Si los españoles no fuéramos tan pagados de la gravedad y tuviéramos una consideración menos peyorativa por lo jovial, que casi nos avergüenza que nos guste; si no fueran nuestras preferentes devociones hacia las figuras pomposas, muchas veces huecas, que se dan en todas las esferas sociales, sobre todo en la política, tan rebosante siempre de charlatanes infatuados; si en la distribución de premios y honores procediéramos con arreglo a estricta equidad por merecimientos, tendríamos motivos suficientes para haber declarado a Vital Aza Benemérito de la Patria.
Ni la más brillante y hazañosa hoja de servicio militar, ni el historial de legislador y gobernante más meritorio admiten parangón con la factura que debe España a este eximio poeta festivo. Así como Pérez Galdós enseñó y enseña a leer con los ojos del espíritu a multitud de españoles, equivaliendo esta aportación al espíritu de sus compatriotas a otro Ministerio de Instrucción Pública, la pluma de Vital Aza fue durante medio siglo toda una terapéutica para curar otro de los males endémicos de nuestra idiosincrasia: la propensión a la tristeza y al pesimismo.
Sin embargo, asombra que en Madrid, donde Vital Aza derrochó por espacio de media centuria el fruto sabroso, limpio y sano de uno de los más fértiles ingenios españoles, no nos recuerde su nombre glorioso ni desde la esquina de cualquiera de sus calles, tan llenas de nombres que nada tienen que recordar a la posteridad.
Fue Vital Aza el escritor más regocijante de su tiempo, sobre todo como comediógrafo, más propiamente dicho, sainetero. Como poseía verdadero genio creador, no tuvo necesidad de recurrir a facecias y chocarrerías para promover la hilaridad de los espectadores, como sucede actualmente, por lo que, a la vez que fue en el teatro deleite y regocijo de varias generaciones, pudo y supo mantener el género con toda su dignidad de espectáculo culto, sin ceder a la chabacanería y mal gusto ni una sola concesión de las que ahora lo inundan y hunden en el desprecio de las personas sensibles y cultas. Estuvo Vital Aza, dicho sea con palabras del P. Constancio Eguia Ruiz, “entregado por entero a recrear a sus oyentes con el placer sincero que resulta de la jovialidad culta, pura, sencilla, popular…
Su teatro es, en efecto, culto, porque es atento y cortés con el público; con argumentos fáciles de entender y que puedan interesar…
Su teatro es casi siempre honesto y puro.” Puestos a buscar defectos en el teatro de Vital Aza, visto ahora con la consiguiente perspectiva, es posible que en buena parte de sus obras nos parezca demasiado ingenuo el desarrollo de los asuntos, porque de entonces acá la vida se ha complicado de modo que nos parecen pueriles muchas cosas que admiraron y gustaron a nuestros padres. Pero aparte de que un buen número de obras de Vital Aza se representan y acaso contienen representando siempre con aplauso, en todas ellas campean la gracia y la galanura más exquisitas.
En el juicio de otros aspectos meritorios del teatro de Vital Aza cedemos con gusto el lugar a lo que dice Sánchez Pérez: “Vital Aza es autor dramático genuinamente español y también genuinamente contemporáneo; es de su país y de su tiempo, como lo son muy pocos de los que ahora escriben para nuestra escena; algunos de los cuales, acaso los más famosos, podrán ser dramaturgos de vuelos más elevados, de mayor fuerza en sus concepciones, pero no reflejan con toda fidelidad el mundo en que viven, porque buscan asuntos para sus cuadros en sociedades que no conocen o piden inspiración a escritores extranjeros.” Se refiere luego a los personajes de las comedias de Vital Aza, y afirma con toda razón que son “estudiantes, bedeles, catedráticos, patronas, criados, abogados, curas, médicos, bañistas… como los que diariamente y a todas horas hallamos por el mundo, de dónde los ha copiado el autor con exactitud maravillosa”.
De la aceptación que sus obras teatrales tuvieron en el público hispanoparlante da idea el que haya sido uno de los autores de su época que ha ganado más dinero. Decía Rafael Comenge, refiriéndose a esto, que la fortuna de Vital Aza estaba hecha con carcajadas en un país donde los grandes capitales están hechos con lágrimas.
Sobre el lugar de nacimiento de Vital Aza es frecuente encontrar los mismos errores que si se tratara de una personalidad florecida en los tiempos medievales. En la Ilustración Gallega y Asturiana (número 4 de 1889) se le acredita reiteradamente de Gijonés, de cuyo error se saldría fácilmente preguntándole al propio interesado. Pero lo peor es que se incurre en esto mismo desde las columnas del diario ovetense El Carbayón (20 de mayo de ese mismo año), donde cabe suponer que tuvieran menos probabilidades para caer en ese lapsus. Otros escritores le vieron nacer en Mieres del Camino, y entre ellos figura Edmundo González Blanco en semblanza todavía reciente. Y no deja de asombrar que se desconozca o no se recuerde la chispeante autobiografía en verso que con el título de Ego sum ha publicado Vital Aza, y en la cual declara cual es su verdadera patria chica:
“Al despertar la mañana,
tras una noche serena,
y en fecha ya muy lejana,
nací en la Pola de Lena,
hermosa villa asturiana.”
Fueron sus padres don Ulpiano Aza y López y doña María del Carmen Álvarez Buylla y Santín y nació el 28 de abril de 1851.
Comoquiera que nada ameritaría tanto este estudio cual la graciosa autobiografía citada, nos proponemos seguirla en gran parte. Refiriéndose a sus primeros pasos en la vida, dice:
“Inocente criatura
sin pizca de travesura,
pasó mi infancia en la Pola,
halagándome una sola
idea: la de ser cura.
iiYo cura!!… Estuve acertado al no cumplir mis deseos,
pues con lo que me he estirado
siempre me hubiera faltado
paño para los manteos.”
Alude aquí a su elevada estatura, sobre la que, al final de esa autobiografía, hace las siguientes justas consideraciones:
¿Que soy largo? ¡Dios lo quiso!
Y así soy hombre de viso.
Y al ser largo me hago cargo de
que en el mundo es preciso
ser como yo soy: ¡muy largo!
Y por sabido se calla
que, de Trujillo a Tafalla
y de Castellón a Suances,
No hay otro autor de más talla
ni otro hombre de más alcances.
Y bien merezco el respeto,
pues, sin pecar de indiscreto,
y sin pretensiones raras,
puedo meterme, y me meto,
en camisa de once varas.
¿Queréis discutir? ¡Locura!
No me vengáis con cuestiones,
pues, gracias a mi estatura,
rayo siempre a gran altura
en todas las discusiones.”
Continua dando cuenta del desenvolvimiento de su vida de esta manera:
“Perdida la vocación,
dejé sermones y pláticas;
tiré el Nebrija un rincón,
y empecé las Matemáticas en la villa de Gijón.
Como era buen dibujante,
obtuve, siendo un chiquillo,
mi plaza de delineante
y fui después ayudante del ingeniero Castillo.
Casi a palmos estudié
el ferrocarril de Oviedo,
¡y jamás olvidaré
los diez meses que pasé
sobre el túnel de Robledo!…
Cansado de dibujar
y de tanto cubicar
en el campo y la oficina,
vine a Madrid a estudiar,
¿Qué diréis? Pues… ¡Medicina!
Seguí mi nueva carrera
con decisión verdadera.
¡Hoy soy todo un Licenciado,
y juro que no he matado
un solo enfermo siquiera!”
Bueno será advertir, como insinúa el propio interesado, que nunca ha desempeñado la profesión de médico. No es cierto que “ejerció por breve tiempo” la Medicina, como dice Luis López Rendueles, aunque lo asegure la Enciclopedia Espasa. Don Enrique Slocker, en el discurso de contestación al de ingreso de Vital Aza (hijo) en la Academia de Medicina, asegura: “No ejerció jamás la Medicina más que en su casa, donde ensayaba de los chicos los grandes remedios inocentes del arte de curar: purgas, lavados, alimentación y nada más.” Por si fuera preciso un testimonio contundente, transcribiremos el de una conversación sostenida con la hija, doña Carmen Aza por Eduardo A. Quiñones. Al aludir éste a las obras teatrales de Vital Aza, dice:
“—iQué dolosamente se burlaba de los médicos en ellas!—exclamo—. Y eso que él también era médico.
«—Si —contesta la hija—; aunque nunca ejerció la carrera. Pero lo curioso del caso está en la gran confianza que ellos le inspiraban. En cuanto sentía el más pequeño dolor, la más ligera dolencia, llamaba inmediatamente al médico, le escuchaba como a un oráculo y seguía sus instrucciones al pie de la letra. Y otro tanto ocurría con las medicinas, de las que también se burlaba y en las que tenía verdadera fe. Todo ello a pesar de haber dicho que sólo creía en Dios y en el sulfato de quinina.”
Antes de trasladarse a Madrid para estudiar la carrera de médico, completó en el Instituto de Oviedo los estudios de bachillerato y en ese centro de enseñanza recibió el grado respectivo. Por entonces empezó a cultivar la poesía festiva en los periódicos ovetenses El Norte de Asturias, La Estación y El Eco de Asturias y el gijonés La República Española, y algo después en El Federal Asturiano, de Oviedo, y en El Productor Asturiano, de Gijón. Siendo estudiante de Medicina fue cuando se fortaleció su vocación poética con inclinaciones al cultivo del arte escénico. Pero dejemos que nos lo diga él mismo:
“A San Carlos asistía
de ardor y entusiasmo lleno,
y aunque el tiempo compartía
entre Galeno y Talia,
venció Talia a Galeno.
Mi amigo Ramos Carrion,
que siempre fué para mi
amigo de corazón,
me dijo: “—Quédate aquí,
y no pienses en Gijón.
iNo seas un inocente!
Con la humanidad doliente
el negocio es problemático.
Tu porvenir, francamente,
esta en ser autor dramático.”
Siempre obediente y formal,
seguí el consejo leal.
Hoy vivo de lo que escribo,
y pues vivo como vivo,
no debo escribir muy mal.
¡No escribo mal, no, señor!
¡Vaya si soy escritor!
Créanme ustedes a mi.
Hay eximios por ahí
que escriben mucho peor.
Tengo gracia y humorismo.,..
Me dirán que esto es cinismo.
Lo será, no lo discuto;
pero no he de ser tan bruto
que hable yo mal de mi mismo.”
Sobre su enorme facilidad para la improvisación, desde los tiempos estudiantiles, asegura su compañero de fonda entonces, el citado Comenge, que “pedía el almuerzo en endecasílabos y sostenía en romance la conversación horas y horas, sin esfuerzo ni violencia”. Por esa época comenzó a darse a conocer en Madrid como poeta festivo en el periódico humorístico El Garbanzo, fundado en 1872 por Eusebio Blasco. Rápidamente, sus colaboraciones tuvieron que extenderse a todas las publicaciones similares madrileñas de entonces, tales como El Cohete, Jaque Mate, Gil Blas y algún otro, solicitada de todos su pluma regocijada. Muy pronto su musa buscó el marco de la escena y en 1874 entregaba al público su primera producción teatral: el juguete cómico en un acto y en verso Basta de matemáticas.
En ese mismo año estrenaba otras dos piezas del llamado género chico, una de ellas en colaboración con el también autor cómico Ramos Carrión, que tantas veces habría de aparecer asociado con Vital Aza en las carteleras teatrales si la notoriedad y la fama no le llegaron desde la presentación como autor dramático, tampoco tardaron en venir. Dos años después (1876) le consagraba ya con renombre creciente y perdurable la comedia en un acto Aprobados y Suspensos, que se representó muchas noches con aplauso desde su estreno en el teatro Variedades, de Madrid, y después recorrió triunfal todos los escenarios de España y América, señalando el camino de otras muchas obras del mismo autor, no obstante tratarse de una pieza donde todos los personajes son hombres, en número de once, con lo que se prescinde de dos elementos que parecen insustituibles en el teatro: La mujer y el amor. De esta obra dijo el ya citado Sánchez Pérez que era “el anuncio de aptitudes excepcionales para cultivar el género dificilísimo de la verdadera comedia española”. Tres años más tarde (1879) esa consagración recibió una confirmación rotunda y definitiva de autor dramático con la comedia en dos actos Llovido del cielo, si bien posteriormente, sobre todo en colaboración con Ramos Carrión, dio a la escena obras superiores a ésas en prosa y en verso.
“San Sebastián Mártir—dice el citado comentarista — aparece ya en el apogeo de su gloria.” Esta comedia en tres actos, escrita por él solo, fué estrenada en 1885, a la vez que una intensa producción teatral, su pluma sostenía copiosas colaboraciones periodísticas en prosa y verso. Apenas habrá publicación madrileña de alguna importancia que no haya solicitado trabajos suyos, y figuran entre las que mas veces dieron a gustar las mieles del escritor festivo La Ilustración española, El Dia, La Gran Via, Blanco y Negro, Madrid Cómico, Heraldo de Madrid, El Arte del Teatro y Para Todos.
También publicaron trabajos suyos originales los periódicos barceloneses Barcelona Cómica y El Gato Negro. Publicaciones asturianas pocas serán las que no se hayan engalanado con sus versos, y entre ellas hubo una, El Nalón, de Muros del Nalón, de la que fué un colaborador asiduo. Todo esto aparte de las íntimas reproducciones de sus poesías que han hecho y continúan haciendo multitud de periódicos españoles y americanos. No fué menos aplaudido y famoso en esas producciones breves que en las teatrales, y el público buscaba sus versos en diarios y revistas con un entusiasmo que seguramente no ha conseguido ningún otro escritor de su época.
El propio Ramos Carrión, tan gustado y aplaudido, admirando el ingenio excepcional e inagotable de Vital Aza, le recomendaba que pusiera a la puerta de su domicilio una placa con este rótulo: “VITAL AZA Licenciado en Medicina y poeta cómico. Especialista para curar hipocondrías.” Pero lo más consistente de su gloria, lo que ha cimentado su inmortalidad, ha sido la producción para el teatro, que, según Cejador, alcanzó la importante cifra de sesenta y tres piezas, y según la relación que nosotros damos al final de este estudio son dos más, entre publicadas e inéditas, incluyendo con las primeras la titulada Puntuación (número 2). Buena parte de esas obras están escritas en colaboración con diversos autores, las más de ellas con el varias veces citado Ramos Carrión.
Refiriéndose Cejador a este dice: “Ramos Carrión y Vital Aza, que fue su colaborador más asiduo, se completaban al colaborar, y así dieron obras mejores que cada uno por separado. Era ya viejo Ramos Carrión y daba el plan; Vital Aza, más mozo, ponía la forma con la viveza y frescura de la mocedad.
Lastimábase Ramos Carrión de que con el asunto de La hija del guarda, que juntos habían planeado, hubiese hecho Vital Aza La praviana, sin contar con él. Compuso Ramos los dos primeros actos de La bruja y se fueron ensayando.
Aguardaban los cómicos el tercero; pero el autor no lo hallaba por más vueltas que diera al magín.
Acudió a Vital Aza a que le sacase de apuros, el cual le hizo todo el tercer acto, con promesa de guardarle el secreto, por cuanto la obra pasaba ya como de sólo Ramos Carrión. El secreto se lo dijo Vital a su hermano, y éste lo descubrió a todo Gijón. Tal fué el motivo de romper los dos amigos y colaboradores.” Podrá ser cierta la anécdota en cuanto a la secreta colaboración descubierta en descrédito de Ramos Carrión, pero si tal secreto no dejó de serlo por espacio de algunos años, creemos que no fué ése el motivo de ‘romper los dos amigos y colaboradores”, porque La bruja se estrenó en 1887, y la colaboración de ambos autores continuó hasta 1894, en que estrenaron Zaragüeta.
Fué Vital Aza el autor cómico más aplaudido de sus coetáneos y seguramente el que más dinero ha ganado en esa época. Pero convendría recordar a ese respecto estas Palabras de Clarín: “Vital Aza cobra el arte, pero no lo vende. No prostituye la musa para ganar dinero.” Su fama trascendió más allá de los países de lengua española, con la traducción de muchas de sus obras a diversos idiomas europeos, una de ellas al esperanto, el juguete cómico parada y fonda. Y aunque muchas de sus piezas teatrales han quedado ya fuera de las nuevas corrientes del gusto teatral — no pocas con notorio desacierto —, figura entre los pocos comediógrafos y saineteros de su tiempo que no han sido arrumbados al total olvido de la gente, y, pese a la superproducción literaria para la escena de autores posteriores, continúan figurando obras suyas en el repertorio de las compañías de teatro, escritas por él solo en colaboración y se representan frecuentemente con el mismo aplauso obtenido en los días de su estreno. Entre esas obras, las intituladas San Sebastián Mártir, El sombrero de copa, El rey que rabió, Zaragüeta, La praviana y alguna otra, no sólo sobreviven en la escena española, sino que permiten suponerles muy larga vida para el aplauso del público espectador.
Además de sus obras teatrales, casi todas impresas, ha dejado algunos volúmenes con selecciones de sus trabajos breves en verso y prosa, que son los enumerados XLII, XLVI, L, LI, LV, LVII, LXIV y LXV, libros todos que se leerán siempre con deleite por la fresca gracia de que están saturados.
Vital Aza vivió dedicado exclusivamente a sus ocupaciones literarias, pero bastante al margen del mundo de las letras y de otros círculos sociales. Admirado y bienquisto en todos, pero sin frecuentarlos sino de raro en raro. Se puede decir que su vida fué hogareña. Hombre extraordinariamente afectivo, concentraba el afecto en su esposa y sus hijos, desde que en 1882 se casó con doña Maximina Diaz Sampil, mierense de origen. Sus hijos, entre los que figuran Luis, Pedro y Vital, reseñados en este índice, fueron sus mejores amigos. Y si las exigencias de sus tareas de escritor no le obligaran a residir en Madrid, posiblemente después de casado se habría establecido en Mieres, donde tenía su casa de descanso y recreo, al cuidado exclusivo de los suyos. Entre Madrid y Mieres compartía su residencia, pasando en esta villa asturiana los veranos y cuantas temporadas podía sustraer a las otras estaciones de la vida madrileña. Todo esto no quiere decir que fuese un ogro o poco menos. Muy lejos de eso, era un hombre de extensas relaciones sociales y rodeado siempre de las máximas consideraciones, a las que él correspondía con efusión. Pero rehuía de cuanto le obligase a salir del círculo estrecho de los afectos en que quería vivir. Como un caso excepcional, cuando se constituyó la Sociedad de Autores Españoles, fundada por el también autor cómico Sinesio Delgado, aceptó la presidencia de esa entidad, al frente de la cual estuvo algún tiempo.
Como no sería completo un estudio biográfico de Aza sin recoger algunas de las múltiples anécdotas de que se esmalta su vida, nosotros vamos a dar cabida aquí a algunas, las cuales vienen a ser anécdotas de sobremesa.
Cierto magnate tuvo la ocurrencia de invitar a un almuerzo a los más famosos poetas contemporáneos, sin decir a ninguno el objeto de la invitación, que era el de someterlos a todos por sorpresa, al final de la comida, a una prueba de improvisación poética. Llegado el momento, el anfitrión expuso que el motivo de aquella comida no era otro que el de someterles a que cada uno improvisara una quintilla sobre el valor poético de la quintilla misma. Todos quisieron que iniciara el torneo Vital Aza, pero él se excusó persistentemente, alegando que no era tan repentista como se le suponía. Cada cual fué diciendo su quintilla, quedando Vital para el último, y aun fué preciso que se le obligara con vayas y bromas a decir sus cinco versos inexcusables, que fueron éstos:
“Por cuestión de negra honrilla,
me propongo demostrar
que el hacer una quintilla
es la cosa más sencilla
que se puede imaginar.
Ni que decir tiene que fue la mejor del concurso y una de las mejores que se hayan hecho en castellano.
En la velada celebrada en Gijón con motivo del Centenario de Jovellanos, Vital Aza figuraba entre los invitados. Después que intervinieron varios oradores, el público pidió que dijera él algo. Reiterada la petición por cuantos dirigían e intervenían en la fiesta, Vital Aza dijo que él carecía de dotes oratorias, pero que si se le otorgaban unos minutos escribiría unos versos. Pasado brevísimo tiempo, leyó una sabrosa poesía como a manera de resumen de lo dicho por los oradores, los cuales, en su afán de exaltación de don Gaspar Melchor de Jovellanos, habían coincidido en darle el calificativo de patricio. La poesía de Vital Aza terminaba así:
“Al oirlos perorar,
pregunto: ¿Están en su juicio?
iComo le llaman patricio,
cuando él se llamó Gaspar!”
A los postres de un banquete en Gijón, al que asistían como invitados de honor los escritores don Francisco Flores García y don Miguel Ramos Carrión, improvisó la siguiente cuarteta a manera de brindis:
“Para gracia, Andalucía;
para mujeres, Gijón,
y para Flores, García,
y para Ramos, Carrión.”
Invitados por el obispo ovetense Fr. Ramon Martínez Vigil, comían con él en su palacio de Somió (Gijón) varios escritores asturianos de los más conspicuos: Fr. Ceferino González, Vital Aza, Alejandro Pidal y Mon, Ramón de Campoamor y otros. Alguien puso por condición que todo lo que se hablara durante la comida se dijera en verso. Todos, mas o menos, participaron poéticamente en la conversación, al principio, pero el diálogo acabó en monólogo a cargo de Vital Aza.
Una de las pocas veces que se salió de su natural pacifico y bonachón fué con motivo de unos mortificantes comentarios que le dedicó el escritor satírico Luis Bonafoux. No le conocía personalmente Vital Aza, pero dispuesto a darle de bofetadas, se fué al café donde Bonafoux se reunía con algunos amigos. Cuando se lo mostraron y vió que se trataba de un hombrecillo al lado de él, que era un hombretón, le dijo: «Venía dispuesto a dar a usted de bofetadas, pero desisto, porque no veo sitio para ellas.”
Vital Aza, que nunca fué hombre de muy robusta salud, estuvo seriamente amenazado de neurastenia en los últimos años de su vida, enfermedad que también amenazó gravemente la de su hermano Gerardo, ya reseñado en esta galería. En esa última etapa de su existencia pasaba los inviernos en Málaga, donde fué grandemente querido y admirado, de lo que da perdurable testimonio que lleve su nombre uno de los teatros más importantes y céntricos de esa ciudad. Dejó de existir en Madrid el 13 de diciembre de 1912, y no en 1911, como por errata o error anota Luis López Rendueles. Su cadáver fué trasladado a Mieres e inhumado aquí.
Como si no fuese tan difícil y meritorio escribir en broma como en serio, cuando se escribe con ingeniosa y fina gracia, la gloria de escritor de Vital Aza parece como si encontrara una vergonzante resistencia a que se reconozca públicamente, mientras se recuerda y glorifica a otros literatos de inferiores condiciones y méritos. Asombra y decepciona que un escritor y comediógrafo famosísimo en vida, y con cuyas producciones nos deleitamos todavía y podrán deleitarse muchas generaciones, cuente con menos homenajes públicos a su ilustre memoria que cualquier politicastro o militarote. Aparte del ya citado, rendido por la ciudad de Málaga, en vida de Aza, Sama de Langreo puso su nombre a un teatro, desaparecido cuando la revolución de octubre de 1934, y Pola de Lena a su calle mejor; después de muerto, solo ha tenido un recuerdo considerable para su nombre inmortal la villa de Pravia, que bautizó también con su nombre un teatro en 1929. Y a esto se reduce el esfuerzo de todos por recordar a la gente la existencia del insigne escritor.
Obras publicadas en volumen:
I.—Basta de matemáticas. (Madrid, 1874; juguete cómico en un acto y en verso.)
II.—El pariente de todos. (Madrid, 1874; ídem ídem ídem.)
III.—La viuda del zurrador. (Madrid, 1874; parodia de comedia en un acto, en colaboración con Miguel Ramos Carrión.)
IV.—Desde el balcón. (Madrid, 1875; comedia en un acto y en verso.)
V.— El autor del crimen. (Madrid, 1875; juguete cómico en un acto y en prosa.)
VI.—Aprobados y suspensos.(Madrid, 1876; comedia en un acto.)
VII.—Noticia fresca (Madrid, 1876; juguete cómico en un acto y en verso, en colaboración con J. Estremera.)
VIII.—Paciencia y barajar. (Madrid, 1877; comedia en un acto y en prosa.)
IX.—Calvo y compañía. (Madrid, 1877; comedia en dos actos.)
X.—Con la música a otra parte. (Madrid, 1878; comedia en dos actos y en verso.)
XI.—Llovido del cielo. (Madrid, 1879; comedia en dos actos.)
XII.—La ocasión la pintan calva. (Madrid, 1879; comedia en un acto, en colaboración con Ramos Carrión.)
XIII.—¡Adiós, Madrid! (Madrid, 1880; comedia de costumbres madrileñas en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión; refundida luego en una zarzuela en tres actos con música de Ruperto Chapi.)
XIV.—De tiros largos. (Madrid, 1880; comedia en un acto, en colaboración con Ramos Carrión.)
XV.—La primera cura. (Madrid, 1880; comedia en tres actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XVI.—La calandria. (Madrid, 1880; zarzuela en un acto, en colaboración con Ramos Carrión y música de Ruperto Chapi.)
XVII.—EI hijo de la nieve. (Madrid, 1881; comedia en un acto.)
XVIII.— Preston y Compañía. (Madrid, 1881; comedia en un acto.)
XIX.— Parientes lejanos. (Madrid, 1881; juguete cómico en dos actos.)
XX.—Carta canta. (Madrid, 1882; juguete cómico en un acto.)
XXI.— Robo en despoblado. (Madrid, 1882; comedia en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XXII.—Las codornices. (Madrid, 1882; juguete cómico en un acto.)
XXIII.—Juego de prendas. (Madrid, 1883; juguete cómico en dos actos.)
XXIV.— Tiquis…. miquis. (Madrid, 1883; comedia en un acto.)
XXV.—Pensión de demoiselles. (Madrid, 1884; comedia en un acto, en colaboración con Miguel Echegaray.)
XXVI.—San Sebastián, mártir. (Madrid, 1885; comedia en tres actos.)
XXVII.—Parada y fonda. (Madrid, 1885; juguete cómico en un acto.)
XXVIII.—Boda y bautizo. (Madrid, 1885; comedia en un acto, en colaboración con Miguel Echegaray.)
XXIX.—Perecito. (Madrid, 1885; juguete cómico en dos actos.)
XXX.—La almoneda del tercero (Madrid, 1885; comedia en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XXXI.—Coro de señoras. (Madrid, 1886; zarzuela en un acto, en colaboración con Ramos Carrión y Pina Domínguez y música de Manuel Nieto.)
XXXII.— Los tocayos. (Madrid, 1886; juguete cómico en un acto.)
XXXII.— El padrón municipal (Madrid, 1887; juguete cómico en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XXXIV.— Los lobos marinos. (Madrid, 1887; zarzuela en colaboración con Ramos Carrión y música de Ruperto Chapi.)
XXXV.— El sombrero de copa. (Madrid, 1887; comedia en tres actos.)
XXXVI.—El señor gobernador. (Madrid, 1888; comedia en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XXXVII. — El sueño dorado. (Madrid, 1890; comedia en un acto.)
XXXVIII.—Su excelencia. (Madrid, 1890; comedia en un acto.)
XXXIX.— El señor cura. (Madrid, 1890; comedia en tres actos, refundida luego y publicada en dos.)
XL.—El rey que rabio. (Madrid, 1891; zarzuela en tres actos, en colaboración con Ramos Carrión y música de Ruperto Chapi.)
XLI.—El oso muerto. (Madrid, 1891; comedia en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XLIIl.— Todo en broma, (Madrid, 1891; Colección de poesías; las ediciones posteriores, con prologo de Jacinto Octavio Picón y epílogo de Miguel Ramos Carrión.)
XLII.— Militares y paisanos. (Madrid, 1893; comedia en tres actos, en colaboración con Emilio Mario, hijo.)
XLIV.— Villa Tula (Madrid, 1893; comedia en tres actos, en colaboración con Emilio Mario; segunda parte de Militares y paisanos.)
XLV.— Zaragoza. (Madrid, 1894; comedia en dos actos, en colaboración con Ramos Carrión.)
XLVI.— Chifladuras. (Madrid, 1894; juguete cómico en un acto.)
XLVII.— Teatro moderno. (Madrid, 1894; poesías.)
XLVIII.—La rebotica. (Madrid, 1895; juguete cómico en un acto.)
XLIX.—La praviana. (Madrid, 1896; comedia en un acto.)
L.—Bagatelas (Barcelona, 1896; poesías.)
LI.—Venta de baños. (Madrid, 1897; sainete en un acto.)
LIl.—La marquesita. (Madrid, 1898; comedia en un acto.)
LIII.—Ni fu ni fa. (Barcelona, 1898; versos.)
LIV.—La sala de armas. (Madrid, 1899; comedia en un acto.)
LV.—Pamplinas… de Vital Aza. (Barcelona, 1899; poesías.)
LVI. — El afinador. (Madrid, 1900; comedia en dos actos.)
LVI. — Plutarquillo: Biografías festivas de personajes célebres. (Madrid, 1901.)
LVIII.— Ciencias exactas. (Madrid, 1902; comedia en un acto.)
LIX.—Clavellina. (Madrid, s. a.; comedia en un acto, en colaboración con Arturo Reyes.)
LX.—El prestidigitador. (Madrid, 1904; monólogo en colaboración con Santiago Rusiñol.)
LXI.—Francfort. (Madrid, 1905; comedia en un acto.)
LXII.— Chiquilladas. (Madrid, 1805; comedia en un acto.)
LXIIIl.— El matrimonio interino. (Madrid, 1907; comedia en tres actos, en colaboración con Da-Rosa y García Escudero.)
LXIV.— Frivolidades. (Barcelona, 1909; versos y prosas.)
LXV.— Broma y más broma. (Madrid, 1912; poesías póstumas.)
Trabajos sin formar volumen:
1.—Prólogo a Desafinaciones, de Juan Pérez Zubiga. (Madrid, 1888.)
2.—Puntuación (En la revista La España Moderna, Madrid, 1891).
3.—Historia cómica de España. (Madrid, 1913; en colaboración con Pérez Zubiga, Taboada, Delgado, Luceño, Ramos Carrión, Palacio, Parellada, Estrada, Cuenca, Tapia, Bonnat, Zadig y Belda.)
Obras inéditas:
—Tras el pavo. (MS.; comedia en un acto estrenada en 1876; en la Sociedad de Autores; en colaboración con L. Campo Arana.)
—Pérez y Quiñones. (MS.; comedia en un acto, estrenada en 1878; en la Sociedad de Autores.)
—Turno ministerial. (MS.; comedia en un acto, estrenada; en la Sociedad de Autores.)
—Periquito. (MS.; zarzuela en tres actos, en colaboración con Ramos Carrión y música de A. Rubio, estrenada en 1879; en la Sociedad de Autores.)
—jAdiós, Madrid! (MS.; zarzuela, refundición de la comedia en tres actos de ese mismo título, en colaboración con Ramos Carrión y música del maestro Chapi; en la Sociedad de Autores.)
—EI medallón de topacios. (MS.; drama en colaboración con José Estremera; en la Sociedad de Autores.)
—De todo un poco. (MS.; comedia en un acto, en colaboración con Miguel Echegaray, estrenada en 1882; en la Sociedad de Autores.)
—Un año más. (MS.; comedia en un acto, en colaboración con Miguel Echegaray, estrenada en 1883; en la Sociedad de Autores.)
—El viaje a Suiza. (MS.; vaudeville en colaboración con Echegaray, estrenado en 1886; en la Sociedad de Autores.)
Referencias biográficas:
Admirador (Un) .— Recordando a Vital Aza. (En El Progreso de Asturias, Avilés, 1932.)
Anónimo.—Una necrología. (En El Carbayón, Oviedo, 15 de diciembre de 1912.)
Aza (Vital).—Ego sum. (En su libro Bagatelas, Barcelona, 1896; autobiografía.
Clarín.—Vital Aza. (En el libro Paliques, Madrid, 1893.)
Eguía Ruiz (P. Constancio). — Un sainetero ilustre: Vital Aza. (En el libro Literaturas y literatos, Madrid, 1914.)
Equis.—Una semblanza. (En El Carbayón, Oviedo, 21 de noviembre de 1891; reproducida en El Imparcial, de Madrid, de ese año.)
González Blanco (Edmundo).— Humoristas asturianos: La casa solariega de Vital Aza. (En la revista Norte, Madrid, marzo de 1931.)
(Eduardo de Lustono).— Un boceto biográfico. (En la obra El libro del año, Madrid, 1899, de Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo, Eduardo de Lustono y otros colaboradores. entre ellos Vital Aza.)
Picón (Jacinto Octavio).—Nuestros escritores: Vital Aza. (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, mayo de 1892.)
Quiñones (Eduardo A.).—Nuestras entrevistas: La hija de Vital Aza. (En la revista Norte, Madrid, junio de 1931.)
Sánchez Pérez (Antonio).—Prólogo a Teatro escogido, de Vital Aza, (Madrid, 1894.)
Yxart ( José). — Zaragüeta (1894). Otras obras de don Miguel Ramos Carrión y Vital Aza. (Capitulo IV del tomo II de El arte escénico en España, Barcelona, 1896.)
Varios.—Semblanzas y panegíricos. (En El Carbayón, Oviedo, 9 de junio de 1893.)
González Menéndez Reigada (Fr. Albino) – Vital Aza y Ramos Carrión (En Rosas y Espinas, Valencia, 1916, tomo II)