Si en la intelectualidad asturiana hubo mentalidades superiores a la de Fermín Canella y Secades, nadie le aventajó en devoción y entusiasmo por la tierra natal, y esto le hace acreedor a las más acendradas estimaciones en grado que no puede disputarle nadie. Su vasto saber, su claro talento, sus mejores virtudes, su enorme capacidad de trabajo, todo cuanto fué y representó lo ha consagrado con efusiva prodigalidad al progreso y enaltecimiento de Asturias. Buceó, y lo hizo siempre acertadamente, en todos los aspectos de la historia y de la vida asturianas, Fué, desde luego, descuidado en sus tareas de investigación, por el noble afán de abarcar muchas y diversas materias con deficiente método de trabajo; al saber, capacitación y laboriosidad no les acompañó siempre una serena atención, indispensable en esas actividades, puesto que en su vasta obra—muy meritoria de todos modos—abundan los errores de todas clases, a punto de que haya que tomar sus producciones, al usarlas como fuentes informativas, con toda clase de cuidados. Pero es tanto lo que se debe a Canella y Secades como fruto de su infatigable esfuerzo en la vulgarización y exaltación de hombres, hechos, cosas y cualidades de Asturias, que el tono acerbo en toda crítica de su obra da impresión de irreverencia. Tal es la que nos producen los conceptos agrios y duros estampados por Julio Somoza en Registro asturiano. Lo menos que le dice es que padecía “obsesión (o manía alucinatoria) de acumular a granel, con cualquier motivo, nombres de personajes asturianos”.
Al intelectual de positivo mérito en la cátedra, el periódico, la tribuna, el libro y las corporaciones acompañaba en Canella y Secades el hombre bueno a toda prueba. Incapaz de producir un daño; pródigo en hacer el bien y facilitar el camino para que otros lo hicieran. De trato afable y campechano y modesto hasta la exageración, sólo se le conoció un Orgullo, y éste bravamente enhiesto siempre: su asturianismo jubiloso.
Jubiloso y contagioso. Semillero constante de iniciativas que redundaran en bien de Oviedo y de Asturias, en torno suyo no se podía vivir en la indiferencia; había que compartir sus entusiasmos indefectiblemente.
Pudo Canella y Secades, por su capacidad, don de gentes y valiosas relaciones en la intelectualidad y la política españolas, escalar las cimas que hubiera querido; pero su sencillez y modestia se sintieron colmadas con la cátedra de la Universidad, que regentó cerca de medio siglo, y los cargos de rector y senador, que de ella se derivaron. Por otra parte, su amor entrañable a Oviedo y la región le impedía respirar mucho tiempo otra atmósfera que no fuese la asturiana, aunque en contraste por su melancolía con el carácter alegre y comunicativo de él. “Por su llaneza simpática—dice Adolfo Alvarez Buylla— por su popularidad, por su modestia llena de encanto, ha sido el Fermín a secas con que le llamaba todo el mundo en Oviedo, su título nobiliario, al cual correspondía donosamente tuteando también a casi todo el mundo.”
Su relevante personalidad dentro de Asturias, hasta poder decir que llenó con su nombre a la región durante un cuarto de siglo, aún gozó de fama y prestigio más firmes en las colonias de asturianos de América, en las que la admiración se había convertido en cariño verdaderamente familiar.
Jamás se invocó en ellas su nombre sino con un respeto máximo, casi religioso. Era para los asturianos emigrados como el símbolo más preciado del patriotismo regional. A su fallecimiento se Celebraron solemnes veladas necrológicas por los asturianos en numerosas poblaciones americanas, y la colonia de Buenos Aires costeó una hermosa placa de bronce Con su retrato en relieve, destinada 4 embellecer la tumba del venerable don Fermín.
Su pluma fecundisima e ilustre ha dejado una labor ingente de revisión, valoración y exaltación de todo lo asturiano. De pocas materias relacionadas con Asturias será posible escribir prescindiendo de su opinión y su concurso. Sólo por esto parece que la posteridad debiera tener su nombre más presente en el recuerdo de lo que supone la invocación desde las esquinas de una calle de Oviedo.
En esta ciudad tuvo lugar su nacimiento el 7 de julio de 1849, hijo de don Benito Canella y Meana y doña Carlota Secades y Fernández. Hermanos suyos son el que le precede y el que le sigue en este índice.
Secretario su padre de la Universidad de Oviedo, Fermín Canella tuvo motivos desde la infancia para sentir amor entrañable por esta casa, que era como la extensión de la paterna, y que tuvo la suerte de no ver en escombros, Como han tenido que contemplarla muchos que la amaban, como una víctima inocente de la revolución de octubre de 1934. Inmediata la casa de los padres al edificio universitario, los ámbitos de éste fueron principal escenario de su niñez, por lo que Adolfo Alvarez Buylla pudo decir que había nacido en la Universidad. A esto puede añadirse que en ella vivió siempre.
Parece que después de cursada la instrucción primaria en Oviedo fué enviado al Seminario de Vergara (Guipúzcoa), donde hizo algunos estudios de segunda enseñanza. Pero el bachillerato lo siguió en el Instituto ovetense desde 1859, hasta graduarse en Artes en 1865. Pasó luego a la Universidad, donde completó esa enseñanza literaria en la Facultad de Filosofía y Letras con el mismo grado en 1867. Siguió después los estudios de la Facultad de Derecho, en la que alcanzó todos los grados, por este orden: bachiller, en 1869; licenciado, el 17 de junio de 1870, y doctor, el 6 de octubre del 71. Todos en Derecho civil y canónico.
Llegó al doctorado, a los veintidós años, con una ya considerable personalidad en las letras y en el desempeño de cargos en instituciones ovetenses, como el de secretario de la Comisión de Monumentos, a que le autorizaba ser ya académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid. Al redactar y publicar la tesis doctoral, Origen, carácter y juicio crítico de las Cortes de Castilla (número 10, tenía ya acreditadas sus facultades . de escritor en variedad de materias, desde la fundación del periódico El Apolo (1866) con otros estudiantes, y en el que hizo sus primeras armas de literato, y como colaborador bastante asiduo, después, de diversas publicaciones ovetenses de más larga vida, entre ellas El Faro Asturiano, El Porvenir de Asturias, primera época, y El Eco de Asturias. El mismo año de doctorarse le acogió también en su seno, como académico correspondiente, la Academia de la Historia, y dos años después (1873), la Academia de Legislación y Jurisprudencia le nombraba profesor,
Desde esa fecha comenzó a ejercer la abogacía en Oviedo, incorporado al Colegio de Abogados, en el que desempeñó al correr del tiempo diversos cargos directivos; pero sus más fuertes vocaciones no iban hacia el foro. El Derecho y la Jurisprudencia le atraían más como tratadista que como practicante. Esta y otras circunstancias le inclinaban al profesorado, por cuyo ejercicio sí sentía una de sus más íntimas y vivas aficiones. Y acaso este amor a la enseñanza tenía mucho de reflejo del que sentía por la Universidad, demostrado éste ¡entonces con una larga tarea de investigación y acopio y la redacción de una admirable Historia de la Universidad (número IV), que reimprimió treinta años después (1903), notablemente refundida y ampliada. Por eso desde el citado año 73 hasta el 75 desempeñó en la Universidad la plaza de profesor sustituto de Derecho civil y de otras asignaturas, y fué después profesor auxiliar de la Facultad de Derecho hasta enero del 76.
En este año se presentó a las oposiciones celebradas para cubrir cátedras vacantes en las Facultades de Derecho, una de ellas en la de Oviedo. Fué también opositor don Félix Aramburu y Zuloaga, de quien se dice que hizo los mejores ejercicios, por lo que figuró en el primer lugar de la terna; pero la suerte se puso de parte de Canella y Secades, que pudo elegir la cátedra de Oviedo, mientras que Aramburu tuvo que conformarse con la de Santiago de Compostela. En virtud de esas oposiciones, Canella y Secades ocupó en propiedad la cátedra de Derecho Civil de su querida Universidad el 8 de julio de 1876.
Desde entonces su vida quedó más estrechamente vinculada a la Universidad de lo que estaba, Y fué personalidad brillante en aquel sabio Claustro, el más ilustre de todos, integrado por Leopoldo Alas (Clarín), Adolto Alvarez Buylla, Rafael Altamira, Félix Aramburu, Guillermo Estrada Villaverde, Adolfo Posada, Aniceto Sela y otras conspicuas personalidades, Poco después, mayo de 1878, otro vínculo de orden afectivo, su matrimonio con la señorita Matilde Muñiz, vino a robustecer los que ya le sujetaban fuertemente a la ciudad natal.
Desde entonces (mejor diríamos desde antes, como ya se ha visto), la vida de Oviedo y aun de Asturias está llena de su espíritu. Asombra su actividad múltiple y diversa sin pensar en algún secreto para multiplicar las horas de cada día. El atiende su cátedra cotidianamente, sin descuido del estudio que este ejercicio impone ni a los deberes a que obligan las atenciones del Claustro universitario; no desatiende enteramente las actividades de letrado y los cargos que de esto se derivan produce como escritor con fecundidad verdaderamente excepcional sobre temas de historia, derecho, economía, política, de intereses locales y provinciales sobre múltiples iniciativas, siempre como fruto de paciente investigación y estudio, para numerosos periódicos asturianos, sobre todo El Carbayón y la Revista de Asturias, algunas publicaciones madrileñas, especialmente La Ilustración Española y Americana, de la que fué muchos años colaborador, y otras de carácter, profesional, como Revista de Tribunales y Revista General de Legislación y Jurisprudencia, y algunas extranjeras; da también como fruto literario sin interrupción libros y folletos, hasta alcanzar el número total de cincuenta y ocho trabajos en volumen, sin contar otros tantos de equiparada importancia publicados de diversa forma, y permitiéndole toda esa enorme tarea dedicar ratos de ocio al cultivo de la poesía, de lo que hay muy aceptables muestras en la citada Revista de Asturias y en la Ilustración Gallega y Asturiana, de Madrid; se prodiga como conferenciante y orador y desempeña puntualmente, con entusiasmo y autorizado asesoramiento, múltiples cargos en instituciones oficiales y privadas, entre otros muchos los de magistrado supernumerario de la Audiencia, miembro de la Junta provincial de Beneficencia; directivo en distintos puestos de la Sociedad Económica de Amigos del País, director de algunas secciones, en distintos tiempos, de la Junta provincial de. Agricultura, Industria y Comercio, y secretario desde 1870 y vicepresidente, presidente efectivo, por serlo nominal el gobernador civil desde 1898 de la Comisión provincial de Monumentos, ntidad que le debe valioso concurso y la cooperación efectiva a la instalación y ordenación del Museo Arqueológico, creado bajo los auspicios de ella.
Apenas habrá algún movimiento de tendencia cultural en su época al que no vaya asociado su nombre, y algunos fueron: de su iniciativa, como la creación de la iconoteca universitaria (número XXV), devorada por el fuego en la trágica ocasión arriba apuntada, y la fundación en 1881, con Julio Somoza, Braulio Vigón y Máximo Fuertes Acevedo, de La Quintana, institución al margen de todas las fórmulas legales, dedicada a estudios asturianos y que gozó de fama y prestigio.
También ha de contarse entre sus iniciativas la publicación por cuadernos, desde 1894 a 1900, de la obra monumental Asturias, en tres tomos de gran folio bellamente ilustrada, en dirección compartida con Octavio Bellmunt. Admirable colección de monografías histórico-geográficas de los concejos asturianos, con otros muchos trabajos históricos y literarios, redactados por algunas de las plumas asturianas más ilustres de ese tiempo. El propio Canella y Secades escribió para esa obra veintitrés estudios.
Entre todas esas diferentes actividades, las dedicadas a la Universidad fueron para él las preferentes. Fué vicerrector del Claustro desde 1882 al 84, en que dimitió el cargo, para volver a desempeñarlo pasados diez años.
Siendo vicerrector, bajo el rectorado ilustre de Félix Aramburu, fué cuando el Claustro acometió la empresa de llevar la cultura académica al pueblo en una Cruzada que tuvo el glorioso nombre de Extensión Universitaria. En este movimiento cultural, que tanto contribuyó a levantar la ilustración popular asturiana, tomó Canella y Secades parte muy activa como conferenciante en numerosas localidades de la provincia.
En el seno del Claustro universitario fueron “innumerables sus servicios, entre ellos el de juez de oposiciones varias veces, y las Comisiones y delegaciones que representó en su nombre, como la participación tomada en el Congreso de Americanistas celebrado en Madrid en 1881, y la compartida con el también catedrático don Matías Barrio y Mier, como delegados de la Facultad de Derecho, en el Congreso Jurídico de Madrid de 1886.
Los honores oficiales y corporativos continuaron premiando su labor y realzando su figura. La Academia de la Lengua le nombró académico correspondiente en 1893. También le eligieron miembro de ellas las de Buenas Letras de Barcelona y Sevilla, las de Bellas Artes de Zaragoza y Valencia y la de Arqueología de Tarragona (1904). El Ayuntamiento de Oviedo le nombró en 1900 cronista oficial de la ciudad y su concejo, y en 1903, al fallecimiento de don Ciriaco Miguel Vigil, la Diputación provincial le otorgó el nombramiento de cronista de Asturias. También el Estado se acercó a premiar sus méritos, concediéndole en 1902 los honores de jefe superior de administración civil y la encomienda de Alfonso XII.
Al cesar como rector Aramburu y Zuloaga, siendo senador por la Universidad, y a causa de habérsele nombrado catedrático de la Universidad Central, fué electo Canella y Secades para sustituirle en marzo de 1906, por unanimidad de votos del Claustro. Ya tenía probadas aptitudes para el cargo en algunas ocasiones que lo desempeñó por ausencia de Aramburu, y la designación resultó un acierto. Si brillante y fructífero fué el rectorado de Aramburu, no fué menos el de Canella. Este tuvo la suerte de que coincidiera bajo su gobierno el tercer centenario de la fundación de la Universidad, en 1908, que el Claustro celebró con toda magnificencia. Acudieron a Oviedo representaciones universitarias de muchos países, y por esta concurrencia y la gran publicidad que alcanzó el suceso en la prensa mundial, los nombres de Asturias y Oviedo sonaron en las trompetas de la fama en los más apartados lugares de la tierra.
También debe anotarse entre las más importantes iniciativas de Canella y Secades la de los viajes que llevaron a cabo por diversos países americanos (1909 y 1910) don Adolfo Posada, primero, y don Rafael Altamira, después, como enviados culturales de la Universidad, viajes que fueron el comienzo del desfile de las más conspicuas mentalidades españolas que en América reconquistaron el prestigio de España como país atento a todos los latidos de la cultura y el saber universales.
Como consecuencia de ese movimiento por él iniciado, las colonias de asturianos establecidas en América estuvieron atentas a reconocer la importancia patriótica de tal empeño, y su nombre fué, por consecuencia de esto (y de su labor asturianista de siempre), uno de los más enaltecidos en todo momento.
El Centro Asturiano, de la Habana, le nombró en 1908 presidente de honor de la Sección de Instrucción y representante en España de la entidad, y algunos años después, diciembre de 1916, el Centro Asturiano de Buenos Aires le nombraba por aclamación presidente honorario. Otras varias instituciones hermanas de América le otorgaron asimismo sus más altas distinciones honoríficas.
Su prestigio personal como rector de la Universidad y por derivación de sus iniciativas cobró entonces grandes vuelos en España y en otros países europeos, El Ayuntamiento de Oviedo se vió en el caso de reconocerlo con nuevos honores y le nombró hijo predilecto en mayo de 1909. En ese mismo año la Universidad de Burdeos, atenta al creciente renombre que alcanzaba Canella y Secades más allá de las fronteras españolas, le invitó a desarrollar un cursillo de conferencias, lo que hizo con éxito que el Gobierno francés reconoció otorgándole el diploma de oficial de Instrucción Pública de Francia. Tiempo después, el mismo Gobierno le otorgaba (marzo de 1913) la Encomienda de la Legión de Honor.
Electo senador por el distrito universitario de Oviedo en junio de 1913, por fallecimiento de Aramburu, tuvo que renunciar al rectorado en febrero del año siguiente, a causa de haberse decretado entonces la incompatibilidad de los dos cargos. Tuvo esta representación senatorial, con actuaciones en actividad siempre despierta en provecho del distrito universitario, hasta su fallecimiento, ocurrido en Oviedo en la madrugada del día 22 de marzo de 1924.
Oviedo y Asturias perdieron en Canella y Secades a uno de los hombres que más se desvivieron por enaltecer todo lo asturiano.
Obras publicadas en volumen:
I.—Noticias del pintor asturiano Juan Carreño de Miranda. (Avilés, 1870; trabajo reproducido en la Revista de Asturias, Oviedo, 1880, e incluído también en el libro Estudios asturianos, número XXVI.)
II.—Origen, carácter y juicio crítico de las Cortes de Castilla. (Oviedo, 1871; tesis doctoral.)
III al V.—Resúmenes de las actas y tareas de la Comisión de Monumentos Históricos de la provincia de Oviedo. (Oviedo, 1871, 72 y 74; tres folletos.)
VI—Historia de la Universidad de Oviedo y noticias de los establecimientos de enseñanza de su distrito. (Oviedo, 1873; obra premiada con medalla de plata en la Exposición Universal de Barcelona, 1888, y reeditada notablemente refundida y ampliada en 1903.)
VII.—De Lena a Gijón: Descripción y pueblos que atraviesa la línea férrea, con otras noticias de la provincia, etc. (Oviedo, 1874; en colaboración con Nicolás Martínez.)
VIII.—Donativo de cinco mil pesetas del Excmo. Sr. D. Anselmo G. del Valle a la Universidad literaria de Oviedo. (Oviedo, 1876; folleto publicado anónimamente; se trata del padre del musicógrafo de este mismo nombre y apellidos.)
IX.—Historia de la enseñanza del Derecho civil español, su estado actual y necesidad de reformas. (Oviedo, 1877; discurso de apertura del curso universitario 1877-1878.)
X.—Programa de enseñanza e índice legislativo de la asignatura de Ampliación del Derecho civil y Códigos españoles. (Oviedo, 1877; otra edición en 1878.)
XI.—La enseñanza en Asturias en 1878: Noticias de todos los establecimientos de Instrucción Pública de la provincia de Oviedo, con observaciones acerca de su reforma. (Oviedo, 1879; folleto.)
XII.—El Carbayón: Recuerdos históricos de Oviedo. (Oviedo, 1880.)
XIII.—Guía de Oviedo. (Oviedo, 1880; folleto.)
XIV.—El príncipe de Asturias: Apuntes históricos. (Oviedo, 1880; folleto.)
XV.—Reglamento de la Escuela de Dibujo elemental de Bellas Artes. (Oviedo, 1881.)
XVI.— Emigración asturiana: Contestación al interrogatorio publicado por Real orden de 16 de agosto de 1881. (Oviedo, 1881; folleto.)
XVII.—Don José Caveda y Nava: Discurso necrológico. (Oviedo, 1882; folleto.)
XVIII.—Reglamento de la Escuela provincial y elemental de Música. (Oviedo, 1883.)
XIX.—Ara inscripcional de Santa María del Naranco. (Madrid, 1884; folleto.)
XX.—Compilación de las leyes y demás disposiciones relativas a la conservación de los objetos artísticos e históricos. (Oviedo, 1884.)
XXI—Saber popular: Folk-lore asturiano. Ciencias y letras de la quintana. (Oviedo, 1884; folleto.)
XXII—Reglamento de los pensionados artísticos. (Oviedo, 1884; opúsculo.)
XXIII —Reseña histórica de la Sociedad Económica de Amigos del País, de Asturias, y observaciones para la organización de las Escuelas de Artes y Oficios de Oviedo. (Oviedo, 1886.)
XXIV.—Noticias biográficas de Don Juan N. Cónsul y Requejo, promotor de la Escuela de Dibujo, de Oviedo. (Oviedo, 1886; folleto.)
XXV.—La iconoteca asturianouniversitaria, (Oviedo, 1886; discurso de apertura del curso universitario de ese año; trabajo ampliado y refundido a base de otro publicado en la Revista de Asturias, el año anterior.)
XXVI. — Estudios asturianos: Cartafueyos d’Asturies. (Oviedo, 1886; libro compuesto con trabajos publicados en periódicos y el reseñado con el número 1)
XXVII.—Dos estudios sobre la vida de Jovellanos, (Gijón, 1886; folleto.) .
XXVIlI.—La Biblioteca asturiana. (Vitoria, 1887; folleto. )
XXIX.—Poesías selectas en dialecto asturiano. (Oviedo, 1887; reimpresión con ampliaciones de la Colección publicada en 1839 por José Caveda y Nava.)
XXX.—El libro de Oviedo. Guía de la ciudad y su concejo. (Oviedo, 1888.)
XXXI.—Rudimentos de Derecho. (Oviedo, 1892; en colaboración con B. Acevedo y Huelves.)
XXXII.—Nociones de Derecho usual español. (Oviedo, 1894; en colaboración con Bernardo Acevedo y Huelves; obra declarada de texto para la segunda enseñanza por la Universidad de Oviedo.)
XXXIII.—Asturias: Su historia y monumentos, bellezas y recuerdos, costumbres y tradiciones, el bable, asturianos ilustres, agricultura e industria, estadística. (Gijón, 18941900; tres tomos en gran folio; obra publicada por cuadernos bajo su dirección, compartida con Octavio Bellmunt y Traver, en la que figuran numerosos colaboradores.)
XXXIV.—El Instituto del Santísimo Cristo del Socorro, fundado en Luanco por el Excmo, Sr. D. Mariano Suárez Pola (9. S. g. h.). (Oviedo, 1896; informe a la Junta provincial de Beneficencia particular.)
XXXV.—Historia de Llanes y su concejo, (Llanes, 1896; obra premiada en concurso público celebrado por el Casino de esa villa.)
XXXVI.—Don Carlos González de Posada: Notas bio-bibliográficas. (Madrid, 1898; estudio incluído también en la obra de homenaje a Menéndez y Pelayo.)
XXXVII.—Guía general del viajero en Asturias. (Gijón, 1899; en colaboración con Octavio Bellmunt.)
XXXVIII.— instituciones histórico-asturianas. (Oviedo, 1902-4; siete conferencias de colaboración a las campañas de Extensión Universitaria.)
XXXIX.—Rudimentos de Derecho: Catecismo de Derecho usual. (Oviedo, 1903; en colaboración con Bernardo Acevedo y Huelves.)
XL.—Catecismo de instrucción cívica, (Oviedo, 1903; en colaboración con Bernardo Acevedo y Huelves.)
XLI.—Los gremios asturianos. (Oviedo, 1903; conferencia de colaboración en la Extensión Universitaria.)
XLII.—Martínez Marina y su tiempo. (Oviedo, 1905; ídem íd.)
XLIII.—Catálogo de la Exposición asturiana de ediciones del Quijote. (Oviedo, 1905.)
XLIV.—Memorias asturianas del año ocho. (Oviedo, 1908.)
XLV al XLVI.—Discursos rectorales. (Oviedo, 1918, 9 y 10; tres folletos.)
XLVII.—Representación dirigida al Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública, proponiendo la publicación de una edición novísima y completa, ilustrada, documentada y anotada, de las obras del Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos. (Oviedo, 1909.)
XLIX.—Historia bibliográfica de la literatura jurídica española. (Madrid, 1911.)
L.— Martínez Marina y sus obras. (Madrid, 1911; trabajo refundido y ampliado sobre el publicado en 1905, número XLII.)
LI—La torre enferma. (Oviedo, 1911; romance dedicado a la torre de la catedral de Oviedo; segunda edición.)
LII.—Discurso. (Oviedo, 1912; leído en la apertura del curso universitario 1912-13.)
LIII.—Discurso. (Oviedo, 1913; leído en la apertura de estudios de la Universidad ese año.)
LIV.—Plan y programa de enseñanza del Derecho civil español, común y foral. (Oviedo, 1914; la segunda edición.)
LV.—Representación asturiana, administrativa y política, desde 1808 a 1915, en la Diputación provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Senado y otras instituciones. (Oviedo, 1915; obra formada a base de la publicada años antes por Ciriaco Miguel Vigil sobre el mismo tema.)
LVI.—Noticias de la antigua Cofradía de los xastres o de Nuestra Señora de la Balesquida. (Oviedo, 1915.)
LVII.—De Covadonga: Contribución al XII Centenario. (Madrid, 1918.)
LVIII.—Las instituciones culturales y méritos de D. Ezequiel, D. Fortunato y D.* Francisca de Selgas y Albuerne. (Oviedo, 1924; opúsculo; trabajo publicado anteriormente en el Boletín del Centro de Estudios Asturianos; póstumo.)
Trabajos sin formar volumen:
1.—La enseñanza del Derecho civil en las Universidades. (En la Revista de Tribunales, Madrid, 1878, varios números del tomo 1.)
2.—Introducción y notas a El Derecho español en 1741, de Medina. (Madrid, 1878.)
3.—Introducción e ilustraciones a la Sátira a la predilección de Derecho romano en aulas y Tribunales, de Hechevarría. (Madrid, 1879; folleto.)
4.—La poesía en Méjico: El poeta Juan Parres Valle, el “Ciego de Guanajato”. (En Revista de Asturias, Oviedo, 1880, números 11 y 12.)
5.—La codificación civil en la América española. (En Revista General de Legislación y Jurisprudencia, Madrid, 1880, tomo LVII.)
6.—Efemérides asturianas. (En Revista de Asturias, Oviedo, 1881, varios números, en colaboración con Braulio Vigón y Casquero; trabajo reproducido en la Ilustración Gallega y Asturiana, de Madrid.)
7.—Biografía y bibliografía de D. José Caveda y Nava. (En la Memoria de actas y tareas de la Academia de Bellas Artes, de Oviedo, en el curso de 1881 a 82, publicado en ese último año por don Luis de Vereterra.)
8.—Prólogo al libro Artículos, dscursos, viajes, recuerdos, de Joaquín Garcia Caveda. (Oviedo, 1886.)
9.—D Gaspar de Jovellanos y D. José Sampll. (En el diario El Carbayón, Oviedo, 14 al 17 de septiembre de 1886.)
10,—Caveda. (En el tomo 1 de Asturias, Gijón, 1894, obra dirigida por él y Bellmunt.)
11.—Infiesto-Piloña. (En ídem ídem.)
12.—Jovellanos: Biografía. (En ídem id.)
13.—Romances tradicionales de Asturias. (En ídem id.)
14.—Antiguo Gobierno de Asturias. (En el tomo Il de Asturias, Gijón, 1897, obra dirigida por él y Bellmunt.) .
15.— Principado de Asturias.(En ídem íd.)
16.—Villaviciosa. (En ídem íd.)
17.—Vaqueiros de alzada. (En ídem id.)
18.—Prólogo al libro Lorenzana y su obra. (Madrid, 1899.)
19.—Allande. (En el tomo 11 de Asturias, Gijón, 1900, obra dirigida por él y Octavio Bellmunt.)
20.—Colunga. (En ídem id.)
21.—Cabrales, (En ídem íd.)
22.—Carreño. (En ídem íd.)
23.—De vita et moribus: Usos y costumbres asturianas. (En ídem ídem, en colaboración con Bellmunt.)
24.—Los Oscos. (En ídem id.)
25.—Llanera, (En ídem íd.)
26.—Noreña. (En ídem íd.)
27.—Peñamellera. (En ídem id.)
28.—Quirós. (En ídem id.)
29.—Ribadesella, (En ídem id.)
30.—Somiedo. (En ídem íd.)
31.—Salas. (En ídem id.)
32.—Teverga. (En ídem íd.)
33.—Taramundi. (En ídem id.)
34.—Prólogo a la Historia natural y médica de Asturias, del doctor don Gaspar Casal. (Oviedo, 1900; segunda edición.)
35.—Prólogo a la Descripción geológica de la provincia de Oviedo, de Guillermo Schultz. (Oviedo, 1900; segunda edición.)
36.—Prólogo a Veyures y Caxigalines, de Perfecto Usatorre, Nolón. (Oviedo, 1906.)
37.—Centenario II de la publicación del Quijote en el distrito universitario. (En Anales de la Universidad de Oviedo, 1907.
38.—Memoria de la Extensión Universitaria de los cursos de 1907 a 1909. (En el tomo V de los Anales de la Universidad de Oviedo, 1911.)
39.—D. Ciriaco Miguel Vigil y Suárez Bravo. (En el apéndice 1 del Resumen de las actas y tareas de la Comisión de Monumentos, de don Javier Garriga y Palau, Oviedo, 1915.)
Obras inéditas:
—Memorias asturianas de las Cortes de Cádiz. (MS. en poder de sus herederos.)
—Apuntes para la historia bio-bibliográfica de la literatura jurídica española e hispanoamericana. (MS. en dos tomos, ídem.)
—Historia documentada de la antigua organización general, Gobierno, administración e instituciones del Principado de Asturias. (MS. que se da como obra en preparación en su libro Representación asturiana, Oviedo, 1915, número LV de esta relación, y que la Enciclopedia Espasa da como publicada en 1911.)
—Apuntes históricos bio-bibliográficos de la Pedagogía y de la Enseñanza en España y en la América española. (MS. en dos tomos, en: poder de sus herederos.)
—Estudios y trabajos pedagógicos (MS. en un tomo.)
—-Cooperación a la cultura popular. (MS. en tres tomos, discursos y conferencias.)
Referencias biográficas:
Altamira (Rafael).—Un estudio biográfico. (En el libro Hombres de España.)
Alvarez Buylla (Adolfo).—Cuartillas leídas en la sesión necrológica a Canella. (En el Boletín del Centro de Estudios Asturianos, Oviedo, 1925, número 5.)
Anónimo.—Fermin Canella y Secades, cronista de Asturias, (En la Revista de Archivos, Bibliotecas Y Museos, Madrid, mayo de 1903.)
Barbachano (Miguel). — Nuestros escritores: Don Fermín Canella y Secades. (En la revista Asturias, órgano del Centro Asturiano, Madrid, junio de 1904.)
Redacción (La).—Homenaje a Canella: La sesión solemne del Centro de Estudios Asturianos. (En el Boletín de esa institución, Oviedo, 1924, número 3.)