Notable compositor musical nacido en Oviedo a comienzos del siglo XIX. En la imposibilidad de hacer una reconstrucción biográfica de esta personalidad, transcribiremos las noticias que hemos podido captar en nuestra rebusca, parece que ingresó en el cuerpo de músicos militares y llegó a la categoría de músico mayor en el regimiento provincial de Pontevedra. Hizo numerosas composiciones para banda y orquesta de cuerda y algunas partituras de obras teatrales, también cultivó la música sagrada.
Residió habitualmente en la ciudad natal y falleció, según se dice, en Colunga o en Villaviciosa, por los años 1854 al 1856.
“El talento musical de Argüelles —dice Justo Álvarez Amandi en la revista Asturias, Madrid, septiembre de 1914 — era inmenso. Según testimonio unánime de sus colegas de profesión; y si algo le perjudicaba fue el olvido de las reglas del arte, que abandonaba en ocasiones para dejar libres los vuelos de su fantasía, sin reflexionar que siempre el brioso corcel necesita saludable rienda para no desbocarse en el precipicio.”
En el epistolario que forma parte de la obra Don Domingo Olleta y Mombiela: Maestro de capilla de la Santa Iglesia Catedral de La Seo de Zaragoza, por don Agustín Herrera Cerda, se recogen algunas cartas de don José Puente Villanía, profesor de la Universidad de Oviedo en tiempo de Argüelles, al que alude en algunas de ellas.
“El célebre Argüelles — dice en una de 28 de noviembre de 1848 lo tengo ya bien conocido; es un fanfarrón presuntuoso de grande imaginación, pero que no tiene idea ninguna del arte y mucho menos de la filosofía de la música; días pasados se cantó una misa que compuso y dedicó a la Virgen del Carmen; tiene mas disparates que letras y es un compuesto de varios plagios tan audazmente arañados como artificiosamente recogidos; lo peor es que me ofreció un libreto para ti, titulado El voto de Jeñó; pero, aunque varias veces le he recordado su ofrecimiento, se me hace el tonto y me da mil excusas, que voy sospechando serán tanta mentira como su figurado viaje a Italia, que nunca ha existido.”
En otra carta posterior comunica a Olleta:
“Por fin, se empieza a ensayar: la opera de Argüelles, El sitio de Tarifa. Lo poco que he oído me ha afirmado en el dictamen que ya tenia formado en mi interior; es una cosa, a mi juicio, tan mala, que la música de Porcell me parece divina al lado de ésta.”
Sigue refiriéndose a lo misma en carta de 10 de diciembre de 1849:
“Argüelles puso ya en escena su ópera —dice— que el público ha recibido de una manera incalificable, pues si bien la primera noche que se puso la opera, la curiosidad y la novedad (a lo que yo creo) llenaron el teatro, y aunque la segunda entrada fué muy buena, en cambio, Ia tercera noche, que era beneficio del autor, el teatro estuvo muy flojo y muchas personas que van a él diariamente tuvieron aquella noche Ia afectación de no asistir; de manera que el autor, excepto los versos, aplausos y coronas, no ha sacado ni la mitad del coste del papel. Este desaire y falta de espíritu del paisanaje ha afectado al autor y con razón, y, al desahogarse conmigo, me ha manifestado que, además de la gloria, aspiraba a ganar algunos cuartos, y que se ha llevado un terrible chasco del resultado obtenido. Verdad es que la obra, a mi juicio, vale muy poco, y no merece la pena de emplear papel en escribir cosas por el estilo; para darte una idea de lo que es, te diré que se parece a lo de Porcell, aunque lo que oí de este último tiene la ventaja de presentar alguna travesura y mejor gusto en la instrumentación; lo de Argüelles, bajo el punto de vista de la invención, es absolutamente nulo. Únicamente tiene el mérito (si lo es) de estar escrito todo con la velocidad del rayo; y para prueba has de saber que ninguna pieza ha durado mas de cuatro o seis horas, y la sinfonía la escribió entera en una mañana y, por supuesto, de nada ha hecho borrador.
”Vamos al caso. Yo le indiqué a Argüelles que podía dedicarse a escribir zarzuelas, género mas fácil, de no tanto tiempo ni de tantos inconvenientes para ponerse en escena, y que tiene además la ventaja de que ahora esta de moda y se explota con éxito, como lo prueban las veintitantas representaciones del Duende; y a fin de ayudarle en lo posible, he escrito a Madrid, a ver si es posible escribir algo para aquellos teatros, y tú, por tu parte, verás si esa empresa quiere proporcionar algún libreto y qué partido hará al autor de la música o cuanto le darán de cada representación.»
«Haz pronto esta diligencia y contéstame el resultado, pues tendría un verdadero placer en servir a este hombre, metido de hocicos en un empeño del que no sacara (si no me engaño) sino disgustos y desengaños crueles, pues me voy convenciendo mas cada día de que carece de las verdaderas dotes de autor.”
Parece que Argüelles estuvo abocado a emigrar a Puerto Rico hacia 1852, porque dice Puente Villantia en otra carta que “Argüelles ya no va allá; un magistrado llamado Prellezo lo llama a Madrid a dirigir una academia de música”. Y añade mas adelante: “Argüelles sigue escribiendo a torrentes; en diez horas hizo un te deum; en una noche, un oficio de difuntos, y en una hora, toda la música de los bailes de carnaval. iQué fecundidad y facilidad!”
Por último, en Ia postdata de una carta del 7 de mayo de 1853, comunica a su amigo Olleta:
“Un pecadito. A instancia de Argüelles, escribí un libreto de zarzuela para este teatro; él hizo la música, que consta de seis y ocho piezas; se ha presentado dos veces, con poco éxito y escasísimo producto; en parte, ha consistido en la infeliz ejecución.”
Álvarez Amandi anota las siguientes obras de José Argüelles:
Obras inéditas:
—Gozos al Venerable Cristo de Santullano. (MS., desaparecido.)
—L’Asedio di Tarifa. (MS. partitura completa de una opera, perdida.)
—La bruja. (MS., zarzuela cómica con letra de José Indalecio caso, estrenada en Oviedo por los años 1850 al 53.)