Ilustre periodista y literato que brilló en Madrid con luz propia en la segunda mitad del siglo XIX.
Hombre de enciclopédica y sólida cultura; escritor de pulcro estilo, tan sensible al enaltecimiento de las glorias pretéritas como a cuanto propulsara el bienestar y progreso colectivos; poeta, historiador, economista, político de una gran laboriosidad y no menor desinterés, y persona de grandes prendas de carácter, entre las que cuenta una modestia desprovista de artificios, por la que, habiendo gozado entre sus contemporáneos, amigos y adversarios, de notable predicamento, vivió despreocupado de que se afirmara la fama de su nombre, de la que hoy Percibimos solamente el tenue resplandor de su brillo y unos Pobres rastros que Sirvan para la reconstrucción biográfica de su personalidad.
Nació Evaristo Escalera en 1833, pero no en Noreña, como suele afirmarse, sino en Pola de Siero, donde ejercía su padre de notario. En Noreña nacieron otros hermanos suyos posteriores, como Juan y Regino, reseñados más adelante, porque a esta última villa pasó el notario a ejercer su profesión después de nacido Evaristo. Sus padres se llamaban don Francisco Vigil Escalera y doña Cándida Suero Carreño, y es de advertir que tanto Evaristo como otros hermanos suyos abandonaron casi por completo el primer apellido paterno, al punto de que se les haya conocido y se les recuerde generalmente por el apellido Escalera.
Preparado en la villa natal para recibir la segunda enseñanza, comenzó ésta en 1845 en la Universidad de Oviedo, en la que cursó los entonces llamados estudios de Filosofía. Después emprendió los de la carrera de Derecho, sin que haya llegado a graduarse.
Su verdadera vocación no le inclinaba al ejercicio de ninguna carrera oficial. Al estudio prefería la lectura, y ésta fué labrando su afición preferida, que era la de escritor. Formaba parte de un grupo universitario, promovedor a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX de un resurgimiento literario y político con tendencias liberales, del que destacaron después no pocos condiscípulos en la vida nacional. Fruto de ese movimiento fué la publicación del periódico El Centinela de Asturias y la revista a modo de suplemento de éste intitulada El Nalón, fundados ambos en 1854, En estas publicaciones se inició como escritor Evaristo Escalera y desde ellas conquistó los cimientos de su renombre literario como escritor de concepto sólido y forma elegante. Colaboró luego en otras publicaciones ovetenses y en 1857 fundó con otros elementos de aquella juventud el periódico La Tradición.
Ya formada su personalidad literaria y decidido a seguir el periodismo, se trasladó a Madrid en ese año últimamente citado (y no, al parecer, como suele afirmarse, en 1860). Sin abandonar sus colaboraciones en periódicos asturianos, entre los que figura El Faro Asturiano, de Oviedo, desde 1862, pronto consiguió destacarse en la prensa madrileña y entró a formar parte de la Redacción del diario La Iberia, a la que perteneció muchos años. ,
“Con su celo y laboriosidad—dice Olay Argüelles—adquirió bien pronto el más completo dominio de lo que era el periodismo en aquella época revolucionaria, por más que, teniendo en cuenta el período de reacción política por que atravesaba el país, fué procesado varias veces, y apenas si con estas excelentes cualidades ha querido figurar entre los hombres públicos del último tercio de este siglo (XIX), porque a ello se oponía una exagerada modestia que procuraba oscurecerle, ¡Verdad es que tanta modestia, unida a tanto mérito, retratan el carácter de Evaristo Escalera!
Pudo, sin duda, alcanzar en la vida pública española una relevante personalidad por su valiosa contribución a la revolución triunfante en 1868 con el derrocamiento de Isabel II. Sus campañas periodísticas contra el sistema político imperante pudieron servirle para su medro personal con sólo haberlo querido así, pero le aprovecharon únicamente para robustecer su fama de escritor, y esto porque ya no dependía de él mismo.
Con la pluma periodística alternó la del escritor de mayores empeños, siempre erudita y ponderada. Pocas veces el escritor de libros hizo política en ellos, por lo menos directamente, a excepción, en esa época, de la obra intitulada Guerra a cuchillo al partido progresista (número VIII), partido en el que él militaba. Sus libros entonces, algunos en colaboración con Manuel González Llana, son libros de carácter histórico (números I al VII, IX y XI), el último de los cuales, Crónica del Principado de Asturias, es una de las obras más importantes de la bibliografía histórica de Asturias y forma cuerpo en la Crónica general de España dirigida por don Cayetano Rosell. Y no tiene carácter histórico, aunque lo sugiera el título, Recuerdos de Asturias (número X), volumen que recoge una selección de cuentos y crónicas de ambiente asturiano, que acreditan a Escalera como excelente literato y como hombre profundamente enamorado de la tierra natal.
Dos pequeños sucesos anecdóticos, que cita Olay Argüelles, contribuyeron en esa época a darle celebridad. Tuvo ocasión el primero como asistente a un banquete en que se celebraba el establecimiento en Madrid de la primera panadería Movida a vapor, instalada por un señor llamado Santiago Escalera se vió a los postres impedido, a pronunciar un brindis y dijo estas palabras: “Señores: como en el período de la Reconquista se gritaba ¡Santiago, y cierra España! brindo por que en lo sucesivo se grite solamente ¡Santiago, y cierra panaderías!” La ocurrencia fué largamente celebrada en los círculos y corrillos periodísticos.
El otro episodio lo motivó la publicación por tello de un libro en celebración del centenario del nacimiento de Cervantes, le pidió el autor una Poesía alusiva al caso, y Escalera le contestó excusándose con que se trataba de un motivo desmesurado para tan pequeño poeta, pero por deseo de complacer al amigo, escribió en bable “una carta—dice Olay Argüelles—dirigida por Maritornes a Cervantes manifestándole que no es fea ni desdeñada por los mozos del lugar, y que, si lo llega a saber su tío, le pega una paliza que queda peor que le dejaron los moros”. El trabajo, por lo original e ingenioso, fué muy celebrado y le valió a Escalera la felicitación del erudito cervantista Eugenio de Hartzenbusch.
Insuficiente en todo tiempo la pluma para que se pueda vivir a sus expensas en nuestro país, Escalera se ayudaba al desenvolvimiento de su existencia y de su hogar, casado desde 1861 en Pola de Siero con doña Matilde del Campo y de la Concha, con servicios de carácter administrativo al Estado, a merced de los vaivenes políticos, cesante las más de las veces, de los que dependían todos los empleos públicos entonces.
Se asegura que en 1866 se estableció en Gijón, donde fundó el diario El Norte de Asturias, que dirigió hasta la revolución de septiembre de 1868 en cooperación de este movimiento; pero se trata de un extremo que no hemos podido comprobar. Lo cierto es que al finalizar ese año se le nombró director general de Rentas Estancadas en Filipinas, cargo que volvió a desempeñar en 1871 bajo el breve reinado de Amadeo I y con el Gobierno presidido por don Práxedes Mateo Sagasta. Posteriormente, ya de nuevo en la Península, prosiguió el desenvolvimiento de su vida en las direcciones ya conocidas. Además de en La Iberia, colaboró en El Eco Nacional, La Mañana (1878), El Tiempo y otras publicaciones madrileñas, entre las que merece citarse también por lo que significa de su latente amor a Asturias la Ilustración Gallega y Asturiana (1879).
Los temas políticos en esta nueva etapa de su vida absorbieron casi todas las actividades del escritor, pues carácter Político tienen los trabajos que por entonces publicó en volumen, incluso la Biografía de D. Agustín Argüelles (número XVI), leída como conferencia en el Centro de Asturianos. Entretanto, prosiguió prestando servicios al Estado, desde modestas posiciones, entre largos descansos como cesante. En 1883 fué electo gobernador de Alicante, cargo al que renunció para desempeñar el de ordenador general de Pagos y a la vez director del Museo de Filipinas en el Ministerio de Ultramar, del que ya había sido oficial. Más tarde ocupó la plaza de contador del Tribunal de Cuentas del Reino, en la que cesó en enero de 1892. Llegó en su carrera administrativa a la categoría de jefe superior de administración civil y estuvo en posesión de varias condecoraciones de las que nunca hizo uso, entre ellas la Cruz de Carlos III.
Fué Escalera, además de escritor documentado y galano, hombre bondadoso, de trato afable y conducta personal sin tacha. Entre los asturianos residentes en Madrid en su tiempo gozó de generales estimaciones y el asturianismo tuvo en él en todo momento un acendrado culto. Figuró entre los más entusiastas fundadores del Centro de Asturianos.
Dejó de existir tras larga y dolorosa enfermedad el 29 de diciembre de 1896.
Obras publicadas en volumen:
I.—Garibaldi y sus glorias. (Madrid, 1860.)
II.—Los soldados de la independencia italiana. (Madrid, 1861),
III.—La Italia del siglo XIX. (Madrid, 1861-62; dos tomos, en colaboración con Manuel González Llana.)
IV.—Una expedición de Garibaldi. (Madrid, 1862.)
V.—Méjico histórico-descriptivo. (Madrid, 1862; en colaboración con Manuel González Llana.)
VI.—El prisionero de Aspromonte. (Madrid, 1863)
VII. —La España del siglo XIX (Madrid, 1864; cuatro tomos en año con ilustraciones, en colaboración con Manuel Fernández Llana.)
VIII.—Guerra a cuchillo al partido progresista. (Madrid, 1864; en colaboración con Llano y Persi.)
IX.—Historia y descripción de Méjico. (Madrid, 1864.)
X.—Recuerdos de Asturias. (Madrid, 1865; colección de crónicas y cuentos de costumbres asturianas, de los que se reproduce el intitulado Las vacaciones en la obra Cuentistas asturianos, del autor de este Indice; obra traducida a varios idiomas.)
XI.—Crónica del Principado de Asturias. (Madrid, 1865; un tomo en folio que forma cuerpo de la Crónica general de España dirigida por don Cayetano Rosell.)
XII. —Informe presentado en 18 de diciembre de 1870 al Excelentisimo Sr. Gobernador de Filipinas por la Junta de reformas económicas creada al efecto por la misma autoridad superior, acerca de las que son necesarias en el sistema rentistico. (Binondo, Manila, 1870; folleto firmado también por los otros miembros de la Junta, de la que era vocal Escalera.)
XIII.—Tratado completo del cultivo de la morera. (ese 1872.)
XIV.—Colección de semblanzas de los individuos que componen la minoría constitucional de ambas Cámaras. (Madrid, 1878; semblanzas en verso.)
XV.—Miniaturas políticas. (Madrid, 1879.)
XVI.—Biografía de D. Agustín Argiielles. (Madrid, 1882; estudio leído en una velada del Centro de Asturianos.)
Trabajos sin formar volumen:
1.—Una poesía. (En la obra El sombrero, su pasado, su presente y su porvenir, Madrid, 1859, por varios autores.)
2.—Clorias de Asturias. (En El Faro Asturiano, Oviedo, junio de 1862.)
Referencias biográficas:
Anónimo.—Una necrología. (En El Carbayón, Oviedo, 4 de enero de 1897.)
Bellmunt (0.) y Canella (F.).— A nuestros colaboradores. (En el tomo I de Asturias, Gijón, 1894.)
Olay Argiielles (Leopoldo) .—Nuestro retrato: D. Evaristo Escalera, (En la revista Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, junio de 1894.)
Suárez – Españolito (Constantino).—Una semblanza. (En el libro Cuentistas asturianos, Madrid, 1930.)