ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FERNANDEZ ALVAREZ (Santos).

Pintor malogrado de la segunda mitad del siglo XIX. Nació en la aldea de Llamas (Cangas del Narcea) hacia 1860.

Hijo de humildes labradores, abandonó su casa, pobre de instrucción y rico de ilusiones, cuando tenía catorce años, y se trasladó a Madrid, lugar elegido como campo para su lucha por la existencia. Fueron sus primeras ocupaciones de criado con los marqueses de Cervera y de Jura Real, sucesivamente. La contemplación, muchas veces a hurtadillas, de las obras pictóricas que esos aristócratas guardaban en sus palacios estimularon en él las inclinaciones latentes y ocultas hacia la pintura, y comenzó a ensayarse en el dibujo con torpes trazos, cada vez más perfeccionados a fuerza de múltiples repeticiones.

Esa vocación encontró cauce sirviendo luego como aprendiz a “un pintor de brocha gorda”, al que gastaba una parte de la pintura, en los ratos de ocio, en pintar monigotes y rudimentarios paisajes.

El cumplimiento del servicio militar le vino a interrumpir este modesto aprendizaje, en el que ya había hecho progresos; pero no resultó en su daño el entorpecimiento, porque en las horas libres de servicio como soldado se dedicó a la observación de la naturaleza y a dibujar y colorear sus impresiones, consiguiendo en ello notables adelantos.

Cuando obtuvo el pase a la reserva y regresó a Madrid, empezó a dedicarse en serio al estudio de su arte como discípulo de los pintores Vicente Esquivel y Francisco Díaz Carreño, con los cháles alcanzó a poseer un buen dominio de la técnica pictórica y a ejecutar sus primeras obras notables. También siguió en la Escuela de Artes Y Oficios estudios de dibujo artístico industrial, en lo que obtuvo hasta nueve premios por méritos. A la vez, el Museo de Pintura del Prado le ofreció muchos progresos como copista de las obras maestras. Entretanto libraba la lucha cotidiana por la existencia como decorador.

Ya hecho el pintor, comenzó por sanarse la estimación artística de sus paisanos residentes en Madrid, y el Centro Asturiano le brindó en 1886 la protección de que pintara para decorado de sus muros los retratos del poeta Ramón de Campoamor y de Francisco de Borja Queipo de Llano y Gayoso, conde de Toreno. Poco después obtuvo de la Diputación Provincial de Asturias una pensión que le permitiera continuar y enriquecer sus estudios, y en el disfrute de esa beca, cuando ya comenzaba a sonreírle la fama, le sorprendió en Madrid la muerte en mayo de 1889.

 

Referencias biográficas:

Anónimo. — Asturianos de hoy: Santos Fernández, (En el Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, Octubre de 1887.)