ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

CAMPOAMOR DE LAFUENTE (José María).

Poeta contemporáneo de personalidad formada en América, donde es más conocido que en España. Reside (1935) desde hace algunos años en Buenos Aires.

Nació Campoamor de Lafuente en Vegadeo el 18 de febrero de 1892, en hogar acomodado, constituido por don Urbano y doña Filomena de esos respectivos apellidos.

La primera vocación que despertó en él, siendo muy niño, fué por el arte musical, dándose el caso de que a los seis años sabía de memoria el Método Eslava y escribía música al dictado, Por entonces ingresó en la Banda municipal de música, en la que tocaba el flautín.

Su instrucción estuvo a cargo de maestros particulares. Sólo asistió por espacio de un mes a la escuela del Estado, que abandonó a raíz del siguiente episodio: Los domingos llevaba el maestro a oír misa a sus discípulos en fila formada de dos en fondo. Como esta disciplina se avenía muy mal con el temperamento de Campoamor de Lafuente, al cuarto domingo de tal desfile y aprovechando un descuido del maestro, huyó de la fila. Al día siguiente fué castigada su falta, por lo que el padre envió una queja al maestro recomendándole que se ocupara en enseñar cosas que fueran útiles para la vida y dejara las cosas de la religión para los curas”, y retiró al hijo poco después del colegio.

Este pequeño episodio contribuyó a la formación del carácter de Campoamor en dirección que no era la buscada por el padre precisamente. Sus ansias de libertad e independencia ganaron con ello nuevos vuelos, haciendo de él un muchacho entregado por entero a todo género de travesuras sin freno alguno en la conducta, hasta que su padre pensó como remedio al mal, y el muchacho aceptó de buen grado, que emigrara a América. Con la idea de “que lo domaran, pues en Vegadeo no le quedaba más recurso que entregarlo a la justicia por sus insólitas travesuras”, el padre le recomendó a unos parientes establecidos en la Habana, y Campoamor de Lafuente marchó a Cuba en 1908, a los dieciséis años de edad.

El propósito paterno encontró en el recurso un nuevo fracaso. La disciplina a que había que someterse en el comercio cubano, extremadamente rigurosa entonces, era de lo más contrapuesta a la idiosincrasia del muchacho. La vida detrás del mostrador la concebía como un castigo únicamente, y al mes de estar al servicio de sus familiares dejó el comercio y recobró la libertad.

Desde entonces fué su vida una vida de bohemio a través de toda la isla. Algunas veces los apremios económicos le llevaron a desempeñar las más diversas ocupaciones: dependiente de ultramarinos, de tejidos, de librería; viajante de comercio, mozo de hotel, mayordomo de un ingeniero azucarero… Como no le abandonaba en ningún caso una gran apetencia de saber, fué reparando las deficiencias de su ilustración con toda clase de lecturas, y éstas acabaron de madurar en él la vocación literaria, especialmente poética, que le acompañaba desde niño. Sus iniciaciones literarias tuvieron acogida en el periódico El Villareño, de Santa Clara, del que fué más tarde jefe de Redacción. En esa misma ciudad fundó en 1911 una revista literaria con el título de Luz, en la que publicó algunas poesías que comenzaron a conquistarle alabanzas como poeta. Algo después, residente en Santiago de Cuba, escribió asiduamente en El Cubano Libre y en Oriente Literario, revista de la que fué también redactor-jefe (1912). Colaboró por entonces además en otros varios periódicos locales y provinciales de Cuba.

Al año siguiente recogió en un volumen, impreso en Valladolid, una selección de sus composiciones poéticas con el título de Los poemas ingenuos, que fué como su consagración literaria, acogido el libro por la crítica autorizada con las más cálidas ponderaciones. Por entonces trasladó su residencia a la Habana e ingresó en la Redacción del Diario de la Marina. A la vez colaboró poéticamente en Fizgaro, Letras, Bohemia y otras revistas ilustradas de esa capital.

Por ese tiempo (1914), a solicitud de su familia, que se había trasladado a la Argentina, pasó desde Cuba a ese país en viaje con escala en Canarias. Un año después se trasladó a Uruguay. Entre sus ocupaciónes aquí figuró la fundación y dirección por espacio de dos años (1917-18) de la revista Asturias, en la que hizo famoso su seudónimo de Bachiller de Vegadeo. En ese último año regresó a Buenos Aires, donde ha venido residiendo hasta el presente sin interrupción.

Su vida bohemia y andariega se puede decir que concluye entonces. Fuerte en conocimientos de matemáticas y contabilidad, se ha venido dedicando a contador de casas comerciales y bancarias como principal sostenimiento de su vida, asociada en matrimonio años después (1927) a la señorita Zulema Basset. Sólo un paréntesis hubo en su profesión habitual, determinado por el afán de buscar un porvenir de más amplios horizontes, y fué el haberse establecido con un taller tipográfico, al frente del cual estuvo desde 1931 a 1932.

Con la ocupación de contador de comercio ha venido simultaneando sus actividades poéticas, colaborador de periódicos y revistas gráficas bonaerenses, entre los que figuran P. B. T., Caras y Caretas, Plus Ultra, Nosotros, La Nación, Heraldo de Asturias y La Voz de Asturias. En 1922 y 1923 publicó dos libros de poesías (números I y II) de una serie de cuatro, bajo el título común de Los caminos del cielo, que fueron, como el anterior, muy bien acogidos por la crítica. Desde entonces Colabora también en la revista Blanco y Negro y el diario ABC, ambos de Madrid.

Es curiosa esa dualidad de Campoamor de Lafuente, porque la forman como dos personalidades distintas y contrapuestas: Una, el poeta independiente, soñador, noctámbulo, que da realidad a aquel aforismo de Nietzsche “los más bellos pensamientos surgen andando”. La mayor parte de su producción ha surgido en marcha, para después entrar en un café cualquiera y copiar de la imaginación la poesía sin precisar de pulimentos ni retoques. En el otro aspecto de su personalidad, ha llamado, en ocasiones, la atención de superiores y compañeros, por la matemática seguridad que tienen sus cálculos mentales, la dedicación a su empleo absolutamente olvidado del poeta, convirtiéndose desde que traspone las puertas de la oficina en otro Campoamor.

Obras publicadas en volumen:

I.—Los poemas ingenuos. (Valladolid, 1913; prólogo de don Pedro Giralt.)

II.—Los caminos del cielo: I Las ramas verdes. Nostalgia. (Buenos Aires, 1922; poesías.)

III.—Los caminos del cielo: II Las hojas secas. Melancolía. (Buenos Aires, 1923; poesías.)