Abogado y escritor del siglo XIX, nacido en Llanes el 20 de mayo de 1835. Sus padres, Pedro y Vicenta, eran pequeños propietarios.

Comenzó a estudiar la segunda enseñanza en Santander y, con dos cursos aprobados, la continuó en Madrid, donde obtuvo el grado de bachiller en Filosofía el 13 de mayo de 1855. En Madrid siguió los estudios del primer curso en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central, carrera que continuó luego en la de Oviedo, donde se licenció en Derecho civil y canónico el 24 de diciembre de 1860.

Concluida la carrera, se estableció como abogado en la villa natal, en la que residió la mayor parte de su vida. Don José Posada Herrera, que le distinguía, trató de sacarle del estrecho marco de Llanes y llevarle al de Madrid, donde podría brillar, y lo consiguió en algunas ocasiones, pero temporalmente. A tal empeño de Posada Herrera se debe que Díaz de Rivera haya sido diputado a Cortes por Infiesto desde 1881 al 84 y luego teniente fiscal del Consejo de Estado. Como recompensa de sus servicios oficiales se le concedió la Encomienda de Isabel la Católica.

Fuera de esas breves permanencias en Madrid, su vida se desenvolvió en Llanes y para Llanes. Fué en esta villa varias veces concejal y teniente alcalde. Es autor de las Ordenanzas municipales que rigieron mucho tiempo los destinos de la villa. Desempeñó también el cargo de juez municipal y fué durante varios años presidente del Casino. En todos sus puestos y cargos dejó siempre buen recuerdo y estimaciones.

Con esas actividades ha compartido la de escritor, siempre en defensa de cuanto pudiera interesar a la prosperidad de la comarca y la provincia, con asiduas colaboraciones en El Oriente de Asturias, de Llanes, Y el Correo de Asturias, de Oviedo, especialmente, por los años de 1880 a 1896. En ellos sostuvo valientes y perseverantes campañas en favor del puerto local, de la construcción del ferrocarril Cantábrico y de otro que uniera a ViIlaviciosa con Mieres o con Gijón.

Casado en Villaviciosa en enero de 1880 con doña Filomena Reguero y Menéndez, en esa villa fijó su residencia habitual en los postreros años de su vida, a partir de 1895, y en ella falleció en enero de 1909.

Obras publicadas en volumen: 

I.—Ordenanzas municipales de la villa y término municipal de Llanes. (Madrid, 1877.)