Odontólogo y escritor contemporáneo. Tratadista con la pluma y la palabra de temas profesionales y publicista literario en verso y prosa. Estos dos aspectos diferentes de su personalidad dan lugar a pensar en dos personalidades distintas, ya que llevan distintas firmas: en Io literario, Luis Amado Blanco, con lo que algunos suponen que el nombre Amado es apellido, y en lo profesional, Luis Blanco Fernández. Nació Luis Amado Blanco. en Riveras de Pravia el 4 de abril de 1903 en hogar de holgada posición económica, formado por don Juan Blanco Díaz, en posesión de discreta fortuna alcanzada en Cuba, y doña Inocencia Fernández Trapa y García de Castro, que reunió por herencias de tíos y hermanos propiedades importantes.
A los nueve meses de nacido Luis Blanco, sus padres trasladaron la residencia a Avilés, y aquí transcurrió la infancia y buena parte de la primera juventud de él, por lo que se considera avilesino de nacimiento y por tal le tienen los nativos. aprendió en Avilés las primeras letras en la sección de párvulos del Colegio de monjas del Santo Ángel, y continuó la instrucción primaria con profesores particulares, para terminarla luego en el Colegio que tuvieron estableció en la villa los hermanos de la Doctrina Cristiana. En este mismo colegio comenzó a prepararse para la carrera comercial a fin de seguir, por deseo del padre, el camino de sus tres hermanos mayores, que era el de Cuba, como emigrante. Con este propósito comenzó a estudiar en 1916 en la Academia de la Inmaculada, que dirigía don Vicente Ocerín, la carrera de perito mercantil, seguida con brillantes notas, hasta obtener el consiguiente título en la Escuela de Comercio de Gijón en 1921. Pero, muerto el padre años antes (1917), quedó desechado el proyecto de emigración a Cuba, trocado por el de seguir los estudios de otra carrera más importante, para lo cual comenzó por completar en la misma Academia los de bachillerato, grado que obtuvo en 1924 en el Instituto Jovellanos, de Gijón.
Decidido a seguir la carrera de médico, estudió por libre en la citada Academia avilesina el curso preparatorio, del que se examinó en la Universidad ovetense. Al comenzar el curso de 1925 se traslada con su familia a vivir en Madrid, y continúa los estudios de Medicina en la Facultad de San Carlos. Aprobado el segundo año de la carrera, incorpora los estudios a la Escuela de Odontología, anexa a la misma Facultad, y en el año 1928 obtiene el título de odontólogo, como remate de una ejecutoria brillante de estudios y ejercicios. Posteriormente amplía sus conocimientos profesionales en la clínica particular del doctor Landete y en el Instituto OdontoEstomatológico de Madrid, dirigido por citado profesor. Concurre también con la misma finalidad a la sección de Ortodoncia, dirigida por el doctor Mañes, en la Escuela Nacional de Puericultura.
Todavía estudiante de Odontología, movido por su vocación intelectual de siempre, organizó en la Sociedad Odontológica Española un curso de conferencias sobre el Arte aplicado a la Odontología, corriendo a su cargo la presentación de los conferenciantes que tomaron parte en las sesiones. También por entonces fue exponente suyo en el mismo sentido, como primera manifestación del escritor sobre temas científicos, su conferencia en la cátedra de Prótesis Primera con el título de disquisiciones filosóficas sobre Prótesis dental (número 1), que fue como cimiento de su personalidad en la profesión.
Esta inclinación de Blanco por las letras data de los años infantiles. Aún no sabía leer, y su curiosidad por la lectura obligaba a que le leyeran cuentos e historia, horas enteras, como su distracción predilecta. Desde que supo leer fue siempre la lectura la apetencia mayor de su espíritu. De las lecturas infantiles pasa en rápida evolución, a los quince años, a la novela y obras poéticas de los clásicos castellanos. Con éstos encuentra su sensibilidad un agradable medio de expresión en el verso, y escribe sus primeras poesías, y también algún cuento, que no llegan a publicarse. En el año 1919, a los dieciséis de edad, la visita de un grupo de estudiantes a Avilés le da ocasión para arrostrar el miedo de dar al público algo de su pensamiento, y pública en La Voz de Avilés una croniquilla sobre el suceso. Dos años después (1921) se da a conocer como él más deseaba, como poeta, y publica en el mismo diario una poesía, a la que pone tímidamente como firma un seudónimo que no ha vuelto a usar, el de Blumaisol.
Ya en 1922 conquista los primeros parabienes con el cuento Madrigal, publicado en la revista anual El Bollo, y esto le decide y anima a sostener como poeta y cronista una asidua colaboración en La Voz de Avilés y también en el semanario local El Progreso de Asturias.
El poeta, que había comenzado con los máximos respetos a las normas clásicas, va evolucionando hacia las tendencias modernas, más dilectas a su fantasía, y en 1928 recoge una selección de sus composiciones en el libro Norte, que es un claro exponente de esa evolución hacia la maestría ya apuntada en él y que la crítica ha recibido con elogio. Cultiva también, aunque menos frecuentemente, la prosa, crónicas y cuentos, y uno de éstos, intitulado Hacia la otra orilla, le conquista el premio destinado al género en el Certamen Literario celebrado en Avilés en agosto de 1927.
Sus colaboraciones poéticas se extienden a otros periódicos avilesinos, más o menos ocasionales, entre ellos el semanario festivo, veraniego, La Batelera, donde firma con el seudónimo de Black algunas composiciones. En 1928, con motivo de un viaje a Francia, inicia su colaboración de cronista en el diario gijonés La Prensa. También publicó por entonces algunas poesías en revistas madrileñas, Nuevo Mundo y Atlántico, entre otras. El recuerdo de una conferencia científico-literaria pronunciada en enero de 1929 en el Ateneo Obrero de Gijón con el título de Vida y sexo nos lleva de nuevo a tratar del profesional.
Facultado ya como odontólogo, en octubre de ese mismo año, abre en Madrid una clínica dental, que acredita rápidamente con numerosa y distinguida clientela. A la vez acrecienta su prestigio entre los compañeros, especialmente por sus frecuentes y acertadas intervenciones en las sociedades profesionales, no sólo en las controversias de carácter científico, a que le autorizaba su estudio asiduo, sino en las de política social profesional, caracterizándose por la valentía en combatir a los personajes que sólo usaban influencia y ascendiente en la clase en servicio propio y de sus partidarios. También contribuye a realzarle el nombramiento en ese mismo curso (1929-30) de profesor auxiliar de las clases prácticas de la Escuela de Odontología, en las cátedras de Prótesis Fija y de Ortodoncia, cargo al que renuncia antes de concluido el curso, debido a la escasez de medios de enseñanza que ponían en sus manos,
En robustecimiento de su prestigio profesional le llegan algunos éxitos y reconocimientos personales. En abril de 1930 es invitado por el Círculo Odontológico de Cataluña a dar en Barcelona una conferencia, y pronuncia una sobre risa y sonrisa en estética odontológica (número 3), en la que recoge las modernas teorías de estética facial y sus observaciones propias, conquistando fervorosos aplausos. En marzo de 1933 asiste al X5U Congreso Odontológico, celebrado en Valencia, al que presenta un estudio en colaboración con el doctor Bascones sobre La anestesia en Odontología, en el que se recogen, enjuiciándolos, todos los sistemas de anestesia, entre ellos el de Avertina, por infección rectal, primera comunicación presentada en España acerca de este sistema. Por esta memoria y por sus intervenciones en el Congreso se le nombra, no obstante su juventud y pocos años de ejercicio profesional, vicesecretario de la Federación Odontológica Española y vicesecretario asimismo del próximo Congreso. Al celebrarse éste, en agosto de ese mismo año, en La Coruña, presenta tres importantes comunicaciones, una, fruto de su estudio exclusivo. La desvitalización dentaria ante los nuevos conceptos de la moderna Patología, y dos en colaboración: con el doctor Codina Carreira, la intitulada Contribución al estudio y tratamiento de las neuralgias del trigémino (número 4), y con el doctor Benítez de Huelva la otra, acerca de los Estados prediabéticos y piorrea alveolar. En el mismo Congreso pronuncia una conferencia sobre Estética y Ortodoncia, que llama poderosamente la atención de los congresistas por lo atrevido de sus concepciones.
La Asociación Española de Odontología le lleva a su Junta de Gobierno con el cargo de secretario de actas, y la Sociedad Odontológica Española le nombra vocal, primero, y secretario general después. Animado por la idea de unir, en beneficio de la clase, estos esfuerzos disgregados, Luis Amádo Blanco (o mejor, Luis Blanco Fernández dentro de la profesión) pone a esa finalidad toda su fuerza de captación y persuasión, y al finalizar el año 1933 consigue fusionar esas dos Sociedades y su incorporación en forma de Sección Científica al Colegio Oficial, con lo que se gana el aplauso general de sus compañeros, que ven en la unificación provechos y prestigio no conseguidos antes. Por esta actuación, que estuvo seguida de una serie de artículos sobre política social profesional (número 5) publicados en España Odontológica, se le quiso rendir un homenaje, que él rehusó en carta publicada en esa misma revista. Esas actividades de organizador y escritor profesionales y el diario cuidado de su clínica no le han impedido continuar la producción literaria, como veremos enseguida.
En la primavera de 1930 contrae matrimonio con la señorita Isabel Fernández Rodríguez, asturiana, parienta algo remota, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, en la que Luis Amado Blanco encuentra no sólo la esposa y compañera, sino una admirable colaboradora, que pasa a la clínica como ayudante y al despacho del escritor como musa y amanuense. Y es de añadir, como caso excepcional en este matrimonio, que, no obstante tener resuelto el problema económico, ella reanuda los interrumpidos estudios de Filosofía y Letras hasta licenciarse en Ciencias Históricas en enero de 1933, mientras él prosigue los desviados estudios de la Facultad de Medicina, en la que alcanza el grado de licenciado en enero de 1935, prosiguiéndolos actualmente para la obtención del doctorado.
Poco después de casados, y como viaje de novios, llevan a cabo uno a Rusia, con breves paradas en varios países europeos: Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia y otros. En la república soviética visitan especialmente Leningrado. De las impresiones recogidas en Rusia, y principalmente en esa ciudad, Luis Amado Blanco escribe un admirable libro, recibido con aplauso por la crítica, con el título de Ocho días en Leningrado, del que adelanta las primicias en conferencias con proyecciones pronunciadas (1932) en el Ateneo y en el Lycéum Club de Madrid.
El descanso veraniego de 1934 lo invirtió el matrimonio en un viaje a Cuba, más concretamente a La Habana, en el que Blanco ostentaba la representación del Heraldo de Madrid como enviado especial. La prensa habanera, los compañeros de profesión y los elementos de la juventud intelectual habanera tuvieron para Luis Amado Blanco una fervorosa acogida, llena de facilidades para que llegara rápidamente al conocimiento de la vida íntima del país. De sus actividades intelectuales en esa capital deben anotarse dos recitales de poesías inéditas en la Sociedad Pro Arte musical y en el Círculo de Bellas Artes y una conferencia sobre la vida rusa en la Sociedad de Reporteros. A su regreso a Madrid comenzó a publicar en el Heraldo una serie de dieciséis crónicas sobre sus impresiones acerca de la transformación revolucionaria de esa república, con el título de ¿Adónde va Cuba?, en publicación actualmente (enero de 1935).
Cuando la sublevación de julio de 1936 le sorprendió en Soto. Prestó servicios en la Cruz Roja. Pasó a Francia y luego a Cuba. En la Habana, con la pluma y palabra defendió la causa de la República.
Obras publicadas en volumen:
I.—Norte. (Madrid, 1928; poesías.)
lI.—Ocho días en Leningrado. (Madrid, 1932; impresiones de un viaje a Rusia.)
III.—Poema desesperado. A la muerte de Federico García Lorca (1937, San Cristóbal de La Habana opúsculo en 4º mayor)
Trabajos sin formar volumen:
1.—Disquisiciones filosóficas sobre prótesis dental. (En la revista Odontología Clínica, Madrid, 1928, número 3.)
2,—La curva de glucemia en los cancerosos vista por un odontólogo. (En La Odontología, Madrid, enero de 1930; resumen de una comunicación presentada a la Asociación Española de Odontología.)
3.—Risa y sonrisa en estética odontológica. (En Odontología Clínica, Madrid, junio de 1930; extracto de una conferencia pronunciada en Barcelona, en el Círculo Odontológico de Cataluña.)
4.—Contribución al estudio Y tratamiento de las neuralgias del trigémino. (En La Odontología, Madrid, mayo de 1934; en colaboración con el doctor Codina Carreira.)
5.—1934 en la Odontología madrileña. (En España Odontológica, Madrid, 1934; varias crónicas de política social profesional.)
6..—Reivindicación de la manzanilla (Madrid) 1936; opúsculo; estudio publicado antes de La Odontología.