ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

BLANCO CAMBLOR (Gumersindo).

Obrero y periodista contemporáneo, nacido el 3 de octubre de 1889 en Santa María de Blimea (San Martín del Rey Aurelio), en humilde hogar formado por don José y doña Inocencia de esos respectivos apellidos, obrero él y guardabarrera ella en el Ferrocarril de Langreo.

Por toda instrucción sistematizada recibió la de la escuela aldeana hasta los diez años, edad en que fué preciso que comenzará a contribuir con sus padres al sostenimiento del hogar como pinche de recados en una mina, donde ganaba noventa céntimos cada día.

Dotado, sin embargo, de afición al estudio, aprovechó algún tiempo las clases nocturnas de la escuela para mejorar la instrucción recibida. Después, su formación intelectual no tuvo ni maestros ni sistemas: se fué desarrollando y enriqueciendo de manera autodidáctica con la incesante lectura.

Su lucha por el diario sustento le ha llevado a desempeñar muy diversas ocupaciónes: peón de obras públicas, repartidor de pan, refrescos y jarabes, ferroviario y dependiente de tiendas modestas; pero la más tiempo ejercida ha venido siendo la de servicios de conservación de minas.

Al incrementarse la organización proletaria en Asturias en los primeros lustros del siglo XX por medio de campañas y fundaciones de sindicatos y sociedades culturales, Blanco Camblor empezó a participar en ese movimiento, aprestado con todo entusiasmo a la lucha contra las injusticias sociales, de que era él una de las múltiples víctimas, y desempeñó puestos directivos en algunas organizaciones. Como a la vez vivía atento a enriquecer culturalmente su espíritu, surgió pronto en él la necesidad de exteriorizar en letras de molde sus ideas, y así fué como se inició de periodista. Sus primeros escritos aparecieron en La Aurora Social, que dirigía en Oviedo Isidoro Acevedo. Después fué extendiendo sus colaboraciones sobre problemas sociales a otros periódicos proletarios, como Adelante, de Valladolid; La Antorcha, Mundo Obrero y La Tierra, de Madrid; Solidaridad, de Gijón; Obrero Astur, en sus dos épocas, y Aurora Roja, de Oviedo. También ha llevado sus colaboraciones a otros periódicos de diferentes ideologías, como los gijoneses El Pueblo Astur y El Comercio; los ovetenses El Carbayón, La Voz de Asturias, Región y el semanario republicano desaparecido País. Pero, de todos ellos, el que ha recogido más escritos suyos ha sido El Noroeste, de Gijón.

Casi toda esta abundante producción periodística ha estado amparada en seudónimos numerosos, casi innumerables. Anotamos a continuación los empleados menos ocasionalmente, que son Xin de la Portiella, Dr. Cantaclaro, Pin de Pinchafuerte, Dr. Sábelotodo, Doctor Cigoñales, Detective Rueca, El Trasgo del Molín Vieyo, El Duende del Rebollal, Xin del Barriu, El Duende de la Llera, El Solitario del Nalón, Blor-Cam, Solitario de Cayón, Duende Rojo, Un Irredento y Casadielles.

Descontados algunos viajes por España, su residencia ha estado ininterrumpidamente por espacio de más de cuarenta años en el pueblo natal. Aquí vivió casado desde enero de 1917 con doña Benita Rodríguez García, que le dejó viudo en 1925. Un segundo matrimonio, efectuado en Infiesto en agosto de 1929 con doña Josefina Elena Alonso Prieto, le movió poco después, en mayo de 1930, a fijar su domicilio en esa villa de Infiesto, donde reside desde entonces.

Continuación aquí de sus actividades periodísticas fué la fundación el 4 de abril de 1931, pocos días antes de instaurarse la República, del semanario Renovación, que dirigió como órgano de los republicanos de Piloña, y ya desaparecidos periódico y organización republicana. También colaboró algo, obligado por defensa personal, en el semanario Piloña.

No obstante sus campañas de vindicación proletaria, su conducta y procedimientos han sido siempre los de un hombre pacifico. Pero esto no ha sido bastante para que dejara de correr algunos riesgos personales. Uno de ellos, que pudo ser trágico, le ocurrió cuando la huelga revolucionaria de agosto de 1917. Sujeto al obligado descanso, aprovechó la ocasión para trasladarse con un pariente a visitar a otros familiares en Bimenes y Nava. Iba provisto de una cámara fotográfica con el deseo de obtener algunas fotografías de ellos, en cumplimiento de una promesa que les había hecho. Al llegar a la Faya de los Lobos, lugar conocido por Casilla de los Camineros, en el límite de los concejos de Bimenes, Laviana y San Martín del Rey Aurelio, fueron sorprendidos por un grupo de soldados que a la intimación de “manos arriba” mezclaron numerosos disparos de fusil, llevados de la nerviosidad que les produjo creerse ante una anunciada invasión del lugar por los mineros. Los dos excursionistas estuvieron expuestos, dicho sea con palabras del propio Gumersindo Blanco, “a correr la suerte de un pobre jumento que acribillaron a balazos en la célebre toma de la Faya de los Lobos, al no contestar al ¡Alto! ¿Quién vive? de los asaltantes; única baja que se apuntaron en su haber las huestes del general Burguete”. Resultado del percance fué que los detenidos quedaron algún tiempo presos, pendientes de un proceso que no se llegó a formar, y que Blanco perdió sus instrumentos de fotógrafo, decomisados como si se tratara de pertrechos de guerra.