ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ GARCIA (Ramón)

Abogado, periodista y político de gran predicamento en Gijón, su villa natal, en los últimos años del siglo XIX y tres primeros lustros del XX, hasta su fallecimiento en esa villa en abril de 1915. Nacido el 19 de noviembre de 1873. Primo carnal de José, anteriormente reseñado.

Desde la escuela de instrucción primaria dió muestras de clara inteligencia y gran vocación al estudio, confirmadas durante el bachillerato, que siguió en el Instituto de Jovellanos. Cursó seguidamente la carrera de Leyes, comenzada en la Universidad de Oviedo, proseguida en la de Valladolid, donde fué investido de licenciado, y concluida en la Universidad de Madrid, donde obtuvo el grado de doctor. Como en los del bachillerato, fué en los estudios de los grados superiores un excelente colegial, con numerosas calificaciones de sobresaliente, matrículas de honor y premios conquistados en oposiciones.

Mientras se doctoraba en Madrid, asistente a las cátedras de Giner de los Ríos, Azcárate, Salmerón y otros eminentes profesores, trabajó como pasante en el famoso bufete de don Luis Díaz Cobeña. Su natural propensión a la rebeldía contra las injusticias sociales y el ambiente de cátedra en Oviedo con Leopoldo Alas, Adolfo Álvarez Buylla, Félix de Aramburu y otros profesores, y en Madrid con los ya citados, fueron nutriendo y fortaleciendo el espíritu de Ramón Álvarez de convicciones republicanas que le acompañaron sin flaquezas durante toda su no larga vida. De regreso en Gijón, y establecido como abogado, dió comienzo a una actividad de política republicana que ya no abandonó hasta su muerte. Gijón fué desde entonces, formado hogar con la señora de Delatre —con la que contrajo matrimonio en Madrid, en enero de 1900— el lugar de su residencia sin interrupciones y escenario de todas sus actividades de jurisconsulto, escritor y político.

El biógrafo anónimo citado más abajo dice de él: “Fué directo, propietario de El Noroeste, desde 1898 a 1902, y durante ese periodo de tiempo adquirió gran impulso la prensa asturiana, estimulada por aquel diario, que bajo la dirección de don Ramón Álvarez llegó a ser un órgano importantísimo de la opinión popular y el primer periódico de la provincia. Además de su labor cotidiana en ese diario, escribió con asiduidad en otro periódicos regionales y de fuera de la provincia y fundó también en Gijón, en 1903, la Región Asturiana.

Fue concejal del Ayuntamiento de dicha villa en 1901, cuando serlo con carácter republicano significaba un gran triunfo electoral. Lo fue luego dos veces más, en 1909 y en 1911, y también diputado provincial por Gijón desde 1913 hasta su fallecimiento. Y no tuvo representación en Cortes en 1909, “debido a escandalosas ilegalidades cometidas en Llaneras por los caciques conservadores”. Sin embargo, esa votación sirvió para medir las extensas fuerzas políticas que arrastraba su nombre.

Su labor en el Ayuntamiento tuvo notable eficacia para el progreso local en todas sus manifestaciones muy estimada hasta por sus contrincantes en política, por el inteligente estudio que dedicaba a todos los problemas y a la justicia que presidía siempre sus resoluciones y actos. Estuvo especialmente atento a cuantos motivos sirvieran para extender y enaltecer el nombre de Gijón, como festejos populares, certámenes literarios y de otra índole, exposiciones y la organización de la Banda Municipal de música. También en la Junta de Obras del Puerto, como vocal representante del ayuntamiento y como miembro directivo de sociedades locales, entre ellas el Casino y el Círculo Mercantil, puso al servicio de los intereses de Gijón muchos entusiasmos. Además, desempeñó el cargo de presidente de la Asociación de la Prensa de esa población.

“Sentía don Ramón Álvarez –anota el citado biográfico– un amor intensísimo por la clase humilde, a servicio de la cual ponía en todo caso su inteligencia prodigiosa y su saber con una abnegación y un desinterés ejemplares. Era justo, noble, sabio y modesto. Desinteresado, austero y digno. En su despacho y en lugar preferente ostentaba una plancha de bronce que las sociedades obreras de Gijón le dedicaron en prueba de agradecimiento por los muchos servicios que el gran repúblico les prestara en repetidas ocasiones.

“Su convicción republicana era ejemplarísima. Decidido partidario de la unión de los republicanos, a ella dedicó una gran parte de su intensa labor política, asociándose con entusiasmo a aquel grandioso movimiento de unión republicana de 1903. Fue iniciador y tomó parte muy eficaz en la organización de la Solidaridad Republicana Gijonesa en 1907, que sirvió de lazo de unión de los republicanos gijoneses, consolidada más tarde al fundarse el partido único. Se negó siempre de modo rotundo y terminante a secundar todo movimiento que significara tibieza en el ideal que siempre defendió y que pudiera debilitar en lo más mínimo la fuerza del partido republicano. No quiso figurar en el bloque de las fuerzas acaudilladas por Melquiades (Álvarez), movimiento que combatió con gran ardor, a pesar de las gestiones realizadas por significados bloquistas para convencerle de que debería adherirse al nuevo partido que tan pronto fracasó. Entre otras gestiones y ofertas que don Ramón, rehusó, merece citarse la de un personaje que insistió cerca de él para que se incorporara al bloque, llegando hasta a ofrecerle un preeminente puesto político, preposición que fue rechazada con gran entereza y dignidad por nuestro llorado amigo, diciendo que aunque fuera partidario en principio del bloque, bastábale que le hicieran una proposición de tal género para sentir hacia él repugnancia, ya que le era del todo punto imposible pertenecer a un grupo político que ofreciera mercedes para adquirir adeptos.” Enemigo de toda contemporización con la monarquía, figuró en la conjunción republicano-socialista y combatió ardorosamente al partido reformista, dirigido por Melquíades Álvarez, por su republicanismo tibio. Tomó parte en asambleas regionales y nacionales como representante de los republicanos gijoneses, y su pluma, documentada y ágil, y su palabra, elocuente y persuasiva, estuvieron siempre prontas a secundar toda campaña de republicanismo sin mixtificaciones. En el centro Instructivo Republicano, en el Ateneo Obrero y otras instituciones locales de cultura, dió muy notables conferencias.

Su fallecimiento fué para Gijón un día de luto en el que participaron todas las clases sociales.

Referencias biográficas:

Anónimo.— Una biografía. (En El Avance, Gijón, 10 de abril de 1915.)