebir halagüeñas esperanzas para el porvenir, puesto que el sabio dominico es joven aún y está llamado, por su talento, a ser una de las más legítimas glorias de su Orden en España.”

Entre los éxitos oratorios que más engrandecieron la personalidad de Fr. Paulino Álvarez merecen cita especial algunos. Cuenta entre ellos el alcanzado en Barcelona (1890) durante la Cuaresma en la iglesia de Santa María del Pino o de Belón, con una serie de conferencias (número VII) en torno a los principios fundamentales de la Religión. Dos años después (1892), como fecha dos veces memorable en nuestra historia, le esperaban sendos triunfos, solicitado por el Ayuntamiento de Granada para pronunciar la oración fúnebre dedicada a la reina Isabel la Católica en el tercer centenario de la reconquista de esa ciudad, y requerido por el Ayuntamiento de Salamanca, que le encomendó la oración fúnebre dedicada a Colón en el tercer centenario del descubrimiento de América. Ambos sermones figuran entre los que integran el volumen número XXII. Y dos años más tarde (1894) los académicos de Jurisprudencia que formaban la Congregación de la Inmaculada, le daban ocasión para otro éxito resonante con una serie de conferencias en torno a los fundamentos de la ley, pronunciada en la iglesia de San José, de Madrid, y recogida en el volumen número X, impreso por los mismos peticionarios. Tales triunfos de predicador y conferenciante movieron a la Santa Sede a concederle el título honorífico de Misionero Apostólico.

Este desenvolvimiento triunfal del sobresaliente predicador, rodeado constantemente de motivos de satisfacción, presenta también su fase dolorosa, que constituye el capítulo de amarguras en la existencia del P. Paulino. Tuvo su origen en otro de los más elogiados éxitos del orador sagrado: las conferencias de ejercicios espirituales pronunciadas en abril de 1891 en el Colegio de Santa Isabel, dirigido por las llamadas Damas Inglesas del convento de la Asunción, y que estuvieron especialmente dedicadas a la aristocracia femenina madrileña. A estos ejercicios enviaba la reina María Cristina sus damas de honor, unas por la mañana y otras por la tarde; admirada por lo que ellas le contaban de las palabras encendidas en fervor religioso que oían al P. Paulino, la reina entró en deseos de conocer al fraile, por lo que éste, ya finalizados dichos ejercicios, indicó que se dignara ella señalarle día y hora en que podría ir a cumplimentarla. A esto la reina contestó: “No; yo soy la que quiere ir a verle a él.” Y el primer domingo siguiente, la reina María Cristina se presentó en el Colegio donde residía Fr. Paulino, acompañada de familiares, damas, el gobernador civil y don Alejandro Pidal y Mon. Durante el té con que fueron obsequiados los visitantes y la no corta permanencia de éstos en el Colegio, la reina estableció con el fraile cordialísimas relaciones, que se mantuvieron durante algunos años en un trato casi familiar por parte de ella, que llegó a considerar al P. Álvarez como uno de sus más afectos y distinguidos vasallos. Le nombró por espontánea resolución Predicador de Su Majestad, cargo al que el P. Paulino dió efectividad predicando en la Capilla de Palacio el sermón de la Purísima, recogido luego en el volumen número XXII. Atento al regio requerimiento de que siempre que pasase por Madrid no dejara de ir a visitarla. Fr. Paulino procuró siempre satisfacer este deseo de la reina, tanto en Madrid como en las otras residencias reales. La reina le invitaba a su mesa, a decir la misa destinada a su séquito, ponía coches a su disposición, tenía para él las más delicadas distinciones y no ocultaba su deseo de elevarle a ocupar la primera mitra vacante. Continuaron estas relaciones de reina y fraile hasta el año 1898.

De pronto sobrevino una inesperada mutación. Por el mes de noviembre del citado año al emprender el P. Paulino un viaje para ir a predicar a Cuevas de Vera, hoy Cuevas de Almanzora (Almería), fué detenido por la policía en la estación de Atocha y registrado su equipaje sin ningún miramiento. La causa de tal atropello no la pudo conocer de momento Fr. Paulino, pero no tardó en saberla. En la camarilla de adulones que siempre rodea a los reyes y también a los que gobiernan estados con otras investiduras, las deferencias de María Cristina al fraile tenían desazonados a algunos palatinos, y éstos tejieron la insidia de que desde un palacio de Venecia se escribiera a la reina una carta en la que se denunciaba al fraile como traidor, asegurando en ella que estaba de acuerdo con el pretendiente al Trono don Carlos de Borbón, de quien tenía órdenes y facultades para provocar una nueva guerra civil en el Mediodía de España. Debido a tan bien urdida felonía, las fuerzas de vigilancia y hasta la Guardia Civil le espiaban y seguían sus pasos con tal celo que, para evitar algún grave contratiempo posible, resolvió expatriarse en enero de 1899, para lo que hubo de recurrir a una suplantación del nombre. Ya en el extranjero, se le comunicó oficialmente al general de la orden, por el embajador de España en Roma, que si el P. Paulino intentaba regresar a España serían expulsados del país los frailes dominicos. Debido a esto, Fr. Paulino Álvarez se vió obligado a permanecer en América unos quince años, hasta que pudo volver a España con sesenta y ocho de edad.

En el transcurso de esos años anotados de sus triunfos oratorios, el P. Álvarez desempeñó dentro de la orden importantes cargos. Fué superior del convento de Vergara y nuevamente director allí una breve temporada, en 1893, de la revista El Santísimo Rosario. En el Capítulo General de la Orden celebrado al año siguiente en el convento de Ávila fué electo definidor. Después ocupó el Rectorado del Seminario de Vergara. Siéndolo, se le nombró en 1897 prior provincial de la provincia dominicana de Andalucía, restaurada entonces, y en calidad de tal asistió al año siguiente al Capítulo General de la Orden celebrado en Viena.

Al expatriarse con rumbo a América se dirigió a Cuba, y en la Habana desempeñó los cargos de teólogo consultor del obispado y examinador sinodal. Allí continuó en sus actividades de predicador con la serie de conferencias (número XVI) pronunciadas en la Catedral en 1904, y también de escritor, entre cuya labor cuenta una serie de artículos en el Diario de la Marina sobre Derecho público de la Iglesia. Fundó también una comunidad de dominicos.

Tras una permanencia de siete años en Cuba y de algunos meses en Méjico, se trasladó al Perú a ruegos de los dominicos establecidos en aquella República, en la que permaneció por espacio de otros siete años. De sus actividades allí de predicador y conferenciante sobresalen las de la serie de conferencias en torno al tema Iglesia y Estado (número XX), y las oraciones fúnebres, a solicitud de aquel gobierno, en las exequias del arzobispo de esa archidiócesis y del ministro plenipotenciario de España, señor Larios. Durante una temporada que pasó entre los misioneros dominicos dedicados a civilizar comarcas todavía salvajes, escribió el volumen Glorias del Rosario (número XIX). Siendo director en Lima de un importante colegio de primera y segunda enseñanza. Fue nombrado por el presidente de la República miembro de la Junta Superior de Instrucción pública. Escribió por entonces un libro de texto (número XXI) para la asignatura de Religión, que fué recomendado a los colegios por el Ministerio correspondiente. Desempeñó también en Lima el cargo de censor eclesiástico del arzobispado.

De regreso en España, continuó dedicado a la predicación, con decreciente actividad debido a los años, a la vez que desempeñó cargos y comisiones dentro de la Orden, residente en diversos conventos del país. Lo que haya decrecido la actuación de predicador y conferenciante acaso lo aumentó su labor de publicista, pues a esta última época de su vida corresponden buena parte de las obras publicadas en volumen, entre las que descuella por su importancia y el caudal de investigación llevada a cabo para ella, la intitulada Santos, Bienaventurados, Venerables de la Orden de Predicadores, en cuatro robustos volúmenes de tamaño cuarto, obra en la que culmina la labor intelectual del P. Paulino. Todavía recientemente, a los ochenta y cuatro años de edad, ha dado una nueva muestra de su lúcida inteligencia con la obra Vida de San Vicente Ferrer (1934).

Fr. Paulino Álvarez goza en su venerable ancianidad de fervorosos afectos en la orden y fuera de ella. El autor de esta obra se complace en reiterarle la gratitud ya aludida en el prólogo, por su considerable cooperación en la pesquisa de noticias de frailes dominicos, particularmente contemporáneos.

Obras publicadas en volumen:

  1. —Santa Teresa y el P. Báñez. (Madrid, 1882.)
  2. —El Rosario: Sus excelencias, indulgencias, misterios, novena, reflexiones y cánticos para las misiones. (Salamanca, 1882; numerosas reimpresiones.)
  3. —Vidas de los Hermanos: Leyenda histórica maravillosa de la Orden de Predicadores en el siglo XIII. (Palencia, 1885.)
  4. —Vida de la sierva de Dios, Sor Bárbara de Santo Domingo. Religiosa del convento de dominicas de Madre de Dios, de Sevilla, muerta el año 1872. (Palencia, 1889.)
  5. —Vida y martirio del V. Ilustrísimo Sr. Fray Melchor García Sampedro, obispo de Tricornia, protomártir asturiano. (Palencia, 1889; folleto.)
  6. —Panegírico del angélico Doctor Santo Tomás de Aquino. (Barcelona, 1890.)
  7. —Conferencias científico-religiosas dadas en Barcelona durante la Cuaresma de 1890. (Valencia, 1891.)
  8. —Santa Catalina de Sena: Leyenda del B. Raimundo. Suplemento del B. Caffarino. Cartas de otros discípulos. (Vergara, 1892.)
  9. —Ramillete del Rosario: Manual completo de la Cofradía. (Vergara, 1893.)
  10. —La Ley: Conferencias predicadas en la iglesia de San José, de Madrid, en el año 1894. (Madrid, 1894; contiene un apéndice con otros sermones.)
  11. —Brindis a los PP. Capitulares del Capitulo General de Ávila, en la comida con que fueron obsequiados el 9 de junio de 1895 por el P. Rector del Colegio. (Sin lugar ni año de publicación; opúsculo.)
  12. —Los quince martes de Santo Domingo, conforme a los quince misterios del Rosario. (Vergara, 1897.)
  13. —Triduo que a su Patrono dedican las Siervos de la Virgen del Rosario en la iglesia de Santo Domingo, de Cádiz. (Vergara, 1897.)
  14.  —Circular que a los religiosos de la restaurada Provincia de Andalucía dirige su primer prior provincial. (Vergara, 1898.)
  15. —Breve historia de la Virgen de la Caridad del Cobre, seguida de un triduo y novena. Publicada con el fausto motivo de la proclamación del Patronato de Nuestra Señora en la isla de Cuba. (Vergara, 1902.)
  16. —La Iglesia Verdadera: Conferencias predicadas en la Catedral de lo Habano con motivo del Jubileo de la Inmaculada. (Habana, 1905.)
  17. —Los quince sábados del Rosario. Piadoso ejercicio enriquecido de indulgencias. (Vergara, 1907.)
  18. —Cofradía del Rosario: Sus excelencias e indulgencias. (Lima, 1907.)
  19. —Glorias del Rosario: Lecturas y ejemplos edificantes para el mes de octubre. (Lima, 1907.)
  20. —Iglesia y Estado: Conferencias predicadas en Santo Domingo de Lima, durante la Cuaresma de 1906. (Barcelona, 1908.)
  21. —Fundamentos y dogmas de la Religión: Lecciones escritas para los Colegios de segunda enseñanza del Perú. (Lima, 1911; dos tomos.)
  22. —Panegíricos y oraciones fúnebres. (Vergara, 1913.)
  23. —Mes de Jesús Sacramentado, entresacado de las obras del V. P. Maestro Fr. Luis de Granada, de la Orden de Santo Domingo, y precedido de un prólogo. (Barcelona, 1916.)
  24. —Grandezas, dolores y gozos de San José. (Barcelona, 1917.)
  25. —Consejos que a sus amadas hijas daba la R. M. María de los Dolores del Corazón de Jesús, vicaria general y maestra de novicias de la Congregación de Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón. (Vergara, 1917.)
  26. —Santos, bienaventurados, venerables de la Orden de Predicadores. (Vergara, 1921-23; cuatro volúmenes en tamaño cuarto: I, Santos, 1921; II, Bienaventurados, 1922; III, Venerables religiosos, 1922; y IV, Venerables religiosas, 1923.)
  27. —Mes de la Sacratísima  Virgen María, según el Venerable  P. Granada. (Vergara, 1923.)
  28. —La santa negrita, hija del rey del Congo. (Vergara, 1927; folleto.)
  29. —Vida de Santa Rosa de Lima. (Vergara, 1929; folleto.)
  30. —Vida de Santo Domingo de Guzmán. (Vergara, 1930; folleto.)
  31. —Misericordias de Jesús: Ríes del Sagrado Corazón. (Almagro, 1930.)
  32. —Una flor de los campos mejicanos: Sor Amada de Santo Domingo. (Vergara, 1931.) XXXIII.
  33. —Vida de Santa Catalina de Sena. (Vergara, 1931; folleto.)
  34. —Vida de San Vicente Ferrer, Apóstol de Europa y ángel del Apocalipsis. (Vergara. 1934.)

Trabajos sin formar volumen:

  1. —Derecho público de la Iglesia. (En el Diario de la Marina, ¡ Habana, 1904; varios artículos.)
  2. —Prólogo a La Orden de Santo Domingo en el Perú: Estudio bibliográfico, de Fr. Domingo Angulo. (Lima, s. a.; 1908?)
  3. —Memoria de los dominicos insignes en santidad y sabiduría, impreso en el Discurso de recepción del P. Domingo Angulo en el Instituto Histórico del Perú. (Lima, 1910)
  4. —Palabras de congratulación, como prólogo a Nuestra Señora del Rosario, patrono de Cádiz y de la carrera de Indias y su convento de Padres predicadores: Ensayo histórico documentado, de Fr. Hipólito Sancho. (Cádiz, 1927.)
  5. —El canto del Cisne, epílogo a la obra en cuatro volúmenes Bibliografía del V. P. Fr. Luis de Granada, de Fr. Máximo Llaneza. (Salamanca, 1928.)
  6. —Prólogo al folleto Nuestra Señora del Rosario. (Vergara, 1931.)

Referencias biográficas:

Anónimo.—Un panegírico (En El Carbayón, Oviedo, 3 de agosto de 1896.)

Balbín de Unquera (Antonio).— Los asturianos de hoy: El P. Paulino Álvarez. (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid. julio 1 de 1891.)

López García (M.).—Los asturianos de hoy: Fr. Paulino Álvarez. (En El Carbayón, Oviedo, 22 de enero de 1894.)