ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

CANELLA Y SECADES (Francisco de Borja).

Hermano de los dos anteriores, que siguió la carrera de las armas, ejercicio con el que compartió el de las letras. Alcanzó la graduación de general de división, con una brillante hoja de servicios esmaltada de notables hechos de armas que le valieron ascensos y condecoraciones.

Nacido el día 10 (y no el 19 como anotan algunos) de octubre de 1847, como sus hermanos, en Oviedo, hijo del que fué muchos años secretario de la Universidad, don Benito Canella y Meana, y doña Carlota Secades y Fernández.

Cursó los estudios de segunda enseñanza en el Instituto ovetense y en el Seminario de Vergara (Guipúzcoa). Decidida entonces su vOcación por la carrera de las armas, ingresó el 20 de junio de 1864 en la Academia de Infantería, de Toledo, de la que, tras brillantes estudios, salió de prácticas Como cadete, tres años más tarde, incorporado al regimiento de Mallorca, con el que tomó parte en la célebre batalla del puente de Alcolea que decidió el triunfo de la revolución de septiembre de 1868 con el destronamiento de Isabel ll. Ascendido por esa acción a alférez con grado de teniente, pasó al regimiento de cazadores de Béjar, que tuvo por entonces Su campo de acción en Cataluña.

Al estallar en Cuba la llamada guerra grande de los diez años, solicitó pasar a esa isla como voluntario. En julio de 1871 fué destinado a esa campaña y permaneció en Cuba hasta agosto del 76.

Durante los dos primeros años tomó participación afortunada en varias acciones de guerra. Luego el general Caballero de Rodas le designó ayudante suyo, con destino en la Habana; pero su espíritu inquieto y arrojado no se avenía con funciones pasivas, y el deseo de volver a operaciones le llevó a ingresar en el batallón de cazadores del Orden organizado por el general Acosta, quien le dió el mando de una compañía compuesta de ciento sesenta hombres, parte de ellos procedentes del campo insurrecto como presentados, y Con estas fuerzas tuvo ocasión de lucir extraordinarias dotes de mando y de hombre arrojado. Más tarde, el general Valmaseda le confió el mando de setecientos hombres, al frente de los cuales peleó también con bravura, afirmando sólidamente el aprecio de Sus jefes. “Se ha distinguido notablemente en cien combates—dice un comentarista anónimo en El Eco de Asturias, 1891—por su intrepidez y arrojo, arrojo muchas veces temerario, por lo que Sus superiores le consideraban como se considera y se quiere a los valientes.” En el transcurso de esa campaña obtuvo por méritos de guerra todos los ascensos desde alférez a comandante con graduación de teniente coronel.

En 1875 fué propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, que no le fué concedida por faltarle algunos requisitos reglamentarios, y se le confirió en cambio una Cruz Roja.

En estos años de su permanencia en Cuba fué cuando se dedicó en los ratos de ocio al cultivo de las letras, desconociéndose si antes lo había hecho. Entonces enviaba sus colaboraciones a El Faro Asturiano, de Oviedo.

Repatriado en 1876, su primer destino en la península fué el de comandante de la caja de Quintos de Oviedo, Desempeñó luego otros Cargos y comisiones, para volver después a la Caja de Oviedo desde el 81 al 83. Escribió entonces con relativa frecuencia en prosa y verso para el diario ovetense El Carbayón y la llustración Gallega y Asturiano, de Madrid. En la Revista de Asturias publicó una reseña (número I) sobre la participación tomada por el batallón de Covadonga en la guerra de Cuba.

En el año 1883 se le confió el Gobierno de Joló (Filipinas), destino que desempeñó con reconocido acierto. Regresó a España al año siguiente, y en el mes de octubre obtuvo el empleo de teniente coronel con mando y graduación de coronel, del batallón de la reserva de Villanueva de la Serena. En 1886 le fué concedida la Cruz de San Hermenegildo. Dos años más tarde volvió a Filipinas, destinado con mando al regimiento de línea de Visaya, en la isla de Mindanao, al que prestó servicios hasta julio del 90. En el desempeño de otros destinos, ascendió por antigüedad a coronel en marzo del 91. Aunque Acevedo y Huelves dice que marchó al archipiélago filipino después de este ascenso, lo cierto es que ya estaba allí, cuando lo alcanzó, desde tres años antes.

También por esta época continuó sus ejercicios de escritor. Aparte del trabajo en volumen sobre el ejército destinado a Filipinas (número I), colaboró en algunos periódicos asturianos, en la revista Asturias, de Madrid, donde publicó por los años de 1890 algunas poesías en bable con el seudónimo de Pachu de Borxa, y dirigió en Manila (1892) el periódico El Ejército de Filipinas, fundado por él.

Regresó a España en 1893 y, a solicitud suya, pidió pasar como voluntario, dos años después, a combatir la nueva insurrección cubana que, por fin, triunfó con la independencia de esta isla. En su hoja de servicios se consigna que llegó a la Habana el 6 de abril de 1895. En Cuba le esperaban nuevos y más importantes lauros en su carrera militar.

“El 8—se anota en la citada hoja de servicios—se le confirió el mando de una media brigada… haciéndose cargo de ella el 1 de mayo en Sagua de Tánamo. Entró seguidamente en operaciones, batiendo al enemigo durante dicho mes en río Mayarí, montes de Micaró-Mayarí, San Benito, La Lombriz y Seboruco; en junio volvió a batirlo en el punto denominado Vuelta Corta, sobre el río Filipinas, y en el Séptimo Paso, Paso Largo, Don Bocas, Corralillo, Molabé y Paso del río Jaibo, y en julio sostuvo combates en varios puntos, entre ellos, el Palmar de Pacheco, Misericordia, Melones, Río Arriba, Bijarú, Alto de Bijarú.

”El 28 de julio citado—sigue la hoja de servicios—se le nombró interinamente jefe de la tercera brigada del primer distrito de operaciones, y el 31 de agosto, con una columna de 850 hombres, batió y derrotó a 3.500 insurrectos mandados por los hermanos Maceo, en Sao del Indio y La Pimienta, jurisdicción de San Ramón de las Yaguas. Por Real orden del 11 de septiembre le fué concedida la Cruz Roja pensionada de tercera, clase del Mérito Militar, por su distinguido comportamiento en las operaciones realizadas en río Filipinas y en los encuentros tenidos desde el 12 al 17 de junio último.

Por Real decreto del 6 de octubre fué promovido al empleo de general de brigada, en atención a SUS servicios en la campaña de Cuba, y muy especialmente, en consideración al distinguido mérito que contrajo dirigiendo la acción de Sao del Indio el 31 de agosto próximo pasado. Continuó en campaña el resto del año, asistiendo a varios hechos de armas y mandando en propiedad la brigada de que, antes de su ascenso, se había encargado interinamente.”

Poco después, enero del 96, se le otorgaba la Gran Cruz Roja del Mérito Militar, pensionada.

Su nombre, por la derrota infligida al caudillo cubano Maceo y el ascenso por este mérito a general de brigada, recorrió la prensa española entre efusivos homenajes de admiración y respeto. Don Francisco González Sáenz le dedicó un estudio biográfico en folleto y el poeta bable José Quevedo un canto en ese dialecto vernáculo publicado en un opúsculo, El Ayuntamiento de Oviedo le rindió el homenaje de obsequiarle con una bella espada de puño de plata, oro y piedras preciosas.

Regresó Canella y Secades a España en marzo de 1896 y prestó servicios como jefe de brigada en dos divisiones del primer Cuerpo de Ejército hasta abril del 98. Fué luego vocal extraordinario de la Junta Consultiva de Guerra hasta febrero del 99. Entonces dejó este cargo para pasar, a petición suya, de cuartel a Córdoba, de donde era su esposa, doña Isabel Cañete, ciudad que, por esta circunstancia y las relaciones y afectos que en ella contaba, era la preferida suya para residencia.

Poco después (1900) se le concedía la Gran Cruz de San Hermenegildo y dos años más tarde se le ascendía a general de división.

Parece que su vida económica por entonces, o tal vez desde antes, era un tanto desarreglada, y hubo de contraer deudas y compromisos que dieron lugar en 1903 a la instrucción de un expediente que vino a empañar el lucimiento de su brillante carrera. Le fueron reclamadas algunas deudas por valor de dieciocho mil pesetas, por lo cual, además de ser retenida su paga judicialmente, lo fué también la de dos compañeros subalternos, que habían sido fiadores suyos. No habiendo podido justificar debidamente la necesidad de extralimitarse a contraer esos compromisos, el fiscal pedía como pena “un mes de arresto en un castillo o edificio militar”.

Dejó de existir Canella y Secades en Córdoba en el mes de febrero de 1906.

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Memoria sobre la reorganización del ejército destinado a Filipinas. (Madrid, 1884.)

II.— Filipinas: Reorganización de su ejército, gobierno y comandancias político-militares, colonias penitenciarias y militares. (Córdoba, 1895; folleto.)

lII.—Algo sobre la organización del Ejército. (Córdoba, 1904; folleto.)

 

Trabajos sin formar volumen: 

1.—El batallón de voluntarios Covadonga en la guerra de Cuba. (En la Revista de Asturias, Oviedo, 1878; números 40 y 41.) 

 

Referencias biográficas: 

Acevedo y Huelves (Bernardo). — Biografía: El coronel Sr. D. Francisco de Borja Canella y Secades. (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, octubre de 1895.)

González y Sáenz (Francisco de Paula) —Biografía del héroe de Sao del Indio, Excmo. Sr. D. Francisco de Borja Canella y Secades. (Córdoba, 1896; folleto.)

Quevedo (José).—La batalla del Sao en Cuba, ganada por el general Canella. (Oviedo, 1896; poema en bable con prólogo de Clarín.)