Pintor contemporáneo, especializado en el Paisaje asturiano, nacido en San Julián de Bimenes (Bimenes, Siero) el 11 de marzo de 1868, hijo de don Celedonio de ese apellido y doña Isidora Sánchez, mineros y agricultores, Adolescente, sin mas instrucción que la primaria, paso a residir a la Habana al lado de un tío materno, don Ramon Montes Sánchez, que le proporcionó los medios de acrecentar esa instrucción, y, viendo en él vocación para el cultivo del arte, le facilitó el ingreso en la Academia de Pintura de San Alejandro, en 1886, en la que Arboleya disciplina esa vocación durante algunos años. Alentado por sus profesores para que no abandonara esos estudios, se trasladó a París, donde fue discípulo por espacio de unos cuatro años de los maestros Blanc, Daguan-Bouveret y otros.
Ya completa su formación artística, se dió a conocer al público parisiense en el Salón des Indépendants au Champ de Mars con varios estudios, entre ellos uno intitulado Le Nom des Pauvres, que fue favorablemente acogido por la crítica,
La nostalgia de la tierra natal, abandonada unos tres lustros antes, le determinó a regresar a Asturias por una temporada, con el propósito de volver a París, donde estimaba que tenía un porvenir asegurado. Pero, ya en Oviedo, los recursos se agotaron, impidiéndole la realización del retorno, y el amor puso de su parte también lo que pudo al mismo efecto. En 1897 se casaba con la hija de la dueña de la fonda donde vivía, la señorita Marcelina Fernández.
Ya avecindado en Oviedo, se dedicó con especialidad a pintar el difícil paisaje asturiano, consiguiendo algunos éxitos con motivo de las inmediaciones.
En la ciudad y aun de la ciudad misma, que le permitieron defenderse, no obstante la inseguridad del recurso, en la lucha por la vida. Tuvo por entonces un protector de su trabajo en don José González Alegre, quien, además de otros encargos menores, le hizo el del decorado del casino del balneario de Las Caldas, entonces en construcción (1899). Un año después, el mismo amigo le proporcionaba una clase de lengua francesa en la escuela que sostiene la Sociedad Económica de Amigos del País, de la que fue nombrado también más tarde profesor de dibujo artístico. Como ni estas clases ni el cultivo del arte consentían desahogada posición económica, ya fuese modesta, aceptó un empleo en las oficinas de la Fábrica de Armas, con el que viene compartiendo en la actualidad (1934) sus actividades de profesor.
Como pintor del paisaje asturiano, nos ha dicho de él Ramon Pérez Santa Marina: “Maneja los pinceles por vocación verdadera, sin ideas mercantilistas; pinta el paisaje como lo siente, sin concesiones a las extravagancias modernas ni deseo de llamar hacia si la atención; por eso sus obras son estimadas por el valor que le imprime la verdad representada, tal como la ve un artista que tiene conciencia.” A la primera exposición de Bellas Artes celebrada en Oviedo en 1916 concurrió con varios cuadros, algunos de ellos paisajes asturianos, como La ermita de Ia Vega y El Aramo, muy celebrados.