Profesor y publicista, hermano de los dos anteriores y del siguiente, mayor en años que ellos; talento, como el de Eduardo, malogrado por una muerte prematura.

Nacido en Avilés en abril de 1813, hijo de don Pantaleón y doña Dominica de esos apellidos respectivos.

A los siete años fué enviado a Inglaterra, donde adquirió todos los conocimientos de su vasto saber. Comenzó a estudiar en un Colegio de Londres y pasó luego (1824) a seguir estudios superiores en la Universidad de Oxford por espacio de tres años. Todos esos estudios, aprovechados con aptitud e inteligencia extraordinarias, le dieron posesión de una gran cultura en ciencias naturales y de especulación mental y en lenguas, llegando a poseer variar modernas y algunas sabias, como latin y griego, con verdadero dominio.

Cultivó en Londres por ese tiempo el trato con algunos emigrados políticos españoles, entre ellos, Agustín Argielles, Álvaro Flórez Estrada y el conde de Toreno, con los cuales consolidó grandemente sus conocimientos en materias hacendísticas, económicas y políticas.

En 1834 regresó a España y dos años después se trasladó con la familia a Cuba. Fijada su residencia en la Habana, parece que se dedicó al principio a negocios comerciales, que hubo de abandonar, falto de vocación y aptitudes para ellos. Se consagró entonces a otra disciplina más afín a su espíritu: la enseñanza. Ejerció de profesor de Humanidades en algunos colegios particulares, como los de Jesús, Hispano-Cubano y Liceo Artístico. Entretanto, consagró algunas actividades a las letras como colaborador de algunas publicaciones periódicas de la isla, casi siempre con seudónimos que nos son desconocidos. Todo esto le dió rápidamente una personalidad intelectual respetable que le valió distinciones y honores, admiraciones y protecciones. En la citada institución Liceo Artístico fué director de la Sección de Literatura.

En 1843 ingresó en el profesorado de la Universidad habanera y tuvo a su cargo las asignaturas de Física y Química hasta su fallecimiento, víctima de una neuralgia ciática, el 13 de marzo de 1847, en plena juventud y cuando se esperaban de su saber y su talento frutos admirables.