ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

BARCIA TRELLES (Camilo).

Catedrático y publicista contemporáneo, famoso como tratadista de Derecho internacional. Hermano del anterior y el siguiente, menor que ellos en edad, e hijo de don Secundino Barcia Arango, también incluido en este Indice. Nacido el 15 de julio de 1888, siguió los estudios de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, en la que fue investido de licenciado, y pasó luego a Madrid a seguir en la Universidad Central los de doctor, revelando en ambos centros aptitudes extraordinarias. Todas sus preferencias desde estudiante en Oviedo las tenía el Derecho internacional, y ya dio Allí las primicias de tratadista en esa disciplina (número 1), afirmadas luego con la memoria doctoral sobre El problema balcánico.

Ya investido de doctor, obtuvo de la Junta para ampliación de Estudios una beca (1913) para completar en Alemania los de Derecho internacional. En la Universidad de Berlín asistió a las aulas de los profesores con Liszt, Kaufmaun y Triepel, y en el Seminario de von Martitz estudio Derecho de la guerra marítima, Al finalizar ese año envió a la Junta, como fruto de su aprovechamiento, una memoria sobre El Derecho de la guerra marítima y las Conferencias de La Haya y Londres, Prorrogada la pensión para el año 1914, prosiguió los estudios en la Universidad berlinesa hasta la interrupción de ellos a causa de la ruptura de hostilidades que iniciaron la guerra mundial (1914-18).

Refiriéndose a este suceso, dice Luis Jiménez de Asúa: “A los dos hubo de sorprendernos la Gran Guerra en Berlín, con otros varios compañeros españoles que habían buscado en las aulas alemanas enseñanzas científicas y técnicas. Barcia y yo, superlativamente imprevisores, no teníamos un centavo a fin de mes, y como la ruptura de hostilidades se  inició en los últimos días de julio, nuestra insolvencia era completa. El porvenir económico se nos presentó nada atractivo cuando los Bancos berlineses se negaron a transmitirnos el primero de agosto la pensión harto menguada que nos enviaban desde España. Se imponía la solidaridad en la miseria, y desde el primer instante nos agrupamos en una amistad fraternal cuatro estudiantes españoles.” Eran los otros dos el malogrado profesor y escritor asturiano Alberto Fernández Jardon y el después famoso histólogo Pio del Rio Hortega. Escaparon como mejor pudieron en los primeros días de agosto a Holanda, donde consiguieron embarcar con rumbo a La Coruña.

Ya en España, Camilo Barcia envió a la Junta nuevos testimonios de sus progresos de becario en las memorias La  significación originaria de la doctrina de Monroe y Ensayo sobre un imperialismo de raza: El pangermanismo, y la Junta le otorgó el certificado de suficiencia. Por entonces comenzó a ganar pública reputación de documentado tratadista de asuntos internacionales con frecuentes trabajos en el diario El Liberal y la revista España, de los que fue un colaborador asiduo mucho tiempo especialmente del primero. 

También contribuyeron a darle renombre algunas conferencias, especialmente las pronunciadas en el Ateneo de Madrid sobre los temas La política exterior del príncipe de Bismarck y cuestión del Mediterrdneo. Poco después (1916-17) continuó disfrutando de la pensión interrumpida en Suiza, donde estudió Derecho internacional con Mitzner, Rothlisberger y otros sabios profesores.

En diciembre 12 de 1919, Camilo Barcia obtiene en brillantes oposiciones la cátedra de Derecho internacional de la Universidad de Murcia, de la que toma posesión ese mismo día del mes siguiente, y desde entonces viene dedicado con lo mejor de su espíritu al profesorado universitario. Poco tiempo después pasa por concurso de trasladó a la Universidad de Valladolid, en la que regenta desde entonces la cátedra de Derecho internacional. Con las actividades de profesor ha venido alternando las de publicista, colaborador de algunas publicaciones, especialmente el diario madrileño La Libertad, y autor de algunos estudios en volumen, todo ello acerca de temas de su especialidad. También ha sido muy copiosa su labor de conferenciante, dentro y fuera de España.

De su intensa vida intelectual da idea esta sintética semblanza de Jiménez de Asúa: “Con el grueso sobretodo desabrochado, el sombrero flexible derribado sin gracia sobre los cabellos, prematuramente encanecidos, y los zapatos sin lustre, Barcia atraviesa las calles de Valladolid en busca de su cátedra, o las calzadas madrileñas que conducen al Ateneo, con un ademán despreocupado y embebido, que mira más al mundo de interiores pensamientos que a las gentes que se cruzan en su camino.”

En el curso de 1924 creó en la Universidad Vallisoletana la sección de Estudios Americanistas, de la que fue al principio secretario y después presidente, además de uno de los conferenciantes de mas frecuentes intervenciones. Aneja a esta sección, a manera de editorial, creó también la Biblioteca de Estudios Americanos, en la que se han publicado varios volúmenes muy interesantes de publicistas españoles y extranjeros,

En esa Biblioteca se editó la obra del propio Camilo Barcia El imperialismo del petróleo y la paz mundial (1925), de la que dice Dario Pérez que “influyó poderosamente en América; en algunos Parlamentos—podemos citar, entre otros, el argentino—, el libro de    Barcia se recordaba a diario con motivo de una discusión sobre concesiones petrolíferas. Tan es esto cierto, que a las enseñanzas contenidas en esa obra es preciso atribuir el sentido que informa a muchas leyes dictadas en Nuevo Mundo y que tienden a la nacionalización del subsuelo y a libertar a los países donde se promulgan de la insaciable codicia y de la ilimitada falta de escrúpulos de los grandes trusts petrolíferos”.

“Pero la consagración del ilustre profesor como internacionalista — continúa Dario Pérez— vino después. En 1926 llegan a Salamanca Comisiones holandesas portadoras de la Medalla de Oro de Grocio, conferida a aquella Universidad. Piensa la Facultad de Derecho en la designación de un catedrático que explique ante los delegados neerlandeses las  teorías de Francisco de Vitoria; se designa a Barcia Trelles; éste acepta.

El nombramiento no place a los elementos de las derechas, por la  significación claramente liberal del designado, y hasta un profesor salmantino firma con un seudónimo  artículos hostiles para Barcia Trelles. Aquello  preparó el  epílogo, que fue sencillamente triunfal.

Cuando Barcia salió del paraninfo de la Universidad se escucharon las mas cálidas ovaciones que se recuerdan. Maestros como Royo Villanova y Maldonado sentían que la  emoción despertada por el disertante humedecía sus ojos…

Los delegados holandeses tornaron a su patria. Allí emiten un informe de lo presenciado en Salamanca. Se habla en el mismo de – Barcia Trelles en términos tales,    que, conocida su  actuación por el Curatorium de la Académie de Droit International de La Haya, ésta le invita para que explique un curso de diez conferencias sobre Francisco de Vitoria.”    Sobre el éxito de estas diez conferencias, pronunciadas en francés, Jiménez de Asúa hace el siguiente comentario: “Me consta que Camilo Barcia produjo un efecto sensacional entre aquel público doctissimo, constituido por estudiantes y profesores de veintisiete nacionalidades. Tras de escucharle el primer día, era recibido, a partir de su segunda disertación, con aplausos encendidos, que el joven maestro aceptaba con la frente inclinada por la modestia.”

Al crear la  dotación Carnegie de los Estados Unidos una pensión anual para conferencias de sabios extranjeros sobre la paz internacional, el primer invitado es Camilo Barcia, que ya gozaba de una de las reputaciones más universales, y en varias Universidades estadounidenses pronuncia conferencias acerca de la historia y de sus  teorías de Derecho internacional. Con relación a estas brillantes jornadas de Barcia en los Estados Unidos, escribe Dario Pérez: “No todo es actividad serena y retrospectiva en la actuación del profesor español. Le llega un momento de responsabilidad. Es cuando la Universidad de Virginia le invita a tomar parte en una Panamerican Round Table para discutir la política de los Estados Unidos en Centroamérica y en el mar Caribe. Va a Virginia Barcia Trelles, y Allí, su inflexible sinceridad se muestra una vez más: su crítica es dura, lógica, implacable; su discurso alcanzó gran profusión. Barcia deja en Virginia tan solo amigos: los ciudadanos norteamericanos son. los primeros en rendir tributo a su amor a la verdad, y se requiere nuevamente su colaboración para el estío próximo.”

A su regreso a España desde los Estados Unidos se detiene en Méjico, donde dio seis conferencias en la Universidad Nacional, que le nombró profesor extraordinario.

Hace otro alto en Cuba, y en La Habana da diez conferencias con el mismo éxito, tres de ellas en el paraninfo de la Universidad.

Sus actuaciones principales posteriormente pueden quedar reseñadas así: En 1930, un curso de siete conferencias en la Académie de  Droit International de La Haya acerca de Los orígenes remotos de la doctrina de Monroe; en 1931, un viaje al Extremo Oriente, con motivo de desarrollar dos cursos de conferencias sobre temas internacionales, que explica en las Universidades filipinas; en 1933, otro curso de conferencias en la Universidad Internacional de Verano de Santander, sobre La idea del imperio en la España del siglo XVI, y en el mismo año, otro curso de cinco conferencias en la ya citada Académie de Droit International de La Haya, en torno a las  teorías internacionales de Francisco Suárez.

 

Obras publicadas en volumen: 

I.—La codificación progresiva del Derecho internacional. (Madrid, 1921; folleto en colaboración con su hermano Augusto.)

II.—EI Tratado de Versalles y sus antecedentes. (Madrid, 1921; folleto, ídem, ídem.)

III—La política exterior norteamericana de la posguerra hasta los acuerdos de Washington de 1922. (Valladolid, 1924; conferencia pronunciada en la Sección de Estudios Americanistas de esa Universidad.)

IV.—EI imperialismo del petróleo y la paz mundial, (Valladolid, 1925; curso de conferencias en ídem, ídem.)

V.—La Academia de Derecho Internacional de La Haya. (Zaragoza, 1927; estudio publicado antes en la revista Universidad, de esa población.) :

VI.—Francisco de Vitoria, fundador del Derecho internacional moderno. (Valladolid, 1928; obra traducida al francés.)    

VIl.—Doctrina de Monroe y cooperación internacional. (Valladolid, 1931; obra publicada además en francés e inglés.)

VIII.—Francisco Suárez: 15481617. (Valladolid, 1934.)

 

Trabajos sin formar volumen:

1.—Estudio de Derecho internacional privado, por A. S. de Bustamante. (En los Anales de la Universidad de Oviedo, tomo V, 1908-10.)

2.—El pangermanismo en la guerra europea. (Conferencia en la colección Conferencias en pro de Francia, pronunciadas en el Instituto Francés de Madrid y publicada por esa entidad, Madrid, 1916.)

3–Prólogo a Principios de Derecho internacional, de A. Pillet.

4.—Prólogo a El origen español del Derecho internacional moderno, de James Brown Scott.

5.—Prólogo a Internacionalistas españoles del siglo XVI: Fernando Vazquez de Menchaca, de A. Miaja de la Muela.

 

Referencias biográficas:

Jiménez de Asta (Luis). —Camilo Barcia: política norteamericana. (En el libro política, figuras, paisajes, Madrid, 1927.)

Pérez (Darío).—Camilo Barcia Trelles. (En el libro Figuras de España, Madrid, 1930.)