ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

CASTAÑON (Gonzalo).

Fué Gonzalo Castañón un hombre inteligente y culto, bueno y digno, un escritor interesante y acreedor a todas las consideraciones. Pero a que se invoque su nombre por los asturianos con admiración y respeto que prometen no desvanecerse en el olvido, han contribuido mucho más que su vida las circunstancias de su muerte, vilmente asesinado en Cayo Hueso, población de La Florida, víctima de las largas y enconadas luchas sostenidas en Cuba durante el siglo XIX entre los cubanos que aspiraban a la emancipación de la isla y los españoles dispuestos a no ceder un ápice de la soberanía de España en ella hasta que lo perdieron todo.

Este hecho de su muerte alevosa ha movido multitud de plumas A enaltecer su memoria, quizá Con demasiado olvido de lo que Castañón fué como escritor, bien que 4 este efecto contribuye grandemente que su labor principal esté diseminada por colecciones de periódicos que obligan a una penosa rebusca. Habrá, pues, que acatar el suceso extraordinario de su muerte sobre los otros que le dieron una personalidad respetable, puesto que los panegiristas han cimentado en él su inmortalidad. En la Corona literaria que varios escritores dedicaron a su memoria en 1871, Rogelio Jove y Bravo se expresaba así en una elegía:

Era, como español, buen caballero,

noble, honrado y leal, como asturiano,

y sólo de la envidia el vil acero herirle

pudo por traidora mano.”

En una poesía de Bernardo Acevedo y Huelves reza así una de las estrofas:

 «Si, ¡vive Dios!, yo quiero que sea inmenso

el eco de mi endecha

  y al par que canto de dolor intenso

sea una aguda flecha

que fije eternamente

el estigma de réprobo en la frente

de aquel mortal infame,

que hace que el pecho en su dolor se inflame.”

Hasta Vital Aza escribió entonces una de sus escasas poesías en serio, que concluye:

 

Eterna ha de ser tu gloria;

tu nombre dirá la historia,

e impresa en mi corazón

siempre estará la memoria

de Gonzalo Castañón.”

 

Hijo de don Rodrigo Castañón y doña María Salomé Escarano, nació Gonzalo en Mieres, en el barrio denominado de la Villa, el 2 de diciembre de 1834. Hechos los estudios primarios y la preparación para los de segunda enseñanza, pasó a Oviedo, donde se matriculó en 1845 en la Facultad de Filosofía de la Universidad, en la que cursó y obtuvo el grado de bachiller el 20 de junio de 1850. Siguió luego la carrera de Leyes en la correspondiente Facultad y fué investido de licenciado en ambos Derechos el 23 de enero del 59. En este mismo año se matriculó en Oviedo como abogado.

“Los estudiantes de aquel tiempo—dice Sánchez del Real—aún recuerdan a Castañón, bullicioso, alegre y pronto siempre, lo mismo a marchar con sus compañeros a cualquier alegre jira, que a ponerse al frente de cualquiera manifestación que ellos quisieran llevar a cabo.” Tanto en esos movimientos expansivos de la población universitaria como en los de carácter intelectual, Castañón figuraba entre los destacados como dirigentes.

Fué uno de los fundadores y colaboradores principales del semanario estudiantil La Tradición (1857), donde dió a conocer con aplauso algunos estudios sobre problemas vitales para la región y también sobre temas folklóricos.

Escribió después en El Invierno (1859), donde firmó con el seudónimo de Redactor 105 trabajos político-sociales, alternados con otros de puro entretenimiento y tendencia humorística, como el intitulado Sección científica: Análisis de los minerales que se encuentran en la mina de “El Invierno”, que fué muy comentado y celebrado, También contribuyó a robustecer su renombre de escritor la memoria (número I) que presentó para obtener el título de licenciado en Derecho,

El mismo año de concluida la carrera (1859) o a comienzos del siguiente se trasladó a Madrid en busca de más amplio campo a sus actividades y acaso con la mira principal de dedicarse a la política. Colaboró allí al principio asiduamente en el diario El Día con  artículos sobre política nacional e internacional. Después (1861) dirigió el periódico La Crónica de Ambos Mundos, en el que sostuvo una intensa campaña de apoyo a la Unión Liberal, especialmente a la política desarrollada por Ríos Rosas. En ese mismo año publicó un folleto (número II) de carácter eminentemente político.

En 1863 regresó a Oviedo y aquí prosiguió sus actividades periodísticas y las derivadas de algunos cargos por él desempeñados, entre ellos, el de diputado provincial por el distrito de Lena en 1864 y de vocal numerario de la Comisión Provincial, Cuerpo consultivo en funciones de Tribunal de lo contencioso, desde octubre del 65 a marzo del 66. En este mismo mes, una credencial con destino a Cuba le llevó a fijar su residencia en esta entonces provincia ultramarina.

Con motivo de este viaje publicó en El Faro Asturiano una bella y tierna despedida bajo el título de Adiós, a Oviedo, que pocos años después se habría de evocar como si fuese una predicción de su desgraciado destino en aquella isla.

Su empleo primero en Cuba fué de jefe de sección de Gracia y Justicia en el Gobierno superior de la isla. Después desempeñó la Secretaría del Gobierno civil de Puerto Príncipe (hoy, Camagüey). Se dice que fué durante algún tiempo oficial letrado del Consejo administrativo de la isla de Puerto Rico, a comienzos de 1868, extremo que no hemos podido comprobar. Lo cierto es que al estallar en ese año la insurrección cubana, que duró una década, Castañón se encontraba en la Habana con los cargos de jefe de Contribuciones en el Banco Español y de miembro del Consejo de Instrucción Pública.

En 1869 fundó en la Habana y dirigió el periódico La Voz de Cuba, consagrado a defender la integridad de la soberanía de España en la isla frente a la insurrección que había iniciado en Yara el patriota cubano Carlos. Manuel de Céspedes, porque, como dice Sánchez del Real, “la pluma era su verdadera espada”. También fundó después La Quincena, como suplemento del otro periódico. En La Voz de Cuba libró valientes campañas contra los revolucionarios y también contra quienes se mostraban débiles en el mantenimiento de la causa de España. Con este último motivo publicó una serie de cartas con el seudónimo de Juan Fernández, en las que denunciaba al capitán general de la isla sucesos e irregularidades en la administración que favorecían a la causa de los insurrectos. Contra éstos fué en los ataques duro, pero respetuoso, desde una posición intransigente dictada por un exaltado patriotismo, que entonces se estimaba lo mejor, aunque la realidad haya venido luego a demostrar lo contrario.

Esas campañas le conquistaron entre los españoles residentes en la isla un prestigio y una popularidad enormes, mientras que entre los cubanos acrecían el número de sus enemigos, entre los que llegó a despertar odios y rencores profundos. Así fué cómo en los primeros días de 1870 ocurrió el episodio que habría de acabar trágicamente con su vida.

“Un papelucho indigno de Cayo Hueso—dice F. Canella y Secades—, y que se nombraba malamente El Republicano, un órgano de asesinos, como le ha llamado la prensa de Cuba, publicó el 16 de enero un artículo lleno de mentiras y testimonios falsos que, entre otros insultos, decía que el director de La Voz de Cuba había sido abofeteado en Puerto príncipe.” Castañón insertó en su periódico una carta de desafío contra el autor anónimo de las injurias, de las que se declaró responsable el director de El Republicano, don Juan María Reyes. Entonces partió para Cayo Hueso dispuesto a concertar y efectuar el duelo, porque, como dice A, “en su altivez digna, no comprendía cómo se vive en la tierra sin un nombre honrado”. Como Reyes se negara a dar satisfacciones de ninguna clase ni aceptara el desaño, Castañón le dió de bofetadas. La agresión dió motivo a que fuera detenido y preso, condenándosele luego a una multa de doscientos dólares, con lo cual quedaba zanjado el enojoso asunto, al parecer. Pero al regresar Castañón al hotel donde se hospedaba, sus enemigos le formaron una emboscada y le asesinaron a tiros, sin que se haya podido descubrir a los autores del crimen. Así fué como cayó este luchador valiente y patriota el 31 de enero de 1870.

El trágico suceso fue considerado por los españoles de Cuba como una desgracia inmensa, Los ánimos se llenaron de duelo y de indignación. El jefe superior político de Cuba, Caballero de Rodas, dispuso que el cadáver de Castañón fuese trasladado a la Habana y recibiera honores de capitán general, y declaró que los dos hijos del finado, Rodrigo y Fernando —ya huérfanos por fallecimiento de la madre, doña Angela Llanos—, quedaban “bajo su protección y amparo, como representante de la nación”. La conducción del cadáver fué una de las más imponentes y memorables manifestaciones de duelo que se recuerdan de Cuba colonial. En el entonces Teatro Tacón, después Teatro Nacional, de la Habana, se celebró a su memoria una velada literaria. Recordándola, dice Gabriel Estrella: “Castañón vivió para su patria y murió por ella. Donde buscaba: un duelo encontró un asesinato. Sus asesinos no hallarán disculpa ni ante los mismos que de sus ideas participaban, porque harto han demostrado esto los nobles hijos de Cuba, por cuyas venas corre sangre española, que saben acudir a un combate y portarse en él como buenos.”

Los hijos de Castañón pasaron al amparo de don Ventura Olavarrieta y su esposa, que los prohijaron, por haberlo previsto así aquél cuando partió a Cayo Hueso, para el caso de que muriese en el lance de honor que no llegó a efectuarse. Las Cortes españolas ratificaron la decisión tomada por el jefe superior político con los huérfanos. asignándoles una pensión anual de mil quinientas pesetas.

El Banco Español, al que Castañón prestaba servicios cuando fué asesinado, estipuló por su cuenta otra pensión anual. Además se hizo una suscripción en favor de ellos, nutrida por las Sociedades españolas, funciones teatrales y otros arbitrios, que alcanzó la suma de cien mil pesos.

Como un enaltecimiento propio de la memoria de Castañón, la intelectualidad ovetense inició en ese mismo año de su muerte una colecta para dedicarle una corona literaria, que fué impresa al año siguiente.

En este mismo año (1871), como si los manes de Castañón fuesen el mayor obstáculo para los que aspiraban a la independencia de Cuba, un grupo de estudiantes profanó su tumba. Acaso el hecho pudiera considerarse como una chiquillada sin trascendencia. Pero los ánimos no estaban para tales consideraciones, y los estudiantes fueron juzgados por un Consejo de guerra y condenados algunos a la pena de fusilamiento. Pena que se ejecutó, obligado el capitán general por los españoles voluntarios de la Habana a firmar la sentencia, cuando ya iba en camino de Cuba el perdón otorgado por el Gobierno español. En guerra cubanos y españoles entonces, únicamente así se pueden explicar las atrocidades cometidas por unos y otros.

Los restos de Castañón fueron trasladados a España en enero de 1887 y depositados en los primeros días del siguiente mes en el panteón familiar del cementerio de La Cortina (Mieres).

 

Obras publicadas en volumen:

I.—El progreso en la penalidad. (Oviedo, 1859; memoria presentada para la obtención del grado de licenciado en Derecho.)

II.—Una ilusión menos, un desengaño más: La Unión Liberal en 1861. (Madrid, 1861; folleto.) 

 

Trabajos sin formar volumen:

1.—Porvenir de Asturias. (En el semanario La Tradición, Oviedo, 1857, números 1 al 10.)

2.— Industria carbonera. (En ídem, números 11 y 13.)

3.—Sobre el ferrocarril y carreteras de Asturias. (En El Invierno, Oviedo, 1859, números 6, 8 y 9,  artículos de polémica con El Porvenir de Asturias.)

4.—Arbolado de Asturias. (En ídem, números 17 y 18.)

5.—Sección científica: Análisis de los minerales que se encuentran en la mina de “El Invierno”. (En ídem id.)

6.—Apuntes sobre la guerra de Italia. (En ídem, números 34 al 38.)

7.—Adiós a Oviedo. (En El Faro Asturiano, Oviedo, 31 de marzo de 1866.)

 

Referencias biográficas:

A.—Gonzalo Castañón. (En el Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, febrero de 1887.)

Canella y Secades (Fermin). — Gonzalo Castañón. (En El Carbayón, Oviedo, 3 de febrero de 1887.)

Estrella (Gabriel). — Gonzalo Castañón, Un recuerdo. (En Ilustración Gallega y Asturiana, Madrid, 8 de agosto de 1881.)

Paredes (Miguel).— Los restos de Gonzalo Castañón en Asturias. (En El Carbayón, Oviedo, 6 y 7 de febrero de 1887.)

Sánchez del Real (Andrés).— Apuntes biográficos. (En la llustración Gallega y Asturiana, Madrid, 8 de agosto de 1881.)

Varios. —Corona literaria a la memoria de Gonzalo Castañón.(Oviedo, s. a.; 1871; folleto.)