ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

DIAZ (Cándido)

Periodista contemporáneo, fallecido, dotado de una pluma ilustrada, a la vez galana y combativa, que residió muchos años en Cuba.

Dirigió largo tiempo el periódico La Correspondencia, de Cienfuegos, que supo elevar a la categoría de uno de los diarios más serios y prestigiosos de la República cubana. Es el de Cándido Díaz uno de esos casos dignos de recordación y ejemplo que se deben a sí mismos todo lo que fueron, en titánica lucha contra todas las adversidades, y que llevan a pensar en la posibilidad de que representen talentos malogrados por no haber encontrado facilidades para el desarrollo. Vida mucho más digna de consideración que quienes llegan a las altas cimas porque todo concurre a elevarles a ellas.

Nació Cándido Díaz en el lugar de Vallín, de la parroquia de San Miguel de Serín (Gijón), el 8 de septiembre de 1875, hijo de modestos labradores, don José de ese apellido y doña Laura Álvarez Prendes.

El cura párroco de Serín, don Félix Suárez-Pola Blanco, a quien debemos las anteriores noticias, nos dice de la infancia de Cándido Díaz: “Siempre descolló por su talento poco común e inteligencia despejada mientras frecuentó la escuela de esta parroquia; bien es verdad que por aquel tiempo tenían un maestro llamado don José Cortina, competentísimo.”

Pero la clara inteligencia y el amor al estudio del muchacho no podían dar más de sí mismos, porque la modesta posición del hogar paterno no lo consentía. El dilema ineludible era dedicarse a cultivar la tierra como sus mayores O probar fortuna en la emigración, soluciones ambas y únicas para los pobres. Cándido Díaz optó por emigrar, y a los trece años marchó a Cuba. Durante una década, residente primero en Abreus y después en Cienfuegos (poblaciones ambas de la provincia de Santa Clara), su ocupación fué la de dependiente de comercio en el ramo de tejidos.

Con ella compartió sus deberes de soldado voluntario los cuatro últimos años, que fueron los de la guerra civil que culminó en la independencia de Cuba. Lo demás del tiempo, dedicado por otros al descanso, él lo empleaba en proporcionarse una amplia ilustración, más avaro de esto que de la prosperidad material. Al estudio y la lectura, especialmente de obras históricas y literarias, le inclinaban el afán de saber y también una latente vocación literaria que, después de muchos ensayos en privado, se reveló públicamente como poeta con colaboraciones en diversas revistas, más asiduamente en la titulada Los Lunes, de Cienfuegos. Solía usar entonces el seudónimo de Fernando Díaz del Vallin.

Después la afición a las letras se convirtió en pasión por ellas como el objeto primordial de su vida, y en los años de guerra y soldado voluntario (1894-98) dejó el comercio para dedicarse al periodismo. Fué entonces sucesivamente redactor de los diarios locales Las Villas y el Diario de Cienfuegos y colaborador de éstos y otros periódicos, algunos de ellos editados en la Habana.

El 31 de octubre de 1898 fundó con su gran amigo de toda la vida, Florencio R. Velis, el diario La Correspondencia, en la citada villa de Cienfuegos. Bajo su dirección y desenvuelta la parte administrativa por el señor Velis, no sólo La Correspondencia se colocó rápidamente a la cabeza de los periódicos locales, sino que se puso en el primer lugar de los editados en el interior de la isla y adquirió categoría equiparada a los diarios habaneros, con la que continúa desde hace muchos años, a través de las graves vicisitudes económicas que ha padecido en los tres últimos lustros esa República.

El auge de La Correspondencia se debe principalmente a que Cándido Díaz dirigiera este diario desde la Habana, centro vital de la isla, Residente lo más del tiempo en la Capital, donde ella enviaba crónicas, informaciones y orientaciones que fueron labrando el crédito y el prestigio del periódico. A la vez, y durante mucho tiempo, fué en la Habana redactor-jefe del diario La Lucha. Después, aunque reiteradamente solicitado por otros diarios habaneros importantes como Diario de la Marina, La Nación y Heraldo de Cuba, para que asumiera puestos. de responsabilidad directiva, se dedicó enteramente al suyo.

Fué Cándido Díaz uno de los periodistas que más asistidos estuvieron en Cuba durante el primer cuarto del presente siglo de la consideración y el respeto generales, debido a su pluma pulcra y justiciera. Su compañero el citado señor Velis le recuerda con estas palabras: “Se dedicó al periodismo intensamente y lo cultivó con éxito, gracias a su estilo castizo y fácil, a la exactitud de sus escritos cuando cultivaba la información, a la suavidad de su forma que no excluía la energía en el fondo y a sus condiciones de polemista invencible, al decir de muchos que con él polemizaron. Supo ganarse miles de admiradores, incluso entre sus mismos compañeros.”

Era hombre enterado al día de la marcha de los grandes problemas mundiales y de los que afectaran al vivir cotidiano del medio en que se movía. Su ilustración enciclopédica, enriquecida por el estudio constante y los viajes frecuentes, le permitía escribir con acierto sobre los más diversos temas. Le distinguía también su españolismo; un españolismo consciente y disciplinado, al servicio del que tuvo siempre la pluma, querido de los españoles y respetado de los cubanos. El Gobierno español hubo de reconocer sus servicios condecorándole con la Cruz de Isabel la Católica.

Quebrantada su salud, regresó a España con la esperanza del apetecido restablecimiento. El deseo de no someterse a una grave operación de la vesícula biliar, solución en la que coincidían los médicos consultados, le determinó a buscar otro posible remedio fuera de España, y en París falleció a consecuencia de dicha intervención quirúrgica el 12 de julio de 1924, Sus restos fueron trasladados a Madrid y depositados en el cementerio de la Almudena.