ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FERNANDEZ ARGÜELLES (Segundo).

Magistrado recto y pundonoroso contemporáneo, fallecido. Dice de él don Claudio Zardain, a quien seguimos en estas noticias: “lustre tinetense Y honra de Su cuna. Fué, indudablemente, una gloria de la Judicatura española, escalando por sus propios merecimientos los primeros puestos de la Magistratura.”

Nació Fernández Argüelles en Tineo el 19 de octubre de 1859.

Cursó estudios en Oviedo, desde la segunda enseñanza en el Instituto hasta graduarse de licenciado en Derecho civil y canónico en la Facultad correspondiente de la Universidad, Y seguidamente hizo los estudios del doctorado en Madrid, en cuya Universidad Central obtuvo el título de doctor el 2 de enero de 1883.

Al año siguiente, desde el 22 de agosto, comenzó a ejercer la profesión en la villa de nacimiento, donde fué sustituto del ministerio fiscal. en julio del 25 ingresó por oposición en la Judicatura, como aspirante, y el 29 de enero del 87 se le nombró vicesecretario de la Audiencia de Huelva, destino que desempeñó solamente unos meses.

Por traslado a la de Seo de Urgel, donde sólo permaneció unos días, destinado como juez de primera instancia de Fonsagrada (Lugo). Tampoco aquí permaneció mucho tiempo, pues en Noviembre de ese mismo año pasó al Juzgado de Villaviciosa (Asturias).

Cuatro años después, el 18 de Noviembre de 1891, fué promovido al Juzgado de Montilla (Córdoba), del que pasó a Petición Propia en febrero del año siguiente al de Igualada (Barcelona), y el 13 de Septiembre de 1893 a Manresa, de esa misma provincia, por ascenso de categoría en la carrera.

En Manresa desempeñó su cargo de juez algo más de seis años, admirado y querido de todos por su ejemplar conducta, con lo que “en 3 de julio 1899 —dice Zardaín— el ilustre Colegio de Abogados de aquella ciudad elevó al Ministerio de Gracia y Justicia una certificación del acuerdo recaído en el mismo, para hacer constar el excelente concepto de tal funcionario en el desempeño de su cargo… El 9 de noviembre de 1230 fué promovido al Juzgado de primera instancia de Tortosa, causando en Manresa hondo sentimiento su marcha”.

Pocos días después de la toma de posesión, el 13 de diciembre, en Tortosa (Tarragona), se lo trasladó al Juzgado del distrito del Parque de Barcelona. Desempeñó esta plaza de juez, la “que mayor contingente de causas daba en España”, hasta el 22 de marzo de 1906. Entonces, con motivo de haber sido elevada la categoría de la Audiencia de Barcelona, pasó a ella como abogado fiscal. Desempeñó este cargo hasta el 10 de octubre de 1910, fecha en que volvió a las actuaciones de juez en el distrito de la Universidad. En esta plaza, con la categoría de juez decano de Barcelona desde mayo de 1915, permaneció hasta que fué ascendido en febrero de 1919 a magistrado de la Audiencia territorial de esa misma ciudad. En 1921 se le trasladó a Valencia, nombrado presidente de esa Audiencia provincial, al frente de la que estuvo breve tiempo, para pasar el 4 de abril del mismo año con esa misma categoría a la de Barcelona, y más tarde, 22 de diciembre de 1923, a la Presidencia de la Audiencia territorial.

Por Real decreto del 13 de febrero del mismo año—dice Zardaín—se aumentó la categoría de  la Presidencia de esta Audiencia territorial a magistrado del Tribunal Supremo, permitiendo a don Segundo F. Argüelles continuar en Barcelona, con el aplauso unánime del foro y de la opinión pública, como así se demostró en un homenaje que le fué dedicado, acudiendo todo cuanto figura en Barcelona, y en cuyos anales del Hotel Ritz, donde se celebró el banquete del homenaje, no se registra un acto de tanta trascendencia como el que se dedicó a don Segundo. Por ser Persona competente, la Sala primera de lo civil del Tribunal Supremo lo reclamó, ejerciendo sus funciones en tan alto Tribunal desde octubre de 1925 hasta el 10 de agosto de 1926, en que dejó de existir, Siendo llorada su muerte por cuantos se honraron con su amistad.”

“Don Segundo, como todo el Mundo le llamaba—continúa Zardaín—, había adquirido un extraordinario prestigio, llegando a la más alta magistratura judicial de Cataluña. A consecuencia de su reconocido espíritu de justicia, se le comisionó más de una vez para labores espinosas, juzgados especiales, distinguiéndose siempre por su celo e imparcialidad. Además, y en elogio del mismo, debe señalarse el hecho de que por doquier le ha acompañado el favor popular, que nace del cumplimiento estricto del deber. Buena prueba de ello ha sido la unánime demostración del Pueblo de Manresa al cesar en el Juzgado y lo ocurrido cuando su paso por la presidencia del Tribunal Industrial, en que los obreros costearon la impresión de sus sentencias, que sentaban verdadera doctrina jurídica.”