ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

ALVAREZ MARRON (Manuel).

Uno de los escritores humoristas contemporáneos de más felices disposiciones, que cuenta en su fecunda labor con magistrales aciertos. Su residencia en Cuba desde la pubertad es causa de que se le desconozca en España y aún en Asturias más de lo que por sus méritos de escritor festivo merecería.

Álvarez Marrón nació en Tineo en octubre de 1864, hijo de los modestos labradores don Manuel Álvarez y González y doña Rosalía Álvarez de la Hoz. Su segundo apellido es altamente tomado de un sobrenombre familiar.

Desde la edad de siete años pasó a vivir al lado de una tía carnal, viuda sin hijos, de la cual dice él mismo: “Celosísima de mi salud, no sabía dónde ponerme apenas me apuntaba el más leve resfriado, me forraba en bayetas me hundía entre colchones y me hacía sudar hasta el agua del  bautismo.” En la villa natal y al amparo de la mencionada tía, cursó la instrucción primaria en la escuela regentada por el renombrado maestro tinetense don Pío de la Cruz Cuervo y Valdés. Compartía las tareas escolares con las de pastorear ganado, que le impidieron en las primeras aprovechar toda su vocación nativa al estudio. “De los cinco a los quince – ha dicho él mismo – el suceso más notable de mi vida fue una indigestión de percebes que cogí en Luarca». Pero antes de cumplir los quince hubo en su vida un suceso más extraordinario, que fue el de su emigración a Cuba. Desde entonces ha residido habitualmente en La Habana, interrumpida esta vecindad solamente con algunos viajes de recreo a España, alargados en alguna ocasión a Francia.

Su primera colocación en la Habana fué la de dependiente en un almacén de sedería, perfumería y quincalla. En los escasos ratos de vagar que la esclavitud del comercio en entonces procuraba, allega cimientos con las lecturas, para suplir las deficiencias de la instrucción recibida. “Mis primeros sueldos—nos ha dicho él mismo—los gasté en libros.’’ Esos libros eran, principalmente, de estudio. Aprendió Geografía, Historia y otras disciplinas y los idiomas francés e inglés, sin concurso alguno de profesores. “Trabajó—ha dicho a Cándido Posada—como uno de tantos emigrantes y un día cayó en mis manos un tomo de versos de Espronceda… ¡Allí fué la de San Quintín! Empezaron a hervir ideas en mi tierna mollera y lo mismo escribía en prosa que en verso.”

Estas aficiones literarias se despertaron en él cuando andaba por los diez y siete años. De tales comienzos ha escrito él mismo este recuerdo: “Salió mi primer trabajo literario en El Dependiente, siendo director Pachín Santa Eulalia, que en gloria esté. Firmé tan sólo con mis iniciales, a pesar de lo cual, cada vez que alguno me miraba en la calle, me cubría de rubor pensando que el mirón había descubierto en mí al autor del artículo. después publiqué una fábula titulada El mono y los dos machos. Estaba escrita en tan bellos endecasílabos, que al domingo siguiente decía de ella Gaviño en Don Circunstancias: “Esta fábula debiera titularse El mono y los tres machos, los dos de la fábula y el macho del autor.”

No obstante esos modestos comienzos, se fué perfilando en él un escritor en prosa con tendencia a lo festivo y satírico en colaboraciones enviadas a ese citado periódico, a la página Los Lunes, del diario Unión Constitucional, que dirigía Juan Martínez Villergas; El Heraldo de Asturias, también de la Habana, y el Occidente de Asturias, de Tineo, del que fué corresponsal.

Hacia el año 1890 se estableció en la Habana con un comercio en el ramo de que había sido dependiente, y en el que reunió una modesta fortuna que le permitió independizarse, si bien dicho capital fué en disminución y ha tenido que vivir con modestia. Se casó en la Habana el 25 de marzo de 1901 con doña Eugenia Novoa Castro, natural de Betanzos (La Coruña), sin que haya tenido descendencia del matrimonio.

Hasta esa época Álvarez Marrón venía conquistando con su pluma y favorecido por la independencia alcanzada, su dedicación a la literatura fué más constante y fecunda y le conquistó la popularidad más extensa y firme de todos los escritores de esa colonia de espapluma ingeniosa el aplauso de los lectores, pero sin alcanzar por ello una apreciable notoriedad, hasta que una crónica de circunstancias le dió de golpe—sin que ello sea un caso excepcional en las letras— el renombre que no había podido conquistarse en muchos años de acertada labor. Dicha crónica tenía carácter político, relacionado con la situación de los españoles al cesar en Cuba la soberanía de España; se intitulaba Mi maleta, publicada en el Diario de la Marina, de la Habana, en 1899, y el éxito alcanzado dió lugar a la reproducción en el mismo periódico y en otros varios y hasta fué traducida al inglés. Otro éxito literario que vino a consolidar esa fama fué el de un segundo premio conquistado con el cuento El cantar de lo gaita en los Juegos Florales celebrados por el Centro Asturiano en 1911, con motivo de las bodas de plata de su fundación.

Durante más de treinta años tuvo a su cargo en el Diario de la Marina una sección frecuente con el título de Burla, burlando, buscadísima por los lectores, especialmente los asturianos, en la que ha cultivado magistralmente la crónica de costumbres. Ha colaborado también con asiduidad en la revista habanera Asturias (1914 – 19), y colabora con menos frecuencia en El Progreso de Asturias, de la Habana, y en Norte, de Madrid. Fué, además, corresponsal del diario El Comercio, de Gijón.

De esa su labor desperdigada ha recogido cinco volúmenes con el citado título de Burla, burlando, permaneciendo en los periódicos aludidos una cantidad mucho mayor.

Hemos de añadir aquí lo que ya dijimos en el libro Cuentistas asturianos: “El género cultivado con predilección, por no decir exclusividad, es el artículo de costumbres, que adquiere algunas veces en su pluma flexible contextura de cuento. Si el asunto lo desarrolla en ambiente asturiano, que suele ser lo más frecuente, su ingenio eminentemente satírico consigue aciertos magistrales. Pero si es justo reconocer esto en cuanto a la labor literaria como obra artística, no lo es menos para los asturianos el procedimiento del autor de lograr los efectos de la sátira por el sistema de acentuar los tonos negros en la pintura de las costumbres rurales asturianas. La Asturias de los artículos y cuentos de Álvarez Marrón es falsa; es menos atrasada que la verdadera, y tal labor, digna de encomio por sus aciertos literarios, molesta por lo deprimente, y más, desarrollada en un medio favorable al descrédito de todo lo español.”

Obras publicadas en volumen:

  1. —Burla, burlando. (Habana, 1910; artículos de costumbres asturianas, con prólogo de don Nicolás Rivero y Muñiz.)
  2. — Burla, burlando: Segunda serie. (Valladolid, 1912.)
  3. — Burla, burlando: Tercera serie. (Habana, 1913; con prólogo de don Juan Bances Conde.)
  4. — Burla, burlando: Cuarta serie. (Habana, 1920.)
  5. —Burla, burlando: Quinta serie. (Habana, 1925.)

Trabajos sin formar volumen:

  1. — Nuestros oradores. (En El libro del Centro Asturiano, de Oscar García, Habana, 1928; semblanzas de oradores de esa institución.)

Referencias biográficas:

Bances Conde (Juan).—Prólogo a Burla, burlando, de M. Álvarez Marrón. (Habana, 1913.)

Posada (Cándido).—Una entrevista. (En el folleto Asturias en Cuba, Habana, 1931; publicada antes en El Progreso de Asturias.)

Rivero y Muñiz (Nicolás).—Prólogo a Burla, burlando, de M. Álvarez Marrón. (Habana, 1910.)

Suárez, Españolito (Constantino).—Una semblanza. (En el libro Cuentistas asturianos. Madrid, 1930.)