ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

CANGA ARGÜELLES Y CIFUENTES (José). 

El caso de olvido en que se ha tenido después de su muerte a este insigne varón es de los más insólitos y desconsoladores. Con méritos suficientes para que el recuerdo de su nombre se mantuviera vivo y glorificado, da la impresión de que se ha querido formar una zona de silencio en torno de él, como si se tratara de un valor falso. Se da cuenta de su vida y sus obras, sucintamente desde luego, en las Enciclopedias, y sale a relucir su nombre en las Historias de España como ministro que fué dos veces; pero se buscarán inútilmente otras referencias amplias, y menos valoraciones  e interpretaciones de su producción. Más aún: nadie que se proponga estudiar en serio, al cabo de un siglo, las materias en que Canga Argüelles fué tratadista eminente, podrá excusar la consulta de algunas de SUS obras fundamentales; sin embargo, los que han escrito en España sobre historia y desarrollo entre nosotros de hacienda, economía, estadística, etc., soslayan por regla general el nombre de Canga Argüelles, sin perjuicio de servirse de sus obras, especialmente Elementos de la ciencia de Hacienda y Diccionario de Hacienda para uso de los encargados de la suprema dirección de ella.

No le citan ni recuerdan sus compatriotas; pero está compensada la falta con el respeto y la autoridad que le concedieron siempre los extranjeros.

Depende en buena parte ese fenómeno de la escasa dedicación en serio que hubo siempre en España a esas disciplinas, seguidas casi siempre como un deporte ¡político y por casi nadie como ejercicio de especulación mental que es, y que exige de suyo una larga y paciente preparación erudita y filosófica. De ahí que lo frecuente resulte que un tratadista o historiador español de esas materias procure vestirse con lo ajeno, como más fácil medio de acreditar una autoridad legítima que no tiene.

Los comienzos de la vida de Canga Argüelles fueron como poeta. Pero esto duró poco tiempo.

Su sólida preparación universitaria y académica, el ejercicio en diferentes  e importantes servicios al Estado y el estudio constante como cultivo de Su talento le dieron una excepcional autoridad teórica y práctica en materias hacendísticas, por lo que llegó a la política con una capacitación de gobernante que no suelen tener casi nunca entre nosotros los que ejercen esa suprema función en la vida de los pueblos.

Podrá olvidársele, desconocérsele o fingir que se le desconoce; pero lo cierto es que nadie, en la primera mitad del siglo XIX, tuvo más sólida y reconocida autoridad que Canga Argüelles en asuntos de Hacienda ni alcanzó la fama conquistada por él ultrafronteras.

De haber vivió este sabio hacendista en una época menos turbulenta que esa desdichada media centuria habría brillado en la política y en el gobierno de España como uno de los estadistas cumbres de Europa. Con todo, la Hacienda pública española, desarticulada desde siempre, le debe los cimientos de su moderna organización. No puede olvidarse, entre otras inteligentes medidas, la de haber hecho como ministro (1811) el primer presupuesto nacional. Y de su labor la segunda vez que fué ministro de Hacienda nos da breve idea Manuel Pedregal y Cañedo (Revista de Asturias, Oviedo, 1882) al referirse a otro gran hacendista asturiano, olvidado también, Alejandro Mon. Dice: “Las Cortes de 1821, que, con sentido verdaderamente liberal y los ojos puestos en la realidad, dieron pruebas de amor y celo por el bien público, adoptaron un régimen económico, a propuesta del señor don José Canga Argüelles, digno de los mayores elogios. Hicieron extensivo el uso del papel sellado a todas las provincias; establecieron sobre los predios rústicos y urbanos la contribución directa, en cantidad de 180 millones; crearon el impuesto industrial, por medio de patentes, lo mismo que habían hecho las Cortes de Cádiz; introdujeron la contribución de consumos, reglamentaron la renta del tabaco y regularizaron la administración de la   hacienda pública. En estos precedentes encontró sin duda don Alejandro Mon estímulos que le empujaron por el camino de las reformas, prestando de ese modo servicios positivos al país.”

A su saber y su talento como político y gobernante juntó Canga Argüelles virtudes que le acreditaron como hombre de austeridad, probidad y rectitud ejemplares, en heroica lucha entre sus principios moralizadores y reformadores y la corrupción ambiental que rodeaba y acechaba a los hombres de bien.

También merece elogio su laboriosidad. No obstante dedicarse especialmente a disciplinas tan abstrusas y de ahincado estudio como Hacienda y Economía, su pluma ha sido una de las más fecundas sobre estas materias, y aún dispuso de tiempo para dejar una abundante producción, impresa y manuscrita, sobre muy diversos asuntos históricos, que revelan pacientes tareas de investigación y tienen el valor de fuentes documentales para los estudiosos.

Como de su hermano Bernabé, se ha dejado esparcer la duda sobre el lugar de su nacimiento, que unos sitúan en Oviedo y otros en Gijón. Fuertes Acevedo le asigna el primer lugar en Biblioteca de escritores asturianos (1867) y el segundo en el Bosquejo (1885), cosa que da a entender una rectificación fundada en un mejor conocimiento posterior del caso. Pero cabe afirmar lo contrario.

Aunque en el transcurso de su vida haya demostrado José Canga Argielles ¡preferencias por Gijón, de donde era originaria la madre, movido por afectos e intereses, su nacimiento tuvo lugar en 1770 en Oviedo, donde su padre, nacido en esa ciudad, estaba por entonces estableció como abogado y profesor de la Universidad. Y en Oviedo, desde luego, transcurrieron sus años infantiles y cursó estudios. Fueron sus padres don Felipe Ignacio Canga Argüelles, ya reseñado, y doña Pabla Cifuentes y Prada.

Cursó Canga Argüelles Leyes y Cánones en la Universidad de Oviedo con excepcional aprovechamiento, después de sólidamente preparado en Latinidad y Humanidades, hasta graduarse de bachiller en aquellas disciplinas. Luego, trasladado con su familia a Zaragoza, donde su padre desempeñó el cargo de fiscal de esa Audiencia, siguió en la Universidad Zaragozana esos estudios hasta doctorarse. Como su padre regresó de Zaragoza a Oviedo en 1787, cuando José tenía diecisiete años, debió de quedar en Zaragoza solo o al amparo de algún familiar hasta concluir la carrera, y hasta es posible que haya continuado residiendo en Zaragoza después, como permite suponer el tercero de los manuscritos anotados al pie de esta información; pero el lugar de publicación de las traducciones de que hablaremos inmediatamente lleva a pensar que vivió en Madrid por entonces.

Sus primeras devociones intelectuales pertenecieron al estudio de los poetas clásicos antiguos, especialmente los griegos. Es seguro que ha cultivado la poesía original; pero no ha dejado rastro conocido de esto. En cambio, como traductor en verso de los poetas griegos, en colaboración con su hermano Bernabé, ha dejado muestras de tal perfección, que se siguen teniendo como insuperables.

Al cabo de cien años, algunas de esas traducciones se han incluido en el tomo dedicado a Poetas líricos griegos de la Biblioteca Clásica. Tres son los volúmenes de traducciones en verso de los poetas clásicos griegos en colaboración con el hermano: Obras de Anacreonte (Madrid, 1795), Obras de Sapho, Erinna, Alemán, Stesicoro Alceo, Ibico, Simondes (Madrid, 1797) y Obras de Pindaro (Madrid, 1798).

En el tomo VI de la Historia de las ideas estéticas en España, Marcelino Menéndez y Pelayo, al confirmar que “los hermanos Canga Argüelles, que de 1795 a 1798 publicaron traducidos la mayor parte de los líricos griegos”, dice que “coadyuvaron por aquellos días a mantener la tradición del clasicismo puro”. Y, como se ha visto más arriba, continúan todavía sosteniendo esa tradición, puesto que se echa mano de sus traducciones para ediciones modernas.

Con el deseo de deshacer, por lo que a ese aspecto de Canga Argüelles se refiere, un error, consignaremos que Cejador, el cual anota exactamente la fecha de nacimiento de don José (1770), consigna una edición de esas traducciones en 1777, además de la verdadera, veinte años exactamente después.

Ya en esos años de su iniciación intelectual apunta en Canga Argüelles la vocación por las cuestiones de carácter económico-social, que fueron fundamento de su personalidad más tarde. La primera muestra en este sentido que conocemos, y no es la primera que ha producido, son sus ilustraciones a los discursos de Francisco Martínez de la Mata y editados como Suplemento al Apéndice de la educación popular, debido a la pluma de Campomanes. Ese trabajo (número I) de Canga Argüelles le valió como premio el nombramiento de socio de mérito literario de la Real Sociedad Aragonesa el 25 de octubre de 1794.

Otro testimonio en el mismo sentido lo da el antes aludido manuscrito, Memoria sobre las causas, así físicas como políticas, que han disminuido la población del reino de Aragón, y medios de realizar su comercio expedito y floreciente, estudio premiado en 5 de marzo de 1796 por la Sociedad Económica de Amigos del País, de Zaragoza, con el accésit al único premio, el cual fué declarado desierto.

Se desconoce si en esa época José Canga Argüelles desarrolló ejercicios profesionales y desempeñó cargos públicos. No hay de esto ningún indicio; pero cabe suponer que en algo más se ocuparía en Madrid, donde residió últimamente, que en tareas de traductor y de publicista, como cabe pensar que estas actividades habrían comenzado a destacar su personalidad. Lo que se sabe de cierto es que estuvo a punto de eclipsarle el retorno a Gijón investido del primer destino público que se conoce desempeñado por él, y fué al de procurador general síndico por el estado noble de esa villa, que le fué conferido el 3 de enero de 1798. Pero en ese mismo año regresa a Madrid con el cargo de oficial del Ministerio de Hacienda, con servicio en la Caja de Amortización de Vales Reales, por nombramiento de 3 de marzo, coincidiendo esto con el trasladó a Madrid también de su padre, como fiscal del Consejo de Castilla.

De ese modo comienza la larga y gloriosa carrera político-administrativa de Canga Argüelles. En el transcurso de los cinco largos años que permanece en ese puesto supo echar los cimientos de su reputación y prestigio como tratadista de materias económico-administrativas con la publicación de los prólogos (números I y III) a los censos de población de los años 1797 y 98 y la redacción de diversas Memorias (números 2 al 9) sobre asuntos nacionales e internacionales, que fueron más tarde recogidas por él en el Diccionario de Hacienda. Entre esas Memorias descuella por la importancia y lo delicado del tema y su magistral manera de desarrollarlo la que escribió (número 8) sobre las cuestiones a tratar por el delegado español en el Congreso Económico Internacional de Amiens, trabajo que por lo documentado y bello le valió el reconocimiento por los doctos de maestro en materias de administración. También fué muy celebrada otra Memoria redactada anteriormente (número 3), como adición al Reglamento de la Secretaría de Hacienda, que contiene excelentes normas a seguir en la administración de rentas y recaudaciones del Estado. No todas sus actividades, sin embargo, estuvieron absorbidas por las atenciones de carácter oficial. Por entonces redactó con su hermano Bernabé y publicó (número 11) el libro Gaceta de los niños, que mereció grandes elogios de los escritores y que el gobierno le concediera su aprobación.

Reconocimiento de sus méritos entonces fué, además del nombramiento como secretario de Su Majestad, con ejercicio de decretos, el 8 de enero de 1800, que algunas Sociedades Económicas de Amigos del País le proclamaran socio honorario, tales como la de Madrid (1800), la de Asturias (1801) y la de Sanlúcar de Barrameda (1803).

En agosto de 1803 pasó con el destino también de oficial al Ministerio (entonces, Secretaría) de Estado, en el que desempeñó importantes comisiones. Poco después, en el mes de septiembre, el rey le confería los honores de criado de la Real Casa, con relevación de la media anata.

Pasado un año, reconocidos sus conocimientos y aptitudes como hombre de gobierno, le fué encomendado ya un destino de confianza: el de contador principal del ejército de Valencia, del que tomó posesión en octubre de 1804, Permaneció por entonces en esta ciudad mediterránea, al frente del indicado cargo primero, y luego como intendente del Ejército y Reino de Valencia y Murcia, desde 28 de abril de 1809, por espacio de unos seis años largos, tiempo en el que, por su saber y talento. así como por su rectitud y bondadoso carácter, conquistó entre los valencianos una alta estimación, hasta considerarle tan de ellos como si se tratase de un valenciano nativo. Poco después se estableció en Valencia, hacia 1805, contrajo matrimonio con una distinguida señorita, doña Eulalia Ventades y Ventades, y en Valencia nació su hijo Felipe, de quien damos noticia a continuación del estudio presente. Esos lazos afectivos contribuyeron también al gran aprecio alcanzado por todas las clases sociales de esa ciudad.

Al iniciarse el movimiento nacional contra la invasión napoleónica y constituirse en Valencia la Junta Suprema de esa región, Canga Argüelles fué designado uno de los vocales de ella. Luego, por sus acreditados conocimientos en asuntos militares y probado patriotismo, la Junta le confió el ya citado cargo de intendente del Ejército y Reino de Valencia y Murcia. Algo después, desempeñó también un puesto de vocal (10 de octubre de 1810) en la Junta Superior de Observación y Defensa valenciana. Si antes de la guerra de Independencia fueron relevantes los servicios prestados por él a la prosperidad valenciana, después fueron redoblados por el ardor patriótico puesto en todos sus actos.

Había dado entonces nuevas y patentes muestras de tratadista en materias económicas con la publicación (números IV y V) de dos recopilaciones comentadas, acerca de la legislación del reino de Valencia una, y de las leyes y ordenanzas del Ejército la otra, publicando también de esta última un extracto en forma de Prontuario.

Y continuó luego testimoniando su saber en otros trabajos publicados (números VI al IX) en torno a la constitución de la Junta Central de Gobierno, en defensa del Consejo Real, sobre las Cortes que debían convocarse y acerca de los servicios patrióticos prestados al país por la Junta Superior de Observación y defensa del reino de Valencia.

También durante esta su larga permanencia en la ciudad levantina le llegaron honores a realzar su figura, ya nacional. En octubre de 1805, el rey le confirió las insignias de caballero de la Orden de Carlos III, y las corporaciones oficiales continuaron llevándole a su seno, como la Academia de la Historia, que le admitió como académico correspondiente (1805), y la de San Carlos, de Valencia, que le nombró en octubre de 1809 académico de honor.

Se dice—Fuertes Acevedo, Biblioteca de escritores asturianos que en septiembre de 1808, resentida su salud, se trasladó a Madrid, y que aquí le esperaba un nuevo éxito, imprevisto, como fué el de la redacción del Tratado de paz con Inglaterra, por encargo del ministro Ceballos, y que luego tomó parte en la defensa de Madrid, en diciembre de ese mismo año, contra el rescate por parte de los franceses, y que, una vez en poder de ellos, Canga Argüelles se negó rotundamente al reconocimiento del rey José Bonaparte y regresó a Valencia, donde volvió a hacerse cargo de la Intendencia militar. Nosotros, con auténtica documentación a la vista, no podemos certificar la certeza de esos sucesos, ni tampoco negarlos.

Al finalizar el año 1810 recibió una orden de la Regencia para que se trasladara urgentemente a la Isla de León, en San Fernando (Cádiz), adonde llegó el 14 de enero del año siguiente. Allí se encontró con la gratísima sorpresa de haber sido nombrado en noviembre secretario (ministro) interino de Estado y efectivo de Hacienda, lo que suponía el coronamiento de su triunfal carrera político-administrativa, por lo que facilitaba el cargo al desenvolvimiento de sus  teorías e iniciativas de carácter económico. Se encontró la Hacienda en franca bancarrota, debido a la desorganización producida por la invasión francesa, a la cuantía de gastos y Sacrificios que el sostenimiento de la guerra contra el invasor exigía y a que ya arrastraba de siempre buena parte de su desquiciamiento. Con su laboriosidad incansable se consagró con patriótico ahínco a la restauración y Organización de los servicios administrativos y fuentes de ingresos Con arreglo a las más modernas ideas hacendísticas, por él conocidas  e innovadas. De esto puede dar idea, entre otros testimonios, la serie de Memorias (números X al XVI) sobre arbitrios extraordinarios para gastos de guerra, sobre la contribución extraordinaria, cesión de presidios menores al emperador de Marruecos a cambio de trigo y carnes, restricción en los gastos del Estado, la renta del tabaco, etcétera. Por último, como ya se ha dicho, fué el primer ministro del ramo que formuló un ¡presupuesto nacional, proyecto que alcanzó los más cálidos elogios y la hasta donde la realidad ha permitido, es casi toda la vida de Canga Argielles. Si la segunda vez que fué ministro de Hacienda los hechos no determinaron un florecimiento patente de ésta, como pretende su difamador, fué en parte por el escaso tiempo que duró ese ministerio y porque la reforma y reorganización de todo el mecanismo hacendístico no podía ser cosa improvisada, y, sobre todo, porque de poco o de nada podían servir las más sabias disposiciones para convertir en boyante un Estado en quiebra, contra la multitud de intereses creados y privilegios que lo sumían en la ruina, Cuando Canga Argüelles se hizo cargo de ese ministerio en el año 1820, la Hacienda pública estaba más desquiciada y perdida que en 1811. En la celebradísima Memoria sobre el crédito público (número XVIII), impresa por él en el año 20, supo España entera: el desolador estado del Tesoro con unos ingresos anuales de 320 millones de reales, ascendían los egresos a más del doble, 660 millones. Contra esta realidad tenían que estrellarse forzosamente todo el saber y todo el talento del más alto genio hacendístico.

Sin embargo, de su acierto como ministro de una Hacienda tan en precario, ya hemos visto, por las palabras de Pedregal y Cañedo al comienzo de este estudio, que no se puede dudar. Nadie sino él, además, fué quien acudió a las Cortes para pedir remedio al mal de que los bienes y propiedades del clero excedieran en un tercio a la riqueza propia del Estado, y propuso otras medidas fundamentales para la nivelación del presupuesto. Si no todas se aceptaron, o fueron aceptadas otras parcialmente, no podremos culparle a él

Dejó el Ministerio Canga Argüelles el 2 de marzo del año 1821, a consecuencia de la coletilla que puso Fernando VII por su cuenta al discurso aprobado para la lectura regia al abrirse las Cortes el día antes. Contenía la tal coletilla conceptos deprimentes para los ministros, juzgados de anticonstitucionales por quien repugnó siempre lo que no fuera absolutismo, y ellos se vieron en el caso de dimitir, lo que no fué necesario, porque habían sido ya exonerados. En un Estado a merced de estos vaivenes no era posible que granara el fruto de las iniciativas reformistas de Canga Argüelles.

En las elecciones celebradas al año siguiente salió triunfante como diputado a Cortes, y tomó parte muy activa y brillante en las sesiones del Congreso desde su apertura el 1 de marzo. A prueba de sinsabores y desengaños, batalló por el afianzamiento del sistema constitucional desde las filas de los liberales moderados, intervino en numerosos debates, celoso siempre en el empeño de normalizar y fortalecer la Hacienda pública, y prosiguió sus tareas de publicista en este mismo sentido.

Uno de esos trabajos (número XXID) la firmó con el seudónimo de Observador B.

Cuando Fernando VII buscó secretamente en el Extranjero apoyo para restaurar su absolutismo, Canga Argüelles fué uno de los diputados que suscribieron la enérgica y patriótica protesta en defensa de la soberanía de España contra la actitud depresiva tomada por Francia, Rusia, Alemania y Austria. Pero esa y otras admirables gallardías quedaron maltrechas ante el empuje arrollador de la nueva invasión francesa, que ahogó en sangre aquel breve período constitucional. Dueño ya el absolutismo nuevamente de los destinos de España, Canga Argüelles escapó de la enconada persecución presentida por parte de Fernando VII y los suyos. Como otros muchos políticos eminentes de esa época, entre ellos los asturianos Agustín Argüelles, Álvaro Flórez Estrada y el conde de Toreno, huyó a refugiarse en Londres.

La permanencia en Londres permitió a Canga Argüelles dar a la posteridad los mejores frutos de su preclara inteligencia, mucho saber y diestra pluma. Cultivó entonces con asidua dedicación el periodismo. Como más importante labor en este sentido puede considerarse la fundación y redacción desde el año siguiente (1824), con don Jaime Villanueva y don Joaquín Lorenzo Villanueva, del periódico Ocios de Españoles Emigrados, que vivió por espacio de unos dos años y llegó a formar siete tomos de tamaño cuarto. Pero sus trabajos más importantes los publicó en libros. Llevan pie de publicación en Londres (números XXIII al XXXIII) once obras, entre ellas dos que son el fundamento principal de su inmortalidad como hacendista: Elementos de la ciencia de Hacienda, primera de las obras de su clase escritas en español y dispuesta a manera de prontuario, y Diccionario de Hacienda para uso de los encargados de la suprema dirección de ella, en nueve tomos de tamaño cuarto, en algunos de los cuales se insertan varias de las Memorias publicadas antes sobre diversas cuestiones desde 1802 a 1821. Esta obra, publicada más tarde en España en dos tomos de tamaño folio, y luego muchas veces reimpresa, fué la que afirmó en Europa su prestigio en esa disciplina, y todavía se estudia con provecho por cuantos se dedican a especulaciones de Hacienda y Economía.

También por entonces ensayó la pluma de Canga Argüelles un género del que no había dado ningún fruto antes: el histórico. Le movió a esto su patriotismo, herido ante la desconsideración de los historiadores ingleses sobre la guerra de Independencia de España contra Napoleón, al oscurecer y hasta negar la importancia de la participación tomada por los españoles, exaltando descomedidamente, por el contrario, el concurso de los ingleses aliados de ellos.

Con este motivo publicó sus Observations Sur la guerre d’Espagne, en 1829, y, un año después, sus observaciones sobre el tomo 11 de la Historia de la guerra de España que escribió en inglés el teniente coronel Napier. Ampliado el tema con nueva y más sólida documentación, dió a la imprenta tiempo después, en España, una obra sin duda fundamental para el conocimiento de esa época de nuestra Historia, en tres tomos y dos apéndices de tamaño cuarto, con el título de observaciones sobre la Historia de la guerra de España que escribieron los señores Clarke, Southey, Londonderry y Napier, Canga Argitelles puso de relieve el derroche de sacrificios hechos por el pueblo español en lucha contra los franceses y destacó los triunfos conseguidos sobre ellos, como negación rotunda de las falsas aseveraciones de los historiadores ingleses.

Otro punto oscuro aparece en la vida de Canga Argitelles respecto de la duración de su estancia en Londres. Se afirma que fué llamado por el rey y que regresó a España en 1829. Podrá ser cierto; pero los indicios poco menos que terminantes parecen negarlo. De haber vuelto a España en esas condiciones, cabe suponer que el rey le daría algún destino; pero no se sabe que haya desempeñado ninguno hasta después de muerto Fernando VII. Lo único de cuanto conocemos documentalmente que permite suponer su regreso a España en ese año es que lleve tal fecha la obra manuscrita depositada en la Academia de la Historia con el título de Noticias varias, documentos y privilegios reconocidos en los Archivos de la Iglesia y ciudad de Oviedo.

Pero, aparte la duda posible de que tal fecha sea exacta, y, sobre todo, que corresponda a la labor de investigación que el manuscrito indica, tenemos contra ese indicio el hecho real y evidente de que ha publicado en Londres por esos años los siguientes trabajos en volumen: números XXVIII al XXX, en 1829; números XXXI y XXXII, en 1830, y número XXXIII, en 1831. Es de suponer con casi absoluta seguridad que Canga Argielles se encontraría en Londres al aparecer al público esos libros.

Además, hay un argumento que reputamos capital: en 1829 funda en Londres un periódico con el título de Semanario de Agricultura y Artes, que se publica allí ininterrumpidamente bajo su dirección hasta 1831 y sufre luego dos traslados sucesivos a Sevilla y a Madrid. Parece que dicho Semanario fué fundado con cierta protección del Gobierno español, en Londres, de lo que tal vez se dedujo el regreso de Canga Argüelles entonces a España; pero si tal repatriación tuvo lugar efectivamente en vida de Fernando VII, habrá sido a fines de 1831 o comienzos del 32, cuando dicho periódico reapareció en Sevilla, Sobre dicho Semanario se anota en el Catálogo de publicaciones madrileñas, editado por la Hemeroteca Municipal de Madrid, lo siguiente: “Comenzó en Londres el 2 de julio de 1829; continuó en Sevilla desde el 5 de enero de 1832, y por último en Madrid desde el 16 de mayo de 1833, cesando en 26 de diciembre del mismo año.”

Incorporado nuevamente a la vida pública española, al socaire de la política de conciliación que se propuso desarrollar la viuda de Fernando VII, María Cristina, se puede decir que materialmente llovieron sobre Canga Argüelles cargos, destinos, comisiones y honores. Ya sexagenario y dolorido por las adversidades sufridas, sus actividades habían entrado en período de decadencia, y se limitó a cumplir con fidelidad cuanto se le encomendaba, pero apartado de las luchas políticas y hasta con escasa dedicación a las tareas de publicista.

Tal vez, de todos los cargos que se acumularon sobre él, no desempeñó ninguno con tanto entusiasmo como el de visitador del Instituto de Jovellanos, de Gijón, que le fué conferido el 14 de marzo de 1834, con el encargo de reorganizar las funciones docentes de ese centro, y que ejerció hasta 1839. Esto le permitió vincular su vida en los últimos años a la villa querida de sus ascendientes maternos, de cuya época se guardan en el Instituto de Jovellanos algunos preciados manuscritos suyos, como testimonio de su laboriosidad allí, mientras el rótulo de su nombre puesto a una de las calles recuerda sus desvelos por el engrandecimiento y la prosperidad de Gijón, que le debe, entre otros importantes beneficios, la instalación de la Fábrica de Tabaco.

A sabiendas de lo árido y enojoso que ha de resultar la simple relación, hemos de anotar aquí los múltiples asuntos de carácter Oficial que se encomendaron a su Celo y autoridad en esa última etapa de su vida, además del cargo ya indicado, En enero del citado año 1834 se le encargó de la recopilación de leyes de Propios y de escribir una obra de elementos de la ciencia de administración, a la Manera de la que había hecho sobre Hacienda. En el mes de abril se le nombró ministro de la Sección de Fomento del Consejo Real de España e Indias. Año 1835: en marzo, comisario regio para las Juntas generales de los cinco gremios; en abril, individuo de la Junta Suprema de Sanidad; en octubre, miembro de la Comisión para informar sobre el reconocimiento de la independencia de las Américas; en noviembre, encargado de formar las instrucciones para los  comisionados sobre la navegación por el río Duero; además fué ¡presidente de las comisiones para informar sobre el sistema orgánico de la administración económica del reino y para el arreglo de la jurisdicción contenciosa de Hacienda.

En marzo de 1836, se le designa miembro de la Comisión para el arreglo del Consejo Real y se le encomienda una información sobre la pertenencia al Patrimonio de la Corona de los bienes del monasterio de El Escorial, y en noviembre del mismo año se le designa presidente de la Comisión con carácter de Tribunal de administración.

El año 1837 es menos pródigo en destinos. Solamente en 4 de diciembre se le confiere uno: el de presidente de la Comisión para el arreglo de los Ayuntamientos y Diputaciones. Pero llega 1838 con abundancia de nombramientos: en el mes de febrero, comisionado para el arreglo de las franquicias que gozan los individuos del Cuerpo Diplomático, y vicepresidente de la Junta Suprema de Sanidad; en junio, visitador de los Colegios de PP. escolapios; en julio, vocal de la Comisión encargada del estudio para cubrir por el mejor medio las obligaciones que gravan el impuesto decimal; en agosto, miembro de la conferencia con los ministros de Estado y Hacienda sobre las reclamaciones presentadas por Inglaterra, y en noviembre, vocal de la Comisión encargada del deslinde de las fincas y derechos del Patrimonio Real. En enero del 39 se le confía la Presidencia de la Comisión de Aranceles, y en noviembre se le incorporó al Consejo de los seis ministros para examen de los expedientes instruidos en los Ministerios de Hacienda y Guerra sobre una contrata general de suministro al Ejército. En abril de 1840 recae sobre él la Presidencia de la Comisión nombrada para examinar el expediente sobre la construcción del camino de hierro de Güines a la Habana, en Cuba.

Hacemos un alto en esa larga relación de cargos, porque coincide la fecha de 1840 con la que dan algunos como de su muerte, no menos equivocados que quienes certifican que ha fallecido en 1843.

La continuación más abajo de las referencias a otros destinos desempeñados por Canga Argüelles desmentirá rotundamente con la fuerza de hechos irrecusables lo de su muerte en 1840.

La preeminente personalidad alcanzada por Canga Argüelles en la vida pública de España con el desempeño de tantos y tan importantes servicios, estuvo esmaltada también de distinciones honoríficas. En enero de 1835 se le restituyeron tratamiento y honores de consejero de Estado, que le habían sido quitados cuando la reacción de 1823. En diciembre del 37 le fué concedida la Gran Cruz de la Orden americana de Isabel la Católica, Algunas corporaciones también estuvieron atentas a premiar sus merecimientos. Cuenta entre ellas la Sociedad Económica de Gijón, que le designó en agosto de 1834 socio de mérito y su director. La Academia de la Historia le nombró académico supernumerario en enero de 1835 y tres años después (abril del 38) académico de número, con cuyo motivo leyó su discurso de ingresó sobre Ley, peso y valor de las antiguas monedas del reino de Valencia. También la Academia de Ciencias Naturales le incluyó entre sus miembros como académico honorario.

Después de 1840, no obstante sus setenta años de edad, fué requerido para desempeñar diferentes y delicados servicios. Durante el año 1841: en febrero, miembro de la Comisión encargada de proponer normas sobre pago de censos de las fincas nacionales que se han vendido y de las cargas piadosas de que respondían; en marzo, presidente de la Comisión encargada del estudio del arrendamiento de los derechos de importación del tabaco, y miembro de la encargada de proponer lo más conveniente sobre la unificación de las Haciendas militar y civil; en mayo, presidente de la Junta Consultiva de Aduanas y Aranceles; en junio, presidente de la Comisión encargada de centralizar los servicios de las nuevas dependencias agregadas al Ministerio de Hacienda y presidente de la constituída para formar el proyecto de ley referente a la justificación de cuentas del Estado, y en noviembre, presidente de la Comisión nombrada para estudiar los medios de atender a la sanidad y limpieza públicas. En 1842: enero, presidente de la Comisión destinada a ¡proponer la rectificación del sistema monetario; septiembre, presidente de la Comisión encargada de estudiar el establecimiento de un Banco Anglo-Español, y presidente de la formada para estudiar e informar sobre la interpretación del artículo 62 de la ley de Aduanas, y, finalmente, el 13 de octubre de ese mismo año se le expide autorización para presidir la Junta general de los cinco gremios.

Tal fecha lleva la última Real Orden de las muchas que le concedieron destinos y honores. Cargado de ellos y asistido del respeto y la admiración generales, dejó de existir don José Canga Argüelles el 2 de diciembre de 1842.

Un decenio después, a Solicitud de su hijo, Felipe Canga Argúielles y Ventades, la reina Isabel II le concedía a éste el título nobiliario de Conde de Canga Argilelles, en reconocimiento de los grandes Servicios prestados por don José a la patria.

 

Obras publicadas en volumen: 

I.—Prólogo al Censo de población de 1797. (Madrid, 1798.) 

II.—Gaceta de los niños, o Principios de moral, ciencias y artes. (Madrid, 1798; obra en colaboración con su hermano Bernabé, aprobada por el Gobierno.) 

III.—Prólogo al Censo de población de 1798. (Madrid, 1799.) 

IV.—Colección de Reales cédulas, Ordenanzas y providencias dadas para gobierno del Real patrimonio del reino de Valencia, formada por acuerdo de la Real Junta patrimonial y aprobada por S. M. (Valencia, 1806.)

V.—Recopilación de todas las leyes, ordenanzas y reglamentos del cuerpo político de los ejércitos de España. (Valencia, 1807; seis tomos en folio; obra de la que hizo un extracto publicado en forma de prontuario.)

VI.—Memoria sobre la constitución de la Junta Central de Gobierno. (Valencia, 1808.)

VII.—Memoria leída en la Junta Suprema de Valencia  en defensa del Consejo Real. (Valencia, 1808.)

VIII.—observaciones sobre las Cortes de España y su organización. (Valencia, 1809.)

IX.—Manifiesto de la Junta Superior de Observación y Defensa del Reino de Valencia sobre los servicios y heroicos esfuerzos prestados por ésta en favor de la libertad e independencia de la nación y de los derechos de su augusto y legítimo soberano el Sr. D. Fernando VII. (Valencia, 1809.)

X.—Memoria presentada al Consejo Supremo de la Regencia sobre arbitrios extraordinarios para sostener la guerra. (Cádiz, 1811.)

XI.—Memoria sobre el reparto y cobro de la contribución extraordinaria de 120 millones de reales impuestos por las Cortes. (Cádiz, 1811.)

XII. —Memoria sobre la cesión de los presidios menores a favor del emperador de Marruecos, cambio de trigo y carnes. (Cádiz, 1811.)

XIII —Memoria sobre el estado de las provincias, sus gastos y rentas; providencias generales acordadas por el Consejo de la Regencia para proporcionar el economizar gastos. (Cádiz, 1811.)

XIV.—Memoria sobre el medio de aprovechar para el erario las alhajas con pedrería de las iglesias, sin que éstas se desprendan de ellas. (Cádiz, 1811.)

XV.—Memoria sobre la renta del tabaco, leída en las Cortes generales y extraordinarias el 2 de noviembre de 1811. (Cádiz, 1811.)

XVI.—Memoria presentada a las Cortes generales y extraordinarias… sobre las rentas y gastos de la Corona, después del movimiento generoso de la nación, y de las reformas que deberán hacerse para arreglar el presupuesto de cada clase. (Cádiz, 1811.)

XVII.— Instrucciones para los representantes de las Cortes que ofrece el patriota J. C. A. (Madrid, 1820?; trabajo firmado con sus iniciales.)

XVIII.—Memoria sobre el crédito público, que presenta a las Cortes ordinarias de 1820. (Madrid, 1820.)

XIX.—Instrucción que el rey se ha servido aprobar para el desempeño de las funciones y facultades de la Contaduría mayor de Cuentas. (Madrid, 1820; folleto en folio.)

XX.—Memoria sobre el estado de la Hacienda pública de España presentada a las Cortes ordinarias de 1821. (Madrid, 1821.)

XXI.—Notas de las cuotas de la contribución general y de las equivalentes a los derechos suprimidos de puertas, impuestos a cada provincia por las Cortes ordinarias en decreto de 6 de noviembre de 1820. (Madrid, 1821.)

XXII.—observaciones a los  artículos 308 y 309 del Plan de Hacienda presentado a la discusión del Congreso en la legislatura de 1821. (Valencia, 1821; opúsculo publicado con el seudónimo de Observador B.)

XXIII.—El emigrado observador.(Londres, 1825.)

XXIV.—Elementos de la ciencia de Hacienda. (Londres, 1825; obra dispuesta en preguntas y respuestas; la primera en su clase escrita en español.)

XXV.—Diccionario de Hacienda para uso de los encargados de la suprema dirección de ella, (Londres, 1826; obra en nueve tomos en cuarto y reimpresa varias veces en diferentes tamaños; contiene algunas de las Memorias publicadas y manuscritas desde 1802 a 1821.)

XXVI.—Indice de las materias que se contienen en el Diccionario de Hacienda. (Londres, 1827.)

XXVII—Ensayo sobre las libertades de la Iglesia católica de España en ambos mundos. (Londres, 1828.)

XXVIII.—Quelques mots en résponse á une petition des negotians de Londres, ainsi qua plusieurs articles “The Times” tendant d attaquer Uhonneur et les droits du roi «Espagne, sur lPindependance des Ameriques. (Londres, 1829; obra publicada también en ese mismo año en español.)

XXIX. — Observations sur la guerre d’Espagne. (Londres, 1829.)

XXX.—El comercio de los algodones en España. (Londres, 1829.)

XXXI.—Memorándum Sobre la derogación de la Ley Sálica en España. (Londres, 1830.)

XXXII.—observaciones sobre el tomo II de la “Historia de la guerra de España”, que escribió en inglés el teniente coronel Napier. (Londres, 1830.) 

XXXIII.—Memorándum sobre la intervención de los cónsules de Francia en las visitas domiciliarias de los súbditos de Su nación residentes en España. (Londres, 1831.)

XXXIV.—Observaciones sobre la “Historia de la guerra de España”, que escribieron los señores Clarke, Southey, Londonderry y Napier.(Madrid, 1833-36; tres tomos Y dos apéndices en tamaño cuarto.)

XXXV.—Discurso acerca de la necesidad que los hacendistas tienen de dedicarse al estudio de la historia. (Madrid, 1835; leído en la recepción como académico supernumerario en sesión del 19 de febrero de ese año en la Academia de la Historia.) 

XXXVI.—Suplemento al “Diccionario de Hacienda”, con aplicación a España. (Madrid, 1840.)

 

Trabajos sin formar volumen:

1.—Suplemento al “Apéndice de la educación popular”: Contiene los discursos de Francisco Martínez de la Mata, siervo de los pobres afligidos y de la Orden tercera de la Penitencia. (Madrid, 1794; notas y comentarios de José Canga Argüelles.)

2.—Memoria sobre nivelar en tiempo de paz los ingresos y los gastos del erario español, escrita de orden superior en 1802. (En la obra del propio autor Diccionario de Hacienda, tomo Il.)

3.—Memoria presentada al ley sobre la organización de la Secretaría del Despacho de Hacienda. (En ídem íd.)

4.—Memoria sobre las bases para el ajuste de un tratado con el Gran Señor, acerca de la navega ción del Mar Negro y del comercio de Levante. (En ídem íd.)   

5.—Memoria sobre las relaciones mercantiles de España y Prusia.(En ídem id., fechada el 12 de diciembre de 1802.)

6.—Memoria sobre las relaciones mercantiles entre España Y Suecia. (En ídem id.) 

7.—Informe dado por la Secretaría del Despacho de Hacienda de España a la de Guerra, sobre los privilegios de los secretarios del rey. (En ídem id.)

8.—Memoria para ajustar las bases del tratado que debía ajustarse con la Gran Bretaña en el Congreso de Amiens. (En idem ídem.)

9.—Observaciones sobre el Tratado de Amiens. (En ídem id.) .

10.—Memoria sobre el arreglo de las relaciones mercantiles entre España y Sajonia. (En ídem id., fechada el 21 de junio de 1804.)

11.—Memoria sobre los presupuestos de los gastos de los valores de contribuciones y rentas públicas de la nación española, y de los medios de cubrir el déficit, que presentó a las Cortes ordinarias de 1820, leída en las sesiones de 13 y 14 de junio de 1820. (En ídem ídem.)

12.—Apuntes para la historia de la Hacienda pública de España en el año 1811. (En El Tribuno del Pueblo Español, Cádiz, 1811.) 

 

Obras inéditas: 

—Discurso sobre los derechos del bello sexo en la sociedad civil y matrimonial. (MS. de 1794, en la Sociedad Aragonesa.) Memoria sobre el estudio que deben hacer de la Filosofía los pintores y estatuarios. (MS. de 1794 en la Sociedad Aragonesa.) 

— Memoria sobre las causas, asi  físicas como políticas, que han disminuído la población del reino de Aragón y medios de realizar su comercio expedito y floreciente. (MS.de 1796, premiado con el accésit de un premio que se dejó desierto en concurso celebrado por la Sociedad ‘Aragonesa.)

—Traducción anotada de la carta del señor Gesner al señor Jueslin sobre el paisaje. (MS. de 1796 en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.)

—Apuntaciones canónicas de las iglesias de España, sacadas de sus Concilios, (MS. en dos tomos.) —Enciclopedia de Matemáticas: Traducción con notas. (MS. en dos tomos.)

— Informes sobre la nueva Ordenanza de Reemplazo del Ejército, escritos de orden del ministro, siendo oficial de la Secretaría de Hacienda, (MS. de 15 de agosto de 1800; en el Instituto de Jovellanos, de Gijón.)

—Guía para visitar con fruto el Museo Real de Pinturas de Madrid. (MS. en ídem, legajo CI.) 

—Manuscrito de la conducta política de D…, diputado por Asturias en las Cortes de 1813 y 14 y preso el 10 de abril de 1814. (MS. de paradero desconocido, fechado en el castillo de Peñíscola a 19 de marzo de 1816.)

—Apuntaciones de la historia civil de España. (MS.)

—Historia del Principado de Asturias durante los seis años de la guerra de la Independencia. (MS., trabajo incompleto y formado en su mayor parte con materiales acopiados por su amigo don Ramón Alvarez Valdés, con quien se proponía escribir en colaboración esa Historia.)

—Minutas de oficios pasados por el Ministerio de Hacienda al de Estado sobre la falta de cumplimiento de los tratados que mediaron con Francia. (MS. en el Instituto de Jovellanos.)

—Memorias de la Diplomacia comercial. (MS.).

—investigaciones históricas hechas en los códices manuscritos que se conservan en el Museo Británico.(MS. de 1825 en ocho cuadernos en cuarto, archivado en la Academia de la Historia.)

—Noticias varias, documentos y privilegios reconocidos en los Archivos de la Iglesia y ciudad de Oviedo, con noticias de otros y observaciones que hizo a los que examinó. (MS. de 1829 en un tomo en cuarto, en la Academia de la Historia.)

—Causa que en 1814 se formó a varios diputados a Cortes y a otros beneméritos españoles. (MS. de 1836, en la Academia de la Historia.)

— Investigaciones sobre la pesca de la ballena en el puerto de Gijón. (MS. en la Academia de la Historia.)

—Repertorio alfabético de las apuntaciones sobre varias materias y de varios folletos sueltos que reunió de los tomos titulados “Memorias de Hacienda” y otros.(MS. de 146 folios que comprende un índice de sus producciones impresas y manuscritas, en el Instituto de Jovellanos, de Gijón, legajo C.)

—Papeles particulares. (MS. compuesto de dos cuadernos acerca de   la administración de su hacienda, en ídem, legajo Cll.) 

—Apuntaciones económicas. (MS. en dos volúmenes que comprende una recopilación de diferentes materias, en ídem, legajos CVIII y CIX.)

—Indice de los asuntos que se contienen en la colección de “Memorias de la Real Hacienda de España. (MS. de 58 hojas, en ídem, legajo CXVI.)

—Recapitulación de las leyes y reales órdenes de propios. (MS. hecho por Real orden de 13 de agosto de 1833.)

—Ley, peso y valor de las antiguas monedas del reino de Valencia. (MS.; discurso de recepción como académico de número en la Academia de la Historia en 20 de abril de 1838.)

—Visita de don José Canga Arglielles al Instituto de Gijón en 1839. (MS., en dicho Instituto.) 

—Noticia de los manuscritos legados por Jovellanos al Instituto Asturiano. (MS. de 1840 en la Academia de la Historia.) 

—Memoria de los servicios prestados por don José Canga Argüelles durante su vida pública. (MS. en poder de sus herederos.) 

 

Referencias biográficas:

Canga Argüelles (Felipe). —Exposición elevada a S. M. la Reina, nuestra señora. (Madrid, 1852; ejecutoria de servicios prestados por don José Canga Argüelles, presentada por el hijo para la obtención del título nobiliario de Conde de Cangas Argüelles.)

Canga Argüelles (José). —Memoria de los servicios prestados por D… durante su vida pública. (MS. en poder de sus herederos.)  

F. A.—Los asturianos de ayer: Obras de don José Canga Argüelles. (En el diario El Carbayón, Oviedo, 27 de marzo de 1885.)

Fuertes Acevedo (Máximo).Los asturianos de ayer: Don José Canga Argüelles. (En El Carbayón, Oviedo, 18 de noviembre de 1886.)

Suárez, Españolito (Constantino).—Asturianos de antaño: José Canga Argüelles. (En el Diario. de la Marina, Habana, 1932.) 

Anónimo – Informe de la Comisión especial de Hacienda sobre la Memoria leída a las Cortes por D. José Canga Argüelles (Cádiz, 1812; folleto en 4º)

-Martínez Yagües (J.) Alusiones (En Antología de las Cortes de 1821 a 1823; Madrid, 1914; sin tomo, en 4º)

– Martínez Ruiz (Manuel): Un bosquejo biográfico y crítico (En la obra de varios autores Ensayo de biobibliografía de hacendistas y economistas españoles. Sevilla, 1910).