ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

CASAL Y JULIAN (Gaspar).

Sin haber nacido en Asturias ni figurar asturianos en su ascendencia, el doctor Casal tiene por derecho propio un puesto distinguido entre las personalidades asturianas más conspicuas del siglo XVII. Posiblemente resulte sorpresa para muchos esta aclaración de que no fué asturiano de origen, ya que se le acredita de tal corrientemente,

Don Gaspar Casal residió en nuestra región por espacio de más de treinta años, tan identificado con el espíritu y las costumbres regionales, que tuvo a Asturias como patria adoptiva. Esto ya bastaría para que le consideráramos como nuestro. Pero sus derechos a tal consideración son muy superiores a ése. Por espacio de tres décadas en la primera mitad de su siglo fué en el ejercicio de la profesión el médico por antonomasia de Oviedo y Asturias, poniendo al servicio del prójimo no sólo su vasto saber, que le daba categoría de eminencia ¡para el estado de la ciencia médica entonces, sinó entusiasmo, generosidad y abnegación que tuvieron sus tintes de apostolado. Dentro del atraso general en esa época de la Medicina, todavía nutrida de empirismo principalmente, se puede afirmar que Asturias estaba en manos de curanderos improvisados, sujeta a un alto porcentaje de mortalidad hasta que llegó el doctor Casal, quien remedió cuanto le fué posible aquel atraso.

También, en su arte de curar, lo empírico era uno de los más fuertes elementos, sobre todo examinado a la luz de los progresos científicos posteriores. Pero fué todo lo sabio que se podía ser entonces, y de ello dejó testimonios que se aprovecharon después por otros investigadores como eslabones para el progreso sin fin de la ciencia. Además de sus profundos conocimientos médicos poseía una gran ilustración sobre otros aspectos de las ciencias físico-naturales, que había podido fortalecer en sus relaciones de amistad con el farmacéutico del Papa Inocencio XI, Rodríguez de Luna, durante un viaje que éste había hecho por España. De toda esa suma de saber de don Gaspar Casal, Asturias recogió el fruto. El estudio nuestra flora y nuestra fauna en su aspecto medicinal; él analizó las aguas termales de Caldas de Priorio, en lugar próximo a Oviedo—con pericia y crédito que le había dado el análisis de las aguas de Trillo (Guadalajara)—, descubriendo en ellas las virtudes terapéuticas de que gozan fama en España y fuera de nuestro país; él estudió y combatió las varias enfermedades endémicas que eran plaga de Asturias, y, sobre todo, a él se debe lo fundamental en el conocimiento, estudio y curación de una de esas enfermedades endémicas, que era azote de las aldeas asturianas, conocida por la Pelagra y también por Mal de la rosa, así denominada por la forma de las llagas, y extirpada ya del suelo regional.

Sus estudios sobre la pelagra, continuados después por otros médicos asturianos, muy especialmente por el doctor Róel, casi en nuestros días, y por famosos investigadores extranjeros, conquistaron al doctor Casal una fama en los centros científicos de todo el mundo que aun perdura, Como lo demuestra que en agosto de 1933, al cabo de dos siglos, se le haya rendido un homenaje por sus descubrimientos en la Universidad de Verano de Santander, a iniciativa del médico de Montevideo doctor Collazo.

Sus descubrimientos y estudios le llevaron a ejercer funciones de escritor. Todo cuanto ha escrito este “médico insigne y escritor juiciosísimo”, como le califica Fuertes Acevedo, o, al menos, cuanto se conoce salido de su pluma, ha sido escrito en Asturias y para divulgación científica de la naturaleza asturiana. Se trata solamente de siete trabajos, unos en castellano y otros en latín, que fueron publicados en un volumen (número I), después de su fallecimiento, bajo el título común que lleva el primero: Historia natural y médica del Principado de Asturias. Al doctor don Juan José García Sevillano se debe la publicación de esos preciados manuscritos, que se habrían perdido o destrozado sin su auxilio. En el prólogo suyo, mesurado y razonador, dice: “La presente obra, efecto del ingenio, talentos y verdadero estudio del doctor don Gaspar Casal, es una prueba nada equívoca de que hay en España genio y talento para adelantar las ciencias naturales.”

Por asturiano adoptivo y sabio que ha sabido honrar y continúa honrando con la sola invocación de su nombre a nuestra región, el Ayuntamiento de Oviedo se ha enaltecido, aunque modestamente, dedicando al doctor Casal una de las calles de la ciudad, en 1887, a iniciativa de la Asociación Asturiana de Ciencias Médicas,

Se desconocen documentalmente Gaspar Casal. Portada de la primera edición de Historia natural y médica (facsímil) el lugar y la fecha de nacimiento del doctor Casal. Desde luego, no ha nacido ni en Oviedo ni en Guadalajara, como se afirma en nuestras dos más importantes Enciclopedias, ni tampoco en la Alcarria (Cuenca), como asegura don Miguel Colmeiro. La fecha que éste da de 1681, como la que se anota en la Enciclopedia Espasa, de 1691, carecen de toda verosímilitud. De todas las opiniones contradictorias prevalece la fundamentada del académico y erudito señor Catalina, que fijó el nacimiento de Casal en Gerona, opinión confirmada luego en sus investigaciones por F. Canella y Secades. Esto a pesar de que el propio Casal asegura en su testamento haber nacido en Utrilla (Soria). En ninguna de las dos poblaciones existe rastro del suceso en los libros parroquiales, según el citado Canella y Secades. Pero de que ha nacido en Gerona hay testimonios en documentos de la desaparecida Universidad de Sigüenza (Archivo Histórico Nacional) y en la partida de bautismo de un hijo en la iglesia parroquial de San Tirso, de Oviedo. Como esta contradicción entre esos testimonios y su testamento la provocó el propio Casal por causas ignoradas, cabe suponer que algo de misterio o secreto habrá en su origen o que sucesos O circunstancias posteriores le hayan forzado a ocultarlo.

Como fecha más probable de nacimiento se da la de 1679, hijo de don Federico Casal, militar, y doña Magdalena Julián.

De su obra Historia natural y médica se colige, si en esta ocasión ha dicho la verdad, que por los años de 1707, con veintiocho desde nacido, ejercía la Medicina en varios pueblos de la Alcarria, entre ellos Somolinos, Atienza, Medinaceli, Baraona, Pinilla del Olmo, Riva de Santiuste, Miedes y Pastrana.

Probablemente no poseía estudios oficiales que le autorizaran a ejercer la profesión de médico, porque en 1713 (aunque caso sumamente extraordinario, por contar entonces Casal treinta y cuatro años de edad), aparece graduado de bachiller en Artes en la Universidad de Sigüenza, y tal vez habrá sido éste el único título académico que poseyó.

El caso es que en ese mismo año traslada su residencia a Madrid, y aquí continúa ejerciendo de médico con aciertos que le conquistan creciente nombradía y una extensa clientela en las más elevadas esferas sociales. En los círculos profesionales y científicos se le distingue también por su saber. Haya estudiado o no oficialmente la carrera de Medicina—en opinión de algunos, la cursó en Alcalá de Henares, aunque no pasa esto de mera suposición— Casal poseía extensos y firmes conocimientos profesionales y los lucía con acierto y fama.

De 1717 a 1718 fué cuando se trasladó, en uno de los dos veranos, a Asturias. Le decidió al viaje la necesidad de reponer la salud con el cambio de clima y el descanso, y llegó a Oviedo, con Su esposa, acompañando a los duques del Parque, amigos y clientes suyos. El viaje de temporada acabó en que fijara en Oviedo su residencia, atraído por lo que de grato haya encontrado en el clima, el ambiente y los habitantes, y acaso también por estimar nuestra región campo admirable para desenvolvimiento de sus actividades médicas.

Todas las circunstancias vinieron a favorecer la vinculación de su vida a la región asturiana. Desde 1719 a 1750 fué en Oviedo y en toda Asturias, por decirlo así, el médico. En su extensa clientela figuraba lo más brillante de la sociedad asturiana a la vez que las familias más modestas. En la asistencia a los humildes acaso extremaba más el cumplimiento de sus deberes, y era con ellos desinteresado y generoso. En 1720 fué nombrado médico por el municipio de Oviedo, desempeñando este cargo hasta su renuncia el 5 de marzo de 1729 para ocupar el de médico por el Cabildo catedralicio. Como tal médico del Cabildo fué en momentos de epidemias un profesional abnegado en su asistencia a los hospitales de San Juan, Santiago y de los Remedios.

Su creciente fama de médico en Oviedo y el resto de la provincia encontró un firme puntal en el éxito del análisis efectuado en 1723 de las aguas termales de las Caldas de Priorio. Sus estudios y descubrimientos sobre la naturaleza asturiana y las enfermedades más extendidas por el país se encargaron después de que esa fama llenara la región y trascendiera de ella hasta darle renombre universal. Fué Casal en esa época uno de los pocos hilos que unieron la vida de Asturias en corriente de simpatía al interés de sabios nacionales y aun extranjeros, puesto que la famosa Academia de Medicina de París prestó eco a las investigaciones hechas por él sobre la pelagra en su aspecto genuinamente asturiano.

Fruto de sus estudios y experimentos fueron los trabajos que dejó manuscritos y pasaron a formar el volumen a que hemos aludido antes, y del que se da una referencia completa más abajo.

Llegó Casal a Oviedo unido en matrimonio con doña María Ruiz, natural de Retortillo (Soria), de la que tuvo dos hijos en esta ciudad. En ella quedó viudo, y contrajo segundas nupcias hacia 1738 con la señorita ovetense María Rodriguez Fernández Arango, lo que supone otro motivo para fundamentar su asturianismo.

En el año 1751, sin que se sepa la causa que le haya impulsado a dejar la patria adoptiva, por él tan amada, pasó a residir nuevamente en Madrid. Aunque ausente de la capital unos treinta y dos años, en los círculos profesionales y científicos en general se le tenía presente en el recuerdo con creciente consideración por su Saber, y fácilmente conquistó extensa clientela al calor de esa fama, si bien no parece infundado suponer que también le hayan favorecido en ese resultado los asturianos residentes en Madrid. En ese mismo año, el 24 de agosto, le fué conferido el nombramiento de médico supernumerario de la Real Cámara, en lo que Canella y Secades pretende adivinar la influencia del sabio benedictino P. Feijoo, gran amigo de Casal y muy “considerado del monarca y de su Consejo”. Dispuso además el rey —que no pudo ser Felipe V, como dice Canella y repiten los que copiaron el lapsus, por haber fallecido en 1746, sino Fernando VI que se le asignase un sueldo anual de sesenta mil reales. Con esto quedó el doctor Casal elevado a la cumbre para un médico de su tiempo y equiparado en rango a las lumbreras de todas las disciplinas de entonces.

“Allí alcanzó—dice Canella—a Suárez de Ribera, fecundísimo autor de libros médicos, innovador valiente en los remedios; a Fernández Navarrete, docto iniciador de estudios topográfico-médicos, epidemiológicos y de historia natural de España, todo tan en consonancia con las aficiones de Casal; al gran anatómico López de Araujo, impugnador de Martín Martínez y de Feijoo, y quizá por esto no muy del agrado del ex médico de Oviedo; a Piquer, gloria insigne de la Medicina patria; a Suñol, con estudios de historia natural y médica, análogos a los de don Gaspar, y a De Borbón, notorio por sus publicaciones de Fisiología y Anatomía.”

En 8 de enero de 1752 fué elevado Casal a protomédico de Castilla. Y por entonces se le acogió en la Academia de Medicina de Madrid como académico numerario,

Nuevamente viudo, otorgó testamento a favor de sus cinco hijos el 9 de julio de 1755, y, ya anciano octogenario y achacoso, dejó de existir el 10 de agosto de 1759. Su cadáver fué sepultado en la iglesia de San Sebastián, de Madrid.

Tres años después de su fallecimiento, el doctor García Sevillano recogió y publicó en un volumen los manuscritos de Casal, salvándolos, para la Medicina y la erudición, de una pérdida segura.

 

Obras publicadas en volumen:

I. —Historia natural y médica del Principado de Asturias. (Madrid, 1762; un volumen en cuarto con más de 400 páginas y prólogo de don Juan José García Sevilla no; contiene, además del trabajo enunciado en el título, estos otros: Brevísimo tratado en que con experiencias se declara que para entender las importantes doctrinas de Hipócrates valen más las observaciones prácticas que la lectura y estudio de los comentadores de ellas; Historia de la constitución de los tiempos y de las enfermedades epidémicas y particulares que en este Principado de Asturias observamos desde el año 1719 hasta el 1721; Historia affectionum quarumdam regionis huyus familiarium; Epistola qua sapientissimos lutetice, parisiorum medicine doctores in consilium adhibuit doctor Gaspar Casal, Cathedralis ecclesice ovetensis medicus; Historia curationis hiyus, y Succini asturici; obra reeditada en Oviedo en 1900 bajo el título de Memorias de historia natural y médica de Asturias, con ilustraciones de los médicos Arturo Alvarez Buylla y Rafael Sarandeses Alvarez, un estudio biográfico del autor por Fermín Canella y Secades y un prólogo del doctor don Angel Pulido.)

 

Referencias biográficas:

Canella y Secades (Fermín).— Noticias biográficas de don Gaspar Casal. (Al frente de la obra de este autor Memorias de historia natural y médica de Asturias, Oviedo, 1900.)

Comas (R.).—En vísperas de un homenaje: El sabio médico asturiano Gaspar Casal. (En el diario Avance, Oviedo, 20 de junio de 1933.)

García Sevillano (Juan José).—Prólogo a Historia natural y médica del Principado de Asturias,   del doctor Casal. (Madrid, 1762.) 

Pulido (Angel). — Prólogo a Memorias de historia natural y médica de Asturias, del doctor Casal. (Oviedo, 1900.)