ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

CONSUL Y REQUEJO (Juan Nepomuceno)

Profesor de dibujo y pintura, gran propulsor en el siglo XVIII del gusto y la afición al cultivo de las Bellas Artes en Oviedo. Persona, además, de una gran cultura, que derrochó entusiasmos y actividades por el progreso asturiano en muchos de sus aspectos.

Nacido en Oviedo el 5 de noviembre de 1747, hijo de don Juan Cónsul Jove y doña Gertrudis Requejo Tineo. Algunos le designan con los dos apellidos paternos, que tal vez ha usado él mismo en ocasiones.

Pasó los primeros años de su vida, hasta bien entrado en la adolescencia, en la ciudad natal, cuidando de su instrucción, particularmente en los aspectos artístico y científico.

Era costumbre tradicional en la familia de los Cónsul, de origen, Francés, enviar a estudiar a Francia a los varones, por lo que pasó Cónsul y Requejo a ese país, a completar su ilustración. Tal fué la causa de que se encontrara en Francia al fallecer su padre en 1771.

Regresó entonces a Oviedo, bien dotado de una cultura nada común y perito en el cultivo de las artes plásticas como dibujante y pintor.

A este caudal de conocimientos, que le daba por sí mismo considerable personalidad a los veinticuatro años, se vino a juntar un cuantioso patrimonio, que le facilitaba la manera de distinguirse y abrillantar su nombre. Asistido de un espíritu emprendedor e industrioso, su primer cuidado fué atender y mejorar las varias empresas que su padre había acometido, agrícolas e industriales. Entre estas últimas figuró una fábrica de loza establecida en su posesión de Villar (Sariego). Sin embargo, no descuidaba sus actividades intelectuales y artísticas. En él se asociaban amigablemente la Economía y las Bellas Artes. Ejecutó algunos cuadros, entre los que predominaban los retratos, que pasaron a poder de sus descendientes. Se acreditan de obras suyas pictóricas admirables, desarrolladas años adelante, un retrato de Jovellanos y la escenografía para la representación en Gijón de los dramas de este patricio denominados Pelayo y El delincuente honrado.

Hombre celoso del bien público y de la prosperidad de sus conciudadanos, contribuyó con entusiasmo a modernizar ideas y procedimientos en el desarrollo de las fuentes de la riqueza y del saber colectivas, y propulsó la adquisición y divulgación de obras francesas sobre materias económicas y artísticas. Por sus merecimientos, la Sociedad Económica de Amigos del País le llevó a su Seno en 1782, y en ella fué desde su ingresó uno de los elementos más doctos y activos. Amparado por esta entidad y animado del generoso deseo de propulsar el cultivo del arte en Asturias, fué promotor en 1785 de la Escuela de Dibujo, constituida bajo su dirección y con los auspicios de la Sociedad Económica. Esta premió su esfuerzo al año siguiente nombrándole socio de mérito.

Más continúa su permanencia en Oviedo desde su casamiento, hacia 1785, con la señorita de Luanco, Dolores González Villar, consagró lo mejor de su tiempo y saber al engrandecimiento de esas dos instituciones, particularmente la Escuela de Dibujo, que alcanzó por su esfuerzo un rápido esplendor.

Pero la escasez de recursos materiales para el sostenimiento pudo más que el valioso concurso de su director, y se mantuvo algunos años con menguado brillo, hasta que el Estado acudió en su auxilio en 1800 dotándola de una subvención anual de 12.500 reales, Sacados del fondo de averías. Reorganizado este centro como Escuela de Bellas Artes en 1802, continuó al frente de ella como director hasta 1805, en que pasó a serlo con carácter de honorario.

Todos estos desvelos por el progreso, unidos a los servicios prestados con austeridad y justicia como regidor perpetuo que era de Oviedo y juez noble designado en 1795, hicieron de él una personalidad generalmente querida. Le caracterizaba también una gran bondad, que se traducía en generosidades y protecciones constantes.

“Con tan especiales condiciones —dice Canella y Secades—, el vecindario de Oviedo se honraba con el trato de caballero tan ilustrado y desprendido, buscándose su consejo y dictamen en toda clase de asuntos arduos referentes a las artes y oficios. Los artesanos consideraban la casa del señor Cónsul como la suya propia, y en varias profesiones obtenían enseñanza y dirección provechosas con noticias de los últimos adelantos; porque nuestro docto paisano facilitaba las mejores publicaciones francesas de Agricultura, Industria y Comercio.”

Falleció Cónsul y Requejo el 13 de julio de 1807. Ochenta años después de su fallecimiento, Oviedo honraba su memoria dedicándole una travesía inmediata a la Academia de Bellas Artes.

 

Referencias biográficas:

Anónimo. — Los asturianos de ayer: Don Juan N. Cónsul y Requejo. (En El Carbayón, Oviedo, 18 y 20 de febrero de 1887.)

Canella y Secades (Fermin). — Noticias biográficas de don Juan N. Cónsul y Requejo, promotor y primer director de la Escuela de Dibujo de Oviedo. (Oviedo, 1886, opúsculo.)