Poeta contemporáneo, conocido también por El Cantor del Eo, no porque haya usado este seudónimo, sino porque así dieron en llamarle sus paisanos, como nacido a orillas de ese río, en Castropol, el 24 de octubre de 1892. Fueron sus padres don José Antonio García Presno, marino, fallecido en la niñez del poeta, y doña Carmen Arias Méndez, que tuvo que atender a la educación de los hijos con el menguado producto de un pequeño comercio y algunas tierras, no obstante pasar plaza de rica.
Es uno de los pocos contemporáneos que a nuestro primer ruego de noticias autobiográficas ha tenido la amabilidad de hacer de sí mismo una semblanza, de la que tomamos lo siguiente:
“Dado lo impetuoso de mi temperamento, mi educación ha sido libre, autodidáctica, en gran parte. Era mi madre una criatura muy afectiva, muy cristiana, con esa fe profunda de las almas que se han podido evitar los contactos venenosos del mundo. Mi madre me inculcó el ideal cristiano y la fe — resorte prodigioso — que el mundo me ha ido devorando. Imaginación distraída, incontenible, sobre todo de niño, era completamente rebelde a la sujeción, a la rígida disciplina que exige el estudio continuado, perseverante. De niño, vocación… ninguna! Como los pájaros: volar y cantar, ignorando alegremente que bajo mis inocentes alas bullía todo un mundo de negocios, todo un universo de panzas… Odio a la gramática.
Horror a la Aritmética. iAnsias angustiosas de libertad!… Me gustaba el mar. En el mar trabajé muchos años. El mar tenía horizontes amplios, gratos a mi alma viajera. Y, como mi alma, no estaba nunca quieto. Me gustaba el mar, hermano de inquietudes. Trabajé en él desde los ocho años. Esto parece inverosímil, pero no importa. A los ocho años abandoné la escuela por el mar, iQué bien, lejos de aquella cárcel, de la horrible gramática, de la odiada Aritmética!… Me gustaría ser marino: duermen en el desván de mi casa de Asturias los libros para estudiar la carrera náutica, que a estas horas la tendrán cursada y aprobada los ratones…
«Ya, allá por los dieciocho años, amanecí haciendo versos, En un libro mío, Maria, cuento cómo.
Desde entonces, no sé si tengo vocación de escritor; pero sí que tengo una fe profundísima en mi, en mis trabajos literarios: toda la que me falta en todo lo demás. A medida que se apoderó de mi la pasión literaria, fui entrando en la lectura de todo género de libros…
iHasta la Gramática y la Aritmética me merecieron ese honor, que ya es bastante decir! Cinco años, diez años, veinte años leyendo, día y noche, periódicos, revistas, libros. A hombre libre, universidad libre.”
Trasladado Pedro G. Arias a Madrid, mientras aquí desempeñaba los más diversos destinos, compartidas las tareas con el cultivo de las letras como poeta y prosista, se fué preparando para ocupar plaza de tenedor de libros, que es la profesión suya habitual. “Al fin, la Aritmética me venció. ¡Qué le vamos a hacer! iLa horrible Aritmética!” Dedicado a ambas disciplinas, la productiva y la romántica, continúa residiendo en Madrid, casado con doña María Santa Eulalia, nacida en Boal.
Sus primeras composiciones poéticas aparecieron en El Heraldo de Vivero, editado en esa villa de Lugo. después sus colaboraciones en verso y prosa se extendieron a periódicos de Asturias y Galicia y algunos regionales asturianos de América, como El Progreso de Asturias, de la Habana. En el Diario de la Marina, de esa capital, ha colaborado con una serie de biografías de juguete, especie de impresiones breves de prohombres de las letras y el arte españoles.
También ha colaborado en publicaciones madrileñas, entre ellas La Gaceta Literaria, El Sol y La Libertad. Siempre ha firmado con su nombre, dejando en inicial su primer apellido, a excepción de alguna que otra vez, en sus comienzos de escritor, que ha usado el seudónimo de El Rapsoda del Bandolín.
La publicación de los dos libros poéticos anotados más abajo han sido para una sólida confirmación como poeta, acogidos con aplauso por la crítica responsable.
Obras publicadas en volumen:
I.—El bajel de la felicidad: Poema del Eo. Asturias y Galicia. (Madrid, 1919; con prólogo de Pedro Penzol e ilustraciones gráficas de Presno)
Il.—María: Segundo poema de Eo. (Madrid, 1931; con prólogo de E. Giménez Caballero y epílogo de V. García Martí.)