Religioso agustino, dedicado a la investigación naturalista, sobre la que ha producido numerosos estudios, así como otros varios de carácter histórico, Nacido en San Esteban, de la parroquia de Cibuyo (Cangas del Narcea), el 22 de noviembre de 1865.
Trasladado adolescente a Valladolid, cursó los estudios de Latinidad en el Colegio de PP. Agustinos Descalzos, donde se fortaleció su vocación religiosa con inclinación a la vida conventual, y allí tomó el hábito de esa Orden, a los diecisiete años de edad, el 10 de septiembre de 1882. En ese mismo Colegio siguió los estudios de Filosofía, y en La Vid (Burgos) y El Escorial los de Teología, demostrando en ambas disciplinas gran apetencia de saber y aptitudes excepcionales.
Ordenado de sacerdote en 1889, fué destinado en ese mismo año a las misiones de la Orden en Filipinas. Residente en la provincia de Pampanga, después de conocidos idioma y costumbres de los indígenas, administro en propiedad (1891) la parroquia de Floridablanca, y luego, interinamente, las de Candaba, San Luis y San Simón. La exuberancia de los productos naturales de este país oceánico despertó en 61 la inclinación a los estudios naturalistas, que habrían de ser fundamento principal de su personalidad.
Tras una permanencia de cinco años en Filipinas, fué elevado a la categoría de lector (profesor) dentro de la Orden, y a fines de 1894 regresó a España, destinado al Colegio de Valladolid. A la vez que explicaba en él las asignaturas de Filosofía, Física, Historia Natural y Matemáticas, llevado por el anhelo de seguir oficialmente la carrera de Ciencias Naturales, se examinaba en el Instituto de esa ciudad de las asignaturas del Bachillerato, hasta obtener este grado, siempre con las mejores calificaciones. Seguidamente se trasladó a Salamanca, en cuya Universidad comenzó a estudiar esa disciplina, de la que recibió el título de licenciado en la de Madrid el año 1902. Era su empeño alcanzar seguidamente el grado de doctor; pero no pudo obtener éste hasta 1909, para cuya obtención escribió una muy celebrada memoria, que le conquistó la calificación de sobresaliente.
“No permaneció inactivo entre esas dos últimas fechas—dice don Ignacio Bolívar—, sino ocupado en una misión de gran importancia para la Orden, lo que explica el lapso de tiempo transcurrido entre su licenciatura y su doctorado, cual fué la de fundar el Colegio de segunda enseñanza en el célebre convento de Santiago de Uclés (Cuenca), del que fué primer director, y en el cual continuó hasta que, relevado del mismo por el capítulo provincial celebrado en agosto de 1905, se trasladó a Valladolid. Fué entonces nombrado profesor auxiliar de aquella Universidad, en la que desempeñó en largas temporadas las cátedras de Física y de Historia Natural, así como también la Secretaria. Pero la conquista de tan honrosos títulos no le hizo abandonar el estudio de las Facultades propias del estado que había profesado, y así vemos que en 1906 optaba al grado de regente, que le fué conferido después de un examen brillante y de los ejercicios previos exigidos por las leyes de la Orden a los candidatos, los cuales han de probar su suficiencia en las Facultades de Teología y Derecho, y por último, en junio de 1911, recibid, con las solemnidades acostumbradas, la borla de maestro en Sagrada Teología, equivalente al grado académico de doctor.” Grado que ya poseía, como hemos visto, desde dos años antes.
Por entonces, algo antes de su doctorado, se inició en sus fecundas actividades de publicista, colaborador de algunas revistas agustinianas, especialmente de España y América, de Madrid, en la que publicó un estudio crítico sobre la obra Elementos de Biología general, de don José Gogorza, y otro sobre la de Reyes Prósper: Las Carmelitas en España, que merecieron plácemes de los doctos.
“En los centros literarios—asegura fray Gregorio Santiago Vela era reconocido por uno de los aventajados talentos que con sus trabajos podían contribuir al progreso y lustre de las ciencias.”
En el mismo año de su doctorado en Ciencias Físico-Naturales le destinaron los superiores a regente o director de estudios del Colegio de Valladolid, cargo al que hubo de renunciar, así como a la auxiliaría de la Facultad de Ciencias de la Universidad, que continuaba desempeñando, a causa del quebrantamiento de su salud, motivo por el que se trasladó a Salamanca en 1912. Aquí regento interinamente algunas cátedras del Colegio de Calatrava; pero se puede decir que desde entonces abandonó el ejercicio de la enseñanza, después de diecisiete años en activo. El citado fray Gregorio Santiago Vela le recuerda como educador con estas palabras: “De carácter amable y ‘simpático, en todas partes se hace querer, y sus discípulos, con profesores y amigos pronuncian su nombre con respeto y le reconocen como: uno de los mas ilustrados profesores que hoy tiene en sus centros de enseñanza la provincia de Filipinas.”
Por ese tiempo, trasladado a Madrid en 1914, se puede decir que comienza su verdadera labor científica como naturalista. Estuvo por espacio de algunos años agregado al Museo de Ciencias Naturales, especialmente dedicado al estudio y clasificación de madréporas y corales, a la vez que destinaba otra parte del tiempo a la investigación del archivo del Museo, para escribir la historia de ese importante organismo, actualmente (1934) en prensa con su colaboración. Esta dedicación al estudio de las Ciencias Naturales le proporcionó brillantes actuaciones en los Congresos de la Asociación para el Progreso de las Ciencias celebrados en Valladolid, Sevilla, Bilbao, Oporto, Lisboa y Salamanca, alcanzando en este último un rotundo éxito con el discurso de apertura de la sección de Ciencias Naturales. También intervino con autoridad reconocida en el Congreso de geografía e Historia Hispano – Americanas. Los principales frutos de esas actividades son sus estudios numerados IV, V, VI, XIII, XIV, XVII y XIX.
Esas actividades de publicista derivaron luego a la investigación histórica en torno a naturalistas y exploradores científicos españoles de la antigüedad, desconocidos unos y olvidados otros, con injusto desdén para sus merecimientos.
“No hay como haber vivido—dice el citado señor Bolívar—en remotas tierras alejadas de la metrópoli para avivar el patriotismo, y el P. Barreiro, ávido de contrarrestar los torcidos juicios y las malévolas insinuaciones de ciertos extranjeros contra nuestra patria por el supuesto abandono en que tuvo cuanto al conocimiento de la naturaleza y producciones de las que fueron sus colonias se relaciona, y llevado del deseo de desmentir tan erróneos conceptos demostrando la inmensa labor desarrollada por los españoles en pro de la civilización y del conocimiento de las producciones naturales de los países que por tanto tiempo formaron parte del territorio nacional, tanto en América como en el Extremo Oriente, hubo de abandonar los estudios descriptivos por los históricos.” A esta nueva disciplina corresponde la mayor parte de su producción desde el año 1921 (número VIII). Culmina esa labor en su celebradísima Historia de la Comisión científica del viaje al Pacifico, 18621865, publicada por la Junta para ampliación de Estudios. De esta obra dice don Ignacio Bolivar que el P. Barreiro “hubo de demostrar tan insuperable paciencia, que si fuera de todos conocida bastaría para atraer sobre la Agustiniana toda la fama que esta virtud dieta a la Orden Benedictina, porque, en efecto, el diario de Espada, del que esta tomada la mayor y más atrayente parte del viaje, se halla escrito en unos pequeños cuadernos que el insigne viajero llevaba consigo y en los que anotaba con lápiz sus impresiones y la relación de los sucesos con escritura muy menuda, borrosa por el uso diario y por haber permanecido abandonados en un sótano por mas de cincuenta años. Recuerdo que muchas veces consultaba a unos y a otros en el Museo sobre la interpretación de algún párrafo o palabra, sin que nadie pudiera resolver sus dudas, aconsejándole como único remedio supresión; pero al dia siguiente volvía ufano y Satisfecho por haber encontrado la verdadera significación de la frase de que se trataba, no sin haber pasado largas horas en vela hasta encontrarla”’.
Toda esa larga y meritoria labor del P. Barreiro le abrió las puertas de la Academia de Ciencias Exactas, físicas y Naturales como académico de número en 1928, leyendo en su recepción otro de sus mejores trabajos (número XIX). Además ha sido socio fundador y presidente de la Sociedad española de Antropología, Etnografía y Prehistoria; es individuo de la Sociedad de Historia Natural, de Madrid, y corresponsal de la Academia Internacional de París para el estudio de la historia de las ciencias.
Obras publicadas en volumen:
I—Estudio psicológico y antropológico de la raza malayo-filipina, desde el punto de vista de su lenguaje. (Valladolid, 1910; tesis doctoral.)
II.—El Padre Andrés Naves Alvarez, agustino, y Su obra científica. (Madrid, 1911; opúsculo; refundición de un trabajo publicado antes en la revista españa y América, Madrid, 1908.)
Ill.—Don Eduardo Reyes Prosper y su labor científica. (Madrid, 1915; publicado también en la revista España y América, Madrid, 1915.)
IV.—Algunos alcionarios de los mares Cantábrico y Mediterraneo. (Madrid, 1915; folleto; publicado también en el tomo de Ciencias Naturales del Congreso de la asociación española para el Progreso de las Ciencias, de Valladolid.)
V.—Nociones elementales de higiene humana. (Madrid, 1916; con ilustraciones.) F
VI—Elementos de Historia Natural. (Madrid, 1918; en colaboración con el P. Faulin.)
VII—EI origen de la raza indigena de las Islas Carolinas. (Madrid, 1920.) VIIl—Los predecesores de la Antropología en España. (Madrid, 1921; estudio publicado también en el tomo de Ciencias naturales del Congreso de la Asociación española para el Progreso de las Ciencias, de Oporto.)
IX.—La Historia natural en España durante el último tercio del siglo XVIII. (Madrid, 1921; publicado también en el tomo de Ciencias naturales del Congreso de Ciencias, de Bilbao.)
X.—La Expedición de Malaspina a las Américas y Oceanía. (Madrid, 1923; folleto; conferencia incluida en el tomo de conferencias del Congreso para el Progreso de las Ciencias, de Salamanca.)
XI.—Los orígenes de la Historia Natural y las primeras manifestaciones de esta ciencia en España. (Madrid, 1923; discurso de apertura del Congreso de Ciencias de Salamanca.)
XII.—Los predecesores de la Antropología en España: Francisco Hernandez y Su obra, “De antiquitatibus Novae Hispanae. (Madrid, 1923; estudio incluido también en el tomo de Ciencias naturales del Congreso de Oporto.)
XIII—Un alcionario curioso del Pacifico. (Madrid, 1925; incluido también en el tomo de Ciencias Naturales del Congreso de las Ciencias de Coimbra.)
XIV.—Ensayo de una agrupación etnográfica en un manuscrito del siglo XIII, (Madrid, s. a.; incluido además en Actas y Memorias de la Sociedad española de Antropología, tomo II, páginas 139 a 150.)
XV.—Historia de la Comisión científica del Pacifico: 1862 a 1865. (Toledo, 1926; con ilustraciones y mapas.)
XVI—De Madrid a Cádiz en 1758, Anotaciones y observaciones de don Pedro Loeffling, precedidas de un estudio por el P. Barreiro. (Madrid, 1926; publicado también en el Boletín de la Sociedad Geográfica.)
XVII.—Los celenterados. (Madrid, 1926; publicado también en la obra Vida de los animales, de las plantas y de la tierra, tomo Zoología, editada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales.)
XVIII.—biografía de don Marcos Jiménez de la Espada: 18311898. (Toledo, 1927; con láminas.)
XIX.—características de la fauna y la flora filipinas y labor española en el estudio de las mismas. (Madrid, 1928; discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, físicas y Naturales.)
XX.—La ciencia española en el siglo XVI. (Madrid, 1928; conferencia en la Academia de legislación y Jurisprudencia, pronunciada el 28 de abril de 1927.)
XXI—Diario de la expedición al Pacifico — 1862 – 1865 — escrito por don Marcos Jiménez de la Espada, (Madrid, 1928; con prólogo y notas; publicado también en el Boletin de ta Sociedad Geográfica.)
XXIIl—La Fiesta del Libro: Su origen y objeto. (Madrid, 1928; discurso leído en la sesión solemne del 7 de octubre de ese año de la Academia de Ciencias Exactas, físicas y Naturales.)
XXIII.—El testamento de don Francisco Hernandez: Documento inédito publicado con un estudio. (Madrid, 1929; publicado también en el Boletín de la Academia de la Historia.)
XXIV.—Un capítulo de la Historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales: Su fundación y primeros años: 1771-1780. (Madrid, 1929; también en Memorias de la Real Sociedad de Historia Natural.)
XXV. — El viaje científico de Conrado y Cristian Heuland a Chile y Perú, organizado por el Gobierno español en 1795. (Madrid, 1929; folleto con un prólogo; publicado también en el Boletín de la Sociedad Geográfica.)
XXVI. — Los trabajos inéditos del doctor Francisco Hernandez sobre la gea y la fauna mejicanas.(Madrid, 1929; publicado también en el Congreso de Ciencias, de Barcelona.)
XXVII.—Viaje de los botánicos don Hipolito Ruiz y don José Pavon a Chile y Pertti: 1777-1788. (Madrid, 1931; con notas, sumarios, documentación y epílogo.)
XXVIII.—relación del viaje de Marcelino Andrés por las costas de África, Cuba e Isla de Santa Elena: 1830-1832. (Madrid, 1931; publicado también en el Boletín de la Sociedad Geográfica.)
XXIX.—Papel de los españoles en el descubrimiento y estudio de las quinas. (Madrid, 1931; conferencia en el Centro alemán de Madrid.)
XXX.—Mutis, explorador. (Madrid, 1932; conferencias en la Academia Matritense de Farmacia.)
XXXI—Un documento curioso relacionado con los manuscritos de Mutis. (Madrid, 1932.) ; XXXIIL—El segundo centenario del natalicio de don Celestino Mutis. (Madrid, 1932.)
XXXII. — El Observatorio Astronómico de Madrid: Su fundación y desarrollo, (Madrid, 1932; publicado también en la Revista de la Academia de Ciencias, tomo XXIX.)
XXXIV. — Documentos relativos a la expedición del conde de Mopox ala isla de Cuba durante los años 1796-1802. (Madrid, 1932; publicado antes en la Revista de la Academia de Ciencias, tomo XXX.)
XXXV.—Un capítulo de la Historia médica de Titaguas, por don Simón de Rojas Cosme y Damian Clemente y Rubio. (Madrid, 1932; publicado también en el tomo XI de las Actas y memorias de la Sociedad española de Antropología, Etnografía y Prehistoria.)
XXXVI.—Relación de un viaje hecho a Cotacachi, la Villa Imbabura Cayambe, etc., comenzado el 23 de julio de 1802 por Francisco José de Caldas. (Madrid, 1932; con introducción, notas e índices y la parte de dichos viajes publicada en 1849 y 1917.)
XXXVII—Don José Antonio Pavon y Jiménez: 1754-1840. (Madrid, 1932; publicado también en el tomo de Ciencias Históricas del Congreso de las Ciencias, de Lisboa.)
Trabajos sin formar volumen:
1—El P. Manuel Blanco y la flora de Filipinas. (En la obra Linneo en españa: Homenaje a Linneo en su segundo centenario, 1707-1907, (Zaragoza, 1907.)
2.- San Esteban, de la parroquia de Cibuyo (Cangas del Narcea)2—biografía de don Joaquin Gonzdlez Hidalgo, (En la revista malagueña El Instituto, 1931.)
3.—Expediciones científicas españolas. (En la crónica de la Expedición al Amazonas, Madrid, noviembre de 1932 a mayo de 1933.)
Referencias biográficas:
Bolivar (Ignacio). — Contestación al Discurso de ingreso del padre Barreiro en la Academia de Ciencias. (En el volumen del citado Discurso—número XIX—, Madrid, 1928.)
Anónimo – Unos apuntes biográficos (En La Maniega, Cangas del Narcea, agosto de 1927)